lunes, enero 29, 2007

El Capellán del Diablo

Hace no mucho que se publicó el libro recopilatorio de artículos de Richard Dawkins “El Capellán del Diablo”. El artículo que da título al libro completo trata sobre la obra chapucera y despilfarradora realizada por el relojero ciego, por el proceso frío e indiferente de la selección natural. En última instancia lo que horroriza a todo el que contempla la naturaleza implacable no es el despilfarro ni la indiferencia, no es la inmoralidad o amoralidad, ni los diseños imperfectos, de extravagante inutilidad. Lo que verdaderamente horroriza, lo que horroriza a fondo, es el dolor, sobre todo el gratuito. La maravilla de eficiente función del sistema nervioso lleva implícito el cruel mensajero del dolor. Y quien es capaz de experimentar el horror de esa contemplación es precisamente aquel que más desarrollado tiene dicho sistema y las vías de comunicación para dicho mensajero. Nietzsche decía que a veces el poeta ponía en su musa, con su vivaz imaginación, virtudes que esta no tenía pero que anhelaba tuviera. El ser humano atribuye a todo ser viviente un padecimiento comparable al suyo, igual que en sus orígenes atribuía vida y consciencia a todo fenómeno natural, creando un dios para cada fenómeno, o un tótem para cada especie.

Hubo una vez en que Emil Cioran, el filósofo apesadumbrado, el deprimido más excelente, se reunió en un café parisino con el evolucionista y optimista cristiano Teilhard de Chardin. Según contó en una entrevista que le hicieron tiempo después, al preguntar a Chardin por el dolor, por su justificación, por su sentido, este le respondió que formaba parte del plan cósmico, que tenía que ser así. Cioran se levantó y se marchó de malas maneras.

El Gran Inquisidor de Dovstovieski, sabedor del dolor universal, proponía mantener a la humanidad inconsciente, necia, si bien de forma distinta a como lo hacía el San Manuel Bueno Mártir de Unamuno. Ambos representaban a ese Atlas que quería soportar sobre sus hombros todo el peso del dolor en el mundo.....todo el peso del mundo, si bien San Manuel era Santo además de mártir, por no pretender beneficiarse de todas las ventajas de su ascendencia sobre los demás, por no querer cobrar el precio por su superior valor y aguante. El Gran Inquisidor quería mirar a la cara a la realidad, a esa realidad despiadada de la naturaleza, y, también de la naturaleza humana y sacar provecho, no negarla y contentarse con la nada, como el bueno de San Manuel.

Ya Epicuro y los estoicos, en tiempos clásicos, se preguntaron por el mejor modo de afrontar el dolor inevitable de la existencia, de la vida, de la consciencia. Como Séneca señalaba, las propuestas morales de Epicuro (a diferencia del hedonismo decadente que le sucedió entre gentes correspondientemente decadentes), eran acordes con la filosofía estoica, citándole incansablemente en sus Cartas Morales a Lucilio. Buda, el iluminado, proponía soluciones nada diferentes. Más al este Confucio proponía la moderación y en general los chinos la creían imprescindible para el equilibrio del Chi o fuerza vital. Todos ellos percibían nítidamente un aspecto esencial de la naturaleza viva, especialmente de la consciente, de la más sufridora: dolor y placer forman una unidad indisoluble, e igual que el final de un gran dolor genera placer, la búsqueda de placeres lleva aparejado el dolor, por lo que la moderación, o lo que Aristóteles definiría más circunspectamente, el justo término medio, era la única opción en la que el resultado neto de nuestros afanes daba un saldo levemente positivo.

La búsqueda de placeres le lleva a uno por una montaña rusa de pronunciados altos y bajos y vertiginosa velocidad y pavoroso vértigo. Pero la bioquímica y los avances de las neurociencias en la comprensión de las emociones nos dicen también que el déficit o el exceso de algún neurotransmisor (dopamina, serotonina, noriprefina...etc) en el cerebro pueden hacer que un ser humano sufra sin motivo, o se deje llevar sin control, o que no preste atención, en definitiva que sea incapaz de dominar al caballo salvaje o fatalmente herido de su naturaleza innata.

