miércoles, junio 14, 2006


Supe de Germánico hace ya muchos años, leyendo a Robert Graves. Aunque la novela de Graves, desde el título (Yo, Claudio), ya anunciaba que el protagonista era otro, y aun contando la historia plagada de personalidades de principios del Imperio Romano, donde es difícil encontrar un protagonista claro, y menos aún un protagonista único, Germánico fue para mi el más conmovedor de todos los personajes, y sin duda el mejor; Germánico fue mi protagonista.

Él, al igual que Héctor, héroe troyano de la Iliada, simboliza la fatalidad en la política, la nobleza y la virtud derrotadas, a veces por maquinaciones perversas de rivales maquiavélicos, otras por formar parte indisoluble del bando perdedor; siempre, en cualquier caso, por causa de un destino implacable.

La política tendría que ser el arte de lo posible. No es empero el posibilismo lo que guía los actos de nuestros supuestos representantes. Y tenemos que denunciarlo, y tenemos que denunciarlos, mientras miramos con el alma la pálida imagen de un Germánico perdido en las brumas de la historia.

Mi padre me ha legado una frase, que he hecho mía: "colabora con lo inevitable". Y así hago. Pero también creo que es mi profundo deber lidiar con la fatalidad. Ni las maquinaciones perversas de nuestros modernos maquiavelos ni incluso la conciencia de formar parte indisoluble del bando perdedor nos harán renegar de nuestros principios, de nuestros valores.

Para quien disfrute con las cábalas:

He dado comienzo a este blog un martes y 13, 2 años, dos meses y dos días después del infausto 11-M, pocos días después del día de la bestia, 6 del 6 del 2006. Chorradas...¿verdad?. Lo único que puedo decir es que he escogido el día deliberadamente.

Me echará un cable Canterano (o se lo echaré yo a él). Confío en que sea productivo y satisfactorio.

Hasta mañana, si Dios quiere.

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