martes, julio 17, 2007

Neurociencia y Religión

Para muchos la religión es un prosaico "pedid y se os dará" en el que Dios representa el papel de gran proveedor. Un Dios así sería aquella (última) instancia omnipotente a la que acudiésemos en momentos de apuros, o simplemente para satisfacer caprichos. Cuando se acaban todas las soluciones humanas y el azar se presenta desfavorable, siempre nos quedará Dios.

El mayor favor que podemos esperar de un Dios así, creado "a nuestra imagen y semejanza", sería la vida eterna en el Paraíso (Paraíso asimismo creado de acuerdo con nuestros gustos "humanos, demasiado humanos"). Para obtener un premio tan apetecible este tipo de creyentes pueden llegar a renunciar o a fingir farisaicamente que renuncian a algunas cosas, aceptado a regañadientes preceptos morales, es decir, limitaciones a su libertad. El intercambio es claro: Dios mío, yo te doy esto, pero espero esto otro. Generalmente se entrega algo que no se valora, se trata de engañar al supremo hacedor con baratijas para obtener de él metales preciosos). También se juega con los valores "futuros" (si me sacas de esta prometo que haré tal o cual....).
En un mundo como este de necesidad, "hacer de la necesidad virtud" es una ley de supervivencia, y la virtud por tanto no obedece a una racionalidad elevada, magnánima, que elabora una moral desde las alturas, sino a un fuerte impulso que parte desde lo profundo y, podría decirse, desde lo más bajo, hacia la permanencia y la perpetuación del Yo que uno es y representa en la sociedad. Ir más alto de ese punto de equilibrio, de ese término medio de virtud, requiere unas capacidades extraordinarias o algún tipo de desarreglo emocional y/o vital.

Los neurocientíficos que buscan la sede de la consciencia, del alma, de la mente, del yo, hace mucho que han dejado de pensar en un lugar discreto para la misma y se inclinan por un proceso distribuido más que por un centro fijo. El "fantasma en la máquina", el homúnculo a los mandos del cuerpo, el alma inmortal tomando las riendas del organismo, han sido sustituidos por "redes neuronales", "marcadores somáticos", "qualia", "darwinismo neuronal" y otros conceptos. El misterio sobre cómo se forma la consciencia no ha sido aún resuelto, pero casi todo apunta a que la esta sería un resultado, una propiedad emergente, de las operaciones realizadas por el cerebro.
Visto desde esta perspectiva el sentimiento religioso sería algo asimismo surgido de cómo el cerebro interpreta la realidad externa al organismo. La beatitud de un buda o el éxtasis de un místico serían estados de conciencia alterados en los que se experimentaría la realidad de una forma plena.
Una de las hipótesis más interesantes sobre el surgimiento de las dos grandes religiones monoteístas (el cristianismo y el Islam) apunta a un daño neurológico común en sus dos grandes fundadores: tanto Mahoma como Saulo de Tarso podría haber padecido epilepsia. En el cristianismo se acude a San Pablo porque se le considera el principal impulsor de dicha religión, el responsable de su salida de Judea y su expansión por todo el Imperio Romano, siendo Jesús, desde este punto de vista, un personaje semilegendario transformado por una tradición apologética en Mesías.
Pablo, en su viaje a Damasco, cayó del caballo deslumbrado por Dios, y fue a partir de ese episodio que comprendió que la misión de su vida no era perseguir a los cristianos, sino ser su apóstol. Esta caída la atribuyen algunos a un ataque epiléptico. Dostoievski, que fue epiléptico de lóbulo temporal, es quien nos ha dejado una mejor descripción de los aspectos "religiosos" de estos ataques a través de algunos de sus personajes, como el Idiota o Kirilov.
El fenómeno del "aura", que es el fenómeno místico propiamente dicho, precede a la crisis epiléptica, y consiste en un conjunto de sensaciones positivas, de alegría, de plenitud, de comunión con el todo, de certidumbre, de sentido, de belleza y de presencia divina impregnando cada aspecto de la experiencia.
Mahoma era un hombre solitario y meditabundo que iba solo al desierto. Fue allí dónde debió experimentar sus crisis epilépticas, que le llevaron a sus extrañas conversaciones con el Arcángel Gabriel. Claro que tampoco podría descartase que Mahoma fuera esquizofrénico, de ahí que oyese voces imperativas.

