viernes, septiembre 29, 2006

Simbolismo Onírico

Desde que leí a Freud, mucho antes de conocer las neurociencias, hasta hoy, que empiezo a conocer algo de ellas, he mirado siempre por la ventana de los sueños buscando respuestas a interrogantes fundamentales. Soy, podría decirse, con todos los "peros" que mi escepticismo formule, un firme creyente en la significación profunda de los sueños.

Cuanto más analizo mis ensoñaciones más firmemente convencido estoy de que encierran una verdad insondable. Tras el escudo espejado de los símbolos y las metáforas oníricas se oculta un mensaje que mi mente inconsciente transmite secretamente de un lado a otro de su Universo, y que mi mente consciente solamente puede interpretar, dentro de sus limitados parámetros, a partir de los fogonazos de luz colorida que se desprenden del movimiento de la sutil información arcana.

La idea de arquetipo, presentada por Jung, me impresiona y me convence con más fuerza que todas las especulaciones estériles de Freud acerca de la sexualidad. Nunca una sexualidad fue más estéril, y ello a pesar de la importancia central de la sexualidad en nuestras vidas, que sería estúpido pasar por alto. Frente a la sexualidad como centro absoluto, una serie de universales insoslayablemente omnipresentes, de iconos de nuestra naturaleza figurativa, son las piezas del puzzle abstracto y pluridimensional que nuestra imaginación inconsciente diseña en los sueños, los elementos que mezclamos y combinamos en el Collage creativo de nuestras latencias.

Y digo yo: ¿Estaré soñando?.

Las coincidencias no son tales. Permanentemente están sucediendo cosas que nos parecen maravillosamente casuales. ¡Que casualidad, he visto a Pepe en Jamaica!.

Y sin embargo, pese a que la probabilidad de ver a Pepe en Jamaica (por otro lado una probabilidad incalculable) es del orden de 1 entre 1 millón, no lo es la probabilidad de encontrar a alguno de los numerosos conocidos con los que nos resultaría sorprendente coincidir en dicho lugar (o cualquier otro que nos parezca exótico por eso de no ser el nuestro).

Todo ese simbolismo onírico podría no ser otra cosa que un conjunto de felices coincidencias semióticas, una red de arquetipos que, combinados aleatoriamente, dan lugar a paradójicos significados. La red que hace de sustrato neurobiológico, la red talamo-cortical, está activada de una manera aleatoria. Neuronas del tálamo disparan sin orden aparente hacia sus objetivos en la corteza. Pero si es un puro caos, ¿cómo es posible que nuestros sueños tengan sentido, o parezcan tenerlo?. En algún momento del proceso la mente ordena imágenes, intenta organizar sensaciones internas para dotarlas de significado.

Pienso en esos experimentos realizados por Sperry y Gazzaniga con personas que tenían el cerebro dividido. Les presentaban estímulos de forma tal que solamente uno de los lados del cerebro pudiera percibirlos. Cuando el lado derecho del cerebro llevaba a cabo una acción, instigado por un estimulo presentado, el lado izquierdo, generalmente asociado al lenguaje y al pensamiento conceptual, daba una explicación verbal de dicha acción que no tenía nada que ver con la verdadera razón de la misma.

Es decir: nuestro cerebro parlante inventa las razones por las cuales hacemos las cosas si no las encuentra a mano.

Así, en los sueños, podría darse algo parecido. Trataríamos de dar un sentido, una coherencia, en la corteza, a lo que no son más que descargas aleatorias que llegan a ella desde el tálamo.

Aunque también podría suceder algo totalmente distinto. Pudiera ser que nuestra capacidad de imaginar situaciones hipotéticas, anticipando con ello posibles consecuencias de nuestras acciones, desarrollada en la evolución, tuviera en el sueño su expresión más sutil. Pudiera ser, digo, que en los sueños no solo recuperásemos energías, sino que además jugásemos con la imaginación y creásemos una serie de situaciones en el teatro de nuestra mente, muchas susceptibles de suceder, otras inverosímiles o imposibles, para afinar nuestras respuestas a posibles contingencias.

