viernes, abril 27, 2007

¿Gana mucho Rajoy?

Espero que seáis discretos.

Según una confidencia que me llega, Mariano Rajoy está meditando la retirada. Con el fin de renovar la imagen, en el PP buscan caras nuevas y le han ofrecido el cargo a un joven y prometedor diputado orensano.

Bien, pues éste ha rechazado el cargo. Me han pasado la carta en la que expone sus motivos:

"Una vez recibida su amable invitación y considerando su promesa de mantenerme el mismo sueldo que a Mariano (que según acabamos de conocer son unos 112.000 euros brutos al año) me he puesto a buscar casa en Madrid (eso sí, sin vender la de Orense, que es una herencia familiar y le tengo cariño). Como el sueldo bruto que disfrutaré son unos 112.000 euros, una vez descontados IRPFs, SS y demás, me quedarán unos 61.600 euros netos al año, que divididos en 12 mensualidades, resultan 5.133 euros netos al mes, de los cuales podré utilizar (según todos los consejos en los bancos consultados) un 30% para pagar la hipoteca, es decir, 1.540 euros.

Una vez calculada la cuota realizo unos hábiles tanteos con el excel (me lo enseñaron a manejar en un curso de verano) y suponiendo una hipoteca a 20 años (lo que calculo que estaré en el gobierno, soy así de optimista) y 4,5% de interés (espero que no suba más), resulta una cantidad para el préstamo de 240.000 euros. Si le sumo 60.000 que tengo ahorrados, tengo un presupuesto de 300.000 euros y cuadra con el importe máximo recomendado para pedir el crédito (80%).

Con este presupuesto me he puesto a buscar en la web de buscadores inmobiliarios como idealista, en buenos barrios, cercanos al Congreso claro (Recoletos, Jerónimos, Almagro,...), que para eso voy a ser jefe de la oposición y en breve presi del gobierno (optimismo ante todo), y me he encontrado con que tengo para elegir sótanos interiores, bajos de 50 metros, estudios de 30 y alguna buhardilla en un 5º piso sin ascensor. Así que le he dicho a Mariano, que le agradezco la intención, pero mejor me quedo en Orense."

Me queda una duda: ¿Será que ganan poco los políticos o que tenemos montada una impresionante estafa piramidal en el sector inmobiliario gracias principalmente a todos los interesados en mantener el suelo urbanizable escaso y por ello a precios astronómicos?

Aprovecho la ocasión para darles envidia comentando que en breve comenzaré un puente-acueducto en el que permaneceré desconectado. Ustedes lo pasen bien.

miércoles, abril 25, 2007

Saltos de conciencia


De pequeño uno, de forma sui generis, cree en Dios. Siendo muy niño no existe la muerte, uno no es consciente de ella, y el cosmos infantil, reducido a unas pocas relaciones cotidianas con referentes claros y a un inmenso desconocido lleno de sorpresas, cual una gran chistera de mago cuyo mago uno imagina suspendido por encima del tiempo y el espacio, está pleno simultáneamente de misterio y coherencia. Cuando veo a mi hijo de dos años subiéndose donde no debe o llevándose a la boca cosas con las que podría atragantarse o intoxicarse no sé cómo explicarle que se puede morir. Me echo las manos al cuello, abro mucho los ojos acompañando esto de una mueca grotesca, y me tiro sobre el sillón como un saco, a plomo, quedando bien quieto unos segundos. “¡J*, te puedes morir!....¿lo entiendes?”. El niño me mira inocentemente y ríe....haciéndome reír a mi.

El otro día le descubrí matando hormigas. Las pisaba alegremente. Esto trajo a mi mente imágenes de mi infancia en las que yo también me deleitaba con matanzas de estos insectos. Sentía un poco de culpa, con esa empatía característica de nuestra especie, pues sabía que las estaba matando, y durante mucho tiempo me pregunté si sufrían. ¿Cuánto sufren los insectos? ¿Cuánto los perros, o los pájaros?. Entonces no comprendía que el dolor está relacionado con el desarrollo del sistema nervioso, especialmente con receptores, hormonas, neurotransmisores y sistemas específicos para el mismo. Una hormiga nunca sufriría como un ser humano, no podría, como no podría sentir empatía. Ni siquiera podría hablarse de un dolor o una consciencia, de sí o de otros seres, elementales. La película Hormigaz, en la que Woody Allen pone voz a una hormiga individualista y neurótica transmite una idea del mundo muy acorde con la inconsciencia infantil, muy antropocéntrica, en resumen, falaz. Las hormigas sufren y padece en nuestra imaginación. Resulta increíble que, pese a ser tan conscientes e individuales, sean capaces, en la película, de organizarse y comportarse tan disciplinadamente, realizando sacrificios inimaginables en un ser humano, que el socialismo alabaría. Pero las incongruencias de este “sistema del mundo” centrado en el actor y en sus delirios geométricos, en sus afanes perfeccionistas con arreglo a una perfección soñada, se aprenden cuando uno es ya mayor. Las películas Disney y todas las que se le parecen o pretenden parecérsele, son maravillosamente falsas. Edward O. Wilson, el gran naturalista, estudió como zoólogo y entomólogo las sociedades de hormigas. Llegó a la conclusión de que estas se comportaban como un organismo único. Y ello por no hablar de su simbiosis con las acacias de la selva tropical, que haría de este árbol y sus pequeñas habitantes un único organismo aún mayor y más complejo.

Pero volviendo a mi hijo y a nuestro antropocentrismo, quizá lograse inculcar en su primitiva e infantil mente (muy superior a la mía en cuanto a plasticidad y capacidad de aprendizaje, pero aún tierna y vacía de muchos contenidos que da la experiencia) la idea de la muerte propia, señalándole que le podía suceder lo que a las hormigas. “¡Te pasará lo que a las hormigas!”. El niño me mira inocentemente y ríe....y me hace reír otra vez.

¿Cuándo empecé yo a plantearme la muerte y a Dios de una forma más o menos consciente y, supuestamente, razonada?. No lo sé. Recuerdo, eso sí, que poco después de llegar a Madrid desde mi Valencia natal (tendría entonces 7 u 8 añitos) paseaba con mi padre por el boulevard de la calle Ibiza y le preguntaba insistentemente sobre cuestiones trascendentes. Hubo un momento en que tuve la osadía de plantear mi propia hipótesis infantil. Le dije que Dios tenía que existir porque, si todo tenía una causa, remontándonos hasta el principio, tenía que haber una causa inicial, una causa incausada, un creador. Me decepcionó y me halagó saber, por boca de mi padre, que esa era una de las “vías” de un tal Santo Tomás. Mi idea tenía poco de original, pero era mía, después de todo.

Más adelante, ya adolescente, me levanté una noche veraniega empapado en sudor: “dónde no hay nada no puede haber algo....¡claro!....luego si hay algo, no habiendo podido salir de la nada, tiene que haber sido siempre, la materia es eterna, siempre ha sido y siempre será”. Me resistía a negar la trascendencia, pese a mis tempranas lecturas de Nietzsche, acompañadas de una fe más ciega en el ateísmo que cualquier fe religiosa.

Tuve nuevamente una sensación agridulce cuando descubrí en la Sabiduría de Occidente de Russell que mi idea insomne era tan mía como de Parménides, un griego que vivió mucho antes de que Jesús fuera crucificado y comenzase nuestra era cristiana.

No sé si fue en aquel o en algún otro verano de adolescencia, de esos en los que manda el dios Eros, cuando unos chavales se ofrecieron en la piscina a mostrarnos cómo perder la consciencia. No recuerdo qué es exactamente lo que uno tenía que hacer antes de que le pusieran un dedo en la vena del cuello, pero yo lo hice y uno de los chavales puso su dedo en la vena.

Desde una sima oscura y profunda salí a la luz, era como si atravesara un túnel. Poco a poco una realidad luminosa, colorida y viva se presentó a mis ojos. Mis amigos y los chavales aquellos se reían. Estuve intentando ubicarme unos instantes. Me levanté del lecho de hierba fresca sobre el que había caído. Había nacido de la nada. Durante el corto espacio de tiempo de unos segundos no había estado en ninguna parte, no había sido. Había experimentado, si es que se puede decir esto, la nada.


“¿Qué importa Dios si al perder la conciencia uno deja de sentir y de ser?”.


Supongo que fue a partir de entonces que comencé a preguntarme más a menudo por la conciencia y por el yo. Unos pocos veranos eróticos después, las reflexiones sobre la muerte, la conciencia y el yo retornaban, cómo si las primaveras del amor, prolongadas en un estío ocioso, incitasen las mejores reflexiones sobre su opuesto, el sueño eterno. Tendría yo en torno a 18 años, y mi mayoría de edad me traía nuevas cuestiones a la mente. Una un poco prosaica, pero práctica, era la del carné de conducir. Tardé varios años desde que pensé en él hasta que lo tuve en la mano, pero la idea dio sus frutos, unos frutos, como siempre, inopinados. Me preguntaba cómo podía uno conducir con seguridad cuando nuestra consciencia pegaba tantos botes. Quizá la idea resulte un poco extravagante, pero a poco que nos observemos a nosotros mismos en el proceso de “sentir” el mundo nos daremos cuenta de que no hay continuidad, que la consciencia opera a saltos. Tienes una idea y una percepción y de pronto te asaltan otras. Cuando vuelves a las anteriores es como una caída.....caes en la cuenta. Te sorprende que por un momento hayas estado en otra parte. Hay una falla, una disrupción, un corte, te has tomado un kit kat. Decidí llamar a aquello “saltos de conciencia”, y me propuse escribir un relato corto –entonces que escribía relatos cortos- sobre ello. Jamás lo hice. Era incapaz de expresar aquello, y menos de forma literaria, pero me parecía tan evidente como (o más evidente que) las propias percepciones del mundo. Esa fatal falta de continuidad del yo (pese a la condena de que no cesa la actividad ni en el sueño) la asocié de inmediato a los distintos niveles de pensamiento (en esos términos pensaba yo entonces): mientras uno piensa una cosa hay otros pensamientos bullendo por detrás, que, si uno presta oídos al aparente silencio interior de la caja cerrada de su mente, afloran en forma de frases o imágenes sueltos. Detecté hasta 4 niveles de pensamientos en paralelo.