Por supuesto nada de esto está demostrado, se trata únicamente de hipótesis. Pero resulta interesante constatar que ciertos procesos cerebrales anómalos suscitan, en algunos casos, sentimientos de profunda religiosidad.
Algunos neurocientíficos abordan ahora el estudio de la fe, tratando de relacionarla con algún proceso mental. Sin embargo dar con "el lugar" donde surgen o se producen los sentimientos religiosos resulta difícil, por no decir imposible, teniendo presente que la misma consciencia no está adecuadamente localizada y parece estar extendida por el cerebro. Es más, podría decirse que, tratándose de un sentimiento tan rico en matices, no se podría considerar algo reducible a una zona "encendida" en un ordenador durante una Resonancia Magnética. Es posible que sea una combinación de emociones y percepciones del propio cuerpo, tanto en sí mismo como en el espacio, que se proyecta en una realidad exterior relativamente calma, en lo que a experiencia religiosa depurada o mística se refiere, y algo más simple y menos sagrado en el caso del egoísmo pedigüeño de la mayoría de los mortales.
Vilayamur Ramachandran es un investigador del cerebro que está especialmente interesado en las experiencias místicas y religiosas. Tratando a epilépticos del lóbulo temporal (como lo era Dostoievski, como se supone eran Saulo y Mahoma) descubrió que su hiperactividad temporal les hacía más susceptibles a reaccionar neurológicamente ante imágenes religiosas que ante fotos obscenas o violentas (que "excitan" más a las personas "normales"). Llegó a la conclusión de que en el lóbulo temporal hay un módulo religioso. Creía haber encontrado la sede de la religiosidad humana.
Sin embargo esto no explica gran cosa. Experimentos llevados a cabo por Andrew Newberg y Eugene d’Aquili con un budista tibetano en plena meditación pusieron de manifiesto que durante la experiencia mística el lóbulo parietal superior sufre una hipoactividad, mientras que el lóbulo frontal está totalmente activo. En el lóbulo parietal está localizada la función de orientación y situación en el espacio del individuo, mientras que en el frontal lo está la atención. Así, el estado de meditación supondría una especie de flotar en el espacio, de diluir la sensación de yo, acompañado de una clara percepción de dicha "desubicación", lo que haría que el budista se sintiese en comunión con el todo. Si a este nirvana budista (sin Dios) le añadiésemos un poco de excitación en el lóbulo temporal quizá tendríamos una experiencia mística (con Dios).
Sea como fuere no hay que centrar el estudio de la religión solamente en los individuos y sus experiencias sensoriales o "suprasensoriales" sino que también deben observarse los aspectos sociales y culturales de la religión, especialmente desde la perspectiva evolucionista.


Mente y cerebro nº 12. Bases Neurológicas de la religiosidad. Hans-ferdinand Angel.
Mente y cerebro nº 20. El mal sagrado de Dostoievski. Sebastián Dieguez.

16 comentarios:

Daniel Dias Soeiro dijo...

Las dos grandes religiones monoteístas (el Cristianismo y el Islam) ????
Se ha olvidado usted del Judaísmo, estimado Sr, que es anterior a ambas y de no escasa influencia en la génesis de las mismas.
Un cordial saludo.

Mónica dijo...

Germánico,
me gustó mucho leer este post. Siguiendo tus recomendaciones de hace tiempo atrás, he comprado en mi último viaje a Argentina "El error de Descartes" en español, para comenzar a leer la trilogía de Damasio.
Un saludo y sigo viniendo a pesar de no siempre dejarte algunas líneas.

El Cerrajero dijo...

Interesante entrada.

Ijon Tichy dijo...

En el libro que me dejaste hablan de un área del cerebro como centro del sentimiento religioso. Aunque luego las redes neuronales involucren lógicamente otras zonas, lo que cuentan tiene bastante sentido.

Pd. Disculpa que me adelante Germánico, en contestar a Daniel, pues estoy seguro de que hablabas de "grandeza" en el sentido literal, o sea numérico, sin otras consideraciones.

En cantidad de fieles, cristianismo e islam son "más grandes".

Daniel Dias Soeiro dijo...

Ijon:
Le agradezco la aclaración aunque, a decir verdad, así lo había interpretado.
Saludos a ambos.

Germánico dijo...

Es cierto Daniel que no mencioné el Judaísmo, pese a ser el tronco del que nacieron esos dos brotes. Pero, en efecto, me refería a lo que dice Ijon.

Mónica, ya me dirás que te parece la obra de Damasio. Para mi es uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo (sus escritos trascienden con mucho la neurología).

Gracias Cerrajero.

No recuerdo ahora lo del libro, Ijon. Claro que tengo una empanada de lecturas al respecto que ya no sé de dónde me vienen las ideas sobre el tema.

Freman dijo...

Mi padre y mi hermano menor tienen "visiones", aunque no se les ha diagnosticado epilepsia. Ven imágenes superpuestas sobre la "vista real". Mi padre, por ejemplo, a los ocho años vio un gigante caminando por las calles de su pueblo. Sospecho que el significado de las imágenes superpuestas está muy "interpretado", porque al poco tiempo, los gigantes se transformaron en ángeles vestidos de blanco. A mi hermano menor le comenzaron de adulto, y a mí, por tradición familiar, se supone que tendrían que haberme comenzado hace mucho. Pero creo que me he librado gracias a la medicación para el asma (a la efedrina, en concreto). Si paso mucho tiempo sin efedrina, comienzo a ver ruido.

La verdad es que tengo una familia paterna un poco rara. He visto de pequeño a un tío abuelo, a quien le colocabas una flor recién cortada sobre la palma de la mano, y era capaz de marchitarla, como en una peli filmada a cámara rápida. Decía que lo hacía "concentrando el calor"... pero que sepamos, nunca practicó yoga ni nada parecido.

