viernes, marzo 30, 2007

La paradoja del samaritano


Scientific American no necesita presentación. Es una publicación de un enorme prestigio en el ámbito científico que ilustra tanto a entendidos como a profanos de la actualidad y las fronteras en los diversos campos del conocimiento.

La marca Scientific American tiene, en su edición española, varios productos, entre los cuales destaca, para mi, por el tema tratado, la revista Mente y Cerebro, de la cual tengo todos los números hasta el momento publicados. Comencé a leerla en su número 8, del 2004, y fue en este en el que di, nada más empezar, con la mayor sorpresa que de momento me ha deparado la revista: un artículo, de título sugerente (que he dado al post), que abordaba el espinoso tema del altruismo en nuestra especie.

Mente y Cerebro, pese a tener el sello americano de Scientific American, es una revista totalmente europea, tanto en su concepción como en su elaboración. Raro es encontrar un artículo que no esté firmado por un europeo, y más concretamente por un alemán. Esto no es algo que sea irrelevante respecto al enfoque que se le da a las cuestiones de la mente y el cerebro. Ya desde los tiempos de William James ha habido una escuela americana y una europea para los distintos ámbitos de la psicología. En la actualidad algunas ideas novedosas e importantes que se están desarrollando al otro lado del inmenso charco parecen haberse elaborado, pese a la globalización, en Marte, o más allá. Muchos estudiosos europeos, por no decir casi todos, son impermeables a la nueva concepción de la naturaleza humana que se deriva de los estudios de Psicología Evolucionista y que tan brillantemente ha sido divulgada por autores como Steven Pinker o Matt Ridley. Parece que la Tabla Rasa se está convirtiendo en la pesada lápida mortuoria que algunos han puesto sobre su propia tumba intelectual. Podrían poner, en la esquela: "pensamientos made in Europe. We're the Champions". Toda la revista, del primer al último número, salido este mes, despide un aroma ambientalista, culturalista y educacionista que cada vez resulta más hediondo, pues esas ideas y los cadáveres intelectuales que las sostienen están entrando en putrefacción. La Vieja Europa también se pudre, y ya solamente le falta descomponerse en feudos medievales, o Reinos de Taifas con musulmanes incluidos, ahora que finge una unidad que es puro politiqueo centralista y Estado del Bienestar con el pan de las subvenciones y el circo de los medios.

Pero las cosas nunca son sencillas, ni completamente oscuras o claras. Hay cada vez más estudiosos de psicología en Europa que abogan por un enfoque evolucionista. En España, siempre un poco rezagada respecto al resto de Europa y unos cuantos años atrás respecto a EEUU, la Psicología Evolucionista (en adelante PE), tiene muy pocos defensores, y prácticamente ningún representante. Indicativo es el hecho de que su obra fundacional y fundamental, The adapted mind, todavía no haya sido traducida a nuestro idioma desde su publicación a principios de los 90.

El otro día descubrí, empero, que no todo está perdido en nuestro país. Dentro de la Psicología Social, que siempre ha tenido un enfoque bastante cognitivo, han encajado relativamente bien las ideas de la PE, y ello ha tenido sus efectos en la Universidad española. Prueba de ello es que algunos manuales de Psicología Social introducen ya capítulos dedicados a la base biológica de nuestra conducta y las disciplinas que se han dedicado hasta ahora a estudiarla. En concreto, una obra de Psicología Social de la UNED, escrita por varios autores, tiene un capítulo dedicado a la evolución de la conducta social, escrito por la Profesora Elena Gaviria Stewart, en el que se expone con claridad y rigor no sólo la evolución de nuestra conducta social, sino la evolución de las ideas en el estudio de este interesante asunto, llevándonos de la mano desde la Etología de Lorenz hasta la PE de Barkow, Tooby y Cosmides.

Frente a frente tenemos pues dos concepciones, dos modos de ver la naturaleza humana, una ambientalista y con hediondo aroma de decadencia más europeísta que europeo, y otra más biológica, que aún preservando un respeto por la importancia del ambiente en nuestro desarrollo, no deja de lado el importante papel que juegan nuestros genes y los mecanismos flexibles pero predeterminados de nuestra cognición y nuestra emoción. Yo pongo frente a frente hoy, aquí, a Elena Gaviria y a los autores del artículo sobre la paradoja del samaritano, los Profesores Ernst Fehr y Suzann-Viola Renninger, y, al tiempo que pido perdón a ambas partes por enfrentarlas, pido también al selecto público que presencie esta escena que se pronuncie en algún sentido, aunque sea tirando por la calle de en medio, buscando una "tercera vía" que sea transitable.

Los Profesores de Zurich, pues de allí son, comienzan su artículo con un titular que, como todo buen titular, pretende interesar por el artículo con su contundencia.

"Los sociobiólogos sostienen que incluso una acción altruista y desinteresada no es nada más que un egoísmo solapado. Pero el dogma se tambalea". Uno espera, tras leer esto, que el resto del artículo sea una poderosa argumentación con suaves formas llena de las pertinentes matizaciones y aclaración de términos. Nada más lejos de la realidad.

Para empezar hablan de sociobiólogos de una forma un tanto genérica e inconcreta, típica de quien pone epítetos y crea hombres de paja. Esto ocurre, por poner ejemplos archiconocidos, más habituales en política, con neocon, neoliberal, fascista...etc. Son palabras que valen para todo (lo que sea denigrar sin argumentar). En biología tachar a alguien de sociobiólogo parece un anatema imperecedero de su trabajo. "¡Cabrón!"......."¿Cabrón has dicho?....¡¡¡¡Tú lo que eres es un Sociobiólogo!!!".

¿Alguien se escandaliza porque meta la palabra cabrón en este texto supuestamente serio?. Pues que no lo haga. En ocasiones decir "sociobiólogo" constituye no más que un insulto, algo así como cabrón, que significa en relación con el aludido lo mismo que este manido taco. Lo que sucede es que en círculos universitarios son más finos. Los puñales se cubren de la seda de palabros bonitos y curiosos.

No nos debemos engañar sobre quién es el que insulta. Es quien carece de argumentos. Es por ello que es en la izquierda política y cultural donde se recurre con más asiduidad a los epítetos de nuevo cuño, generalmente iniciados con un correspondiente "neo".

La biología no es un terreno sobre el que no se libren batallas políticas. Muchos mueren en la lucha, aunque su muerte constituya algo profesional, más que físico. El centro de la polémica está en la naturaleza humana, y esto es así porque el cómo se entienda esta está en la base misma de las ideas políticas que se defienden fuera del claustro.

Nuestros autores zuricheses no dudan en mostrar su predilección por el Estado del Bienestar en más de un lugar de su texto, implícitamente, lo cual no deja de ser una vergonzosa confesión (si bien inconsciente), aunque inevitable cuando uno es un samaritano de boquilla y habla de altruismo. Pondré algunos ejemplos a lo largo del comentario al texto, para no liar demasiado el asunto mezclando cosas desordenadamente.

Una vez aclarado el uso que se da al término "sociobiólogo" ya desde el contundente golpe a la mandíbula de un hombre de paja que constituye el titular, pasamos a la chicha, que es más bien limonada: necesita mucha azúcar para que alguien se la trague. Solo un ataque disfrazado de argumentación.

Comienzan así:

"Sin cooperación no funciona nada. Ni en la familia ni en el círculo de amigos; menos aún, en la vida profesional, la circulación viaria o la política. Los padres confían en sus hijos, los peatones en los ciclistas, los gobernantes en sus aliados. Hasta el padrino mafioso" necesita socios fiables, pues de lo contrario pronto se encontraría entre rejas.

A veces, las cooperaciones operan sin contrato, no se fijan los detalles de los acuerdos y no se explicitan las sanciones. Una profunda confianza en la reciprocidad y juego limpio permea nuestra vida cotidiana. Pero, ¿de qué nos fiamos, en realidad? ¿Por qué funciona nuestra convivencia? ¿Son los humanos "nobles, caritativos y buenos" por naturaleza y en esto se distinguen del resto de las criaturas, como un día formuló Goethe? ¿Se esconde en cada uno de nosotros un buen samaritano, dotado de motivos altruistas y de un sentido del bien común, o, por el contrario, nos arrastran hacia el comportamiento cooperativo ocultos incentivos económicos y un egoísmo que apunta al futuro?
".

No podemos más que inclinarnos ante este increíble descubrimiento: la colaboración es el cimiento de la sociedad. De hecho nosotros, los sociobiólogos (recuérdese que el epíteto es solo para descalificar, vale para cualquiera que no se sume a la descalificación con voz estridente) no creemos que sea así, o, para ser más precisos, creemos que esta surge de un cálculo premeditado, de un egoísmo primario que apunta al futuro.

Nuestros amigos zuricheses repasan la historia de las ideas sobre el egoísmo como motor del mundo, empezando por Mandeville, que decía que no había "nada tan universalmente auténtico sobre la faz de la tierra como el amor que toda criatura, que es capaz de él, alberga respecto de sí misma". Luego citan a Adam Smith y su conocida idea de que la persecución por parte de las personas de su propio interés redunda en beneficio de la comunidad toda. El "Homo Oeconomicus" es un ser "que sólo aspira a maximizar sus ganancias materiales" señalan, y los biólogos derivan la conducta humana de los "genes egoístas". "Por ejemplo, en el mecenazgo -creen algunos "etólogos"; aquí cambian el registro para epitetar igual- no se manifiesta el filántropo generoso, sino el frío empresario calculador que se promete un incremento duradero de las ganancias, por medio de un premeditado cuidado de la fama".

Luego citan a Richard Dawkins, el zoólogo divulgador, que como me decía el otro día mi apreciado amigo liberal Memetic Warrior, tiene como único mérito científico, aparte la divulgación de ideas de otros, la teoría de los memes que a Memetic le da su nombre "de guerra".

"Somos máquinas de supervivencia, robots programados a ciegas para la conservación de las moléculas egoístas a las que llamamos genes,. Este egoísmo de los genes dará lugar a la conducta egoísta habitual del individuo".

Esto lleva a los autores a concluir que, según esto: "por su origen biológico el hombre está ineludiblemente dispuesto al egoísmo".

Creo que el principal fallo de los autores en este comienzo delirante de artículo, aparte de sociobiologizar el egoísmo, consiste precisamente en su noción de egoísmo, y en qué nivel del comportamiento y la naturaleza humana lo sitúan.

Elena Gaviria, en los capítulos que escribe en la obra mencionada arriba, hace un distingo que todo biólogo evolutivo que se precie conoce bien, entre
causas inmediatas y causas últimas del comportamiento humano. No es lo mismo el frío cálculo de un empresario que el altruismo de un filántropo, cuando a mecenazgo se refiere, por la sencilla razón de que el mecenas generalmente no hace demasiados cálculos conscientes. Su comportamiento es verdaderamente altruista, aunque las razones de este altruismo haya que buscarlas en un pasado evolutivo que giraba en torno a unos recursos muy escasos y a necesidades perentorias. Las causas inmediatas del comportamiento altruista no son pues una consideración aritmética, sobre todo en las complejas situaciones humanas en las que sencillamente es imposible sopesar perfectamente, sino que son sentimientos de bienestar y malestar, sentirse bien con el otro y con la ayuda a él prestada o mal con la culpa por no dar. Nótese que el cálculo aquí es más sutil, e incluye en efecto costes y beneficios, pero emocionales. Los fines últimos permanecen ocultos. Simplemente somos, en muchas situaciones, altruistas, porque esto hizo posible el desarrollo de una sociedad compleja basada en gran medida en la confianza y en los contratos (firmados o no por notario).