Y dado el alto contenido emocional de sueño, pudiera ser que el ajuste se realizase, principalmente, en el nivel de las emociones y el trato social.

miércoles, septiembre 27, 2006

Es la Propiedad, Idiotas

Hablemos con propiedad, Señores (& Señoras), no seamos ñoños: es la Propiedad. No son las personas sino sus bienes lo que codician los matones organizados en bandas.

Ayer en un debate de Telemadrid del que vi apenas unos minutos se hablaba sobre la delincuencia violenta, y hubo un momento en el que se pusieron todos (de izquierdas, de derechas, de centro, de arriba, de abajo, de alante y de atrás) a cacarear que eran las PERSONAS y no la PROPIEDAD lo que estaba en juego. Todo muy políticamente correcto. Y no se puede negar que cuando a uno le entran en casa 3 salvajes a quebrarle los huesos establece la prioridad de la vida y la salud por encima de las propiedades, que, a fin de cuentas, aunque sirven a la supervivencia, no lo hacen en el cortísimo plazo de la paliza.

Incluso una mujer progresista sacó el manoseado y siempre falso tema de la miseria y la falta de oportunidades como causa de la delincuencia.

Pero esos violentos Albano-Kosovares, que vienen de una guerra, u otros grupos de otros países en los que la vida humana vale menos, y, todo sea dicho, la PROPIEDAD también, no sufren de falta de oportunidades. Lo que sucede es que lo que se les ofrece no les gusta, y no les parece que sea digno de su categoría, elevada, si se evalúa- como ellos hacen- desde la perspectiva de la capacidad de ejercer violencia. Ser obrero es muy sufrido y no proporciona unos ingresos suficientemente elevados. Trabajar de camarero le expone a uno a la humillación de ser considerado un instrumento al servicio de gentes más débiles. Y el matón es fuerte.

Los Reyes y Señores de las épocas heroicas, grandes acaparadores de propiedad, eran, a fin de cuentas, matones de alto nivel.

¿Qué es lo que quieren, pues, los violentos delincuentes que nos asedian?: la propiedad ajena, pero no para ir tirando, para sobrevivir lamentablemente, sino para enriquecerse y llevar, con el tiempo, una vida regalada. Porque sobrevivir lamentablemente, e incluso razonablemente bien, lo puede hacer uno perfectamente sin pegar palizas ni maniatar, ni torturar, ni coaccionar moral y físicamente a los demás; mientras nos quede mercado, claro.

martes, septiembre 26, 2006

Rodilla pasado por el rodillo

Hay un Rodilla en el pueblo de al lado. Bueno, más que pueblo es una ciudad, en constante crecimiento, llena de centros comerciales y coches pitando, y ahora los organismos públicos correspondientes han decidido remodelarla, convirtiendo una calle otrora Paseo con Bulevar, lugar de mercadillo, en una vía rápida con túnel subterráneo. Para ello han llenado todo de vallas y máquinas excavadoras y, cómo no, han cortado la calle en ambos sentidos, imposibilitando el tráfico en aras de una mejora futura del mismo.

El Rodilla no hace mucho que se instaló precisamente en esa calle ahora cortada. El otro día fui a él para recoger un pedido. Tuve que aparcar a cierta distancia y caminar a pie un trecho. La mujer que me atendió tenía un gesto triste y cansado (o eso me pareció).

Ya me había dado mi pedido y estaba yo pagándolo cuando me dio por decirle: "Supongo que la obra os perjudicará un poquito ¿no?".

"Pues la verdad es que si" -respondió la mujer-"En agosto no ha venido prácticamente nadie y habremos perdido 1 millón de pesetas".

Sorprendido pregunté: "¿Y esto que es?...¿una franquicia?".

"Si". Me dijo.

En ese momento me di cuenta de que lo más probable sería que estuviera hablando con la persona que montó el negocio. Seguramente no podía permitirse pagar empleados y tenía que atender ella misma.