Entonces no sabía yo nada de neurociencias, pero muchos años después volví a comprender, leyendo sobre ellas, mi feliz falta de originalidad. Mi idea de los niveles de pensamiento se podía englobar en la más amplia y precisa del procesamiento en paralelo. Mi idea de falta de continuidad del yo dentro de las ideas más amplias y profundas sobre darwinismo neuronal y el pensamiento consciente como derivado de una estructura de redes cambiantes.

¿Cómo enseñar todas estas cosas a mi hijo?. Supongo que tendrá que descubrirlas solo. Y cuando descubra que ya otro las habían pensado sentirá una gratificante decepción. ¿Quién sabe?....quizá el tenga ideas nuevas.

viernes, abril 20, 2007

Un poco de Historia

Tras leer la intervención de Carlos en el blog de Chesk y, sobre todo, algunos comentarios a la misma, he pensado que a menudo no es solo la mala fé de algunos la causa del antisemitismo emergente sino también la ignorancia.

Por ello, he decidido poner mi granito de arena para mitigar aunque sea un poquito ese penoso condicionante en la visión que algunos tienen sobre el llamado "conflicto palestino". Veamos lo que muchos desconocen (porque algunos quieren que se desconozca) sobre los orígenes de tal conflicto:

La tierra de Palestina/Israel/Judea no fue nunca patrimonio de un pueblo en concreto. La región desde Siria a la península del Sinaí fue enormemente conflictiva desde los albores de la Historia. En aquel espacio tan limitado tuvieron cabida los cananeos (después llamados filisteos) y los hebreos (diferenciados en las 12 tribus, de entre las que predominó la de Judá -de ahí el apelativo de judíos- que después se extendió al resto en la denominación de los mismos).

Ya en tiempos inmemoriales, aquella tierra fue fuente de constantes disputas entre hititas y egipcios. Hacia finales del siglo X o principios del IX antes de Cristo, se produjo el movimiento de los llamados "pueblos del mar", que probablemente fue motivado por una serie de cambios climáticos (el CO2, ya sabéis) en el norte de Europa. Hubo desplazamientos de pobladores desde el norte hacia el sur, reflejándose esto en la penísula del Peloponeso (la actual Grecia) con la llegada de los pueblos Dorios. Mientras, en Palestina, se instalaron los Fenicios.

Lo cierto es que en aquellos tiempos y en aquellas tierras los israelítas fueron los únicos capaces de crear un reino. Saúl, David o Salomón no fueron reyes míticos (como los babilónicos), sino que su existencia parece fuera de toda duda. No obstante, es cierto que la historiográfía posterior se encargó de dotar sobre todo a los reinados de David y Salomón de un halo religioso místico y simbólico.

Desde la perspectiva histórica tampoco ofrece dudas afirmar que las disputas fueron constantes. De hecho Jerusalén fue asediada primero por las hordas de Nabucodonosor, después por Ciro I, y finalmente por Tito en el año 70 a. C. quien terminó con el reino israelita. Es entonces, probablemente, cuando surge la denominación de "Palestina", impuesta por los romanos en represalia por la resistencia judía a la romanización.

Tras la caída del Imperio Romano de Occidente las tierras del extremo oriental del Mediterráneo quedaron al amparo del imperio bizantino, que las mantuvo para sí hasta el siglo VII en que la expansión musulmana se las arrebató. Esto es, los árabes llegaron a Palestina alrededor de dos milenios después que los judíos.

El dominio árabe se extiende hasta el 1.099. Durante los dos siglos posteriores la posesión territorial se alterna entre cristianos y musulmanes hasta la definitiva derrota de los cruzados en el 1.291. A partir de ahí, el dominio musulmán (repartido entre árabes mamelucos y otomanos) se extiende hasta el fin de la primera guerra mundial.
Hagamos un alto a la exposición histórica. Como veis, en este asunto hablar de la propiedad de la tierra es un tema bastante complicado pues según lo expuesto los judíos fueron los primeros en instalarse en la misma. No obstante los palestinos remontan su origen al de los cananeos, cosa que es cierta también porque al igual que ocurrió en la península arábiga donde surgió el Islam, éste se nutrió de los pastores beduinos y sus creencias para conformar una fe unitaria. Así los cananeos en Palestina serían la base sobre la que se difundiría la nueva religión. Por tanto el mismo derecho tienen a día de hoy en sus reivindicaciones, judíos y palestinos.

Así lo entendió la comunidad internacional, que tras la derrota turca estableció el Mandato Británico con el objetivo recogido en la declaración de Balfour de crear un estado para estos pueblos. Durante el mandato británico (1920-1946) el territorio palestino se dividió en dos, la palestina oriental (más o menos la actual Jordania) y la palestina occidental (más menos actual Israel).

Tras la segunda guerra mundial, Gran Bretaña bajo los auspicios de la ONU comenzó el proceso de descolonización. En Palestina Oriental se creó un Estado Arabe, la actual Jordania. En Noviembre de 1947, la Asamblea de Naciones Unidas aprobó la partición de Palestina Occidental en dos estados, uno árabe y otro judío.

Si esto hubiera sido aceptado por los árabes, el estado palestino tendría hoy casi 60 años. Bien, el mismo día de la declaración de independencia de Israel, el mufti de Jerusalén declaró la guerra santa. El objetivo no era conseguir más o menos territorios, sino simplemente destruir el estado de Israel y aniquilar a los judíos. Tropas de Siria, Líbano, Jordania y Egipto atacaron Israel y los israelitas se defendieron ocupando los territorios desde los que se les atacó.
Tras la firma de un paz precaria, las políticas de hostigamiento contra el pueblo de Israel continuaron. En 1.967 Israel es atacada de nuevo. En su defensa, ocupa los territorios que servían de base para los ataques (el Sinaí y los altos de el Golán).
El siguiente intento de destruir Israel se dio en 1.973 con el ataque coordinado egipcio-sirio durante la festividad del Yom-Kippur. Tras la firma del correspondiente tratado de paz y el reconocimiento por Egipto del Estado de Israel, éstos devolvieron a sus dueños la península del Sinaí. Prueba de la voluntad negociadora del estado israelí, cuando el oponente quiere realmente negociar y no simplemente "echar a los judíos al mar".

El resto es más o menos conocido.

Aquí tenéis una presentación (no actualizada) donde se cuenta esta historia. Desde el punto de vista judío, eso sí, pero lo de la declaración de la ONU y demás os aseguro que no se lo inventan.
Nota: He picado algún dato aquí y otro allá. Algunos son de memoria. Si algún aficionado o experto en historia tiene algún comentario/corrección, será bienvenido.

jueves, abril 19, 2007

El mejor de los mundos posibles


¿Qué consecuencias de orden práctico podemos extraer de la disputa entre dos personas inteligentes acerca de la importancia de la fe en el desarrollo armónico de la sociedad?. Probablemente muy pocas.

Quien entienda los términos del debate se inclinará con mayor o menor fuerza hacia uno de los dos polos sin cambiar en exceso sus opiniones. Es posible que añadamos algún nuevo dato a nuestro cuerpo de ideas, encontrándole un acomodo que no perturbe demasiado su coherencia interna.

Empero el asunto tratado por los dos polemistas son las consecuencias de orden práctico que se derivarían de la hipotética expansión del ateísmo o de la fe en un Dios único en la sociedad, lo cual no es un asunto baladí ni, desde luego, objeto de predicción sencilla y fiable.

Pese a tocar la tecla de la materia y el espíritu, se trata de cuestión muy distinta a la de la "sustancia" y el "accidente", a la de la "esencia" y la "apariencia", cuestiones estas últimas en las que podemos solventar el problema filosófico planteado dándole la espalda por fútil.

Da igual que exista o no exista sustancia detrás, lo que nosotros percibimos son los accidentes, y de que haya detrás o no una sustancia no derivamos ninguna consecuencia de orden práctico. Así lo expresa William James, hablando de una tiza:

"Todo lo que nosotros conocemos de la tiza es la blancura, frialdad, etcétera. Las sustancias son conocidas como un grupo de atributos que constituyen su único valor efectivo para nuestra experiencia actual. La sustancia se revela en cada caso por medio de ellos, sin los cuales ni siquiera sospecharíamos su existencia; y si Dios se guardara de enviárnoslos en un orden inalterado, aniquilando milagrosamente en un cierto momento la sustancia que los soporta, nunca notaríamos ese momento, porque nuestras mismas experiencias no se alterarían".

Si en la sociedad humana impera la fe, cabe suponer que el resultado será bien distinto a si impera el ateísmo. Aunque esto, como tantas otras cosas, es cuestión de grado.

Antes de abordar tamaña cuestión, que excede sin duda nuestras limitadas capacidades, vayamos al individuo y estudiémoslo como tal, en medio de la corriente de la existencia.

Jean Paul Sastre, ateo militante, proclamó en su panfleto: "El existencialismo es un humanismo" que nuestra responsabilidad es ilimitada, podría decirse infinita. No estamos en condiciones de permitirnos unas "vacaciones morales". El peso de las consecuencias de cada una de nuestras acciones caería sobre nuestros frágiles hombros de hombres "libres" (en un sentido existencialista y ateo del término, es decir: abandonados a su suerte en un universo indiferente).