Cuando Elena Gaviria habla de la PE dice, entre otras cosas, lo siguiente: "a la PE le interesan, por un lado, las presiones que existían en ambientes ancestrales y los mecanismos psicológicos inmediatos que evolucionaron para hacer frente a esas presiones, y, por otro, la forma en que esos mecanismos evolucionados funcionan en ambientes contemporáneos. Utiliza también la teoría de la selección natural como marco de referencia teórico, así como las ampliaciones posteriores de dicha teoría. Característica de este enfoque es la idea de que hay distintos tipos de pensamiento o de mecanismos de aprendizaje especializados que han evolucionado para hacer frente a distintas situaciones sociales y ambientales con las que se encontraron nuestros ancestros. Es decir, tendríamos un conjunto de operaciones cognitivas que se pondrían en marcha cuando estamos ante una situación de amenaza, otro distinto cuando la situación es de intercambio de recursos, otro cuando el objetivo es encontrar pareja. No se trata de instrucciones genéticamente programadas sobre la conducta, sino de mecanismos mentales que nos permiten hacer inferencias, juicios y elecciones apropiadas para cada situación. Es precisamente esta modularidad de la mente, con múltiples mecanismos cognitivos especializados, la que explica que sea tan flexible y capaz de generar conductas diferentes según el contexto".

Es decir, que los nuevos "sociobiólogos", los Psicólogos Evolucionistas, no creen que los "genes egoístas·" creen autómatas de supervivencia propiamente egoístas, sino seres complejos con diversas estrategias cognitivas y emocionales para hacer frente a un ambiente cambiante, algo bastante flexible, como se puede colegir y leer. Sobre este asunto ya reflexioné en este blog hace tiempo, mezclando a Damasio y a Spinoza con Nietzsche.

"Algunos sociobiólogos van más lejos. La propia inteligencia emocional, e instrumental de los humanos, su andar erguido, su competencia lingüística, la conciencia de sí mismos, su necesidad de fe y religión se habrían originado en el vil conflicto en torno a los recursos", se permiten decir. Otro ataque a la economía libre, aparte del ataque al frío empresario. El conflicto en torno a los recursos es algo vil, bajo, soez. Ellos, desde su cómodo diván en su despacho universitario, se creen que el conflicto por los recursos es algo sucio y rastrero, propio de escoria. El conflicto por los recursos que ha hecho posible el edificio en el que trabajan, la comida que comen, el asiento en el que ponen sus gordas posaderas, la película que ven en el cine, el cuidado parque en el que pasean.....Ese es, sigue siendo, el VIL conflicto por los recursos, es más, si hay algo ineludible no es que el ser humano sea egoísta a partir de los argumentos evolucionistas, sino que la vida es lucha, y que para obtener cualquier cosa hay que hacer un esfuerzo. Eso está en la naturaleza, y si es algo tan obvio (excepto para quienes viven en un limbo de comodidades logradas con palabras) cabe concluir que todo ha surgido a partir del VIL conflicto por los recursos, es más, hay que concluir que todo debe ceñirse a este VIL conflicto, ineluctablemente.

"En el Reino animal el comportamiento altruista puede explicarse, en buena medida, a través de la selección de parentesco", afirman. Implícitamente dicen: "pero nosotros no somos animales". (¡que animalada!).

Después proceden a describir un pueril experimento que realizaron en Zurich (naturalmente) con un grupo de jóvenes universitarios. En él se formaban grupos en los que cada miembro estaba aislado en una cabina con un terminal de ordenador y conectado a los otros por la red. No se conocían los unos a los otros e interaccionaban en un juego en el que, cómo no, el sector público era el protagonista central. Daban a cada uno una suma de dinero y dejaban a su elección cuanto aportar al bien público. Este "bien público" no se les decía cual era, solo se especificaba por sus -cómo no- benéficos efectos: el director de la prueba aumentaba cada ronda un 60% la suma global aportada...y lo distribuía por igual entre los miembros del grupo, con independencia de lo que hubiera aportado cada uno. O sea que el "bien público" crea mucha riqueza, justo lo contrario que en la realidad, dónde todo lo público constituye una rémora para la iniciativa privada en forma de impuestos y regulaciones.

Cuando en las sucesivas rondas se dio la oportunidad a los participantes de multar a quienes habían puesto de menos -una vez desvelado este dato- lo hacían, aún cuando esto supusiese una pérdida para ellos (la banca, cómo no, les retiraba una pequeña suma de su capital por llevar a cabo su castigo).

Al margen de que este experimento sea una birria simplemente por el hecho de que sus participantes nunca participarán como en un caso real en el que tengan algo verdaderamente importante en juego, lleva a los "investigadores" a la conclusión de que existe un "altruismo fuerte" contrario a la concepción del "hombre económico y sociobiológico". Vamos, que porque los participantes castigan a los que se escaquean, resulta que hemos superado las ideas sobre el altruismo recíproco de Trivers, que sostiene precisamente eso, que se castiga a los que no colaboran, a los que reciben sin dar nada, a los free riders. Llegan por tanto a un "altruismo fuerte" que es una solemne memez pues da la razón a los "sociobiólogos" en uno de sus presupuestos fundamentales.

En fin, y así siguen, mezclando churras con merinas y pasando a la selección de grupos altruistas frente a grupos egoístas, que tampoco tiene porque entrar en contradicción con los principios de la sociobiología, la PE o la etología.

Volvamos a Gaviria: "con demasiada frecuencia se suelen confundir las 3 disciplinas (Etología, Sociobiología y PE)". Nos dice que la Etología es el estudio biológico de la conducta. Su método es la observación y solamente en ocasiones muy contadas se sacan conclusiones de tipo general. La etología pasó de centrarse en mecanismos fisiológicos a analizar, como ahora hace, interacciones de grupos (conocida como etología social). Así resulta que el rollo antedicho de la selección de grupos altruistas frente a grupos no altruistas es algo requeteestudiado en etología.

"La Sociobiología" -nos dice Gaviria-"es el estudio biológico de la sociedad (Wilson, 1975, 1978), es decir, intentar explicar los fenómenos presentes de las sociedades animales a partir de la teoría de la evolución por selección natural (en su versión moderna basada en la aptitud inclusiva), y de las demás teorías de alcance medio que fueron formuladas para ampliar las ideas de Darwin (inversión parental, altruismo recíproco)".Dicha disciplina nació de la Etología pero luego se apartó de ella, y es lógico el porqué. Pasaron de la observación a extraer conclusiones de carácter general y profundo calado sobre nuestra naturaleza, la cual pretendían explicar en sus fundamentos biológicos sin un apoyo empírico sólido. Todos nuestros rasgos son adaptativos, y tratamos de aumentar al máximo nuestra aptitud inclusiva.

Y finalmente llegó la PE, que, como señala Gaviria, "puede considerarse un híbrido de las dos anteriores con un lógico sesgo psicologicista ...La PE se diferencia de la Etología por un mayor énfasis en la base teórica, a partir de la cual se generan hipótesis contrastables, y una preocupación porque los resultados obtenidos sean generalizables. Por otro lado se diferencia de la Sociobiología en que utiliza los principios evolucionistas para relacionar la función original de la conducta (causas últimas) con los mecanismos psicológicos actuales (causas inmediatas), sin pretender que todos los rasgos que poseemos sean adaptativos porque lo fueron en ambientes ancestrales. Además, dedica mucha más atención a la cuestión de la flexibilidad de respuesta de tales mecanismos. En lugar de proponer un mecanismo general cuyo fin es aumentar al máximo nuestra aptitud inclusiva, como hacen los sociobiólogos, defienden la existencia de múltiples mecanismos diseñados a lo largo de la evolución para resolver problemas específicos, y sostienen que el éxito reproductivo o la aptitud inclusiva es la causa de que poseamos esos mecanismos, no su finalidad (los PE consideran que los sociobiólogos confunden causas y fines, cayendo en un razonamiento circular que ellos llaman "falacia sociobiológica")".

Y ese es, al final, lo que nuestros articulistas de medio pelo llaman, en conjunto "sociobiólogos" -aunque a veces se les deslice un etólogos o un biólogos". Decidme amigos (si habéis leído todo este tocho sois mis amigos): ¿Se pueden equiparar estas tres disciplinas?. ¿No se aprecia una "evolución" en el estudio de la "evolución" y en el estudio del comportamiento a la luz de la evolución?. ¿No se aprecia claramente que se ha intentado primero observar, recopilar datos, luego generalizar alocadamente, y finalmente se ha llegado al equilibrio de la verdadera ciencia con la PE?.

Sea como fuere hay algo que me preocupa. El ínclito Richard Dawkins, tan excelente divulgador y tan original creador de la memética, lleva un tiempo obsesionado, librando una auténtica CRUZADA personal (y atiéndase a la palabra), contra la religión, especialmente la cristiana.
¿Su última obra?: pues esta.

Dawkins, lamento decirlo....chochea. Sin ser consciente de ello (¿Y cómo podría serlo?), entra en contradicción con sus antiguas ideas sobre la irracionalidad de nuestra conducta (o las ideas que debieran derivarse de ellas) defendiendo un racionalismo laico estrecho y corto de miras.

martes, marzo 27, 2007

Chernobyl para dummies, ....y catedráticos de Física

Hace unos días comentábamos la desafortunada (nótese el derroche de generosidad) frase del ecolojeta militante y catedrático de Física (cosas veredes...) Ruíz de Elvira sobre la supuesta similitud de las centrales nucleares y las bombas nucleares y la posibilidad de explosión de aquéllas.

Creo que tanto en mi humilde texto como en la carta al director publicada días después por "El Mundo" quedó suficientemente aclarado que la posibilidad de una explosión atómica en una central nuclear no es que sea remota, es que es inexistente.

Asimismo, en dicha carta se citaba el caso de Chernobyl aclarando una vez más que la explosión producida en esa central fue una explosión convencional fruto de una operación no mala, sino nefasta y criminal. El escape de radiación fue producto del arrastre al exterior de elementos del núcleo del reactor.

También se aclaraba, muy correctamente, que tal escape fue posible dada la inexistencia en dicha central del edificio de contención que poseen todas las plantas españolas (y occidentales).

Bien, pues hay algo más, que es lo que me propongo explicar. Por mal que se opere una central del tipo de las existentes en España, no es que la explosión quede contenida (que quedaría) es que tal explosión no puede ocurrir.

El motivo es que los reactores españoles son por sus propias condiciones de diseño, autoestables. ¿Esto que quiere decir? Pues que el coeficiente de reactividad del reactor (cantidad de fisiones nucleares por unidad de tiempo) disminuye al aumentar la temperatura. Por el contrario, en los reactores RBMK (como el de Chernobyl) al aumentar la temperatura, aumenta la reactividad.Si en un reactor occidental aumenta la temperatura, disminuyen las fisiones y con ello la liberación de calor, por tanto la temperatura tiende a bajar. En un RBMK, si aumenta la temperatura, aumentan las fisiones, aumenta pues el calor liberado y la cosa se desmanda. Para evitarlo, estos reactores (RBMK) necesitan de unos controles precisos para, mediante la inserción de barras de control que frenan la reacción, mantener el reactor en condiciones estables.

Esto no quiere decir que las centrales occidentales sean 100% a prueba de fallos (como nada en este mundo). Aunque disminuya la reactividad, si la refrigeración del núcleo cae por debajo de unos mínimos, el reactor puede sufrir la fusión de algunos elementos quedando irreparablemente dañado. Pero sin explosiones ni salida al exterior de materiales peligrosos.

Podríamos explicar algo más sobre los motivos de la autoestabilidad, con unos mínimos fundamentos de física nuclear al alcance sin duda de los inteligentes lectores de este blog (no tanto según parece de los catedráticos de física ecolojetas), pero en atención a la brevedad, lo dejaremos para mejor ocasión.

Alguno pensará: "joder con los rusos, que sean ratas y se ahorren la contención vale, ya sabemos que a los regímenes comunistas la vida de sus proletarios súbditos les importaba un carajo, pero...¿que les costaba copiar el diseño ese autoestable?". Bueno, pues resulta que los rusos tienen montones de reactores autoestables, pero es que los de Chernobyl (RBMK) son un tipo de reactor en el que además de electricidad,.....se produce Plutonio 239 (destinado a armas atómicas) en grandes cantidades, producción favorecida por esas condiciones de operación no estables.