"¿Y cuanto tiempo se supone que va a durar la obra?". Pregunté, ansioso por saber por cuanto tiempo tendrían que apretarse el cinturón.

"Unos dos años" -dijo.

Una auténtica sentencia de muerte, ciertamente.

jueves, septiembre 21, 2006

Cirujía del alma

Ayer mi mujer me sorprendió desagradablemente diciendo que estaba cansada de mi, que nuestra relación había caído en la monotonía, que no tenía sentido seguir de esta absurda manera. Ante eso me levanté y me fui de casa sin decir palabra. Estuve vagando por las calles del centro, llenas de ruidos y luces, de gentes apresuradas o apáticas. Caminé en círculos: siempre acababa en la misma plaza. En círculos también pensaba, volvía una y otra vez, obsesivamente, sobre los mismos pensamientos lamentables, sobre las mismas valoraciones deprimentes. De pronto mi universo se había hecho pedazos y solo me quedaban fragmentos desprovistos de significado, recuerdos de lugares y circunstancias, cuyo contenido emocional me era ajeno. Ansiedad e ira me destruían por dentro. Llegué por enésima vez a la plaza maldita. Había un teatro al que no había prestado atención en mis pasos anteriores. En él daban una obra con un título sugerente: La última salida.

Me acerqué a la taquilla como un autómata y compré una entrada para la sesión de unos minutos después. Entré y me senté en mi butaca, desdeñando inconscientemente las amabilidades del acomodador; ni amabilidad ni acomodo para mi atormentada alma. El patio de butacas a mi alrededor estaba vacío. El acomodador se había retirado a una sombra en la entrada de la sala y yo estaba solo. Se levantó el telón, la obra comenzó. Sobre un escenario desnudo, pintado de un rojo apagado, apareció un tipo alto, esbelto, fino, impecablemente vestido, con un andar suave y una mirada segura acompañada por un gesto sardónico. Me miró: "Tú debes ser el protagonista", me espetó.

-"¿Cómo?".

-"Si. Tú eres el protagonista".

-"¿Qué?.....¿Y la obra?......¿y......el público?".

-"Tú eres la obra. Tú eres el público. Y por supuesto tú eres el protagonista. Y esta es tu última salida".

Mi mirada estaba fija en el tipo aquel. Tanto que mi campo visual estaba completamente oscuro alrededor de esa figura. Estaba recortada sobre un fondo oscuro levemente rojizo. Parecía estar suspendida en un vacío intemporal.

-"Mi mujer me va a dejar". Dije esto y rompí a llorar. Mis ojos se llenaron de lágrimas y el tipo se tornó borroso. El rojo del fondo se fundió con mis lágrimas y veía caer cataratas de sangre. Me palpé la frente. Noté una herida, una profunda incisión, un corte más parecido a un cañón que a una línea. Metí la mano dentro, luego parte del antebrazo. Palpé algo al fondo, algo viscoso, rugoso....tiré de ello, lo saqué, lo puse ante mi mirada mojada. Era mi cerebro. Notaba que tiraba de mis ojos cuando lo movía con mis manos. "Ser o no ser, esa es la cuestión". "Al final, esto es lo que somos". Sentí una figura en mis espaldas. No la vi, no la oí, no la noté apoyada en mi, simplemente la sentí, sin sentidos. Una mano pasó por sobre mi hombro y penetró el gris rosado de mi cerebro por la cisura central. No me dolía, pero mis sentimientos iban cambiando. La mano salió con un pedazo de tejido negro agarrado y desapareció por detrás de mi hombro. Un fuerte silbido sonó, se abrieron todas las puertas y entró un viento fresco que inundó la sala. Lo respiré a pleno pulmón y sentí un delicioso cosquilleo por todo el cuerpo. Miré mis manos, no había nada. Palpé mi frente, no había herida. Levanté la mirada hacia el escenario. No había luces y estaba vacío. Su color era gris.