No somos titanes, como Atlas, y no podemos soportar tamaño peso, tanta gravedad sobre nuestra flaqueza. No es además un castigo de ningún todopoderoso dios que pudiera darle algún sentido.

Así, nuestras acciones en el mundo y sus consecuencias directas e indirectas, inmediatas y futuras, son de nuestra entera responsabilidad y no cabe el expediente de tomar unas "vacaciones morales", pues ningún dios ni ninguna tabla de la ley garantizan el orden cósmico, y todo depende de nosotros mismos.

Puede que ante esto declinemos toda responsabilidad. El ateo sencillo cortaría el nudo gordiano, pues no querría perder su escaso tiempo en la eterna e inútil labor de deshacerlo.

Con ello las "vacaciones morales" serían perpetuas, y atormentadas, o, como diría un demonio de Dovstovieski: "si no hay Dios, todo vale".

Enrabietarse y rebelarse contra un dios puede servir de algo, contra el azar y la necesidad es una pérdida de tiempo.

Llegamos de esta forma a la importancia de la fe en nuestras vidas. Un orden moral superior, externo a nosotros, otorga un sentido y una tranquilidad a nuestra ya de por sí inquieta alma. Serían como las "vacaciones morales" del buen estudiante frente al malo. El bueno descansa y se entrega a su ocio, el malo tiene mucho tiempo libre pero se debate entre perderlo lamentablemente o llenarlo con obligaciones y labores que no le satisfacen en absoluto.

James, desde su filosofía pragmática(*), nos orienta acerca de esto:

"Si las ideas teológicas prueban poseer valor para la vida, serán verdaderas para el pragmatismo en la medida en que lo consigan. Su verdad responderá enteramente de sus relaciones con las otras verdades que también han de ser conocidas…..La verdad es el nombre de cuanto en sí mismo demuestra ser bueno como creencia y bueno también por razones evidentes y definidas….si hubiera otra vida realmente mejor que esta y si existe alguna idea que , si la admitiéramos, nos ayudara para mejor orientarnos en la vida, entonces sería realmente mejor para nosotros creer en tal idea, a menos, indudablemente, que la creencia en ella entrase en conflicto incidentalmente con otras ventajas vitales mayores".

Hablando de la contraposición entre materialismo y espiritualismo dice lo siguiente:

"El materialismo explica los fenómenos más altos por los más bajos y abandona los destinos del mundo a merced de sus fuerzas y elementos más ciegos. En este amplio sentido de la palabra es en el que el materialismo se opone al espiritualismo o teísmo. Las leyes de la naturaleza física son las que hacen moverse las cosas, dice el materialismo. Las producciones más altas del genio humano podrían calcularse por quien tuviera un conocimiento completo de los hechos, aparte de sus condiciones fisiológicas, sin considerar si la Naturaleza existe sólo en nuestro espíritu, como pretenden los idealistas, o no.

En todo caso, nuestro espíritu habrá de advertir el género de Naturaleza que es y anotarlo como operando a través de las ciegas leyes físicas. Tal es la contextura del materialismo actual, que debería ser llamado naturalismo. Contra él levántase el teísmo, o lo que en un sentido más amplio puede denominarse espiritualismo. El espiritualismo dice que la mente no solo atestigua y anota los hechos, sino que también actúa y opera con ellos, es decir, que el mundo es guiado, no por sus elementos inferiores, sino por los superiores.

Tratada esta cuestión como lo es corrientemente, apenas es algo más que un conflicto de preferencias estéticas. La materia es grosera, tosca, rastrera; el espíritu es puro, elevado, noble; y puesto que está en consonancia con la dignidad del Universo conceder la primacía a lo que parece superior, debe afirmarse el espíritu como principio directivo….

Nada afectaría al pasado del mundo si lo juzgamos producto de la materia o si pensamos que su autor es un espíritu divino….Terminada la comedia y bajado el telón, no se mejora esta por llamar genio al autor, como no es peor porque se le considere un mal escritor….el debate entre el materialismo y el teísmo resulta perfectamente inútil e insignificante…la mayoría de los hombres, de una manera instintiva, y los científicos, deliberadamente, no atienden a las disputas filosóficas que no entrañen alguna consecuencia futura…consecuentemente, en cada debate metafísico genuino se implica siempre algún resultado práctico, no obstante lo abstracto que ese debate pueda parecer. Para darnos cuenta volvamos a nuestra cuestión y coloquémonos esta vez en el mundo en el que vivimos, en el mundo que tiene un futuro, que se haya todavía en desarrollo mientras hablamos. ….la filosofía no es sólo prospectiva, es también perspectiva y después de hallar lo que el mundo ha sido, hecho y producido, queda todavía por preguntarse: ¿Qué promete el mundo?.....Teísmo y materialismo, tan indiferentes cuando se consideran retrospectivamente, apuntan, cuando los consideramos en perspectiva, a diferentes manifestaciones de la experiencia. …para el materialismo evolucionista con el hombre desaparecerán los frutos de su pensamiento. La inquieta conciencia que en este oscuro rincón ha roto durante un breve espacio de tiempo el resignado silencio del Universo, volverá a reposar.
La materia no tendrá conciencia de si misma más tiempo. Los monumentos imperecederos, los hechos inmortales, la muerte misma y el amor, más fuerte que la muerte, serán como si no hubieran existido. Nada de lo que existe será mejor o peor por mucho que haya sido el genio, el trabajo, la constancia y el sufrimiento del hombre para efectuarlos a través de edades incalculables….Este absoluto naufragio y tragedia final, pertenece a la esencia del materialismo científico tal como hoy se le entiende…la verdadera objeción al materialismo no es positiva, sino negativa…desdeñamos el materialismo por lo que NO es: ni una permanente garantía de nuestros más ideales intereses ni un cumplimiento de nuestras más remotas esperanzas. La noción de Dios, por el contrario, aunque no aparezca con tanta claridad como las nociones matemáticas…tiene al menos superioridad práctica sobre ellas, al garantizar un orden ideal que debe ser conservado de un modo permanente…la tragedia es solamente provisional y parcial, y el naufragio y la disolución nunca son absolutamente finales
".

¿Qué pasa entonces cuando en las sociedades humanas se expande el "virus de la fe" o el "virus del ateísmo"?.

Entre las personas con un cerebro bien amueblado quizá no tenga una gran repercusión en su comportamiento que sean creyentes o descreídos. Estas personas tendrán una conducta ordenada y decorosa en cualquier caso. Pero entre el común de los mortales la ausencia de fe es un cántaro vacío que debe ser llenado con experiencias y gratificaciones inmediatas, incluso en el terreno intelectual. Así, las verdades y los valores que la moda imponga adquirirán relevancia porque no habrá un punto de referencia moral sobre el que medirlas, con el que contrastarlas. La vida es un carpe diem perpetuo y adaptarse al medio social e intelectual del momento un imperativo.

"Nada de lo que existe será mejor o peor por mucho que haya sido el genio, el trabajo, la constancia y el sufrimiento del hombre para efectuarlos…", no merece la pena levantar los brazos para nada que no sea el placer.

Autores como Pinker pueden permitirse un sobrio escepticismo, y otros como Dawkins uno beligerante, como personas muy formadas y extraordinariamente lúcidas que son. Pero la simplificación de sus ideas es inevitable, igual que fue inevitable la simplificación de las ideas de Darwin y Spencer que llevó al darwinismo social nazi. De lo que digan quedará lo más simple, y de su escepticismo quedará un poso de certeza en la opinión de la gente, una fe en el ateísmo, que solamente puede llevar a la fórmula del demonio de Dovstovieski, puesto que la moral de estos autores es demasiado elevada y racional para calar en el sentir de la gente. Podrá llegar en un futuro no muy lejano algún mediocre, alguien sin una gran valía pero con suficiente talento oratorio, un histrión con habilidades escénicas, que encandile a una gente escéptica (en el mal sentido del término) y desencantada con alguna verdad de nuevo cuño, y que guíe a su sociedad hacia algún nuevo mundo para crear hombres y mujeres nuevos. Al final reinará la arbitrariedad del tirano.

Claro está que también el virus de la fe tiene serios peligros si se expande por la sociedad. Se coacciona mejor desde ella. Fíjense si no en el mundo musulmán, donde la coacción es la forma de interacción recurrente, tanto en su interior como en su trato con el exterior, así como en el pasado de nuestra Santa Madre Iglesia.

