“Ecología indica el cuerpo de conocimiento relativo a la economía de la naturaleza –la investigación de las relaciones totales del animal tanto con su ambiente orgánico como inorgánico, que incluyen sobre todo su relación amistosa y hostil con aquellos animales y plantas con los cuales entra directa o indirectamente en contacto-; en una palabra, la ecología es el estudio de todas las interrelaciones complejas a las que se refería Darwin como las condiciones de lucha por la existencia”.
Estas palabras, escritas por el zoólogo alemán Ernst Haeckel en 1870, tienen validez hoy. No es fácil mejorar esta definición de Ecología. Es, como señala Haeckel y como subtituló en su libro de texto el Profesor Robert E. Ricklefs de la Universidad de Missouri (de quien he tomado la cita de Haeckel y los datos que expondré en este post), la economía de la naturaleza.
Al analizar el ambiente natural es importante establecer categorías y fronteras nítidas entre estas. Categorizar es delimitar. Por ello, antes de adentrarse en el estudio de la Ecología, hay que distinguir claramente cuales son los distintos niveles de complejidad, estructura y funcionalidad, aunque se de un continuo entre ellos. Podríamos empezar por las partículas elementales: electrones, neutrones, protones (olvidemos las de vida corta y las aún más fundamentales, como los quarks), que constituyen el átomo, seguir con las moléculas, que resultan de la unión de dos o más átomos, pasar a las moléculas orgánicas complejas, los orgánulos, después a la célula, los tejidos, los órganos, los sistemas, los organismos y continuar hasta Gaia. Pero en ecología la unidad es el organismo y lo que interesa es la relación entre los organismos entre sí y con su ambiente físico y químico, por lo que partimos del organismo, sea este animal, planta, hongo, protista o bacteria (estos últimos unicelulares).
Tenemos pues organismos, poblaciones, comunidades, ecosistemas, biosfera y, para los más atrevidos, Gaia. Las poblaciones las constituyen los organismos de un mismo tipo, las comunidades grupos de distintos organismos en interacción en un hábitat determinado, los ecosistemas la interrelación de las comunidades internamente y con su entorno físico y químico, la biosfera la capa esférica de vida en relación con su medio que rodea la piedra de núcleo caliente que es nuestro planeta, y Gaia el conjunto de vida y ambiente como sistema complejo con sus propias características y su particular fisiología.
El análisis de un ecosistema es ya de por sí dificultoso, y requiere de la colaboración de muchos especialistas. Pero podemos apreciar la economía de la naturaleza, y su relación con la economía humana, analizando una parte de una comunidad.
Ricklefs nos pone un ejemplo maravilloso que es sumamente ilustrativo: el de las nutrias marinas californianas en su relación con los bosques de kelps y los erizos de mar.
En otra época la nutria marina se paseaba feliz de Japón a California. Supongo que estaba en ese “estado ideal” teóricamente primordial llamado “estado de naturaleza”. En su edén, en su nicho, la nutria se desenvolvía con la soltura de un predador en equilibrio ecológico con sus presas. Pero la felicidad no iba a durar eternamente, pues llegaron los perversos y codiciosos humanos en el siglo XVIII de una era que no era la suya, y se pusieron a cazarlas para hacerse con sus finas pieles y mercadear con ellas. Esto las llevó al borde de la extinción y la industria de las pieles se colapsó, por sobreexplotación de su recurso. Las nutrias empezaron a ser protegidas por la misma especie que las mataba (o, para ser precisos, por otros miembros de esa misma especie más benevolentes con ellas) y medraron nuevamente, llegando en la década de los 90 del pasado siglo a un nivel que sobrepasaba holgadamente el de riesgo de extinción.
Aunque las nutrias no tuvieron la debida consideración con nosotros, y su fastidiosa costumbre de alimentarse, como buenos gourmets, de orejas y erizos de mar y langostas espinosas retiró estos exquisitos manjares de los platos de nuestros Restaurantes. Esto hizo que la industria pesquera de la zona, que veía decrecer sus capturas, abominase de este predador por otro lado tan simpático y tratase indisimuladamente de quitarlo de en medio.
Pero la cosa no acaba ahí porque la nutria estaba desempeñando, sin quererlo ni saberlo, un papel importante en su ecosistema, el de salvador del Kelp. Este es un alga marina de gran tamaño que los humanos también usamos en nuestra economía para la fabricación de fertilizantes. Como resulta que los erizos de mar se comen a los kelps cuando son pequeños y no los dejan crecer, y la nutria se come a los erizos, la nutria está a sueldo de las empresas que fabrican fertilizantes para conservar los kelps, cobrando su sueldo en especie….salvándose como especie. Como se ve cada animalejo busca su interés y todos contribuyen al equilibrio de la comunidad y del ecosistema, y nosotros somos solamente otro animalejo que persigue su interés y se mete en medio de todas las comunidades y todos los ecosistemas, porque estamos en todas partes. Somos parte de la economía de la naturaleza, y esto se ve reflejado en nuestra economía, que se deriva sutilmente de ella.
Estas palabras, escritas por el zoólogo alemán Ernst Haeckel en 1870, tienen validez hoy. No es fácil mejorar esta definición de Ecología. Es, como señala Haeckel y como subtituló en su libro de texto el Profesor Robert E. Ricklefs de la Universidad de Missouri (de quien he tomado la cita de Haeckel y los datos que expondré en este post), la economía de la naturaleza.