Una voz sonó en la entrada: "Disculpe caballero, pero la función no empieza hasta las nueve. ¿Cómo ha entrado usted aquí?".

Me levanté, me di la vuelta y observé a quien me hablaba. Era un tipo rechoncho enfundado en un traje hortera.

-"Si le digo la verdad" -respondí- "No tengo ni idea".

Salí del teatro a las variadas luminosidades y sonidos de la calle. Me sentía estupendamente. La gente caminaba animada o sosegadamente. Mis pensamientos se superponían unos sobre otros en inmaculado orden, armonizando en un todo coherente y bello. La maravillosa realidad humana, social, natural, me rodeaba. La calma y un sentimiento fraternal me embargaban. Yo era parte de todo esto, y me sentía vivo.

Cuando llegué a casa, a la que fui en directa línea recta, mi mujer no estaba. Hice las maletas y escribí una nota, que aprisioné con un imán sobre la puerta de la nevera:

"Mónica,

Me marcho. Que te vaya bien".

martes, septiembre 19, 2006

Dichosas cosquillas

Nunca me gustaron las cosquillas. Cuando alguien se me acerca con la mirada fija, la risa nerviosa y las manos abiertas en alto, con los dedos separados moviéndose irregularmente, sé que se avecina un episodio violento. Mi organismo se pone alerta y me preparo para la lucha o la huída.

Hasta hace poco jamás me pregunté por qué me desagrada tanto la sensación de ser cosquilleado. Pero ayer leí un breve artículo en la revista Mente y cerebro acerca de por qué no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos y volví a reflexionar sobre el tema.

El artículo en cuestión presenta algunas de las conclusiones a las que han llegado en el Instituto de Neurociencia Cognitiva del University College de Londres sobre las sensaciones que se experimentan con las cosquillas. Dice Sarah-Jayne Blackemore que "el cerebelo puede predecir las sensaciones cuando nuestro propio movimiento es el causante". Ello me lleva a la conclusión de que es el carácter sorpresivo de las cosquillas el que despierta la hilaridad, y a veces (como en mi caso) la irascibilidad.

Resulta curioso que el quid de la cuestión de las cosquillas sea la sorpresa, igual que en los chistes. Ambos acaban en risa, pero de muy distinta factura (en mi caso, vuelvo a mi mismo, la risa es una reacción histérica y nada placentera).

Hace tiempo me informé de que los receptores implicados en las sensaciones de picor son los nociceptores, es decir, los receptores del dolor (o, para ser más exactos, los receptores que trasladan al sistema nervioso central ciertos estímulos que son traducidos allí en el desagradable qualia del dolor). Los nociceptores no descargan con la misma intensidad ni en el mismo número con el picor. Supongo pues que dichos receptores intervienen activamente en las sensaciones producidas por las cosquillas. Por otro lado leí una teoría acerca de la relación del gesto de la risa (enseñando los dientes) con la agresión.

Si sumamos estas cosas a la naturaleza de juego del cosquilleo podemos llegar a interesantes conclusiones.

El juego parece ser una forma que tienen los mamíferos pequeños de entrenarse para la vida adulta. Los jugueteos de los cachorros de león entre sí y con las presas cazadas por sus mayores son un ejemplo conspicuo de la importancia del juego en el entrenamiento para la madurez. Los depredadores son los que más juegan, de hecho. Justamente los más violentos.

Las cosquillas podrían ser una especie de entrenamiento para la agresión y para protegerse de la agresión, un juego, una simulación incruenta de una agresión y de la defensa de una agresión. Los nociceptores se activan suavemente, el cuerpo adopta posturas defensivas, y la risa enseña los dientes. Todo muy espontáneo, ingenuo y divertido.

Y sin embargo a mi nunca me gustaron las cosquillas. Quizá es que las percibo como una agresión.

lunes, septiembre 18, 2006

Operación de Parkinson

Quien quiera ver una operación de Parkinson que pinche aquí.