Creo (y perdóneseme la expresión) que lo mejor para la sociedad humana es que exista un equilibrio entre esas dos fuerzas, entre el materialismo y el espiritualismo, que ninguna desborde a la otra, que se produzca entre ellas un enfrentamiento incruento, una dialéctica fructífera, que se miren la una a la otra con sospecha, con escepticismo. Mientras no exista coacción por ninguna de las partes, mientras ninguna alcance más poder del que le corresponde abusado de la propaganda y el proselitismo, todo irá bien y el nuestro será "el mejor de los mundos posibles".
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(*)-El término pragmatismo, que sirve para entender un poco la filosofía pragmática "se deriva de la palabra griega pragma, que quiere decir acción, de las que vienen nuestras palabras práctica y práctico. Fue introducido en la filosofía por Mr. Charles Peirce, en 1878…Peirce, después de indicar que nuestras creencias son realmente reglas para la acción, dice que para desarrollar el significado de un pensamiento necesitamos determinar que conducta es adecuada para producirlo: tal conducta es para nosotros toda su significación. Y el hecho tangible en la raíz de todas nuestras distinciones mentales, aunque muy sutil, es que no existe ninguna de éstas que sea otra cosa que una posible diferencia de práctica. Para lograr una perfecta claridad en nuestros pensamientos de un objeto, por consiguiente, necesitamos sólo considerar que efectos concebibles de orden práctico puede implicar el objeto; que sensaciones podemos esperar de él y que reacciones habremos de preparar. Nuestra concepción de tales efectos, sean inmediatos o remotos, es, pues, para nosotros, todo nuestro concepto del objeto, si es que esta concepción tiene algún significado positivo". William James. Pragmatismo. Biblioteca de filosofía. Ediciones Folio.

miércoles, abril 18, 2007

Mirando hacia atrás sin ira

El amigo Teodoro nos mete en un embolao (meme, lo llaman) del que procuraremos salir lo más airosos posible. A ello:

Hace diez años: Que puntería. Haciendo cálculos, resulta que en Abril del 97 acabábamos de concluir la mudanza de nuestra última vivienda en alquiler a la primera en propiedad. Como "teniamos pocas cosas" (eso parecía), nos apañamos abusando de las amistades, especialmente de A. cuyo hermano tenía una fregoneta de buen tamaño. Al concluir era semana santa, así que dejamos las cajas y los bultos desperdigados y nos fuimos de vacaciones. Hubo una habitación en la que las cajas y bultos duraron más de un año, para desesperación de mi pareja. A los que hayan vivido una mudanza, no les digo nada. A los que no, recordarles que según un proverbio chino, una mudanza equivale a dos incendios. En cuanto al curro, no hace mucho que había vuelto a la empresa en la que todavía sigo. No recuerdo nada reseñable de por entonces.

Hace cinco años: En Abril de 2.002 estaba currando en un pueblo manchego dirigiendo la puesta en marcha de una novedosa central eléctrica. Probablemente la etapa laboral más agobiante que haya tenido. El stress me salía por las orejas y acabé físicamente resentido por las jornadas interminables durante 6 ó 7 días a la semana. Vida personal: Inexistente.

Hace un año: Desde navidades del 2.005, el sector (energías renovables) está muy parado (en la práctica, no en las bocazas de políticos y ecolojetas), pues circulan borradores con cambios en la legislación que comprometen o favorecerían la viabilidad de los proyectos. A falta de trabajos reales, por suerte abundan los estudios y comienzo a investigar las posibilidades de nuevas formas de aprovechar la energía solar. Vida personal: confortable y rutinaria.

Ayer: Continua sin salir la legislación que se anunciaba un año atrás así que el sector (en la práctica, repetimos) sigue parado. Afortunadamente en la empresa las cosas no van mal, pero a base de tener al 90% del personal ocupado en proyectos en el extranjero. Quitando alguna labor ocasional de apagafuegos, yo sigo con mis investigaciones. Ayer fue un día tranquilo. Vida personal, sin cambios.

Hoy: Un poco más de movimiento pues estoy enviando a un cliente un estudio que acabo de concluir. Luego, toca poner lavadora. Espero que funcione.

Cinco canciones que me sé la letra: Me aprendo letras de canciones con gran facilidad. Y puedo recordarlas después de años sin oirlas. Venga, van cinco ejemplos, de producto nacional, eso sí: Ayatollah! (Siniestro Total, de sus primeros discos, creo que me las sé todas); Buena Chica (Secretos, de Enrique Urquijo podía poner cualquiera); Nuclear sí (Aviador DRO, jeje); Jesucristo García (Extremoduro, de lo mejor de los últimos años); Chica de ayer (Nacha Pop, ésta la comparto con Teodoro y si hace falta nos marcamos un dueto).

Cinco lugares ideales para visitar: Que desconozca, muchos, pero luego igual no son tan ideales, así que me limitaré a lo conocido: Isla de la Gomera (u otra de las Canarias), Isla de Sao Miguel (Azores), Salamanca, Washington, Estocolmo.

Cinco comidas: Jaja, aquí si que acabaría primero poniendo cinco que no me gusten. Venga: Paella (amb garrofó, millor), Cocido (madrileño, pero también montañés o puchero canario), Cochinillo asado (festín de grasa), Croquetas (mejor, las mías), Fabes con almejas.

Cinco juguetes favoritos: Lamentablemente juguetes no gasto. Juegos, en todo caso y menos de lo que me gustaría. La pocha (pese a quien pese, el juego de cartas más inteligente); Risk; Monopoly; Wargames (en especial le dediqué muchas horas a uno basado en el desembarco aliado en Sicilia); bueno, y aunque no use consolas, si pillo un Tetris puedo engancharme.

A estas alturas es difícil reenviarlo. Si alguien pasa por aquí y lo quiere, que lo haga suyo. Prometemos no chivarnos a la SGAE.

martes, abril 17, 2007

¿Se acaba el petróleo?


Uno de los latiguillos recurrentes de los ecolojetas, antes incluso del surgimiento de la neoreligión del cambio climático, es el grito de "se acaba el petróleo". Como tal recurso fósil el petróleo (y el gas y el carbón) son finitos y por ello su duración limitada. Se trata pues de recursos valiosos que hay que utilizar con cabeza y no despilfarrar. Hasta ahí estamos de acuerdo, pero antes de gritar conviene conocer algunos fundamentos básicos que a pesar de su sencillez, nunca se explican. Así nuestra toma de decisiones será racional y no emocional.

A menudo escuchamos frases como "queda petróleo para 20 (ó 50 ó 100) años", con una heterogeneidad pasmosa en cuanto a las cifras manejadas. Hay algunos que pretenden dar un baño científico a su aseveración y añaden una coletilla del tipo "a los ritmos actuales de consumo". Esta aclaración está bien, pero no basta. La fórmula para el cálculo de la duración del petróleo es evidentemente tan simple como un cociente entre el petróleo total que hay (numerador) y el consumo anual (denominador). El denominador es una cantidad conocida (más o menos) así que la incertidumbre viene dada por el numerador. ¿Cuanto petróleo "hay"?

Aquí es donde conviene saber de qué estamos hablando:

El mero conocimiento y cuantificación de la existencia de materias energéticas no significa necesariamente que éstas se puedan emplear para la obtención de energía útil. Para ello, además tiene que ser técnicamente posible su explotación y económicamente rentable la misma, es decir, que los costes de extracción sean inferiores a los precios del mercado. Asimismo, es preciso que la energía útil que se obtenga del recurso sea muy superior a la consumida en su extracción y transformación. Las cantidades de materia energética que cumplan todos estos requisitos se denominan reservas, que pueden aprovecharse para su transformación en energía útil en condiciones económicas rentables.

Al resto de las cuantificadas se la denominan recursos. La proporción de recursos que pasan a ser reservas, sin descubrirse nuevos yacimientos, aumenta a medida que se abaratan técnicamente los costes de explotación, o bien porque en el mercado alcanzan un mayor precio. Un ejemplo clásico es el del crudo del Mar del Norte. Sus yacimientos eran conocidos pero no se explotaban. La fuerte elevación de los precios del petróleo en 1973 provocó que el crudo del Mar del Norte dejase de considerarse únicamente recurso para pasar a ser reserva.

Si en el numerador de la fórmula comentada arriba ponemos solo la cantidad actual de reservas, la cifra resultante de la fórmula será baja. Si incorporamos recursos conocidos, la cifra sube (y es lógico, la escasez conllevará subidas de precio y paso de recursos a reservas). Si además añadimos como recursos yacimientos aun no descubiertos, la cifra sube más aunque sea a costa de la bola de cristal.

Y hay otro factor: Existen yacimientos de recursos petrolíferos (no de petróleo) perfectamente identificados pero cuya explotación económica no es en absoluto rentable. Hablamos de petróleos extrapesados, arenas asfálticas (tar sands) y pizarras oleosas (oil shales), actualmente no utilizados, pero que podrían serlo en un escenario económico de precios al alza. Si añadimos estos posibles recursos al numerador, los años resultado de nuestra fórmula se disparan.

Un ejemplo histórico son las pizarras bituminosas de Puertollano, utilizadas durante la autarquía franquista de postguerra como fuente de productos petrolíferos. Son el origen del complejo industrial posterior. Si viajáis en AVE, al salir hacia el sur de la estación de Puertollano podéis ver a la izquierda una pequeña montaña claramente artificial. Son las escorias sobrantes de las explotaciones de aquellos años.

Si el precio del crudo aumenta (el precio real, no el especulativo), quizá un día se vuelvan a utilizar. O quizá esto no ocurra nunca, pues no resulten rentables frente a otras fuentes energéticas renovables.

En fin, evitemos el despilfarro, no abusemos de los recursos no renovables, pero no caigamos en el alarmismo gratuito. Verdes, sí, pero verdaderos.

Sobre el carácter intrínsecamente ligado a la economía de las labores mineras tengo una anécdota que quiero contaros (si habéis llegado hasta aquí). Cuando sube el precio de una materia prima, es posible que una explotación que se había abandonado por la baja ley (concentración) de su mineral vuelva a resultar rentable. En una conferencia al respecto en Buenos Aires, un catedrático español se dirigió al auditorio en estos términos: "El mejor negocio hoy día en este campo es coger una mina abandonada y explotarla". Las risas de los asistentes y el estupor del conferenciante fueron al parecer memorables. Dejo a nuestros estimados contertulios argentinos la explicación del caso, si fuera necesario.

lunes, abril 16, 2007

La reina de mi corazón



Grabado hace muchos años en un rústico radiocasete, en una sola toma y a dos guitarras, les presento este tema de Hermánico, que es precisamente el que tan bien canta. La calidad de sonido es pésima pero quería hacerles participes de nuestro arte extinto.

El clima, de cerca (no de lejos)

Los sábados por la noche en la 2 de Televisión Española se emite el programa de entrevistas "De Cerca", presentado por Baltasar Magro. En él se pretende dar voz a personas valiosas de diferentes ámbitos de una forma "cercana", haciéndoles explayarse acerca de sus conocimientos y particulares puntos de vista.