Esto sí que son verdades incómodas para los ecolojetas sandía (ya sabéis, verdes por fuera y rojos por dentro).

lunes, marzo 26, 2007

Nuestros mejores amigos

Nuestro mejor amigo no lo era cuando se acercó un buen día a las afueras de nuestro asentamiento. Comió nuestras sobras con voracidad. Nosotros quizá le apaleamos. Quizá hubo encuentros violentos, pequeñas guerras entre las dos especies. Dentelladas nos llevaríamos. Nuestros despistados quizá fueran devorados por la caterva hambrienta. Pero nosotros teníamos armas y estábamos mejor organizados, y, mal que bien, les manteníamos a raya. Su carne no debía gustarnos mucho pues no les llevamos a la extinción a fuerza de cacerías y trampas. Tampoco debieron ser extremadamente agresivos con nosotros, pues hubieran corrido igual suerte.

Entre ellos debió haberlos más dóciles, más amigables, menos temerosos ante nuestra presencia. Los miramos a los ojos y correspondieron a nuestra mirada moviendo la cola y haciendo algún ruidito gutural entrañable. Nuestros sistemas límbicos entraron en sintonía; ambos éramos mamíferos sociales, grupales. Nos parecieron casi de los nuestros, con esa mirada tierna, con ese reclamo de cría. Tenían un no se qué humano. Dado que tendíamos a ver intenciones, sentimientos y motivaciones detrás de todas las cosas no nos resultó difícil humanizarlos, a ellos, que tan cerca estaban de nosotros en la escala evolutiva. Parecían entendernos, al principio los gestos, después incluso las palabras.

Les tiramos un hueso con algo de carne aún pegada. Ese era un gran paso porque iba más allá de tolerarlos. Jugueteamos con ellos. A partir de ese momento se quedaron por los alrededores con otro talante más familiar, más de amigos, de colaboradores. Su olfato se acostumbró a nuestro olor y lo asoció al olor de la comida caliente, hecha con fuego, a un trato amable, a un entorno seguro, cálido y protector. Ladraban intensamente cuando percibían algún peligro para el poblado. Empezaron a ayudarnos en las cacerías de otros animales más sabrosos. Quizá fueran de entre ellos los más infantiles los que se apegaron a nosotros. Los menos “maduros”, los más débiles, en cierto sentido.

Nuestros mejores amigos, los perros, sellaron una sagrada alianza con nuestra estirpe: “Vayas a dónde vayas yo siempre te acompañaré y seré tu fiel compañero”.

Desde entonces les hemos tenido bajo nuestra tutela, pero como a un hijo predilecto, casi como a un hermano con iguales derechos. No les hemos explotado de la misma forma que a los equinos o al ganado bovino y vacuno. Además hemos tenido con ellos una comunicación más fácil, más fluida. Nos hemos hecho el uno al otro.


Nos cuenta Nolasc Acarín Tussell, en su obra “El cerebro del Rey” los posibles orígenes de esta alianza entre especies:


Los perros salvajes debieron de acercarse a las comunidades humanas con el interés de aprovechar los restos alimentarios en la basura que producían, los perros más cordiales y menos agresivos podían acercarse más, comer mejor, y establecer cierta relación continuada con los humanos, por lo cual este tipo de perro obtenía mayor beneficio y se facilitaba su reproducción, de forma que por evolución llegó a configurarse una especie más dócil . En una etapa ulterior los humanos debieron observar que los perros dóciles que convivían cerca de ellos tenían importantes ventajas: avisaban con ladridos cuando se acercaba un animal salvaje y perseguían, en cooperación con los humanos a los animales que éstos intentaban cazar. De ahí que probablemente el perro fuera el primer animal domesticado por los humanos, fruto de la confluencia de la conducta propia del perro , su observación por parte de los humanos y la ideación de estos de un proyecto de cooperación beneficiosa para ambas especies. Las tribus que tenían perros estaban mejor resguardadas y tenían más éxito en la caza, con lo cual eran más eficaces y conseguían mejores recursos que otros grupos humanos. Tener perros domesticados era una ventaja económica relevante”.


Después de aquello el cruce entre perros con distintas cualidades durante milenios nos ha llevado a la gran diversidad de estos que hay hoy en día. Darwin ilustraba la “selección artificial”, o hecha por el hombre al cruzar aquellos ejemplares que a él le interesaban para sus fines, con palomas, de las que era un gran entendido. Pero la variedad de perros es mucho mayor. Un ejemplo lo constituyen los galgos, auténticos especialistas para la caza y uno de los perros más castigados por el maltrato animal. Está de actualidad la suerte de esta raza “pura” cada vez que termina la temporada de caza. Resulta espeluznante lo que hacen algunos humanos que consideran a este noble animal como una simple herramienta para la caza, y no como un ser vivo con el que le unen milenios de evolución conjunta y todo un sistema emocional.

Por tanto esta bonita historia de evolución conjunta y armónica tiene sus odiosas excepciones. Después de todo, nosotros los humanos, no somos perfectos, y a veces carecemos de humanidad, esa supuesta virtud que toma su nombre de nuestra condición. Los maltratadotes suelen abusar de los débiles, de los que carecen de protección jurídica o física. Los maltratadotes suelen golpear a mujeres, a niños, a perros. Son escoria. Personas con complejos, por completo ignorantes, seres despreciables en los que la maldad es una forma de subsistencia que sustituye a su falta de competencias sociales. Pero también hay fríos asesinos que solamente atienden a consideraciones económicas. Pondré un ejemplo de cada tipo tomados de post recientes de bitácoras vecinas y amigas.

Carlos Paredes Leví escribe un truculento relato sobre el maltrato despiadado de un despiadado maltratador. ¿Por qué?....¿por qué a ese indefenso perro?. La justicia clama venganza.


Chesk nos habla de los piratas que solamente piensan en ganar dinero, para los que matar a un perro es simplemente una forma de continuar obteniendo beneficios.


Sea por frío cálculo o por visceralidad de fracasado vital, los hombres maltratan y asesinan al que hasta ahora ha demostrado ser su mejor amigo y compañero.

Yo tuve un perro cuando niño. Era un Pastor Alemán. Me lo regalaron mis padres por un cumpleaños y lo bautizaron Dyck, como cierto güisqui de fabricación nacional. Entonces vivíamos en Valencia. Pero un buen día mi padre fue destinado a la capital del reino y tuvimos que marchar de aquel chalet donde vivíamos a un piso del centro urbano. El perro no podía venir con nosotros. Yo, con 7 años, poco pude hacer por defenderlo. Dyck, yo entonces no lo sabía, fue entregado a la Guardia Civil para que lo “educasen”, para que lo “disciplinasen” y lo convirtieran en un Rex, en un eficaz perro policía. Pero tuvieron algunos problemas con él. Dyck era un perro problemático. Fuera del reducidísimo círculo de nuestra familia eran todos enemigos, para él. Nadie que no fuera de los nuestros podía pasar tranquilo a su lado. Los Guardias Civiles comprobaron que no era suficientemente dócil. Quizá su memoria filogenética percibió esos aires arrogantes de los primeros perros salvajes que nos rondaron. El caso es que decidieron sacrificarlo, con un tiro. De esto me enteré una década más tarde. Incluso entonces me hizo llorar.

Curiosamente, en la finca donde residíamos, vivía otro pastor alemán de nombre.....¡¡¡Dyck!!!. Le cogí mucho cariño y siempre que lo veía lo acariciaba y mimaba. Era un perro muy dócil, abierto por completo a los extraños. Le recuerdo cuando ya era muy muy viejo, con 16 años, caminando pesadamente por el portal, con ojos tristes. Él sí murió viejo.

Sueño intemporal


A veces a media mañana recuerdo un sueño. Tengo la sensación de que lo tuve hace tiempo, unos días, quizá unos meses. Pero lo recuerdo y no recuerdo en cambió cuando lo recordé en el pasado. No lo ubico en el tiempo. Quizá lo soñé esta noche y mi mente me engaña creando la vaga sensación de una ensoñación pasada. Esto no me sucedería si apuntase cada mañana lo que había soñado. Bastaría revisar mi diario onírico para situar cada sueño en su cuenta del hilo del tiempo. Si tuvieran un profundo significado debiéramos consignarlos y fecharlos. Pero...¿lo tienen?.

Hay además algo encantador en no saber cuando se soñó lo soñado.

Algunas verdades verdaderamente incómodas

El liberalismo es la no violencia institucionalizada. La violencia se reduce a la defensa propia del individuo y de la sociedad entendida como suma de individuos frente a los agresores, que serían aquellos que incumplieran contratos o que tomaran por la fuerza, vulnerando los derechos de los demás en aras del beneficio propio o de su grupo, en nombre quizá de unos supuestos derechos históricos o de otra índole correspondientes a un grupo. En todo conflicto o enfrentamiento siempre hay un primer movimiento. Y esto no necesariamente es visible, tangible y explícito, pero siempre es perfectamente claro si nos atenemos a los principios liberales, especialmente el de no agresión. En un momento dado tenemos a las personas y a sus propiedades. Partimos de ahí. No hay historicismo, no hay un pasado de injusticias al que acudir, no hay reproducción de la riqueza o la pobreza, no hay una dialéctica marxista, no hay grupos ni etnias, porque empieza la carrera y todos tienen, bajo el imperio de la ley, a medio plazo, las mismas oportunidades, pese a partir de posiciones muy distintas. En la sociedad liberal, al no existir la violencia institucionalizada, solo hay una manera de obtener o conservar la riqueza: sirviendo a los demás, intercambiando, dando a otros cosas que les gusten creadas con la propia creatividad o el propio trabajo y obteniendo a cambio de estos una contraprestación pecuniaria. Al fin y a la postre esta contraprestación no es dinero, sino un medio para obtener de otros lo que uno necesita. Incluso el dinero ahorrado pierde su valor si no se invierte, es decir, si no se emplea en producir para los demás, directa o indirectamente (a través de participaciones en negocios llevados a curso por otros).

Curiosamente los únicos privilegiados que cabe considerar son aquellos que obtienen de los demás miembros de la sociedad su sustento y la satisfacción de sus necesidades y sus gustos sin dar a cambio lo que los demás miembros de la sociedad reclaman: los subvencionados de todo tipo, los miembros de grupos de presión que obtienen regulaciones protectoras del Estado, cuya maquinaria de violencia “legítima”, de coacción incontestable, hace el trabajo sucio limpiamente. Recaudan en nombre de todos, para todos, esa es la idea. Al final reparten entre quienes han tenido la habilidad más propia de una Corte que de un Mercado de ganarse al jerifalte de turno. No se han ganado al público.

Bien es cierto que el público no es enteramente inocente. La demagogia hace efecto en él. La naturaleza humana tiene un lado solidario y sociable fácilmente manipulable. Y ahí están los políticos para hablar en su nombre, en nuestro nombre, por el bien de todos, por el bien “general”. La suma de individuos se convierte en colectivo, el hombre en oveja de rebaño. Los excesos de la exacerbación de estos sentimientos han llevado a los totalitarismos, su aplicación tecnocrática y taimada al Estado del Bienestar.

No digo nada nuevo, pero estas verdades deben ser repetidas una y otra vez....porque los oídos son duros para las verdades que impliquen asumir la responsabilidad del propio destino. Suena mejor eso de Papá Estado te va a proteger, tu descuida.....el miedo a la libertad deriva del miedo a lo desconocido. El temor fundamental es que la libertad lleve a una forma de caos que convierta la vida en una sucesión de novedades difíciles de asimilar. Un temor comprensible pero que no atiende a nuestra naturaleza. Precisamente por ese miedo ese caos sería inviable. Somos animales de costumbres. Las costumbres, simplemente, tomarían nuevos derroteros más personales, libres de trabas impuestas por grupos que nos son ajenos.

viernes, marzo 23, 2007

Obras de ampliación

Quizá por hacer honor a uno de los asuntos apuntados en el post anterior (la sociedad como conjunto es más que la simple suma de individualidades), Germánico ha tenido la deferencia de invitarme a participar en este excelente blog.