Quien quiera ver vísceras al aire que vea Hostel.

Demostración

Los musulmanes, ante una cita del Papa de Roma acerca del carácter violento del Islam, han reaccionado como usualmente vienen haciéndolo: con violencia y amenazas de violencia.

Religión de Paz.

viernes, septiembre 15, 2006

Captando genomas

Lynn Margulis y su hijo Dorion Sagan vienen defendiendo una visión de la evolución de las especies sumamente interesante basada en la simbiogénesis, o surgimiento de especies nuevas a partir de la unión de los genomas de dos especies distintas. En su obra "Captando Genomas" desarrollan brillantemente esta idea. Las bacterias y los protistas son objeto de su atención preferente; el cosmos de lo invisible (al que ellos llaman microcosmos muy atinadamente) es el campo desde el que elaboran sus conclusiones. El que se centren en lo diminuto con preferencia se debe a que el proceso de simbiogénesis no es algo que se de de forma evidente en las especies denominadas "superiores".
De ahí que los autores consideren que la visión predominante hoy sobre la evolución de las especies es incompleta y simplista. Según estos dicha visión es defendida principalmente por zoólogos, que estudian los animales, organismos pluricelulares. Los zoólogos prestan mucha atención a lo que sucede entre los animales denominados superiores y no tanta -o no tanta como deberían- a los microbios, siendo estos de una importancia, como dijera Pasteur, infinitamente grande en relación a su tamaño infinitamente pequeño para el funcionamiento de los ecosistemas y de la naturaleza en su conjunto.

La especiación es el proceso por el cual surge una especie nueva. El quid de la evolución reside en esta, y sin ella no tiene sentido hablar de evolución.

Las bacterias son, a juicio de los autores, organismos pero no especies. Las especies consideran que nacen a partir del surgimiento por simbiogénesis de la célula eucariota (célula nucleada).
Muy a pesar de la calidad de su literatura y sus ideas manifiestan ciertas fobias que a su vez delatan una tendencia ideológica. Su primer ataque va dirigido al neodarwinismo, y en él abundan en la crítica terminológica. Por ejemplo encuentran poco científico hablar de "competencia", de "beneficios" y "costes", de "altruismo", de "mutualismo"....etc etc. Consideran que hacer uso de semejantes términos constituye un error consistente en proyectar en la naturaleza los conceptos derivados de las instituciones y comportamientos sociales humanos.

Sin duda el aspecto terminológico es de gran importancia, pero a pesar de sus reparos para el neodarwinismo se muestran un poco más comprensivos con las ideas-fuerza de Lovelock cuando habla de la diosa Gaia y trata de organismo superior a la biosfera. Esto lo disculpan algo más quizá porque Lovelock les dijo que utilizaba esa metáfora engañosa para llegar mejor a la gente y concienciarla de la importancia de los ecosistemas y de la naturaleza como conjunto de relaciones sutiles. La justificación moral es evidente. Términos tales como "beneficio" y "coste" repugnan a aquellos a los que repugnan el capitalismo, el mercado, la libertad económica, pero términos como Gaia, que implica comunidad, son bien vistos. Del mismo modo la simbiogénesis es preferida a la mutación aleatoria, los organismos compuestos a los individuos, las casi indiferenciadas comunidades microbianas (con todo el respeto del mundo a su diverso metabolismo, pero casi todo metabolismo a fin de cuentas) a los complejos seres pluricelulares producto de la evolución.

La idea de competencia es probablemente la que más desagrada a este tipo de biólogos (o, debiera decir, de personas). Lo cierto es que ni siquiera en la sociedad humana toma la competencia, de forma general (más bien lo hace de forma residual), el cariz siniestro que presenta en la literatura socialista o soñadora de todos los tiempos. Ya decía Hayek que la competencia es algo suave. Se me ocurre una comparación: una carrera atlética frente a una carrera profesional. Solo con reflexionar un poco se dará uno cuenta que no son la misma cosa, ni remotamente. Y en la sociedad es más suave que en la naturaleza desnuda.