A veces, haciendo zapping, me paro ahí, y en alguna ocasión me he quedado enganchado a la entrevista. La última fue a la Doctora Oriol-Pibernat, Jefe de misión de los satélites meteorológicos de la Agencia Espacial Europea.

Baltasar quería sacar de ella un pronóstico sobre el cambio climático, e hizo lo que pudo a lo largo de la larga entrevista. Yo hice zapping porque no quería aburrir a mi visitante, mi fiel amigo informatiqueitor, y puse Telemadrid, donde había un documental sobre las Cañadas Reales, otrora lugar de paso del ganado lanar de la Mesta y ahora agradable vía para el paseo de los amantes de la naturaleza. Tras un corto intervalo pasé a Telecinco y su programa rosa, en el que aparecía alguno de los muchos personajes irrelevantes a los que tanto bombo se da, y luego volví de nuevo a la entrevista, siempre con permiso de mi paciente amigo, que a punto estaba ya de marchar.

Magro seguía insistiendo en el tema del calentamiento global. Se disculpaba tras hacer una pregunta sobre los satélites por volver a preguntar, nuevamente, sobre el cambio climático. La Profesora Oriol comprendía que lo único que se quería oír de ella era el "si quiero", disfrazado de "si creo", de los agoreros del juicio final.

Pero la Doctora Oriol se mantenía impertérrita, serena, científica, y llegó un momento en que instigada por el propio Magro terminó diciendo que el asunto del calentamiento global tenía mucho de moda, concretamente de moda periodística. El afán de titulares es en gran medida el que calienta el ambiente, la atmósfera intelectual que respiramos en estos momentos, igual que antes lo hizo la superpoblación o el agujero de la capa de ozono.

Siempre ha habido inviernos o veranos más o menos fríos o calurosos de lo "normal", el clima varía desde que la tierra es tierra. Oscilaciones menores como las que observamos hoy desde la tierra o desde el cielo (con grandes satélites) no nos permiten predecir el futuro del clima. La mayor cercanía del sol puede provocar el cambio, no tiene porque ser antropogénico.

Baltasar convirtió la entrevista en un desesperado interrogatorio sobre el cambio climático, cuando podía haberla orientado por derroteros menos sensacionalistas y más interesantes (para quien le interese la física de la atmósfera, claro). Claro que es posible que en mi zapeo me perdiese el grueso de la entrevista, la chicha, lo más interesante. Eso me pasa por zapear.

¡Que bonitas son las Cañadas Reales!.

domingo, abril 15, 2007

Kaskarov


Recuerdo haber jugado algunas partidas al ajedrez con mi hermano. Unas veces ganaba y otras perdía, y no sabría decir ahora en que proporción, pero sí que él, para picarme, me llamaba Kaskarov, porque, presuponiendo mi buen nivel, decía que iba a cascar.

Pues bien, ahora el genuino ajedrecista Kasparov ha aceptado un nuevo desafío ajedrecístico: dar mate a Putin. El peligro es que Putin le mate a él, que ya se sabe que este no se anda con tonterías.

¡Adelante valiente Kasparov!. Putin no es Deep Blue....es peor. Y tú eres un héroe trágico.

Analgesia

Estoy deseando que acabe este dolor, para sentir el placer de su ausencia.

Es un dolor persistente, agudo, abrasivo, en el empeine del pie.

Está localizado en un área difusa. Si intento fijarlo con el pensamiento en un punto se desplaza a otro adyacente. Se parece a las imágenes mentales de estructuras y conjuntos. Imaginemos un paisaje: si tratamos de centrarnos en una de las ramas de un árbol de pronto la imagen se descompondrá, se dispersará como un mandala. También se parece al agua. En su tensión superficial, provocada por su peculiar polaridad, toma distintas formas sin perder su esencia: es débil, pero no quebradiza, y en esa debilidad flexible reside su fuerza, que termina por erosionarlo todo. Gota a gota las más fuertes rocas se deshacen. Este dolor es simultáneamente inaprensible y conspicuo.

Me hago cosquillas, pues sé que los receptores del picor y los del dolor son los mismos. Pero esto alivia poco. Al rozar el pie con sábanas aún frías también me alivio. La sensibilidad a través de unos receptores interfiere en la de otros. Ocurre igual con la presión, con el roce.

Cierro los ojos e imagino un plano perfecto que corta mi pierna a partir de la rodilla hacia abajo. Me digo a mi mismo, me impongo a mi mismo, que no debo sentir nada por debajo del plano, que no existe el pie. El dolor desaparece por momentos, pero a costa de un esfuerzo mental grande. Al final derriba la muralla que interpuse entre él y yo, desborda el dique y lo inunda todo.

¿Pero que ficción es esa del plano?. El dolor está en mi cerebro, no en mi pie. El dolor no existe en el pie. El dolor es solamente la reacción química que se produce en mi cerebro a raíz de las aferencias que vienen del pie. El dolor lo experimenta mi cerebro, aunque yo lo siento a 1 metro y ochenta y seis centímetros de mi centro. Está en la otra punta de mi cuerpo, o debiera, pues lo siento allí, no aquí, y sin embargo…está aquí.

Quiero volver a la posición vertical, a mi andar bípedo. Quiero que la ingeniería precisa de mi extremidad vuelva a ser lo que era. Quiero caminar, seguir caminando…..y que cese este dolor.

jueves, abril 12, 2007

Pregnancia

Cuando percibimos formas tendemos a la concisión precisa, a la pregnancia. Esta viene definida por el diccionario de la RAE como la “Cualidad de las formas visuales que captan la atención del observador por la simplicidad, equilibrio o estabilidad de su estructura”.

“En una multitud de imágenes desordenadas e irregulares nos llaman más la atención las caracterizadas por su regularidad y orden” dice Eibl Eibesfeldt en su fundamental obra de Etología Humana.

Si nos muestras una figura geométrica incompleta tendemos a completarla con la imaginación, y si nos la muestran muy rápido la completamos ya en la misma percepción. También acentuamos los rasgos característicos: exageramos o compensamos características espaciales para aproximarlas al modelo ideal que tenemos en nuestra mente. “Todo ello incrementa el orden, la simplicidad y la perfección y esta tendencia al orden y a la pregnancia es tan intensa que llega incluso a implantar orden donde no existe….los niños ya en edad preverbal ordenan cubos de madera según su color, completan correctamente las partes recortadas de las figuras, y, en cambio, protestan cuando se completa incorrectamente una de las piezas que faltan…..Nuestra facultad para categorizar objetos vistos en el entorno se debe a la capacidad de formar buenas configuraciones. De esta manera formamos representaciones esquemáticas –esquemas adquiridos- de árboles, casas, hombres, perros, etc. Sin esta capacidad de orden no seríamos capaces de orientarnos en nuestro medio. Los niños ejercitan ya desde muy pequeños esta capacidad y se refieren, por ejemplo, a un Téckel como Guau Guau aún cuando antes sólo hayan visto otros tipos de perros. La percepción repetida de semejanzas permite reconocer estructuras invariantes y organizar esquemas perceptivos…la tendencia a la pregnancia se manifiesta también en las facultades cognitivas superiores del hombre. El amor cognitivo por el orden se refleja incluso en el comportamiento verbal”.

Se refiere Eibl Eibesfeldt al trabajo de S. Ertel sobre esta última cuestión, que cree que permite descubrir el lado siniestro en nuestra búsqueda de regularidades y geometrías de orden superior. Buscamos regularidades y orden en el discurso, tanto al elaborarlo y desarrollarlo como al escucharlo. Ello puede llevar a los excesos de los oradores y a la declinación de la responsabilidad y el aborregamiento en los oyentes. Si a esto le sumamos nuestra tendencia –también constatada por Eibl Eibesfeldt- a formar grupos tribales, a dividir el mundo en un “nosotros” y los “otros”, en buenos y malos, en griegos y bárbaros (como hacían, como es obvio, los griegos) en categorías en definitiva dicotómicas, enfrentadas entre sí (como el Dios y el Diablo del Maní fundador del Maniqueísmo), el resultado es el totalitarismo. El siglo XX lo experimentó con éxito……y puso a la humanidad al borde del mutuo exterminio de sus miembros, de la extinción.

Tendemos a dividir en categorías tales como noche/día, amor/odio, alto/bajo, sucio/limpio. El bien y el mal, el grupo propio y el ajeno, podrían considerarse casos particulares de esta tendencia perceptiva general.

Leamos los ejemplos puestos por S. Ertel de discurso con pregnancia, no se los pierdan porque se corresponden en una relación de perfecta identidad con los totalitarismos de antes y de ahora:

1) Mao Tse-tung: “El mundo camina hacia delante, el futuro es espléndido y nadie puede cambiar esa tendencia general de la historia”.

2) Hitler: “No nos vencerán militarmente ni nos aniquilarán económicamente ni nos podrán desmoralizar. Bajo ninguna circunstancia serán testigos de una capitulación alemana”.

3) Manifiesto Comunista: “Hasta ahora, la historia de toda sociedad es la historia de la lucha de clases”.

4) Mahoma, el profeta: “Fíjate en quienes pretenden distinguir entre Alá y sus enviados y dicen: “Creemos en unos y no en otros y queremos seguir un camino intermedio”. Quienes así hablan son los verdaderos incrédulos y para los incrédulos hemos preparado deshonrosos castigos”. “Los autores” –confirma Eibl Eibesfeldt-“crean sobre el escenario del pensamiento un orden riguroso, que excluye lo que no conviene y circunscribe la afirmación claramente y de forma polarizada contra los otros”.