Acepto gustoso la invitación y lo anuncio a la distinguida concurrencia para que nadie se lleve a engaño. Que sepan que, a partir de ahora, si pasan por aquí en busca de la sabiduría de Germánico o alguna aislada intervención del genial fabulador Lebeche, pueden encontrar alguna sorpresa.

El que avisa no es traidor.

jueves, marzo 22, 2007

Sólo sé que no sé nada


Son sorprendentemente pocos, tendiendo a ninguno, los conocimientos de primera mano que tenemos de los asuntos sobre los que nos atrevemos a tratar cuando filosofamos, verse nuestra filosofía sobre el derecho, la economía, las ciencias naturales, las ciencias sociales, la política.... Bebemos de fuentes de información, más o menos cercanas al origen, de agua más clara o más turbia, y rara vez del río del conocimiento. Esto es así porque nosotros solo creamos o percibimos “saber” o “realidad”, más allá de lo comúnmente aceptado y vivido, en situaciones muy excepcionales, asimilando cultura del ambiente casi siempre en forma de paquetes de información de diversa elaboración y adulteración, de lo que Dawkins denominó “memes”.

Si queremos establecer una distinción simple y claramente comprensible por todos, podemos decir que conocer y estar informado son dos cosas bien distintas. Lo que distingue al ser humano de los demás seres vivos que pueblan la tierra es su capacidad de informarse, más que la de conocer, su habilidad para comunicarse y crear redes de complejidad creciente, más que percibir de un modo distinto y más elevado la realidad (aunque como propiedad emergente la mejora cognitiva sea un resultado). La mente es un proceso que ha surgido de interacciones múltiples con el medio y con la sociedad (o medio social superpuesto al natural), pero en nosotros este último ha marcado la diferencia.

El inconveniente del conocimiento derivado de la información es que este es de segunda, tercera, cuarta.....o enésima mano, y pierde en el camino fuerza y pureza. La ventaja está a la vista: sabemos un poco de todo y podemos especular sobre las cosas sin tenerlas delante. Los paquetes de información son piezas abstractas con las que jugamos al juego de la especulación. No tiene nada de extraño que la palabra especulación tenga el mismo origen que espejo. Especular es especular, reflejar. Se toman imágenes y se hace un juego de espejos en la imaginación (nótese que imagen e imaginación tienen a su vez la misma raíz). La mente especuladora es una habitación llena de espejos en la que se entrecruzan imágenes de forma aparentemente caótica para crear todas juntas un “fresco”, un caleidoscopio de trazos y colores variados. Esto es lo que nos eleva por encima del resto de los animales. Nos lleva a percibir trayectorias y regularidades, leyes, a anticipar consecuencias, a distinguir agentes y pacientes, en definitiva, a la responsabilidad y la moral, a la anticipación y planificación, al orden y al concierto, a demorar la gratificación y priorizar objetivos previamente elaborados. Todo esto se localiza en el lóbulo frontal del cerebro, donde, parece ser, hay una representación en pequeña escala del resto del órgano, un reflejo, una imagen. El lóbulo frontal está conectado con todo el resto de módulos o núcleos del cerebro de forma armoniosa. Toda la información relevante, o que deba tomarse en consideración de forma explícita, fluye a él, tras pasar algunos filtros. Allí el comité ejecutivo toma las decisiones que llevan a las acciones conscientes.

El ser humano es el único capaz de proyectarse en el futuro con la mente más allá del horizonte de la necesidad inmediata, de tener fines y por tanto de buscar medios. Cuando un pájaro toma ramas para hacer con ellas un nido, cuando una araña teje redes, lo hacen por instinto, no por reflexión (reflejo). Para ellos “no hay futuro”. La fórmula punky de “no hay futuro”, igual que la admonición de Horacio, “carpe diem”, nos querían llevar de vuelta a la edad de la inocencia, a una Edad de Oro animal, a un Edén perdido del que caímos. Pero aquello no existió, pues para disfrutar un Paraíso hay que ser consciente de él. Pretendían, y siguen pretendiendo, lo que apuestan por el presente, dar un salto atrás en la evolución del cerebro, pero ya es demasiado tarde, el hombre está condenado a vivir en el tiempo, y el presente se nos antoja una ilusión, aún cuando la única ilusión verdadera sea el futuro.

El hombre es el animal menos directo que hay. Por caminos torcidos logra sus fines. A través de herramientas, armas, fuego, imaginación, vestimenta...el hombre es el gran utilizador de medios (utilizar y utilidad también tienen raíz común, piénsese en ello). De ahí el largo período de aprendizaje, la neotenia. El hombre es el gran generalista del Reino animal, tan lleno de especialistas metidos en nichos. Es lo que en biología evolucionista se denomina “oportunista”. Y así ha desarrollado esa red compleja de nuestra moderna sociedad tecnológica y de gran división del trabajo en la que él, como individuo, apenas sabe nada, siendo no más que un ser informado, apenas conocedor. Se produce el fenómeno que Hayek denominó “conocimiento disperso”. La sociedad como un todo SABE, si bien es del todo ridículo atribuir conocimiento a la sociedad, pues esta no lo integra como nuestro cerebro integra en la consciencia. La sociedad no es consciente, sólo el individuo lo es. Y en su consciencia desconocedora ha de aceptar como suya la frase que el gran sabio Sócrates pronunció hace milenios: “Sólo sé que no sé nada”, y confiar en las fuerzas impersonales –pero derivadas de las personales de cada individuo en interacción con los demás- de la sociedad, el mercado, la ciencia etc etc....confiándose con ello a fuentes autorizadas, a conocimientos de segunda mano, a verdades cuyo conocimiento personal supondrían un tiempo y una dedicación que nos superan. Lo acertado, como para un alto ejecutivo o un líder político lo es escoger asesores y discriminar su valía, es saber de qué fuentes beber, y en qué cantidades.

Como mejor se perciben los “hechos” es cuando se “hacen” (apréciese raíz común). Como esto no es posible para la mayoría de los hechos que son relevantes en nuestras vidas, sólo nos cabe ser buenos seleccionadores de informantes, a falta de ser buenos conocedores.

Cuanto más desarrollada tecnológicamente es la sociedad, cuanto más imbricada es la red de división del trabajo, tanto más necesario es ser buen selector de información. No en vano se le llama a nuestra sociedad de hoy sociedad de la información.

Hemos acabado siendo, muchos de nosotros, especialistas, pero nuestro medio no es ya la naturaleza virgen, como para los otros animales, sino la sociedad que hemos creado. El especialista es más un producto de la abstracción que un producto del medio, como lo son los diversos seres y sus formas y etologías. Nuestro especialista ha de tomar información de otros especialistas para diseñar su especialidad. No está solo en una torre de marfil.

Cuando uno “se jacta” de no saber nada no implica que sea un necio, en el sentido peyorativo del término, o que sepa tan poco como otros, si por ello entendemos que disponga de menor o peor información, sino que su conocimiento no es de primera mano y que se da cuenta de ello. No es por falta de información, sino de conocimiento cierto e indudable, directo e inmediatamente contrastable.

Cuanto más elaborados y dispersos son los medios para nuestros fines tanto más difícil no es demostrar algo fehacientemente. Sólo podemos decir: “acuda usted a esta fuente”. Así, en muchos debates, en los que el “adversario” tiene sus propias fuentes, se hace un uso dialéctico y retórico de la que yo denominaría falacia del especialista (o del experto): el conocimiento está descartado, sólo quedan las fuentes de información, y cada uno acude a las suyas que son, cómo no, contradictorias con la del otro. Sólo el especialista puede resolver el enigma de la verdad, pero el mayor enigma es el propio especialista, pues cada cual tiene el suyo y son mutuamente contradictorios. Se cae en un debate interminable e irresoluble en el que cada cual sale como ha entrado, convencido de su verdad en la medida en que se fía de sus fuentes, y la que queda definitivamente abandona a su suerte es la propia verdad.

Algunos llegaron a decir que la verdad era un espejo que se había roto al principio de los tiempos y del cual cada uno de nosotros tenía un pequeño pedacito. Creo que esa “imagen” es óptima en un sentido, porque nuestras verdades informadas son espejos, especulaciones, aunque no lo sea en su sentido general. La verdad es abandonada en el proceso de especulación, porque entramos en un limbo racional desligado de la realidad a partir de un determinado momento. Entonces hemos de volver a los hechos, a los haceres, a la acción. “Por sus hechos los conoceréis”, se dice en la Biblia. Objetos y acciones, y, sobre todo, objetos como medios, combinados con la mente en las acciones. El principio fundamental es la acción, si seguimos a la Escuela Austriaca de Economía, en su información, o incluso si observamos a nuestro alrededor y extraemos de ello un conocimiento cierto, me atrevo a sugerir. La interacción mano-cerebro. Eso es lo que hay.

Pero todo esto que digo son sólo eso, especulaciones, reflejos mezclados en una habitación iluminada, un caleidoscopio de ideas. A fin de cuentas no sé nada.

¿Alguien me podría aclarar esto?.

lunes, marzo 19, 2007

Crónica de una matanza anunciada

Del 11 al 14 de Marzo (sin orden ni concierto)

Llevaba pocos días escuchando al contundente y polémico Federico en mi coche, en esas mañanas de sueño y tedio. Para mi había sido todo un descubrimiento. Un "locutor" de culta locuacidad, un sabio un poco loco pero muy cuerdo que sentenciaba implacablemente, una alternativa al discurso beligerante de la izquierda, un liberal en el sentido más fuerte del término. Me despertaba con sus enérgicas y entretenidas arengas.

Fue al poco de escuchar su radio que, a través de ella, recibí el primer bombazo informativo. Sé que no se puede hablar por móvil en el coche, pero en ese momento las reglas de una vida convencional habían desaparecido, y mi mujer iba en un tren que se dirigía hacia la muerte, un tren destino Atocha. Lo que luego supe, pasado el toro, es que iba en sentido contrario.

-"¿Estás bien?".

-"Si. Nos tienen aquí parados. ¿Qué ha pasado?".

-"¡Bájate!...¡Bájate inmediatamente del tren!....¡¡están poniendo bombas en trenes!!!".

-"¿Qué?....¿qué dices?....si, un señor lo está diciendo....en Atocha".

-"¡Bájate y ya hablaremos".