Darwin, a quien es imposible obviar cuando se aborda el asunto de la evolución, fue influido por Robert Malthus, un economista. La comprensión que Darwin adquirió a través de la ciencia económica de las anatemizadas instituciones humanas jugó un importante papel en la gestación y elaboración por parte de este de las ideas de selección natural. De hecho, la sociedad humana es naturaleza, y viéndola se pueden sacar verdades de tipo general sobre la naturaleza humana en particular y sobre la naturaleza orgánica en general (subiendo taxones). Hay ciertas regularidades en la naturaleza, ciertos procesos, que sencillamente la sociedad humana no puede dejar de reflejar. Son ineludibles. Al formar parte de la naturaleza nuestras instituciones no pueden dejar de seguir unas pautas inamovibles marcadas por esta.

Cuando en su obra hablan de las ciudades construidas por las termitas (quizá no debieran llamarse ciudades, si apuramos), Margulis y Sagan dicen que estas ya hacían sus grandes termiteros mucho antes de que el hombre hiciera sus arrogantes construcciones (no recuerdo ahora si la palabra usada era arrogante, pero si alguna sinónima). Ciertamente no hay nada de arrogante, y lo que es claro es que ese uso del lenguaje es infinitamente menos científico que el que habla de las transacciones que se dan en la naturaleza como proporcionadoras de beneficios y costes.

Me dispongo a acabar el libro. Debo confesar que he disfrutado con él y que he aprendido mucho de estos excelentes biólogos y pensadores de la evolución. Lo único que lamento es que sean incapaces de aparcar del todo su ideología cuando abordan el estudio de la naturaleza.

El viernes previo a mi aniversario, un poco de música...

Pixies - Velouria
Stone Temple Pilots - Sex Type Thing
GUN Don't say it's over
judas priest a touch of evil
Helloween - I Want Out
Filter - The Best Things

martes, septiembre 12, 2006

Tú tampoco


Si yo no dejo descendencia tú tampoco.

lunes, septiembre 11, 2006

Cumple-año

-"¡Cómo le gustó al nene el cartón".

-"Ah ¿si?.....¿se entretuvo mucho con el cartoncito?.....¡que cielo!......¿Y que le parecieron los muñecos del espacio?".

-"Le gustaron, creo. Los cogió un momento y los arrojó contra la pared profiriendo un grito guerrero. Después siguió jugando con el cartón".

viernes, septiembre 08, 2006

¿Grande? ¿Pequeño?

Depende que se compare con que......








Supongo que Plutón es el protagonista. "Pequeño" homenaje a Plutón, pues.

Johny cogió su fusil (o no)



La espantosa soledad de Johny podría ser más común de lo que se cree.

En un abismo solipsista, en el cual solo la alucinación puede ser consuelo, viven muchas personas. El "estado vegetativo" no goza de la paz del vegetal.

O eso parecen indicar las últimas investigaciones médicas.
El cerebro de las personas en estado vegetativo reacciona cuando se les habla
VANESSA VIEIRA (EL MUNDO)

MADRID.- Las personas en estado vegetativo están más despiertas de lo que se creía hasta ahora. Un estudio pionero realizado por investigadores del Reino Unido y presentado en la edición de hoy de la revista Science demuestra que, al menos en algunos casos, el cerebro de estos pacientes se activa cuando otras personas les hablan, de tal forma que pueden escuchar y entender lo que se les dice.

Actualmente, el diagnóstico de este tipo de casos lo realiza un equipo multidisciplinar y se basa en la inexistencia de reacciones voluntarias, por parte del paciente, a los estímulos externos, y en las imágenes cerebrales generadas por exámenes tradicionales de resonancia magnética. La definición clásica de esta condición describe a una persona que no presenta actividad cerebral, aunque sus demás órganos vitales sigan funcionando plena o parcialmente.