Ertel contrapone a ese estilo de pensamiento y discurso otro más complejo y más matizado, del que también pone ejemplos. La diferencia fundamental entre ambos tipos de expresión está en palabras, en giros del lenguaje, en circunloquios. No es lo mismo decir “siempre” que “de vez en cuando”, igual que no es lo mismo decir “al parecer” que “sin duda alguna”. Se puede establecer un “cociente de dogmatismo” del discurso analizándolo en profundidad y viendo el uso hecho de los distintos tipos de palabras más “moderadas” o más “extremas”.

Lo único que me disgusta –aunque la verdad, no me sorprende en absoluto- es que el coeficiente de dogmatismo de los textos del genial Nietzsche es altísimo.

Claro que Nietzsche y Hitler eran tipos humanos bien distintos. ¿Se les puede igualar por el discurso?. Yo diría que no. Los que conocían al filósofo alemán en persona decían que era una persona muy sosegada y moderada, de costumbres más bien tranquilas, más propia de un filólogo, que es lo que él era, que de un político agresivo y simplón como era Hitler. Yo he tenido oportunidad de conocer a algún sabio despistado totalmente alejado del dogmatismo cuyos escritos son, en ocasiones, fuertes. Ni Nietzsche ni esta clase de sabios lucharían por el poder.

Otra cosa que me llama la atención es cómo los líderes totalitarios no eran, en el trato personal, necesariamente agresivos. Algunos alababan lo agradable del trato personal de Stalin, que llevó a la muerte y a la miseria a decenas de millones de personas. Un tipo simpático, un bobo, un payaso, un inane, llevado al poder, puede convertirse, subido a lomos de un Levitán estatal hipertrofiado, en un monstruo. Desvinculado de pagar por las consecuencias de sus acciones en la debida proporción, el líder no necesita siquiera ser agresivo, puede permitirse la afabilidad.

Esto me lleva asimismo a reflexionar sobre la complejidad e impersonalización de nuestra sociedad de masas. No es el contexto en el que evolucionó nuestro cerebro, de pequeños grupos humanos, en el que todos conocían a todos y respondían directamente ante la comunidad. Nuestro cerebro no está hecho para tomar decisiones que afecten a millones de personas. De alguna forma eludimos la responsabilidad ante nosotros mismos declarando que son “otros”, rebajándolos a la condición de traidores a nuestra causa, de irracionales, de enemigos del pueblo, de “judíos”, de occidental decadente (en el caso de nuestros enemigos islámicos) de locos o de lo que sea. De “bárbaros” en definitiva.

Es curioso que esta distinción entre griegos y bárbaros era originariamente no marcadamente peyorativa. Aunque los griegos clásicos estaban muy pagados de sí mismos (tenían sus “razones” para ello, ellos, que inventaron, o mejor sería desarrollaron, el discurso racional y científico), y miraban un poco por encima del hombro a los persas (pese al poder de estos, que luego Alejandro reveló aparente) no tenían una idea de bárbaro como la que ahora tenemos, pasada la decadencia y caída romana.

Buscamos orden, y ello nos lleva a buscar certidumbres. Algunos nos ofrecen certidumbres en el mercado de las ideas. Debemos rechazarlas. Pero en épocas convulsas, provocadas por cosas tales como una hiperinflación, existe el peligro de que nuestros oídos hambrientos dejen de escuchar ya los matices, y, por una cuestión elemental de supervivencia, escuchen las palabras de los falsos profetas.

Dedicado a Berti, liberal de primera y orgullo de nuestra cultura.

miércoles, abril 11, 2007

Cerebro en una botella


Bryan Kolb y Ian Q. Whishaw nos cuentan en su libro “Cerebro y conducta” la ingenua interrogación de su amigo Harvey sobre lo que sucedería con su cerebro si lo depositasen, tras morir su cuerpo, en un frasco con los nutrientes adecuados.

¿Podría comunicarse con los demás a través de señales eléctricas?. ¿Conservaría su ser, su consciencia, sus pensamientos, su inteligencia?...

La respuesta, por muy dolorosa que sea, es no. Y no sólo por las dificultades técnicas del embotellamiento del órgano. Como Kolb y Whishaw señalan, su amigo pensaba en el cerebro no cómo un órgano ubicado dentro de un cráneo, sino como aquello que ejerce el control de la conducta. ¿Nos la podemos ingeniar –se preguntan- para conservar lo que ejerce el control sobre nosotros mismos dentro de una botella?.

El cerebro está conectado al resto del cuerpo, del que recibe todas las aferencias sensoriales y al que envía todas sus eferencias motoras, no es independiente del cuerpo del mismo modo que el alma no está separada tampoco del mismo. El fantasma en la máquina quizá pudiera ser un cerebro en una botella, o en silicio, pero el cerebro humano, producto vivo de la evolución, adaptación compleja al medio externo pero también al medio interno del organismo, no.

“Lo que Harvey quería probar en el experimento cerebro en una botella era si su cerebro podía mantener una conducta inteligente en ausencia de las sensaciones y los movimientos que aportan las conexiones del encéfalo con el resto del cuerpo”.

Nos hablan Kolb y Wishaw de los estudios de Edmond Jacobson y Donald O.Hebb, en los años 20 y 50 del siglo pasado, respectivamente.

Jacobson se percató de que la ausencia de movimientos total es mentalmente imposible. Hay siempre movimientos, siquiera subliminales relacionados con nuestra actividad pensante: los músculos de la laringe se mueven cuando pensamos con palabras, y los ojos lo hacen cuando imaginamos una escena visual. Los sujetos a los que Jacobson entrenó en la relajación total experimentaron un “vacío mental”, como si el cerebro hubiese quedado en blanco. El nirvana, supongo.

Hebb deprivó sensorialmente a sujetos (voluntarios, claro), manteniéndoles en una cama en una habitación insonorizada, totalmente quietos y cubiertos sus brazos con cilindros que anulaban su tacto y los ojos con gafas translúcidas que les cegaban. Los voluntarios lo pasaron bastante mal, y muchos tuvieron alucinaciones, “como si sus cerebros estuvieran intentando crear de algún modo las experiencias sensoriales que habían perdido repentinamente”.

A partir de aquí Kolb y Wishaw concluyen que “el cerebro necesita una experiencia sensorial y motora continua para mantener su actividad inteligente”.

Pienso que las experiencias que se dan en las cercanías de la muerte, como la de flotar por encima del propio cuerpo o la de atravesar un túnel, quizá no sean más que alucinaciones producto de la deprivación sensorial progresiva.

La filósofa Manuela Lenzen nos expone en la revista Mente y Cerebro (Nº 10, Enero 2005) la idea de Holk Cruse, experto en biocibernética de la Universidad de Bielefeld, sobre el movimiento y el cerebro: “Sólo en relación con el control de los movimientos se hace necesario el pensamiento en los organismos complejos, y a la vez, sólo con ello se hace también posible”.

Cruse ha desarrollado una red neuronal artificial para imitar el comportamiento de acción-reacción de un hexápodo (un ejemplo es el insecto palo) con cierto éxito. Esto le ha servido para constatar la complejidad de elaborar una red que sea capaz de realizar movimientos complejos como los de las patas de un Jaguar o el brazo de un primate. Para estos últimos “el cuerpo ha de adquirir una imagen interior de su propia geometría. Sólo entonces puede acometer tareas que admiten diversas soluciones, entre las cuales hay que decidirse por una…..los organismos complejos utilizan el modelo que tienen de su propio cuerpo para el control de los movimientos. Si pueden activarlos sin tener que obrar enseguida, entonces el sistema reactivo se convierte en cognoscente. En vez de ejecutar inmediatamente una acción –en respuesta a una percepción- un organismo de este tipo puede primero representársela en el cerebro y evaluar las consecuencias…..no tendría que aparecer ningún módulo nuevo, ninguna central mental nueva en el cerebro de los organismos, para que éstos pudieran por fin hallarse en condiciones de hacer un alto en sus movimientos y reflexionar. Para ello bastaría una pequeña modificación de los sistemas preexistentes. En apoyo de tal propuesta se aducen diversas pruebas. En el córtex prefrontal del cerebro humano se activan las mismas regiones en la planificación de las operaciones y en su ejecución”.

También nuestras emociones, cimiento de nuestro sentir y por tanto en gran medida de nuestro pensar, se transmiten, se comunican, a través de movimientos del rostro y del cuerpo en general, que se reflejan en las neuronas especulares de los otros. Y así lo sensorial y lo motor se funden en un abrazo que une a las personas al tiempo que se unen en el cerebro de cada una de ellas.

“El modelo del cuerpo interviene también en la percepción y probablemente en a comprensión de los movimientos de los demás”.

¿Podemos meter un cerebro en una botella y esperar que se comunique con los demás, que sea una especie de mensaje con mensajero, de genio, en la botella?...¿podemos esperar que sienta algo, si no tiene cuerpo que sentir, y que piense algo, si no tiene laringe que articular, que vea algo si no tiene ojos que mover, en definitiva que haga algo si no tiene nada que mover?. La respuesta, ante lo expuesto, es no.

Y mientras escribo estas palabras, en “Saber Vivir”, de TV1, hablan de la enfermedad del Parkinson en su “día internacional” y alguien comenta algo de la película “Despertares”. En ella unos enfermos de una forma extrema de parkinson suscitada por un microbio patógeno, llevados a la parálisis total, despiertan muchos años después al tratarles un doctor con L-Dopa, un precursor de la dopamina. Recuerdo vagamente una escena: Robin Williams preguntaba a De Niro, después de salir este de su letargo, si había sentido algo. De Niro decía haber estado atrapado en una prisión. En dicha prisión tampoco podía pensar, solo sentir la claustrofobia. Pero algo de cuerpo le quedaba, no era un cerebro en una botella.

martes, abril 10, 2007

La economía de la naturaleza


Ecología indica el cuerpo de conocimiento relativo a la economía de la naturaleza –la investigación de las relaciones totales del animal tanto con su ambiente orgánico como inorgánico, que incluyen sobre todo su relación amistosa y hostil con aquellos animales y plantas con los cuales entra directa o indirectamente en contacto-; en una palabra, la ecología es el estudio de todas las interrelaciones complejas a las que se refería Darwin como las condiciones de lucha por la existencia”.