Colgué.
Estaba temiendo que en cualquier momento una bomba la reventase. No sé cuanto tiempo pasó. Volví a llamar. Comunicaba. Volví a llamar una y otra vez hasta que lo cogió.
-"¿Has bajado ya?".
-"No. Me ha llamado mi hermana para ver si estaba bien. El revisor nos lo ha contado. Dice que ahora nos bajaremos todos e iremos a Madrid en autobuses".
-"Vale, pero rápido".
En ese momento dijeron algo de Santa Eugenia. Mi atención se focalizó completamente en la radio. No creo ni que viese la carretera, pero gracias a Dios no me choqué con nadie. Llamé desesperadamente al móvil de mi hermana. No lo cogía. Lo intenté un par de veces y después decidí llamarle al fijo. Aún estaba en casa y no sabía nada. Mostró una aterrorizada incredulidad. Respiré hondo y solté un suspiro.
"¿Quién más? ¿Quién más?".....
En el trabajo, con ojos llorosos, contaba a mis compañeros lo que había pasado. No reaccionaban, parecían indiferentes, seguían trabajando. Igual pasó en el 11-S. Yo no podía trabajar. Me puse Internet y entré en la página de El Mundo. "Al menos 25 muertos....". Cada dos por tres actualizaba y subía el número en el titular: "50, 75, 110,.....". Entré en los foros de Terra, en los que por entonces escribía algunas cosillas, y encontré una conversación abierta con la pregunta que yo me estaba haciendo en ese momento: "¿Y si ha sido Al Qaeda?". Después de todo Ben Laden nos amenazó. Era una matanza anunciada. Mi intuición –entonces no lo intuía- era fatal. No sabía lo que iba a significar. No tenía ni idea. Pero en torno a ello iban a girar las convulsiones de los siguientes días. Tampoco sabía aún nada de lo que vendría después en relación con ETA y los confidentes. Estaba aturdido por una potente explosión social y mediática. Estaba rodeado de cadáveres, a cuya montaña algunos querían añadir uno político, aprovechando la coyuntura, antes de que se retirase vivo.
Me pareció en todo momento que Acebes informaba puntualmente. No tuve sensación de desinformación alguna por parte del Gobierno, si bien es cierto que se aferraron a ETA como a un clavo ardiendo desprendido de alguna de las explosiones. Hubo una de las comparecencias en la que por fin dijo lo que yo quería oír, si bien dubitativo y sin decirlo claramente: "Aunque ETA es el principal sospechoso.....estamos siguiendo otras líneas de investigación". Y aquello culminó en Sábado por la tarde. Justo a tiempo para que saliesen a la calle esos pocos españoles que se creen el pueblo, o el pueblo elegido por el Dios laico del socialismo. Entre ellos puede que hubiera algún despistado, al que disculpo, que creyese que toda esa pantomima montada también con móviles era de verdad. Pude ver en Telecinco una última hora con una muchedumbre –pequeña- congregada en la puerta de Génova. Entonces salió Rajoy y después salió el mentiroso Rubalcaba, para decir la última palabra, y la primera mentira de su nueva etapa en el poder: "España merece un Gobierno que no mienta".
Creo que fue el miedo lo que hizo votar a tanta gente como lo hizo. A la cuota de los de siempre, que no cambian el voto ni aunque les metan en el Gulag, se sumaron los indecisos cuya indecisión se había tornado en miedo. Yo voté al PP. Y lo hice porque veía a la oposición todavía inmadura –no imaginaba cuanto- y porque creía que uno no podía cambiar su voto por un atentado. Aunque entonces creyese –como creía quizá ingenuamente- que había sido Al Qaeda, pensé que precisamente por eso había que dar apoyo al Gobierno, al único Gobierno no anglosajón de esta Europa postmoderna, que había intentado combatirla desde una Alianza Trasatlántica y no mediante una fofa y ñoña Alianza de Civilizaciones, que había intentado volver a Roma y abandonar el relativismo multiculturalista. "Aunque me maten a mi la semana que viene, aunque maten a mi mujer, no puedo votar a los liberticidas y a los demagogos mentirosos de los sociatas. Sencillamente NO PUEDO". Y no puedo votar en blanco o no votar después de lo que ha ocurrido. "Prefiero morir de pie a vivir de rodillas". Curiosa frase tomada del sucio Che, que quería poner de rodillas a toda Latinoamérica.
Cuando me enteré de la victoria del PSOE apagué la tele. Habíamos perdido...todos.
¿Quién era ese cenutrio con sonrisa de joker que iba a ocupar nuestra presidencia?. Un perfecto don nadie con mirada vacía que había llegado a ocupar un puesto vacante por la corrupción y la incompetencia, por la total falta de credibilidad de quienes le precedieron. Haría valer que la izquierda es siniestra. Pido perdón a los zurdos –entre los que me encuentro, pero así es el lenguaje milenario asentado en los prejuicios.
No dije nada de la Manifestación. Nunca voy a manifestaciones. Aquella vez no fue una excepción. Prefiero manifestarme de otras maneras que no me produzcan agorafobia (juro que no estoy chiflado....todavía). En cuanto al lema, lo apoyo. Nuestra Constitución no es un arma contra ETA, es una defensa de nuestros derechos que hemos elegido. En el mundo de hoy tenemos que elegir cada día la libertad, pero para ello necesitamos una norma marco que la garantice, sea esta una ley o una costumbre.
Gracias a Chesk por enviarme este meme tan comprometedor. Creo que he mostrado en él mi fragilidad de esos días. Aquello me tuvo bastante deprimido y asustado, he de confesarlo. Pero ¿quién se cree tan fuerte como para pasar por encima de 192 cadáveres, aunque sea sólo de pensamiento, o, incluso utilizarlos como irrelevantes figurantes de su comedia política?. Esas preguntas quizá algún día tengan su respuesta definitiva. Espero sinceramente que así sea. No tengo nada claro que esté ya dada, como algunos mantienen. Aunque algunas cosas se han ido perfilando. Una de ellas, por supuesto, que España no merece ESTE Gobierno.
Si olvidé algo es porque mi memoria es selectiva, y, desafortunadamente, débil. A pesar de la fuerte impresión que todo suceso de gran importancia y traumatismo crea en la mente, lo normal es que solo quede indeleblemente grabado lo que en el momento nos afecto más en términos de supervivencia. Aún sigo llamando a mi mujer y a mi hermana y actualizando la página de El Mundo. Murieron 192 desconocidos. Podía haber sido cualquiera. Podías haber sido tú. Podía haber sido yo.
Se lo reenvío a Ijon Tichy, a Rakras y al Cerrajero.

viernes, marzo 16, 2007

Gallinas a todo ritmo

Las gallinas no solo ponen huevos. Dan mucho juego en el lenguaje con metáforas del miedo injustificado: "eres un gallina" o del amanecer: "El canto del gallo", en los propios juegos: "la gallinita ciega", en el pensamiento preevolutivo: "¿Qué era antes, el huevo o la gallina?" , en la práctica de ingeniería genética postevolutiva: , y, por supuesto, en la cocina (ñam, ñam).
Colin Coolidge, Presidente de EEUU -y no famoso biopsicólogo como algún despistado cree - las convirtió en un referente para los partidarios abiertos o disimulados de la poligamia y las canas al aire. ( Aquí se explica mejor).

Pero las gallinas dan mucho más de sí. Son entusiastas de la buena música rock.

Así lo cuenta la brillante periodista científica Rita Carter cuando habla en su libro (que fuera del ámbito de los libros de texto es el mejor libro de introducción a la neurociencia que conozco) de los trabajos del psicólogo Jaak Panksepp, de Ohio. Cogió este una camada de gallinas y puso a estas a escuchar diversas músicas. Pero las gallinas tenían su favorita. Ante la audición de The Final Cut, de Pink Floyd:

"se les encrespaban las plumas, balanceaban la cabeza despacio, de lado a lado y, en general, parecían hippies en edad de jubilación que asistían al festival conmemorativo de Woodstock".

Así que la próxima vez que vayamos a una granja tendremos que llevar un aparato de música con el CD de Pink Floyd e intentar reproducir el experimento. Ver a las gallinas bailando debe ser una experiencia inolvidable.

Tócala Johny....Lebeche, haz los honores y pon en este post esa canción.....y luego si quieres borra esta última línea, haz...The Final Cut.
¡Y vosotras a bailar!.


jueves, marzo 15, 2007

La verdad no está en el número (de espermatozoides)


Escribe Chesk en su bitácora una anotación sobre ciertos estudios dudosos. A la opinión pública se le presentan como verdades científicas cosas que no pasan, las mayor parte de las veces, de hipótesis débiles sustentadas por trabajos mal planteados.

En el caso que nos ocupa no he tenido la oportunidad de valorar los trabajos, y, como le digo al amable Freman en los comentarios al post, no puedo hacer demasiadas aseveraciones, no vaya a errar el tiro. Sin embargo sí hay algunos aspectos del trabajo científico en general que me gustaría resaltar en relación al estudio de la esterilidad en Europa (¿pronto Eurasia, ante la pobreza de nuestro semen, corrompido quizá por nuestro modo de vida occidental y opulento?..).

Le comentaba a Freman que Einstein fue sometido a una campaña de acoso y derribo por parte de cien personajes relevantes que escribieron un libelo contra él. Cuando le preguntaron que opinaba respondió con sencillez: "Si tuvieran razón, con uno hubiera bastado". Y es que el número no da la razón. La verdad no está en el número. Eso lo comprendía muy bien el propio Einstein, que basaba sus verdades científicas en luminosas intuiciones, imaginando que cabalgaba sobre un rayo de luz. Interpretando la frase que da título a este post "a la luz" de lo dicho, también parece cierta. Los números en ciencia, las matemáticas, son una herramienta de conocimiento, pero lo que cuenta en última instancia son las intuiciones y la comprensión intuitiva. Al menos, con seguridad, en aquellas ciencias que no sean la propia ciencia de los números, sino que utilicen esta para calcular y medir. Claro que la intuición no debe entenderse como una "iluminación" repentina de un analfabeto funcional, sino en la que termina por suceder (o no) en una mente previamente preparada. Las intuiciones no son más que un pensamiento relacional. Se relacionan de pronto cosas que antes no estaban relacionadas y uno canta Eureka, como Arquímedes. Pero para ello hay que tener cosas que relacionar.

Para esto de la esterilidad no importa pues, desde el punto de vista de la ciencia y de la verdad, si el número de estudios que dan apoyo a una determinada hipótesis son muchos o pocos. Si la hipótesis es refutada por UNO solo posterior, quedarán todos ellos refutados. Algo así es lo que viene a decir Popper con su concepto de falsación.

En cuanto al aparato matemático que se use, no importa lo sofisticado que este sea, ni lo impecablemente calculado que esté todo. Generalmente se usan estadísticas. Un fallo muy común en ellas no está en el propio cálculo matemático sino en la recopilación de datos previa, que puede tener sesgos. Puede tomarse una muestra no representativa de la población.

Para empezar: ¿qué es un europeo?. Sabemos que una "especie", en el sentido biológico, no. Es obvio que ni somos una especie, los europeos, ni estamos en proceso de especiación. Y si miramos a nuestro pasado y presente evolutivo vemos poco tiempo y poca diversidad genética. Parece ser que pasamos por un cuello de botella evolutivo, reduciéndose nuestros representantes en la tierra, nuestros ancestros, a unos pocos miles.

Se dice también que 16 millones de personas descienden de Gengis Khan. Claro: mató a hombres y sedujo a mujeres, método infalible. Khan fue especialmente destacado en eso, pero su caso nos indica que no habría que subestimar el número de descendientes de jefes guerreros. Menos diversidad aún.

¿Cuántas etnias hay en Europa?...¿Y fuera de ella?. Si seguimos los estudios de genetistas de poblaciones humanas, como Cavalli-Sforza, podemos acabar confundidos. Y hoy con la globalización y con la sociedad de masas (como contrapuestas a las de tribus guerreras) la mezcla es mayor. Es difícil encontrar un ejemplar purasangre. ¿Qué muestra podría ser representativa de los europeos?.

Sea como fuere el mal se atribuye a un agente ambiental impreciso, desconocido, en suma. ¿Es nuestro modo de vida malo para nuestra fertilidad?. ¿En qué sentido?.
Yo creo que si lo es la cosa no apunta, en modo alguno, al número de espermatozoides por eyaculación, y lo explico.

Supongamos que el porcentaje de espermatozoides de menos es de un 50% (lo cual es exagerado, pero bueno está).

Por eyaculación se ponen a correr entre 300 y 400 millones hacia el óvulo. Los científicos han comprobado que son un número mucho mayor del necesario para la fecundación. El número de espermatozoides por eyaculación humana es espectacularmente alto. También este varía enormemente en función de si la persona con la que se tiene la relación es la pareja habitual o una distinta. E imagino que en la masturbación también será un número distinto. Por ejemplo el hombre segrega testosterona al hacer el amor pero no al masturbarse (Eibl Eibesfeldt, Etología Humana), por lo que cabe suponer que también variará el número de espermatozoides según cómo sea el acto sexual que lleve a su salida, y el estado de ánimo del eyaculador. Lo que pasa es que para un estudio de esas características no habrán entrado en la cama de la gente, y menos en las camas de hoteles en noches de infidelidad conyugal. La sexualidad humana ha sido siempre un terreno abrupto para la ciencia y abonado para la especulación e incluso la fabulación.

¿Cómo tomar una muestra representativa de los europeos, y de su semen, cuya cantidad parece oscilar según circunstancias, a partir de todo esto?. Complicado.