¿Moderación? ¿buen sentido? ¿sabiduría?....¡dale lecciones a un tipo con déficit de atención e hiperatividad, a un depresivo o a un maníaco depresivo, a un esquizofrénico!. Hasta hace no mucho las manifestaciones leves de estas dolencias del alma no se consideraban patológicas, sino rasgos de personalidad corregibles (¡o incorregibles!) por la cultura y la educación. Grave error. Los fármacos psicotrópicos han hecho más por estas personas que todos los libros y maestros del mundo. Más Prozac (o Cymbalta) y menos Platón (por llevar la contraria al título de un conocido libro, cuyo contenido reconozco que desconozco). Cuando el problema es endógeno las palmaditas en la espalda y los castigos pueden lograr poco. Y menos aún una República totalitaria platónica, con todo su idealismo desligado de la naturaleza. En esto, como en tantas otras cosas, se pone de manifiesto que la tabla rasa es una falacia insostenible.

El Capellán del diablo ha obrado en el mundo. Es el demiurgo perverso que se regocija en medio de la profusión de sangre, de la muerte y del dolor. El Doctor Restak, un neurólogo autor de obras de divulgación sobre el cerebro, ligeramente inclinado hacia la tabla rasa, en mi humilde opinión, decía en “Nuestro Nuevo Cerebro” que Schopenhauer, tratado con antidepresivos, nunca habría escrito “El Mundo como Voluntad y Representación”, como si eso hubiera sido mayor tragedia que la que el autor experimentó. Puede ser. Pero habría escrito alguna otra obra magnífica, posiblemente con más contenido de verdad y, desde luego con muchas de las ideas expresadas en el libro jamás escrito, compatibles con un estado de ánimo mejor. ¿Vamos a dejar que la gente sufra más de lo debido porque uno de cada millón va a escribir maravillosamente sobre su tragedia personal?.

El sufrimiento es cosa del sentimiento, el dolor de las emociones. Esto lo explica excelentemente Antonio Damasio en su obra “En Busca de Spinoza”. El hombre ha llegado a convertir las cartografías dinámicas y sistemáticas del cuerpo, de su homeostasis, de su funcionalidad, de su equilibrio, en relación a los estímulos emocionalmente competentes del “mundo exterior”, en algo más que emociones, estímulo-respuesta y dolor desnudo, gracias a la neocorteza, y ha desarrollado junto con la consciencia complejos comportamientos, capacidad de anticipación y los sentimientos, con el consiguiente sufrimiento. Se ha demostrado que el dolor físico puro, desligado de su reflejo en la corteza frontal, resulta ser infinitamente más tolerable, eliminándose por completo el sufrimiento aparejado a él. Esto nos lleva a pensar que entre los demás animales cuyo sistema nervioso está lo suficientemente “desarrollado”, pese a existir el dolor, el sufrimiento podría estar ausente o muy reducido. Quien tiene las mejores vías de comunicación para el mensajero del dolor es aquel que le deja traspasar el umbral de la inconsciencia para penetrar en el dolor consciente, en el sufrimiento, en los verdaderos y genuinos padeceres y pesares. El refranero popular tiene una sentencia un tanto frívola, pero cierta: “ojos que no ven, corazón que no siente”. Nosotros podemos decir, sin temor a equivocarnos, que a menor consciencia menor sufrimiento. “Consciencia adormecida, sufrimiento inexistente”.

Dawkins cree que nosotros somos, pese a nuestros orígenes, los únicos capaces de contrariar a la evolución, inconsciente, de ponerle un poco de consciencia, de humanidad, en los que él cree los mejores sentidos de ambos términos. Quizá peque de ingenuo si pretende sugerir que podemos, con la fuerza enclenque de nuestra superficial consciencia, modelar la poderosa fuerza del cosmos en movimiento, que opera también en nosotros, subyugando nuestros vanos intentos de elevarnos por encima de ella. Pero en medio del caos, el batir de las alas de una mariposa, el juego de imaginación y sistematización de una consciencia.....¿Quizá provoque un vendaval o el fin de los tiempos?. Entre las infinitas posibilidades, la de crear una sociedad concienciada y feliz se daría solamente en unas pocas. En ese juego de dados del azar, o de Dios, solamente la necesidad podría conducirnos a buen puerto. Y para ello debemos aceptar la necesidad como el motor del mundo.