Al analizar el ambiente natural es importante establecer categorías y fronteras nítidas entre estas. Categorizar es delimitar. Por ello, antes de adentrarse en el estudio de la Ecología, hay que distinguir claramente cuales son los distintos niveles de complejidad, estructura y funcionalidad, aunque se de un continuo entre ellos. Podríamos empezar por las partículas elementales: electrones, neutrones, protones (olvidemos las de vida corta y las aún más fundamentales, como los quarks), que constituyen el átomo, seguir con las moléculas, que resultan de la unión de dos o más átomos, pasar a las moléculas orgánicas complejas, los orgánulos, después a la célula, los tejidos, los órganos, los sistemas, los organismos y continuar hasta Gaia. Pero en ecología la unidad es el organismo y lo que interesa es la relación entre los organismos entre sí y con su ambiente físico y químico, por lo que partimos del organismo, sea este animal, planta, hongo, protista o bacteria (estos últimos unicelulares).
Tenemos pues organismos, poblaciones, comunidades, ecosistemas, biosfera y, para los más atrevidos, Gaia. Las poblaciones las constituyen los organismos de un mismo tipo, las comunidades grupos de distintos organismos en interacción en un hábitat determinado, los ecosistemas la interrelación de las comunidades internamente y con su entorno físico y químico, la biosfera la capa esférica de vida en relación con su medio que rodea la piedra de núcleo caliente que es nuestro planeta, y Gaia el conjunto de vida y ambiente como sistema complejo con sus propias características y su particular fisiología.
El análisis de un ecosistema es ya de por sí dificultoso, y requiere de la colaboración de muchos especialistas. Pero podemos apreciar la economía de la naturaleza, y su relación con la economía humana, analizando una parte de una comunidad.
Ricklefs nos pone un ejemplo maravilloso que es sumamente ilustrativo: el de las nutrias marinas californianas en su relación con los bosques de kelps y los erizos de mar.
En otra época la nutria marina se paseaba feliz de Japón a California. Supongo que estaba en ese “estado ideal” teóricamente primordial llamado “estado de naturaleza”. En su edén, en su nicho, la nutria se desenvolvía con la soltura de un predador en equilibrio ecológico con sus presas. Pero la felicidad no iba a durar eternamente, pues llegaron los perversos y codiciosos humanos en el siglo XVIII de una era que no era la suya, y se pusieron a cazarlas para hacerse con sus finas pieles y mercadear con ellas. Esto las llevó al borde de la extinción y la industria de las pieles se colapsó, por sobreexplotación de su recurso. Las nutrias empezaron a ser protegidas por la misma especie que las mataba (o, para ser precisos, por otros miembros de esa misma especie más benevolentes con ellas) y medraron nuevamente, llegando en la década de los 90 del pasado siglo a un nivel que sobrepasaba holgadamente el de riesgo de extinción.
Aunque las nutrias no tuvieron la debida consideración con nosotros, y su fastidiosa costumbre de alimentarse, como buenos gourmets, de orejas y erizos de mar y langostas espinosas retiró estos exquisitos manjares de los platos de nuestros Restaurantes. Esto hizo que la industria pesquera de la zona, que veía decrecer sus capturas, abominase de este predador por otro lado tan simpático y tratase indisimuladamente de quitarlo de en medio.
Pero la cosa no acaba ahí porque la nutria estaba desempeñando, sin quererlo ni saberlo, un papel importante en su ecosistema, el de salvador del Kelp. Este es un alga marina de gran tamaño que los humanos también usamos en nuestra economía para la fabricación de fertilizantes. Como resulta que los erizos de mar se comen a los kelps cuando son pequeños y no los dejan crecer, y la nutria se come a los erizos, la nutria está a sueldo de las empresas que fabrican fertilizantes para conservar los kelps, cobrando su sueldo en especie….salvándose como especie. Como se ve cada animalejo busca su interés y todos contribuyen al equilibrio de la comunidad y del ecosistema, y nosotros somos solamente otro animalejo que persigue su interés y se mete en medio de todas las comunidades y todos los ecosistemas, porque estamos en todas partes. Somos parte de la economía de la naturaleza, y esto se ve reflejado en nuestra economía, que se deriva sutilmente de ella.
6 comentarios:
Las nutrias han ido separeciendo no sólo por la caza indiscriminada, sino también por la contaminación de los ríos. A ellas, les gustan las aguas limpias.
Una grata noticia saber que su supervivencia tiene mejores perspectivas que antaño, sea por las algas Kelp o por los cojones de Mahoma, tanto da....el caso es que hay que protegerlas y asegurar su continuidad en el planeta.
Un saludo.
jejeje...por los cojones de Mahoma dudo que se preservase nada bueno.
Es un bonito ejemplo de interrelaciones en un ecosistema.
Si hay un beneficio tangible de por medio, las nutrias saldrán mejor paradas como consecuencia de las acciones de los fabricantes de fertilizantes que si sus defensores fueran solo bienintencionados ecologistas.
Los fabricantes de fertilizantes fertilizan como pueden sus kelps. La verdad es que no sé cómo estarán ahora las cosas entre los ecologistas protectores de las nutrias, los pescadores de la zona y los fabricantes de fertilizantes. Supongo que habrán alcanzado un equilibrio ecológico.
A Natureza....sempre!!!!
Si, y nosotros con ella, si se puede....
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