Y además, si generamos tanto espermatozoide "basura", tantos millones de muertos antes de nacer en cada eyaculación, más de los necesarios para concebir incluso teniendo en cuenta las barreras naturales dentro del cuerpo femenino, ¿seremos menos fértiles si en lugar de lanzar 400 millones de sondas lanzamos solamente 200 millones?. Porque hay quien sugiere que la barbaridad de espermatozoides que metemos dentro de la hembra es debida, evolutivamente, a la competencia espermática. Se dice además que la competencia sexual dentro de la especie aumenta el número de espermatozoides. Hoy por hoy la competencia ¿podría ser menor, en una sociedad más horizontal?...¿o mayor?. Si regulamos el número eyaculado según la circunstancia dicha circunstancia adquiere una importancia enorme, pero no como variable ambiental determinante, lo cual satisfaría enormemente a los ambientalistas, sino como variable ambiental que induce un cambio dentro de un repertorio programado.

Esos renacuajos (salvando las distancias de tamaño, estructura y etología con los auténticos) nadan en su salsa en ordenada legión y a un tiempo caótica carrera. Son un orden espontáneo muy peculiar. Y es que están programados para ir al mismo sitio.

Cuando un microbiólogo cuenta bacterias en una población no puede saber cuantas de ellas están vivas y cuantas muertas. Tampoco puede contarlas todas, tiene que hacer una estimación a partir de pequeñas áreas encuadradas de densidad variable. En el caso de estos renacuajos, para medir su calidad, habría que mirar algo más que el número en bruto. ¿Cuántos son viables?, y, aún más importante, pues es posible que no se sepa: ¿ por qué lo son?.

¿Y qué pasa con los americanos?. ¿No tenemos un ambiente similar al suyo?. ¿Se han hecho estudios que corroboren estos datos entre los americanos?.

Nosotros, los europeos, seamos quienes seamos (por ejemplo residentes en Europa nacidos en ella), puede que estemos perdiendo alguna carrera, pero no por el número de renacuajos. La verdad, nuevamente, no está en el número.

Para empezar no padecemos una gran competencia espermática entre razas y etnias, pues la cultura une y se cierra sobre si misma más en sociedades tradicionales que en la moderna y desarrollada Europa. Esto lleva a una mezcla escasa con los que nos tienen que ganar la carrera en la competencia espermática. Claro que eso es cosa de primates, se me dirá, aunque quede ese rasgo evolutivo de las eyaculaciones multimillonarias.

Tenemos además variables ambientales nuevas, como los métodos médicos de fertilización, que compensan –al menos parcialmente- cualquier descenso de la fertilidad que pudiera producirse.
Y también tenemos un factor cultural importantísimo, en el que la fertilidad o falta de ella se debe a las costumbres, pero en la mujer. La edad a las que las mujeres de hoy se quedan embarazadas es más alta. Esto conlleva un mayor número de períodos antes del primer embarazo, y, aunque parezca increíble, esto afecta también a la fertilidad (Eibl Eibesfeldt, Etología Humana).

Lo que afecta al número de europeos futuros es la reproducción diferencial de estos. Así opera la evolución. El que tengan menos hijos por el champú, por lo que aprietan los vaqueros, por las costumbres en la edad de formación de parejas estables, por los sistemas contraceptivos o porque eligen consciente o inconscientemente menos hijos por familia es irrelevante. Muchas especies, y entre ellas la humana, tienen menos hijos y les dedican mayor cuidado parental. Otras tienen más y les abandonan a su suerte. Nosotros tenemos muchísimos hijos en potencia pero, a la hora de la verdad, bien pocos, puesto que la inversión parental es enorme. No sólo los renacuajillos del semen han de ser viables: también han de serlo los renacuajos que nacen de nuestras mujeres. También en ello opera la evolución. ¿Cuál es la tasa de mortalidad infantil en el tercer mundo y cual en Europa?. También eso cuenta.

¿En qué sentido es de mejor calidad el semen de los no europeos?. Pues está claro que la cantidad no es la única medida.

Todo estudio científico tiene unos previos, que son el planteamiento, un desarrollo, en el que cuentan mucho la medición y los cálculos, y un final donde se llega a conclusiones. En el medio se puede desterrar la ambigüedad para realizar estimaciones correctas, pero no en los cimientos del planteamiento ni en la cúspide de las conclusiones. En lo alto de la torre de marfil construida por su ciencia, un científico puede sentir el vértigo de que sus conclusiones sean erróneas. Si ha dedicado su tiempo a un objeto inadecuado, su trabajo será equivalente a quien hace un hoyo con una pala y luego lo llena. Muchos, desde la altura, se lanzan al vacío creyendo que pueden volar: sacan conclusiones completamente incoherentes con la situación de la que parten. Solo pueden caer.

No pongo en duda la validez del estudio (o los múltiples estudios, igual me da) sobre fertilidad en los europeos (y menos en una muestra dada). No lo hago al menos en su carácter de estudio. Simplemente creo que es dudoso que estemos perdiendo la carrera reproductiva por nuestro número de gametos. Repito: la verdad no está en el número (de espermatozoides). Mi intuición -que no es la de Mach ni la de Einstein, desde luego- me dice que algo no funciona del todo bien en ciertos estudios. Pero no sabría decir exactamente qué.

Quede ahí mi ignorancia.

miércoles, marzo 14, 2007

Maquiavelismo inconsciente, egoísmo evolutivo

-“¡Eres un egoísta!”.....”¡Solo piensas en ti mismo!”.

Cuando mis hermanos me decían eso, en medio de una discusión sobre quién debía hacer qué, me sentía ligeramente mal, y ello pese a saber que el comportamiento de ellos estaba siendo igualmente egoísta, en mayor o menor grado según la circunstancia. Pero la puntilla llegaba cuando me espetaban: “¡Te vas a quedar solo!”. Entonces la espada de Damocles de la exclusión social pendía sobre mi cabeza, sujeta por un solo pelo que yo mismo estaba a punto de cortar con mi ineptitud.

Mi padre, cuando le planteamos el asunto del egoísmo en una comida familiar, nos distinguió netamente entre distintos grados del mismo, teniendo la gradación en sus extremos más bajo y más alto respectivamente al egoísmo primario y al egoísmo inteligente.

Ha pasado ya tiempo desde entonces, y nuestra manera de ver y comprender las cosas ha variado enormemente. Creo que ahora todos sabemos que los presupuestos en los que se basaban aquellas acusaciones mutuas eran falsos. Y no, ciertamente, porque no fuéramos egoístas, ni siquiera por la mayor o menor inteligencia de nuestro egoísmo. Las cosas iban por otro lado.

Mientras nuestro padre nos asombraba con sus brillantes abstracciones, cuya armonía teórica era indiscutible pero cuya validez era difícilmente contrastable, nuestra madre nos inculcaba una moral maniquea profundamente sensata, que había recibido de su madre y sus tías y cuya contrastación empírica imposible pasaba por la satisfacción subjetiva del obrar bien o de recibir bienes de otro. Quizá fuera esta moral recibida e impresa a fuego culturalmente, en parte, lo que nos llevase a llamarnos egoístas los unos a los otros como ella nos llamaba, pero en el fondo no era la causa de que nos amásemos los unos a los otros como ella nos amaba. Y es que tiran más los genes que dos trenes.

La educación no pudo con el deseo de comprender de esos genes, que perseguían el egoísmo incluso en las obras más santas y altruistas. Al final los genes se miraron a sí mismos en un espejo, a través de la máquina de supervivencia que los portaba, y se encontraron egoístas.

¡¡¡Determinismo!!!, ¡¡¡Reduccionismo!!!.....podría gritar alguien. Pero no tendría “Razón”.

La filosofía maquiavélica se ha presentado siempre como una filosofía de racionalidad extrema. Ciertas aplicaciones en el ámbito político, que es en el que nació y al que sirvió, han llegado a denominarse, no sin cierta arrogancia por parte de quienes las consumaron o los admiradores que les escribieron los libelos, Real Politik.

Pero el maquiavelismo consciente no suele funcionar, ni en el amplio y abierto ámbito político o general ni en el cerrado y restringido ámbito (en comparación, claro) de las circunstancias vitales de una persona . Tropieza con la naturaleza humana, las más de las veces, y cuando no es así, lo hace con la complejidad, que está llena de emboscadas de circunstancias azarosas e imprevistas.

Da origen el maquiavelismo, entendido en el sentido estrecho de racionalismo o realismo político a muchos males, pues los medios quedan justificados, o, dicho de otra manera, el mal queda exonerado a priori. Y es que la frase “el fin justifica los medios” ni siquiera es de Maquiavelo. Pero es que ni siquiera El Príncipe fue la obra que mejor reflejaba al verdadero Maquiavelo. Este se mostró más en el “Discursos sobre la primera década de Tito Livio”.

Ocurre con la filosofía maquiavélica como con la epicúrea: algunos dicen seguirla y no entendieron al pensador, así que lo que siguen es una versión simplificada, espuria, de sus pensamientos. Sobra decir que en la simplificación se pierden los significados esenciales y queda solo la basura, “el hedonismo”, “el fin justifica los medios”. Curiosamente además ambas basuras se entremezclan en muchas personalidades decadentes. Para alcanzar los fines inmediatos que el hedonismo marca se recurre a expedientes perversos. Todo vale porque nada tiene valor, excepto la satisfacción de los impulsos del ego.

Pero ¿qué ego exactamente es ese?.

Y, en política, ¿qué tipo de “realismo” es ese en el que creen los ególatras de la razón?.

Espero poder explicar, al menos parcialmente, alguna de estas cuestiones. Aunque en la formulación de la segunda pregunta ya apunto parte de la respuesta de la primera. La egolatría racionalista, la egolatría de la Razón (con mayúsculas), consiste en la evaluación de costes y beneficios del trato social a partir de criterios derivados del uso exclusivo de la razón, del discurso interior consciente. Este procedimiento tiene serios inconvenientes. Los tiene porque muchas veces no sabemos realmente lo que queremos, sabemos más bien lo que deseamos. Es decir, conocemos los fines inmediatos (racionalmente percibidos) pero no los fines últimos de nuestra naturaleza (que se expresan torpemente). Esto a muchos les lleva a creer que hay que llevar la contraria a los instintos, porque estos nos llevan a comportamientos malos, dañinos, a través de unos deseos que conducen a vicios. Sin embargo al tratar de contrariar a la naturaleza con un racionalismo extremo terminan por caer subyugados ante esta precisamente de la manera que trataban de evitar. Entran de esa forma en una esquizofrenia de vicios y virtudes que se alternan en una vida sin sentido. Al final la virtud es una máscara hipócrita que oculta el rostro demacrado de Dorian Gray. Se cae en contradicciones entre el fondo irracional (o de racionalidad evolutiva) y el pensamiento racional, que llevan a su vez, paradójicamente, a contradicciones lógicas, y genera un enorme sufrimiento en la parte no lógica del cerebro. Y así se llega al socialismo, doctrina impura que pretende disfrutar de todos los bienes y servicios, de la paz, del orden, de la armonía sociales, sin crearlos con los costes y los valores de la frugalidad, la laboriosidad y la paciencia, sin demorar la gratificación ni apretarse el cinturón, esto es, hedonistamente, con un falso epicurismo. Para ello crea un programa “racional” de realismo político, de falso maquiavelismo.

Obedecer a la naturaleza en sus fines últimos, torpemente expresados, sería lo más sabio, pro implicaría renunciar a una explicación racional de la propia conducta y a cimentar esta en principios y valores irrenunciables. Por supuesto para llegar a ello hay que hacer uso de la razón, pero únicamente para constatar su fuerza y sus límites.

El “realismo” político no debe ser reemplazado por la utopía, pues esta requiere medios para fines imposibles, necesariamente malos y justificables por estos. Simplemente hay que delimitar claramente el concepto de realidad, que deriva de la perspectiva desde la que esta se mira y analiza. Si esta perspectiva es la de los fines inmediatos disfrazados de racionalidad contraria a los mismos, tendremos una visión de la realidad socialista. Si, en cambio, la perspectiva es la de los fines últimos cimentada en principios y valores irrenunciables y en cierto sentido irracionales, vestidos con la ignorancia racional percibida racionalmente, valga la aparente contradicción, se llega a la óptica liberal de una realidad que no se puede llegar a conocer nunca completamente.