Dawkins parece, por otra parte, estar del todo implicado en una de esas luchas tan humanas de la palabra, aparentemente incruentas, en una de esas dialécticas sociales e ideológicas permanentemente renovadas, y lo hace desde un partido muy concreto. Muchos de sus escritos rezuman una apología de ateísmo racionalista. Eso, lo crea o no, tiene un fundamento sentimental evidente, y puede tener consecuencias que él ni siquiera podría imaginar, y menos predecir, con toda su ciencia.

viernes, enero 26, 2007

P53

Las células de nuestro cuerpo son obedientes autómatas, sacrificados soldados dispuestos a morir por el organismo, suicidándose, si reciben una nota que se lo indique. Esa nota se llama P53 y, como su nombre (aparentemente arbitrario) indica, es una proteína de 53 Kilodaltons de peso molecular, que le dice a la célula que su hora ha llegado.

Pero incluso una sociedad tan "perfecta" como nuestro organismo tiene sus rebeldes, células que evolucionan hacia formas sordas a todo mensaje, células que hacen como los antiguos monarcas persas, matando al mensajero que les trajera malas noticias, células que suprimen, tras diversas mutaciones, la expresión del gen que fabrica la P53, que se niegan a morir, y que se perpetúan indefinidamente, dejando una descendencia igualmente rebelde que hace ordenada falange, incisiva legión y finalmente poderoso ejército al estilo del de gladiadores dirigido por Espartaco, y, tras lograr vías de comunicación para los abastecimientos, como buen ejército, a través de la angiogénesis (o creación de nuevos vasos sanguíneos) destruye desde dentro la armonía idílica del ser pluricelular, la Roma por la que no están dispuestas a morir.

En su obra imprescindible "Cáncer, El Legado Evolutivo", Mel Greaves nos habla de cómo esas células perversas, esos auténticos transgresores, van superando distintos cuellos de botella hasta llegar a expresar su egoísta individualidad a costa del mundo impersonal y feliz del que originariamente formaban parte.

Greaves no cree que el Cáncer (las distintas enfermedades que bajo ese nombre nos matan) vaya a tener una solución única, ni sencilla. Sin embargo si la hay esta pasa probablemente por la P53, y el autor reconoce su importancia.

Por eso los nuevos avances en la lucha contra el Cáncer no son como muchos de los anteriores, fuego de artificio mediático y promesas por incumplir. La clave está en la P53 y los investigadores están muy cerca de dar con la bala mágica que convierta al Cáncer en un fantasma, y en el recuerdo de una pandemia, como la peste.

Ojala y así sea.

jueves, enero 25, 2007

Antisistema

Confieso que los nacionalistas me producen urticaria. Esta reacción no es muy racional, pero se debe, paradójicamente, a la irracionalidad que estos exhiben, que es inherente a su credo, que está en la base de sus actividades, sus ideas y su moral. El principio de acción-reacción conductista se produce con perfecto orden, de una forma casi racional, y desde luego regular, y por tanto convertible en ley por una razón externa. Su acción irracional me provoca una reacción irracional de rechazo, fundamentada en una percepción racional de la incongruencia e inconsistencia de la misma.

La RAE dice lo siguiente sobre "Sistema":

1) Conjunto de reglas o principios sobre una materia enlazados entre sí.

2) Conjunto de cosas que ordenadamente relacionadas entre sí contribuyen a determinado objeto.

Tratándose de una definición de la Real Academia de la Lengua Española es posible que no tenga demasiado interés para un nacionalista catalán, o incluso que le produzca su correspondiente urticaria, especialmente uno que se declara antisistema. Porque la lengua española es su principal enemigo cultural, lo académico su principal enemigo educativo, y lo Real su principal enemigo político (tanto en su acepción regia como en la relativa a la realidad, contraria esta última, por la tenaz fuerza de sus "hechos", al irrealismo utópico absurdo que se corresponde con la arbitrariedad semántica propia de su incoherencia lógica).

