domingo, abril 15, 2007

Analgesia

Estoy deseando que acabe este dolor, para sentir el placer de su ausencia.

Es un dolor persistente, agudo, abrasivo, en el empeine del pie.

Está localizado en un área difusa. Si intento fijarlo con el pensamiento en un punto se desplaza a otro adyacente. Se parece a las imágenes mentales de estructuras y conjuntos. Imaginemos un paisaje: si tratamos de centrarnos en una de las ramas de un árbol de pronto la imagen se descompondrá, se dispersará como un mandala. También se parece al agua. En su tensión superficial, provocada por su peculiar polaridad, toma distintas formas sin perder su esencia: es débil, pero no quebradiza, y en esa debilidad flexible reside su fuerza, que termina por erosionarlo todo. Gota a gota las más fuertes rocas se deshacen. Este dolor es simultáneamente inaprensible y conspicuo.

Me hago cosquillas, pues sé que los receptores del picor y los del dolor son los mismos. Pero esto alivia poco. Al rozar el pie con sábanas aún frías también me alivio. La sensibilidad a través de unos receptores interfiere en la de otros. Ocurre igual con la presión, con el roce.

Cierro los ojos e imagino un plano perfecto que corta mi pierna a partir de la rodilla hacia abajo. Me digo a mi mismo, me impongo a mi mismo, que no debo sentir nada por debajo del plano, que no existe el pie. El dolor desaparece por momentos, pero a costa de un esfuerzo mental grande. Al final derriba la muralla que interpuse entre él y yo, desborda el dique y lo inunda todo.

¿Pero que ficción es esa del plano?. El dolor está en mi cerebro, no en mi pie. El dolor no existe en el pie. El dolor es solamente la reacción química que se produce en mi cerebro a raíz de las aferencias que vienen del pie. El dolor lo experimenta mi cerebro, aunque yo lo siento a 1 metro y ochenta y seis centímetros de mi centro. Está en la otra punta de mi cuerpo, o debiera, pues lo siento allí, no aquí, y sin embargo…está aquí.

Quiero volver a la posición vertical, a mi andar bípedo. Quiero que la ingeniería precisa de mi extremidad vuelva a ser lo que era. Quiero caminar, seguir caminando…..y que cese este dolor.

5 comentarios:

Carlos Paredes Leví dijo...

Para olvidar el dolor del pie, no hay nada como un dolor de muelas.
Ni te deseo éste ni que se prolongue el primero.
Analgésicos y descanso.
Un saludo.

Germánico dijo...

¡Vaya!...empiezo a notar una molestia en la boca....AY

Lebeche dijo...

Hermánico: Puñetera manía tienes. Hasta racionalizas el dorlor. Un par de petas y verás como todo se lleva mejor. Hasta el exceso de pensamiento.
Ánimo que ya queda menos.

Germánico dijo...

Prefiero el OM que me aconsejó Bernita a un petardo.

Si el dolor fuera crónico me lo plantearía seriamente, pero pasará.

Como dices ya queda menos.

Gracias por los ánimos.

Germánico dijo...

ay ay ay ay ay

Me duele