Dos ideas opuestas de libertad se pueden extraer de estas dos perspectivas de realidad. La primera, la socialista, cree en una forma de individualismo colectivista (contradicción lógica) consistente en la ausencia de restricciones para los individuos por medio de la acción colectiva. La segunda, la liberal, consiste en la restricción
a priori, de una restricción marco, legislativa y de valores, una restricción que (en este caso vale la contradicción) se restringe a sí misma por principio. Y sobre ella se desarrolla a posteriori un individualismo que es libertad con responsabilidad, una libertad que no flota en el vacío, se asienta sobre una base sólida.

En el plano no político, verdaderamente individual del propio individuo que vive y actúa, los fundamentos de esos conceptos de libertad son por un lado la arbitrariedad y el relativismo moral inherente a la esquizofrenia moral de la egolatría de la razón, y por el otro los principios y valores fuertes e incontrovertibles que sirven de cimiento y límite constructivo a la acción.

Al maquiavelismo, si hemos de considerarlo desde esa frase breve y poco acorde con el espíritu del autor, hay que dejarlo operar en el ámbito inconsciente en el que lo ha hecho desde el principio de los tiempos (situado en un punto indeterminado del continuo evolutivo).

Nuestros fines últimos justifican a diario nuestro comportamiento, que es nuestro medio de llegar a ellos. No tenemos ningún control sobre ello porque de ello no somos conscientes. Y ha llegado a tal grado la inconsciencia que pueden llegar a producirse fenómenos sociales como el socialismo. Un socialista, sencillamente, se desconoce por completo a si mismo, como todos....pero es que desconoce hasta que punto se desconoce, y toda su arrogancia parte de la racionalidad incompleta con la que justifica cada día actos y palabras. El fin marcado por su razón es erróneo, no es su fin. La razón no es un traductor directo de fines. Cuando a partir de él pretende justificar sus medios, en resumen, su acción, incurre en la contradicción mas flagrante.

Reconocer y admitir cuales son esos fines últimos, aceptar nuestro egoísmo, se disfrace como se disfrace, puede llevar a la armonía entre las palabras y las obras. El altruismo no es una fantasía, existe. Lo que pasa es que hay que considerarlo desde una perspectiva evolucionista, para comprender su esencia egoísta. No todo está perdido por ello. El origen no virtuoso de las virtudes no supone que estas no sean tales, que pierdan su importancia o su belleza (según nuestro particular canon). Para vivir en sociedad hemos desarrollado muchos mecanismos de detección y de reacción y el altruismo es uno de ellos. Surgió entre nosotros lo que Trivers denominó altruismo recíproco, lo cual permitió que superásemos el inclusivismo (inclusive fitness) del círculo familiar (de los genes compartidos) y pudiésemos ser elegantemente altruistas con perfectos desconocidos o extraños. Sobre este mecanismo se genera la dinámica social, la dialéctica entre demagogos y creyentes que se denomina socialismo, y se teme que el todos contra todos hobbesiano sea el destino que le deparará a la humanidad la elección de la libertad. Pero el altruismo recíproco necesitaba, para funcionar, que se detectasen los tramposos, los free riders. Y este mecanismo surgió. Entonces.... ¿cómo lograron los mentirosos alzarse con el poder en tantas ocasiones?...Steven Pinker nos lo dice. Señala que el mejor modo de engañar a los otros es creerse uno su propia mentira, y que, pese a que en el juego social evolucionamos hacia gestos que nos delatasen si mentíamos, las mismas interacciones llevaron a que creyésemos nuestras falacias para mejor engañar a los demás. El maquiavelismo, también en este caso, es inconsciente, y producto de la evolución. Uno se cree sus propios medios perversos para llegar a sus fines mundanos. Y si para ello su razón ha de creer que “el fin justifica los medios”, lo cree.

viernes, marzo 09, 2007

Mañana será otro día

El periódico El Mundo, tanto en su versión en papel como en la digital, se ha posicionado ligeramente a favor de los ecologistas en el debate sobre el calentamiento global, igual que otros medios como Telecinco. Al hacerlo, inevitablemente ha tenido que mentir, como nos hace saber Ijon Tichy. Las mentiras no lo son menos por estar mezcladas con verdades, especialmente con verdades depuradas como las científicas: lo son mucho más, pues el engaño es más intrincado y perverso. Ese es el resultado de la mezcla explosiva de ciencia (verdad) y política (mentira): lo más explosivo concebible, el fin de los tiempos. Son dos químicas que no deberían mezclarse nunca pero....somos humanos.

Yo tengo en mis "favoritos" de internet la edición digital de El Mundo y la leo a menudo. En general está muy bien y su sección de Salud me gusta bastante, especialmente en su apartado de Neurociencia, que tengo enlazado en este blog. Pero la sección de Ciencia (sin neuro, y presuntamente sin neuras), titulada directamente Ciencia/Ecología no me agrada tanto. Por supuesto no pongo en duda la valía como científicos o periodistas de ciencia de sus colaboradores habituales u ocasionales, ni la calidad de los artículos (aunque tampoco vaya a deshacerme en babosos halagos). Lo que hay de verdadero, lo que hay de científico, ha de ser reverenciado, pero siempre se corre el riesgo de levantar la cabeza de la reverencia y ver a un politicucho, a un payaso mentiroso, sonriendo y dando las gracias, rodeado de esos ojos de la sociedad que son las cámaras.

Noto al entrar en ese lugar web un tufillo característico al azufre (que no CO2) del infernal fin de los tiempos, y temo que surja un Cancerbero terrible de entre las brumas de un futuro cercano para morderme directamente en la yugular y arrastrar mi cuerpo inerme, inerte y fláccido al abismo del nunca jamás, donde reposan las almas de los mortales sin esperanzas de resurrección.

En la olla hirviente y humeante del calentamiento global se prepara el caldo en el que degenerará el denominado "caldo primordial", origen de todos los seres vivos. Las bacterias, multirresistentes no sólo a los antibióticos de reciente creación, sino a cualquier holocausto, sobrevivirán en un mundo cada vez más caliente. El último reducto de vida lo ocuparán las hipertermófilas, esas locas bajitas adaptadas al calor, que estarán en su salsa, expeliendo el pestilente azufre que llega a mi olfato a través del tiempo, en la página virtual de El Mundo.

A algunos puede parecerles un perfume delicioso. Pero no es el perfume de las bacterias del Apocalipsis, como ellos quisieran. Les repugnaría (al menos moralmente) saber de qué esencias está hecho, como al lector de la obra de Süskind, porque esto pondría en evidencia su capacidad para detectar fraudes. Otros pueden no oler nada, tener el olfato embotado. Esos creerán que entran en un espacio aséptico y saludable de ciencia pura. Su ingenuidad, incluso si está sazonada por erudición científica, y si fuera así precisamente por ello, es lamentable.

Pero es que poner ciencia y ecología en la misma sección y en pie de igualdad es ya de por sí una temeridad, es convertir la sección de Ciencia en el Oráculo de Delfos, y a los científicos en Pitonisas. ¡Señores, seamos serios, aunque sea por un ratito!...pero serios de verdad, con la verdad, con la ciencia, no con ese rostro sereno y ceremonial de los asistentes del Templo cuando dan paso a peregrinos en busca de respuestas claras para preguntas imposibles. Duden un poco, suspendan el juicio......final.

Cuando uno cruza el umbral del Templo del Conocimiento y ve a los políticos, especialmente a algunos políticos, disfrazados de científicos, entonces cree que se has confundido de lugar, pero no.

Afortunadamente para la salud de los que entran en la web de El Mundo, las ciencias hipocráticas están en un compartimento estanco separado, y en su reducto se respira un aire un poco más puro....aunque sea a veces también el del "puro" cubano de algún Ministro sociata, que mete un puro a alguna cadena de hamburguesas hipercolesterolémicas.

El último hito de El Mundo en su defensa del calentamiento global han sido las entrevistas a James Lovelock, primero por los periodistas y
después por los internautas
. El viejo científico, que planteó la bella hipótesis de Gaia, teme, como es natural, por su "Creación" (la de Dios es cosa de creyentes en otra fe más arcaica), pero de forma sosegada y sabia.

Gaia está en peligro mortal, "Malthus tenía razón" y sólo la palmaremos casi todos, pero "la tierra seguirá adelante", Gaia seguirá viva, las hipertermófilas no serán sus únicas habitantes. Ahora bien, me encanta su conclusión, que compartiría ciegamente si creyera ciegamente que vamos hacia la catástrofe: no podemos hacer nada al respecto. Repito: NO PODEMOS HACER NADA AL RESPECTO. El frío y cruel determinismo de esta aseveración me tranquiliza enormemente. Podemos ahorrarnos los "ahorros" a los que los políticos nos quieren someter. Total, de perdidos.....al río, a ser posible el de Heráclito, que nunca es el mismo. ¡Libertad!...¡Por fin Libertad!... Bañémonos en el río de la vida, que el juicio final ya vendrá pasado mañana. También los primeros cristianos así lo creían, y suponían que llegaría en el plazo de su corta existencia terrenal. Pero es que ellos no habían oído hablar de los miles de millones de años de evolución, y no tenían ciencia para predecir a partir de indicios de la naturaleza.

Lovelock no se moja cuando le preguntan los internautas, suspende el juicio....final. Es un científico, verdaderamente. Y me encanta como elude las respuestas políticamente embarazosas. Todo un tipo.

Cuando le pregunta por Irán un internauta quizá un poco progre responde muy científicamente, sin mojarse demasiado: "Sería bueno pensar que las intenciones de los iraníes son buenas. Me temo que sus intereses también incluyan el deseo de tener armas nucleares. No tengo ninguna idea, personalmente, de lo que se deba hacer en este caso".

Pese a todo su pesimismo, teóricamente basado en lo empírico, Lovelock apuesta por la energía nuclear, lo cual me parece muy razonable, con independencia de cuales sean sus mejores o peores razones.

Una cosa está clara, y la sabiduría oriental nos lo aclara aún más: "si un problema tiene solución: ¿por qué te preocupas?. Y, si no la tiene: ¿por qué te preocupas?".

En el caso del recalentamiento global la disyuntiva es levemente distinta. Tanto si no tiene solución como si no hay problema podemos dormir tranquilos (a ser posible una de esas supersiestas extremas e hipercolesterolémicas del anuncio de Burguer King).

martes, marzo 06, 2007

Sextos Sentidos


Hay cosas que damos por sentadas y cosas de las que ni siquiera llegamos a ser conscientes. A algunas de ellas aludiré para hablar de nuestros sextos sentidos en los dos "sentidos" en los que se interpretan:

1) Como un sentido en "sentido" estricto, como una forma de percepción.

2) Como la capacidad de interpretar atinadamente psicologías ajenas y de percatarse en situaciones sociales (y en ocasiones no sociales) complejas de cual es el mejor camino a tomar, o de cual es la solución correcta de una forma rápida e inopinada, percibiendo oportunidades y peligros donde los demás solamente perciben lo mismo de siempre o un paisaje indescifrable.

Ya en este blog traté el tema del sexto sentido en humanos, si bien de modo indirecto, y apoyándome en un destacado neurocientífico español, el Doctor Francisco J.Rubia. Cité algunos pasajes de un capítulo de su última obra de divulgación sobre el cerebro titulado, precisamente, ¿qué es el sexto sentido?, para hacer una pequeña crítica sobre la benevolencia con la que el autor trataba los dudosos estudios de la telepatía. Debo decir que el propio autor (o un suplantador muy elocuente) se tomó la molestia de responderme para asegurar que no tomaba en serio la telepatía, pese a (o precisamente por) lo que decía en su libro. Dejo al juicio del lector (que supere la prueba de leer aquel post y al menos ese capítulo del libro de Rubia) el veredicto acerca del asunto, su propio veredicto independiente, sea este más o menos amigo de la huidiza verdad.