Pero ¿qué es un antisistema, realmente?. ¿Es alguien que está contra todo conjunto de reglas o principios sobre cualquier materia que estén enlazados entre sí?.....¿o acaso es quien se opone a todo conjunto de cosas que ordenadamente relacionadas entre sí contribuyan a determinado objeto?......NO, no seamos ingenuos. No es una cuestión de Teoría de Conjuntos que deba resolverse por un Cantor. La cosa es mucho más sencilla y cualquier ciudadano de a pie puede entenderla y, a su sencilla manera, explicarla de forma que otros la entiendan. Un antisistema es quien se opone a la sociedad tal como está constituida, fundamentalmente porque la considera tremendamente injusta y cree que debe reestructurarse de raíz.....(de raíz, de raíz.....un antisistema ¡Es un Radical!). Pero siendo esta definición muy sencilla es demasiado general. El prefijo "anti" nos da la pista que nos encamina por el camino de la concreción: el antisistema no propone nada, no aporta ningún plan de acción encaminado a ningún fin, es "anti" no "pro", y desde luego no sabe lo que es no ser ni "anti" ni "pro". Es también antisistema en un sentido esencial, en el que en un principio nos parecía ilógico (aunque no podía ser de otra forma): se niega a aceptar, de boquilla, reglas o principios enlazados entre sí, conjuntos de cosas que ordenadamente relacionados entre sí contribuyan a determinado objeto. Es, por tanto, un irracionalista genuino. Por supuesto sigue reglas y algunos principios básicos: como mínimo los que su sabia biología lleva impresa en los genes (y que no surgió por las demandas de las complejas sociedades de hoy).

Destruir, esa es su función. Remover, trastornar, trastocar, derruir, socavar, criticar negativamente, eliminar, protestar, gritar, destrozar....en definitiva, hacer uso de la violencia, explícita o disfrazada. Son peones sembradores del caos al servicio de un planificador que sí tiene un sistema, que sigue las reglas de un ajedrez siniestro con las piezas negras del mal. ¿Qué otra cosa podrían hacer ese conjunto de iletrados drogatas que se cuelan en casa ajena para cerdear sin restricciones?.

Una politicucha nacionalista izquierdosa se declara antisistema por pura demagogia, desde lo alto de su pedestal en el "sistema" político, este sí un auténtico sistema de toma y conservación de poder, contra el que todo "anti" es insuficiente. Nunca hubo peor demagogia, ni más original: en sus orígenes griegos la demagogia la usaron los tiranos en Atenas con la hez del pueblo para acabar con la aristocracia (gobierno de los mejores, entonces, no se confunda con la moderna, decadente y parasitaria clase de ese mismo nombre).

En el fondo lo que nos dice esta tipeja infecta es que odia el capitalismo, la propiedad privada y la libertad. Ciertamente el "orden espontáneo" Hayeckiano es un "sistema", pero muy particular. Se caracteriza por la ausencia de un único centro organizador y decisor. A los liberticidas lo que les duele es que no contribuya a alcanzar ningún objetivo previamente establecido. Así, sus fines espurios, el deseo de vivir a costa de los demás (bien en sus casas okupando, bien con tributos y otras exacciones) se chocan contra la penosamente conquistable voluntariedad ajena.

Pescan mejor en aguas turbias. Pescan mejor en el caos de un Estado de Derecho distorsionado por arbitrariedades basadas en demagogias.

miércoles, enero 24, 2007

Natividad y Kapuscinski

Mi tía Natividad era un ser sufriente. Vivió casi toda su vida bajo la tutela dominante de su madre, una mujer traviesa y aviesa que le impidió desplegar las cortas y torpes alas que tenía. Cuando esta cayó enferma de Alzheimer cuidó de ella entre suspiros y quejas. Después, cuando murió, Nati se quedó sola, inmensamente sola. La compañía que le hacían Benita, la "chica", y su familia, no contaban. El servicio no podía sustituir al amor verdadero. Tampoco las visitas esporádicas de su auténtica familia, cargadas de compromiso formalista. Natividad estaba sola en lo profundo, llena de complejos e inseguridades, temerosa de todo y de todos, resentida con un mundo demasiado veloz y demasiado indiferente para que ella pudiera vivir en él, viviendo pese a todo en medio de rituales empobrecedores y plegarias inaudibles. Finalmente sus padecimientos acabaron. Como decía Morrison "con la muerte acaba el dolor". Fue anoche. Espero que exista un más allá que la redima de tan pesarosa existencia terrenal.

En Varsovia fallecía a un tiempo Ryszard Kapuscinski, maestro de periodistas, de aventureros y de viajeros, el hombre que creía que era preciso cruzar las fronteras para superar los prejuicios. Este gran hombre ha podido morir con la grata sensación de haber vivido. Ha cruzado su última frontera. Espero que encuentre algo al otro lado.
Contrapunto: mi hijo cumplió ayer 2 años.

lunes, enero 22, 2007

Un chico de Jarrai

Celine, en su Viaje al Fin de la Noche, decía que el mejor modo de rebajar a alguien a los propios ojos era imaginarlo desnudo. En cuestión de sexo lo contrario es más cierto, pasado cierto punto de primitiva excitación. Un desnudo bien cubierto eleva la categoría de la carne, casi hasta convertirla en algo espiritual.

