jueves, junio 22, 2006

Comedura de tarro

El procesamiento y elaboración de información de nuestro cerebro es notablemente deficiente. Si bien es cierto que el cerebro es un órgano sumamente complejo y que realiza prodigios (no voy a decir milagros), tiene las huellas de sus orígenes, las marcas indelebles de la evolución biológica.

Cuando uno ve a todos esos "enfermos del alma", más conocidos como "locos" y técnicamente como esquizofrénicos, oligofrénicos y un largo etcétera de -énicos, se pregunta qué es el alma. No parece un fantasma en la máquina. Es con la máquina como la máquina es con ella. El alma es un epifenómeno de la actividad neuronal.

Especialmente se aprecia esto en personas con cerebros divididos. Se cortan las conexiones entre los dos hemisferios cerebrales y el cerebro derecho va por un lado y el izquierdo por otro. Pero también se aprecia en los múltiples trastornos neuromotores y de los sentidos que afectan a la percepción del mundo o a la relación con él de tal forma que el "alma" se ve seriamente perturbada, cuando no sustancialmente cambiada.

Una de las bases de nuestra idea de alma es el continuo de la personalidad. Sin embargo un traumatismo que afecte a la zona frontal de cerebro puede cambiar completamente nuestra personalidad sin afectar a las capacidades cognitivas.

Pero en fin, vuelvo al principio: incluso en un cerebro sano, el procesamiento y elaboración de información es notablemente deficiente. Y esto lo compruebo día a día cuando especulo acerca de los posibles y potenciales sucesos futuros. Hago abstracciones groseras. La realidad siempre supera a nuestras ficciones en complejidad, en matices, en todos esos detalles que no podíamos predecir o imaginar que son la salsa de la misma.

Y sin embargo nuestras comeduras de tarro las tenemos siempre con estas abstracciones pobres, con estas conjeturas famélicas de realidad.

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