Estas palabras, escritas por el zoólogo alemán Ernst Haeckel en 1870, tienen validez hoy. No es fácil mejorar esta definición de Ecología. Es, como señala Haeckel y como subtituló en su libro de texto el Profesor Robert E. Ricklefs de la Universidad de Missouri (de quien he tomado la cita de Haeckel y los datos que expondré en este post), la economía de la naturaleza.

Al analizar el ambiente natural es importante establecer categorías y fronteras nítidas entre estas. Categorizar es delimitar. Por ello, antes de adentrarse en el estudio de la Ecología, hay que distinguir claramente cuales son los distintos niveles de complejidad, estructura y funcionalidad, aunque se de un continuo entre ellos. Podríamos empezar por las partículas elementales: electrones, neutrones, protones (olvidemos las de vida corta y las aún más fundamentales, como los quarks), que constituyen el átomo, seguir con las moléculas, que resultan de la unión de dos o más átomos, pasar a las moléculas orgánicas complejas, los orgánulos, después a la célula, los tejidos, los órganos, los sistemas, los organismos y continuar hasta Gaia. Pero en ecología la unidad es el organismo y lo que interesa es la relación entre los organismos entre sí y con su ambiente físico y químico, por lo que partimos del organismo, sea este animal, planta, hongo, protista o bacteria (estos últimos unicelulares).

Tenemos pues organismos, poblaciones, comunidades, ecosistemas, biosfera y, para los más atrevidos, Gaia. Las poblaciones las constituyen los organismos de un mismo tipo, las comunidades grupos de distintos organismos en interacción en un hábitat determinado, los ecosistemas la interrelación de las comunidades internamente y con su entorno físico y químico, la biosfera la capa esférica de vida en relación con su medio que rodea la piedra de núcleo caliente que es nuestro planeta, y Gaia el conjunto de vida y ambiente como sistema complejo con sus propias características y su particular fisiología.

El análisis de un ecosistema es ya de por sí dificultoso, y requiere de la colaboración de muchos especialistas. Pero podemos apreciar la economía de la naturaleza, y su relación con la economía humana, analizando una parte de una comunidad.

Ricklefs nos pone un ejemplo maravilloso que es sumamente ilustrativo: el de las nutrias marinas californianas en su relación con los bosques de kelps y los erizos de mar.

En otra época la nutria marina se paseaba feliz de Japón a California. Supongo que estaba en ese “estado ideal” teóricamente primordial llamado “estado de naturaleza”. En su edén, en su nicho, la nutria se desenvolvía con la soltura de un predador en equilibrio ecológico con sus presas. Pero la felicidad no iba a durar eternamente, pues llegaron los perversos y codiciosos humanos en el siglo XVIII de una era que no era la suya, y se pusieron a cazarlas para hacerse con sus finas pieles y mercadear con ellas. Esto las llevó al borde de la extinción y la industria de las pieles se colapsó, por sobreexplotación de su recurso. Las nutrias empezaron a ser protegidas por la misma especie que las mataba (o, para ser precisos, por otros miembros de esa misma especie más benevolentes con ellas) y medraron nuevamente, llegando en la década de los 90 del pasado siglo a un nivel que sobrepasaba holgadamente el de riesgo de extinción.

Aunque las nutrias no tuvieron la debida consideración con nosotros, y su fastidiosa costumbre de alimentarse, como buenos gourmets, de orejas y erizos de mar y langostas espinosas retiró estos exquisitos manjares de los platos de nuestros Restaurantes. Esto hizo que la industria pesquera de la zona, que veía decrecer sus capturas, abominase de este predador por otro lado tan simpático y tratase indisimuladamente de quitarlo de en medio.

Pero la cosa no acaba ahí porque la nutria estaba desempeñando, sin quererlo ni saberlo, un papel importante en su ecosistema, el de salvador del Kelp. Este es un alga marina de gran tamaño que los humanos también usamos en nuestra economía para la fabricación de fertilizantes. Como resulta que los erizos de mar se comen a los kelps cuando son pequeños y no los dejan crecer, y la nutria se come a los erizos, la nutria está a sueldo de las empresas que fabrican fertilizantes para conservar los kelps, cobrando su sueldo en especie….salvándose como especie. Como se ve cada animalejo busca su interés y todos contribuyen al equilibrio de la comunidad y del ecosistema, y nosotros somos solamente otro animalejo que persigue su interés y se mete en medio de todas las comunidades y todos los ecosistemas, porque estamos en todas partes. Somos parte de la economía de la naturaleza, y esto se ve reflejado en nuestra economía, que se deriva sutilmente de ella.

lunes, abril 09, 2007

La venganza de la tierra


"La venganza de la tierra" parece el título de un Best-Seller de pseudociencia, escrito por algún payaso con ínfulas, más que el de la obra maestra de un científico maduro que reflexiona en alto sobre nuestro planeta. No sé si la Editorial le pidió un título exagerado, a modo de titular de prensa amarilla, o bien fue el propio autor el que lo eligió tras meditarlo largamente. "¿Cómo puedo llegar a mi público, que es todo el mundo, y nunca mejor dicho?". Hablo de Gaia, que es el mundo entero, y me dirijo al hombre, su poblador más consciente y dominante, su hijo pródigo, tentativo parricida, loco Calígula, que enfrenta sus tropas en batallas perdidas contra el inmenso e indiferente mar de la vida.

El fisiólogo de nuestro planeta, James Lovelock, nos avisa sobre un futuro árido. No ve alternativa al calentamiento global, pero habla de forma sosegada, escéptica, pese a su certidumbre, y amigable para con todos, sin buscar malos malísimos. Se le ve un poco contrario al mercado, si bien muy matizado, y pelín utópico al final del libro respecto a cómo debiera ser un mundo en armonía con Gaia, pero si está en lo cierto no tan desencaminado.

Su obra deberían leerla sin falta todos. Deberían leerla los primeros los que se consideren ecologistas y tengan la seguridad de que se avecina el fin de los tiempos, para tomar de ella sabiduría sobre cómo enfocar los cambios en nuestro uso de la energía. Parece que al menos los políticos de vía estrecha no se han molestado en leerlo, puesto que se han dedicado, liderados por una Alemania que nos quiere vender a todos sus molinos de viento (quijotada tecnológica) a apostar por energías alternativas de alto coste, enorme daño ambiental, y poca capacidad generadora. La reunión de los europeístas concluyó con la firma en favor de energías renovables. Falacia que incluye todas esas opciones descartadas por disparatadas por Lovelock. Francia es, de momento, el único país de nuestro entorno que ha comprendido por dónde hay que tirar en lo que a fuentes de energía se refiere, construyendo y usando centrales nucleares (de las que nosotros tiramos en horas bajas, pagando por ello).

Deberían leerla también los ecologistas escépticos, e incluso los políticamente escépticos, como hay tantos. Desgraciadamente la ciencia no ha sido un campo desintoxicado de política. Es natural que se desconfíe de todo lo que huela a verde, pues podría haber detrás una mala hierba, o una planta venenosa. El propio Lovelock critica el ecologismo político. Cierto es que cuando habla de que debemos hacer algo no puede evitar pensar en la ONU y demás organismos políticos internacionales, pues desconfía del mercado libre y cree aún en iniciativas comunes. Usa la metáfora de la 2ª Guerra Mundial para el Calentamiento Global: en el 38 nadie podía imaginar lo que se nos venía encima, y aún tratábamos de solucionar las cosas con apaciguamientos. Sin embargo nuestras medidas de paños calientes, de expedientes diplomáticos, no sirvieron entonces ni servirán ahora, y esta guerra declarada a Gaia, nuestra madre benevolente y despiadada, cual "buena" diosa, no la podemos ganar. Se avecina un cambio de equilibrio en su fisiología, y esto nos puede costar nuestra civilización, y hacer caer nuestro Imperio Romano tecnológico y postmoderno.

Sobre ese cambio del equilibrio aporta argumentos científicos relevantes y consistentes que debiéramos tener presentes los no creyentes de la fe del fin del mundo. Dejo a juicio del lector la evaluación de los riesgos. Yo, como buen escéptico y como persona consciente de su inconsciencia y de nuestro limitado conocimiento de las complejidades de Gaia, así como de nuestra incapacidad de anticipar futuros acontecimientos sobre sistemas de una complejidad muy superior a nuestras capacidades de entendimiento racionales, me inclino por considerar que no hay evidencia suficiente. Lovelock se muestras escéptico sobre muchos asuntos a lo largo del libro, especialmente sobre la capacidad de otros de prever el futuro. Pero incurre en una pequeña contradicción al aferrarse a su certidumbre y al hacer de agorero de la catástrofe climática.

Algo que este sabio, poco amigo del mercado como muchos otros sabios, no ha vislumbrado, es que este podría ser la solución. Siempre he considerado el intercambio libre, voluntario, como una prolongación de la naturaleza, de Gaia, en la sociedad humana. Igual que el lóbulo frontal del cerebro, donde reside nuestra racionalidad, tiene/es una representación en miniatura del resto del cerebro, el mercado tiene/es una representación fiel de nuestra interacción ecológica/económica con el entorno natural. Si no hay interferencias, los precios son los indicadores óptimos del estado de cosas en cada momento.