Sin embargo, los criterios del diagnóstico no están exentos de críticas ya que, para algunos, los exámenes son insuficientes para determinar la pérdida irreversible de la consciencia. Uno de los casos más polémicos en este campo fue el de Terri Schiavo el año pasado después de que se desconectasen los aparatos que la mantuvieron viva durante 15 años en estado vegetativo. Terri estuvo en el centro de una batalla judicial entre su marido que no quería seguir prolongando artificialmente su vida y sus padres, que creían que ella aún conservaba unos resquicios de consciencia.

Procesar información

Las nuevas técnicas de imágenes cerebrales están introduciendo nuevos elementos en este debate, al mostrar que algunos de los pacientes diagnosticados en estado vegetativo sí que preservan unas islas de actividad cerebral que no eran detectadas por los exámenes tradicionales. Lo que no se sabía hasta ahora es que algunas de estas islas pueden preservar casi intacta su capacidad cognitiva para procesar información. Esto es lo que ha demostrado la investigación coordinada por el doctor Adrian Owen, de la Unidad de Ciencias Cerebrales y Cognitivas del Consejo de Investigación Médica del Reino Unido.

"El estado vegetativo es uno de los menos entendidos y de los más complejos éticamente. En esta investigación, hemos descubierto una forma de determinar si un paciente está consciente cuando los exámenes tradicionales no son capaces de hacerlo", dijo Owen a EL MUNDO.

Su equipo utilizó aparatos de resonancia magnética funcional, una tecnología conocida desde los 90, para calcular las respuestas neuronales de una paciente diagnosticada en estado vegetativo mientras se le realizaban unas pruebas de capacidad cognitiva. En el primer análisis, los médicos observaron su actividad cerebral mientras escuchaba una frase. Los resultados demostraron que en el cerebro de la paciente se activaban las mismas zonas cerebrales que en los voluntarios que escuchaban ese tipo de estímulo.

Lo mismo sucedió cuando el equipo le decía frases con un contenido ambiguo, que podían ser interpretadas de una forma o de otra. "Este aumento de la actividad ante las frases ambiguas revela un proceso semántico complejo, considerado crítico para la comprensión del discurso", explica el doctor Owen.

Cooperación de los pacientes en los 'tests'

Pero, las pruebas decisivas de la conservación de la habilidad cognitiva se lograron con los siguientes 'tests'. En uno de ellos, los médicos pidieron a la paciente que imaginara que estaba jugando un partido de tenis. En otro, que visualizara una visita a las habitaciones de su casa. Las imágenes cerebrales escaneadas fueron exactamente iguales a las de los voluntarios sanos sometidos al 'test'. "En el cerebro de la paciente se activó la región que controla nuestra habilidad de generar y seguir un mapa espacial", subrayó el médico.

Pero, lo que más sorprendió a los expertos fue la decisión consciente de la paciente de cooperar en la realización de las pruebas. "Sabemos que ella cooperó voluntariamente porque las reacciones cerebrales automáticas a una palabra, como ocurre cuando estamos durmiendo y alguien nos dice algo, suelen ser muy cortas", informa Owen. "En este caso, la paciente siguió imaginando hasta que le pidiésemos que parase y descansase. Los resultados confirman que, a pesar de cumplir integralmente los criterios clínicos para el diagnóstico de estado vegetativo, la paciente preservó su capacidad de comprender las instrucciones que le dábamos y de responder a ellas por medio de su actividad cerebral, aunque no pudiese hacerlo por medio del habla o de gestos", añadió.

Para Owen, los hallazgos indican que al menos algunos de los pacientes en estado vegetativo podrían utilizar sus capacidades cognitivas residuales para comunicarse. Ahora, los investigadores tienen previsto desarrollar una batería de 'tests' para ayudar a los médicos a evaluar las capacidades cerebrales de sus pacientes. En el futuro, esto permitiría desarrollar una rehabilitación personalizada a las necesidades de cada paciente, como, por ejemplo, crear un canal de comunicación para una persona que haya perdido la capacidad de escuchar, pero no la de ver.