En dicho capítulo, en cualquier caso, se apuntan auténticos sextos sentidos en el reino animal, sentidos que nosotros no poseemos. La selección natural ha dado origen a una amplia variedad de adaptaciones de la que los sentidos, más que ninguna otra cosa (pues son las puertas y ventanas al mundo de un ser vivo), no podían quedar excluidos. Últimamente la ciencia está empezando a descubrir toda esa diversidad sensorial.

Los hombres, pese a nuestra superioridad más que demostrada para dominar el planeta, usar lenguaje simbólico, herramientas complejas y algunas otras facetas, carecemos de ciertas formas de percepción que para llegar a este "aquí y ahora" como especie diferenciada y de poderosa cognición, a través de una larga y penosa evolución, no necesitamos.

Pero tenemos también nuestros sextos sentidos. Uno de ellos, en verdad, no tiene nada de original, y podría resultar decepcionante al lector, pero es el sexto sentido en "sentido" estricto del que hablaba. El otro cabe atribuirlo a la estratificación en capas de nuestro cerebro, y viene a ser como una puerta y/o una ventana abierta en el piso bajo de un edificio por la que entran estímulos, de los cuales casi todos suben por el ascensor pero sólo unos pocos van al último piso, quedando muchos de ellos en pisos intermedios y realizando en ellos un trabajo fundamental. Se trataría de un subconsciente no freudiano, no cultural, enteramente biológico, con componentes de memoria filogenética y ontogenética, que podría llamar la atención de mucha gente que siga viviendo en el limbo del yo unificado y coherente, racional y en cierto modo simple. Pero vayamos al detalle.

Para hablar del primero de estos dos sextos sentidos, el que lo es propiamente, y que, con toda propiedad se denomina "propiocepción", acudiré a Oliver Sacks, y a su genial obra sobre impresionantes casos neurológicos, y fuente inagotable de carcajadas para los apasionados del más cruel humor negro o el más disparatado humor del absurdo:
"El hombre que confundió a su mujer con un sombrero"
, en la que, de de entre todos los desgraciados casos, escojo el de la mujer desencarnada.

Comienza el capítulo con una cita de Wittgenstein:

"Aquellos aspectos de las cosas que son más importantes para nosotros permanecen ocultos debido a su simplicidad y familiaridad (no somos capaces de percibir lo que tenemos continuamente ante los ojos). Los verdaderos fundamentos de la investigación no se hacen evidentes ni mucho menos".

Hay cosas, nos dice el filósofo, que damos por sentadas, y que no debiéramos pasar por alto si lo que queremos es saber. Aunque de lo a continuación nos habla Sacks es de una mujer para la que la verdad que tenía que conocer a través de su negación no era un concepto, una idea, una abstracción ajena a su cotidianidad sensorial, sino una verdad con cuya puesta en evidencia no colapsaba una construcción teórica más o menos elaborada, sino los cimientos mismos de su ser y actuar en el mundo. Dicha mujer perdió el sentido de la propiocepción, su sexto sentido, quedando, en palabras de Sacks, "desencarnada".

La propiocepción la damos por supuesta, tanto que la mayoría de los lectores se preguntarán extrañados: ¿y qué es la propiocepción?. Volvamos el refrán del revés: "Ojos que ven, corazón que no siente". Todos sabemos, y está también en la sabiduría popular, que valoramos más las cosas cuando no las tenemos o cuando las perdemos. La ausencia de algo necesario o muy apetecido se experimenta como un infierno y un anhelo. La propiocepción es un sentido del propio cuerpo en el espacio, un sentido que, ayudado por el aparato vestibular (que está en el oído y sin el cual los trapecistas no podrían hacer sus equilibrios precarios ni nosotros los nuestros de andar por casa y por la calle), constituye la base sobre la que se asienta la estructura de nuestra corporeidad.

En palabras de Sacks:

"El resto de nuestros sentidos (los cinco sentidos) están abiertos, son evidentes, pero esto (nuestro sentido oculto) hubo de, digamos, descubrirlo Sherrington, en la década de 1890. Le llamó propiocepción para distinguirlo de la exterocepción y de la interocepción, y, además, por ser imprescindible para que el individuo tenga un sentido de sí mismo; porque si sentimos el cuerpo como propio, como propiedad nuestra, es por cortesía de la propiocepción.
¿Hay algo que sea más importante para nosotros, a un nivel básico, que el control, la propiedad y el manejo, de nuestro propio yo físico?. Y sin embargo es algo tan automático, tan familiar, que no le dedicamos jamás un pensamiento
".

Después comenta el caso de Cristina, una joven de 26 años perfectamente sana que tras un tratamiento antibiótico profiláctico previo a una operación pasó, en sus propias palabras, a no sentir su cuerpo, a sentirse rara, desencarnada..."esta propiocepción es como los ojos del cuerpo, es la forma que tiene el cuerpo de verse a sí mismo. Y si desaparece, como en mi caso, es como si el cuerpo estuviera ciego". No podía sostenerse en pie, había perdido sensibilidad en las manos, que vagaban, se equivocaban constantemente en sus movimientos, y no agarraban las cosas, que caían de ellas. Necesitaba siempre mirar las partes de su cuerpo que quería mover, se apoyaba en su vista pues el punto de apoyo natural y hasta entonces ni siquiera sentido conscientemente había desaparecido. Así logró algunos avances pero jamás se recuperó, jamás recuperó su propiocepción. "Mi cuerpo no puede verse si ha perdido los ojos ¿no?. Así que tengo que vigilarlo...tengo que ser sus ojos ¿no?", preguntaba al Doctor. Como antes dije "ojos que ven corazón que no siente".

El otro sexto sentido surge de lo profundo de nuestro universo psíquico inconsciente. No es, de hecho, un sentido, sino simplemente una habilidad cognitiva que se deriva directamente de la formación y la genética sentimentales, del procesamiento veloz, previo al consciente, de los estímulos, a través de las conexiones entre el tálamo (lugar de paso de todos los sentidos excepto del olfato) y el denominado sistema límbico, especialmente con la amígdala, centro de emociones primarias como el miedo y la agresividad.

Desde hace ya bastante tiempo neurocientíficos como Antonio Damasio o Joseph LeDoux nos vienen informando del esencial papel que las emociones juegan en nuestra conducta y en nuestras percepciones internas, sean "racionales" o "sentimentales".

En "El error de Descartes" Damasio incide mucho en la memoria emocional. Cuando nos sucede algo (para ser más exactos, cuando penetra un estímulo en nuestro cerebro a través de alguna de las ventanas sensoriales) el cerebro etiqueta el estímulo o suceso de acuerdo con experiencias pasadas similares o idénticas. Esto lleva a otros neurocientíficos como Gerald Edelman a afirmar que las percepciones son una forma de presente recordado, puesto que el cerebro colorea la percepción con el color de lo ya percibido, tanto emocionalmente como "físicamente". Un ejemplo "físico" de esto lo tenemos en el relleno del campo visual que hace el cerebro con el llamado punto ciego de la retina y los bordes del campo visual. Pero es de mucha mayor importancia que la unidad de la percepción física la evaluación emocional rápida de lo que nos sucede, pues las emociones son programas de acción validados por millones de años de evolución. Por ello el tálamo (por el que, como decíamos, pasan todas las entradas sensoriales excepto la olfativa) tiene conexiones con el sistema límbico, especialmente la amígdala, que permiten que lo percibido lo sea primero allí, antes de llegar a la corteza, que procesa más detalladamente pero con más lentitud.

En la amígdala, nos dice LeDoux, hay una forma de memoria, más primitiva que la elaborada por el juego entre el hipocampo y la corteza, pero mucho más profunda y a cuyos veredictos obedecemos con mayor prontitud e intensidad, subordinando nuestra racionalidad hasta el punto de convertirla en mero instrumento.

"Las emociones son el Iceberg del cerebro....Nuestro control consciente sobre las emociones es débil, pues la construcción del cerebro en este punto de la evolución favorece a las emociones: las conexiones desde los sistemas emocionales hasta los cognoscitivos son más fuertes que las que van en sentido contrario".

Dice en otro lugar en el que habla de experimentos de condicionamiento del miedo con descargas eléctricas en las patas de ratas asociadas a un sonido: "un estímulo auditivo ..puede llegar directamente a la amígdala sin pasar antes por la corteza y producir respuestas emocionales independientes".

La amígdala tiene memoria, una memoria que marca como buenos o malos los estímulos entrantes antes de que pensemos en, y siquiera seamos conscientes de ellos. Damasio nos habla de esas sensaciones desagradables o agradables que a veces tenemos sin saber muy bien porqué. A veces las sacamos a la luz de la consciencia, pero otras muchas permanecemos en la ignorancia acerca de lo que nos ha hecho sentir bien o mal.

Dentro de la memoria emocional yo distinguiría dos tipos, y creo que la dicotomía es absolutamente precisa y necesaria: la memoria filogenética y la ontogenética, es decir, la que está de alguna manera impresa en los genes y en la construcción que estos hacen de nuestro cerebro y la que se debe a los estímulos ambiente, desde el mismo útero, que afectan a nuestro desarrollo con seres a lo largo de la vida a través de los cambios en la organización neuronal (en la medida en que se de o pueda dar plasticidad neuronal). Es de suponer que en la parte del cerebro donde se procesan y crean las emociones, más antigua filogenéticamente, sean bastante más difícil los cambios suscitados por el ambiente. La tabla es menos rasa cuanto más se profundiza en el cerebro (y con ello en la evolución).

Un ejemplo de memoria emocional filogenética es nuestro temor a las serpientes, que apenas requiere estímulos ambientales para desarrollarse. Y otro aún más sorprendente nos lo cuenta LeDoux al hablar de sus ratas de laboratorio:

"Las ratas nacidas en el laboratorio exhiben respuestas emocionales de miedo la primera vez que ven a un felino aunque nunca hayan estado cerca de uno. Esto no deja de sorprender, porque estos animales seleccionados en el laboratorio no han tenido contacto con gatos desde hace muchas generaciones".

Ejemplos de memoria emocional ontogenética los tenemos a miles. Todos nosotros tenemos al menos algunos pocos que contar. Juan sin miedo no existe, salvo que sea un paciente con lesión cerebral en las amígdalas de ambos hemisferios cerebrales. Expuestos a tantos azares para satisfacer nuestras necesidades tenemos por fuerza que sufrir percances que nos marquen emocionalmente, la mayor parte de las veces inconscientemente. Así Freud tendría razón al hablar del subconsciente, pero como antes decía sería este subconsciente un subconsciente no freudiano, puesto que poco tendría que ver con la cultura almacenada en nuestra neocorteza y su complejidad, poco o nada se debería a "complejos".

Al final todo esto me lleva, por los retorcidos caminos que pasan por el tálamo y van a las amígdalas (y partes adyacentes de corteza) y a la neocorteza, y los que unen ambas, al sexto sentido. "Tiene un sexto sentido para los negocios, para el póker, para las mujeres.....para....", se dice popularmente. Y no hay tal, si apuramos. Las habilidades cognitivas y motoras para las tareas y acciones más variadas son fácilmente distinguibles. Sin embargo esa base emocional no lo es tanto, y es, como buen iceberg, la que determina qué hacemos y cómo lo hacemos. La "difícil facilidad" de muchos maestros del arte, la ciencia, los negocios...tiene su asiento también, y especialmente, en el inconsciente emocional, en su memoria emocional, en cómo experimentan en el fondo de su psique los estímulos que les entran sobre su particular dominio. La experiencia acumulada lo es de todo el cerebro, no solamente de la neocorteza. El cerebro procesa todo como una unidad, y así lo demuestran los casos neurológicos de daño cerebral. Cuando falta una parte de la neocorteza puede faltar un sentido, puede no procesarse correctamente el habla, pero si falta la conexión con el cerebro emocional el ser humano pierde cualquier sexto sentido que antes hubiera tenido en cualquier área.

Obras:

"El nuevo mapa del cerebro". Rita Carter (artículo insertado de Joseph LeDoux).
"El hombre que confundió a su mujer con un sombrero". Oliver Sacks.
"Emoción y conocimiento". Varios autores (Joseph LeDoux)
"El error de Descartes". Antonio Damasio.