Germánico dijo...

¿Ves ruido?....sinestesia.

Debéis tener cerebros interesantes en tu familia. ¿Habéis pensado en donarlos para la ciencia?.

Freman dijo...

:) No, no es sinestesia: recuerda que tengo pujos literarios. Para ser más exactos, la culpa es de mis libros sobre Digital Signal Processing: "ruido" se emplea tanto para visión como audio.

Me explico: hace unos años, empecé a ver un patrón de ruido parecido a los de los capilares de la retina (creo que aquí hablabais del tema hace poco). Me asusté pensando que sería glaucoma, una retinopatía o algo parecido y fui al médico. Nada. Misterio por resolver. No era el hardware, por lo que tenía que ser el software.

Lo curioso es que lo veía en estado "crepuscular": al dormir y al despertar. Y un buen día, sorpresa, me desperté viendo un "diagrama de Voronoi". Dado un conjunto de puntos en un plano, un diagrama de Voronoi son las líneas más alejadas en lo posible de dichos puntos. Un robot, por ejemplo, que tuviese que moverse en una habitación con puntos "calientes" comenzaría trazando un diagrama de Voronoi para moverse por las líneas correspondientes. Suposición: patrón de ruido procesado de forma extraña por el software visual.

Y desde hace dos meses me ocurre una cosa extrañísima: el diagrama de Voronoi se ha cambiado por un tablero de ajedrez o damas (más regularidad). Lo veo al despertar y desaparece en cuanto termino de despertarme.

Germánico dijo...

Lo que te digo, los médicos no tienen que verte ahora, sino postmortem (esperemos que dentro de mucho....).

Lo de los ojos no fue en este blog, sino en el cerebro de Darwin.

Yo también tengo alteraciones visuales, si bien no obedecen a ningún orden, no presentan ninguna simetría. Al ser bastante inespecíficas los médicos no le encuentran "motivos" orgánicos (yo diría que todos o casi todos lo son), así que lo atribuyen a ese software psicológico un poco "alterado" que tengo.

Freman dijo...

Yo también tengo alteraciones visuales

¡Coñe, qué interesante!

Germánico dijo...

¿Crees que debería donar mi cerebro a la ciencia?

Freman dijo...

:) No, pero encuentro una serie de parecidos. Primero, te iba a comentar hace unos días que la prosa del blog te estaba quedando muy bien. Eso cuesta trabajo aprenderlo: se lleva dentro o no se lleva. Además, dicen que uno de los "síntomas" es el hipergrafismo. Segundo, si no me equivoco, te cuesta "no creer". Yo parezco más cínico, pero me pasa eso mismo... aunque no a nivel intelectual, sino a nivel emocional. De hecho, mi padre y mi hermano son gente muy religiosa: cristiana, pero no católica. Si hubiese nacido hace 2500 años quizás ahora hubiese un libro de San Papá en la Biblia.

Yo mismo practico meditación, al estilo Zen, y el día que me levanto con el bodhisatva de guardia, me parezco hablando al Pequeño Saltamontes. Me siento fluir con el mundo, siento compasión por las cucarachas y lombrices intestinales, etc, etc (y no, no tomo éxtasis).

No sé si las coincidencias serán "significativas", pero al menos son interesantes. O eso me parece.

Germánico dijo...

No es que me cueste “no creer”, es que me cuesta negar lo que ignoro, y soy consciente de mis limitaciones, que hago, en no mucho mayor ni menor medida, extensible a todos los demás seres humanos. Además creo que los aspectos emocionales y los intelectuales están tan imbricado en nosotros (este “nosotros” abarca también a toda la humanidad) por nuestra constitución (derivada, parece ser, de un proceso evolutivo), que, pese a los logros indudables de la “razón”, tengo una sana desconfianza del intelecto aislado de los sentimientos. Ello implica no que uno deba abandonarse a las emociones y a los pálpitos, pero sí que debe tenerlos presentes en la ecuación.

Creo que hay coincidencias significativas, de lo cual me alegro, pero no sé si querría saber de qué es síntoma el hipergrafismo, y prefiero creer que mi prosa va acompañada de “significados” y, desde luego, no siento compasión por las lombrices intestinales ni por las cucarachas, porque no creo que padezcan ni remotamente como lo hacemos nosotros.

Freman dijo...

pero no sé si querría saber de qué es síntoma el hipergrafismo

Por decirlo en un lenguaje viejo, es la pulsión de la escritura.

y prefiero creer que mi prosa va acompañada de “significados”

Eso siempre se supone, como la valentía del soldado. Pero si además cuidas la calidad de lo que escribes, mucho mejor, creo yo.

The Real Folk Blues dijo...

"El fenómeno del "aura", que es el fenómeno místico propiamente dicho, precede a la crisis epiléptica, y consiste en un conjunto de sensaciones positivas, de alegría, de plenitud, de comunión con el todo, de certidumbre, de sentido, de belleza y de presencia divina impregnando cada aspecto de la experiencia"

Solo por joder, te refieres al aura, de las fotografias kirlian, embuste que fue descubierto como producto del efecto corona?