El ser humano es además curioso y por ello camaleónico. También pasado cierto punto nos disgusta lo que se repite, lo predecible, que en principio nos daban seguridad y tranquilidad, y el tedio se combate con el misterio.

Uno de los muchos personajes Barojianos (no sé ahora cual), paseaba por las calles del centro de Madrid y veía una mujer hermosa. Quedaba cautivado, extasiado, justo hasta el instante en que la belleza rebuznaba una ordinariez arrabalera con voz grave y cascada de macho fumador.

Hay muchas maneras de decepcionarse y sorprenderse con el infierno de los otros. Se mantiene la ilusión al precio del engaño.

Este fin de semana me quede pasmado escuchando (y viendo) a un muchacho de Jarrai hablar por la tele. Decía algo del derecho colectivo de los jóvenes radicales vascos a organizarse políticamente. Miré su rostro, el rostro de un prototerrorista (ahora ya, según la Justicia, Terrorista, con mayúsculas). Era un rostro humano, con facciones humanas, con gestos humanos. Su voz sonaba humana, su lenguaje era inteligible (hablaba un castellano correcto). Sin duda era un ser humano, y me atrevería incluso a decir que español, o al menos hispanohablante.

A muchos les sorprendería mi sorpresa. Naturalmente es un ser humano. No se conoce el terrorismo felino, ni el terrorismo canino, ni el terrorismo aviar. Sin embargo, a fuerza de pensar las cosas en abstracto, a fuerza de usar la categoría “Terrorista” sin asociarla ni realmente poder asociarla a ninguna configuración física especial, a ningún rostro o aspecto arquetípico definidos, uno termina por encontrar totalmente alucinante que semejante barbarie pueda tomar forma humana en el cuerpo y el rostro de un joven completamente “normal”, humano, demasiado humano (en cuanto a corporeidad y facultades mentales se refiere).

El camaleón terrorista juega la baza de su vulgaridad. Después de todo es uno más. Tiene familia, amigos, ideas, actividades, aficiones, ideales....mejores o peores. Y destruye, agrede, mata en nombre de su verdad, de su peligroso y dañino engaño.

viernes, enero 19, 2007

Vago

Vago es una palabra muy socorrida. Nos viene al pelo para "definir" a alguien que no arrima el hombro, y gran parte de la evolución social humana se puede explicar como la lucha entre los que colaboran y los que, violenta o taimadamente, se escaquean.
Pero vago es una palabra muy vaga. Ciertamente no explica en profundidad las actitudes y comportamientos de las personas. No se puede definir, no al menos de forma exacta, a alguien como un vago.

El ocio, como contrapartida del negocio, es el oscuro objeto de deseo de todo hombre (o mujer). Queremos disponer de nuestro tiempo para elegir la actividad que creemos más nos conviene o gusta. Esa natural aspiración al ocio debe sin embargo ser justificada. Uno ha de aspirar a hacer cosas, a ser alguien, a representar un papel, a emprender y desarrollar diversas actividades con sentido. La disolución que supone no hacer nada, no ser nada, es el preludio del caos, y contribuye a la destrucción y al consumo y no a la creación y la inversión. La sociedad lo debe todo a estas últimas, así que el ocio sibarita está mal visto. Quien dedica el tiempo solamente a entretenerse con juegos y solazarse en placeres es fácil y rápidamente calificado de frívolo y sucio.

Ser un vago, dedicarse a ocupaciones vagas, divagar, es feo, es malo, es apostar por el caos. La pereza es la madre de todos los vicios, de todas las decadencias amigas de la entropía universal.
Sin embargo divagar no es algo tan improductivo, bien pensado.

Lo que sucede es que quien puede sacar un fruto de la divagación tiene que haber acumulado previamente numerosos patrones, esto es, conocimientos y habilidades. Cuando llega la hora de divagar la mente del ilustrado y/o preparado conecta conocimientos hasta entonces separados y crea nuevos paradigmas.

No vayáis a pensar que he estado vagueando. Aunque puede que a partir de ahora lo haga, incluso si de ello no saco algo productivo.

miércoles, enero 03, 2007

The Rising


Una de Springsteen para ver si Germánico se anima a seguir. Come up for the Rising!