Para negar esta realidad se suele sugerir, generalmente, que el mercado es cortoplacista, que es como un Ifemo ciego buscando a nadie, que es una mano invisible que reparte bofetadas invisibles a su entorno. Pero la realidad es bien distinta. La ceguera aqueja más bien a la política, que se queda obsoleta aún antes de aplicarse. No hay más que ver cómo en nuestro país se han puesto de moda ideas políticas que, en el terreno filosófico y científico, se baten en retirada, como las de "igualdad" a golpe de decreto. Igual ocurre con la quijotada liderada por la Canciller alemana, responde a deseos y anhelos de votantes pasados y presentes no informados ni formados aún en las nuevas verdades. Por eso coincide la salida al mercado del libro de Lovelock con la locura verde de nuestros politicastros. Hay dos presentes que corren paralelos y no parecen estar conectados. Una realidad es la de los intereses, necesidades y los conocimientos derivados entre las personas, consideradas individualmente y otra bien distinta la de los intereses, necesidades y los conocimientos derivados entre los que ostentan el poder, que actúan como agentes públicos y apuntan a lo general, más abstracto, intangible y difícil de verificar.

El mercado es, primero de todo, absolutamente certero, si no se le interfiere, para reflejar el estado de cosas presentes a través del indicador de los precios. Eso no es poco, teniendo "presente" lo ignoto del futuro. Pero es que además el mercado está integrado por miles de millones de agentes que miran su propio futuro con precaución y prudencia, pues tienen mucho
que perder o ganar en sus jugadas. El que habla y actúa en nombre de todos no paga casi nunca por sus errores en proporción a sus consecuencias, de ahí que pueda permitirse un comportamiento irresponsable.

Si lo que hacemos es buscar al que mejor puede sondear el futuro, a quien mejor pondrá los medios para que este futuro sea mejor, a quien más se preocupará por el precio a pagar por
sus actos, hemos de mirar al individuo que labora y ahorra, no al individuo que gobierna y gasta.

Y habrá que mirar con especial atención al individuo empresario, al que lidia a diario con los costes, a quien percibe las dificultades, los obstáculos en el camino, no a quien se dedica a ponerlos. Cierto es que hay timadores que buscan ganancia inmediata a costa de un público mal informado y que se proclaman empresarios. Contra ellos ha de caer todo el peso de la ley. Pero este tipo de comportamiento no se le puede atribuir a un sector como el energético, o la industria del automóvil, por ejemplo, y menos aún al mercado en su conjunto, puesto que en un mercado bien entendido los agentes no actúan al unísono, son un coro de voces que si entra en armonía no es por un pacto tácito o explícito a priori, sino por la interacción que genera la propiedad emergente del propio mercado, con la punta de iceberg del precio.

A Lovelock le preocupa la fisiología de Gaia, y es natural. Pero no hay que olvidar que hay otro paciente enfermo del que todos comemos y a quien desde dentro queremos matar, que es el mercado. Su fisiología también importa. Si se le toma la temperatura, como se le toma a la tierra, se puede apreciar que también sube con la interferencia estatal. Todo es más caro, todo es peor, todos somos más pobres, los recursos son peor gestionados (los naturales, ¿cuales si no?) y Gaia se ve más amenazada. Si Lovelock hubiera estudiado la fisiología del mercado, en definitiva de la sociedad humana en sus diarias interacciones entre sí y con el medio, quizá hubiera descubierto una relación directa entre la acción estatal y las catástrofes climáticas que tan seguras ve cuando mira hacia delante en el tiempo.

miércoles, abril 04, 2007

¡Infelices Pascuas!

Creo que voy a hacer todo lo posible por amargarme este fin de semana laaaaaaargo, como homenaje a Paul Watzlawick.

¡Que ustedes lo pasen muy mal!, o, como por lo visto dicen en el Teatro para desear suerte a quien salta a la escena: ¡mucha mierda!.

Y recuerden: a la felicidad no se accede por caminos anchos y despejados de obstáculos.

La Biblia dice: "ganarás el pan con el sudor de tu frente". Lo que no aclara es que es el pan de la felicidad, el único que alimenta nuestras almas hambrientas de absoluto.

Jesús se crucificó en estas fechas tan señaladas por todos nosotros, ayudado por los judíos y los romanos ....y resucitó al tercer día según las escrituras. Murió para nacer a la vida eterna. La pasión precedió al ascenso a los cielos. Nosotros, más prosaicos, tenemos que pasar pequeñas penalidades para acceder al placer. Como dice mi padre: "no hay mayor placer que dejar de sentir un dolor de muelas".

Marco con "cruces" el calvario de días que me queda para superar los 33 años malditos de la muerte de Jesús y de la muerte de Alejandro Magno, arquetipos del Profeta y del Guerrero. Jesús fue el mayor conquistador de espíritus, Alejandro de territorios. Jesús destruyó los ídolos, Alejandro cortó el nudo gordiano. Jesús murió violentamente en la cruz después de una vida de paz, Alejandro murió de enfermedad o envenenamiento en la cama, después de una vida de guerra. Jesús sirvió para unir la tradición judía y la grecolatina, Alejandro unió los siempre opuestos occidente y oriente. Murieron jóvenes pero su obra perduró.

Dolor y lucha, Jesús y Alejandro, Watzlawick y el arte de amargarse la vida para ser feliz, o para reírse amargamente de quienes intentan en vano serlo.

lunes, abril 02, 2007

Vacunaciones en gatos.


A partir de algunos comentarios en éste y otros blogs amigos, ya sabía que algunos de los estimados contertulios que frecuentan estos lares aprecian la compañía felina, pero tras leer un mensaje de Pietra comentando que iba a llevas a vacunar a sus gatos, recordé un texto que preparamos mi mujer y yo hace algo más de un año para distribuir a nuestras amistades. Nosotros tenemos dos gatas, Nube y su hija Chiqui. Espero que os resulte de utilidad conocer esta triste historia:
"A Nube le ha aparecido un histiocitoma fibroso maligno (tumor) en la zona interescapular (tipo de fibrosarcoma) y ha habido que operarla, esperemos que nos dure pero el pronóstico de la enfermedad no es muy halagüeño (recaidas, anorexia, vómitos,..., posible invasión de ganglios linfáticos, complicaciones, duración). Buscando información sobre tratamientos y desconociendo qué pasos nos recomendarán seguir (radioterapia, quimioterapia), procurando estar informados para tomar una decisión razonable, encontramos una página de un sitio oficial de veterinaria alertando a veterinarios sobre la administración de vacunas en zona interescapular y aparición de fibrosarcomas, más difícilmente tratables en esa zona que si aparecen en otras.

Aseguran que la inmunidad que proporciona la vacuna trivalente se suele extender durante 3 años por lo que no conviene revacunar en periodos inferiores a dos años y nunca en la zona interescapular.

Nosotros hemos dejado de ponerle la antirrábica hace años por recomendación de una veterinaria anterior que trataba a las gatas y viendo que era altamente improbable (casi imposible) que se pudieran contagiar o ello supusiera un peligro sanitario, pero anualmente recibíamos recordatorios para seguirles vacunando de la leucemia y la trivalente y tendríais que ver su cartilla de vacunación atiborrada de sellos y etiquetas de vacunas.

Aparte del coste de la vacunación, resulta que era perjudicial para ellas. Mis gatas no tienen relación con otros animales, ni con fuentes de contaminación para contraer esas enfermedades (hecho que por supuesto he puesto en conocimiento de los veterinarios) con lo cual no se pueden contagiar y quizás incluso podría haberlas dejado sin vacunar toda su vida y no les habría pasado nada. Entiendo que los veterinarios quieran realizar (y cobrar) una revisión anual de nuestros animales domésticos, pero creo que había indicios ya de la relación entre vacunas y sarcomas (los estudios consultados en otros artículos datan de 1993) y los veterinarios que han tratado a mis gatas siempre se habían mostrado interesados en recomendar observar las posibles inflamaciones locales tras la administración de las vacunas (desde hace 10 años).

Estamos indignados. No sé si conocéis otros casos pero es muy doloroso ver que quizás se muera tu animal de compañía, con la longevidad que les podrían procurar nuestros cuidados, precisamente por vacunarles y tratar de protegerles. No sé si los casos son numerosos. Quiza como consumidores podemos hacer alguna fuerza, así que pienso conservar la cartilla con las vacunaciones y el diagnóstico de mi gata por si acaso.

Voy a intentar que mis veterinarios envíen cumplimentado el formulario de reacción adversa al medicamento a la Agencia Española del Medicamento (según se comenta en la web de avepa) y si no, lo haré yo mismo. Por supuesto, no pienso volver a vacunar a mis gatas con regularidad anual. Hay que aclarar el riesgo-beneficio de la vacunación de nuestros gatos caso a caso con los veterinarios."
Os cuento como va la cosa.

El tumor lo descubrimos en Agosto del 2.005. La operamos y comenzamos un tratamiento de quimioterapia (es una cosa sencilla, una vez al mes y sin efectos secundarios) que debía durar medio año. Tras finalizar las sesiones, parecía que estaba bien, aunque la vigilábamos porque estábamos advertidos de que era tremendamente probable que se reprodujera.

Efectivamente, en septiembre pasado volvió a salir un bulto sospechoso que le extirparon. Ya no se le puede administrar más quimio así que le damos unas pastillas que retrasan el crecimiento. A finales de febrero, apareció un nuevo bulto. Como seguía siendo muy superficial y, por tanto, operable, nuévamente ha pasado por el quirófano. Actualmente estamos preocupados porque tras tanta operación la piel está bastante dañada y no acaba de cerrar bien la herida.

La gata está bien, come bien, juega. Estamos hechos a la idea de que no durará mucho así que procuramos aprovechar el tiempo que le queda. En Marzo, ha cumplido 12 años.