-“¡Eres un egoísta!”.....”¡Solo piensas en ti mismo!”.
Cuando mis hermanos me decían eso, en medio de una discusión sobre quién debía hacer qué, me sentía ligeramente mal, y ello pese a saber que el comportamiento de ellos estaba siendo igualmente egoísta, en mayor o menor grado según la circunstancia. Pero la puntilla llegaba cuando me espetaban: “¡Te vas a quedar solo!”. Entonces la espada de Damocles de la exclusión social pendía sobre mi cabeza, sujeta por un solo pelo que yo mismo estaba a punto de cortar con mi ineptitud.
Mi padre, cuando le planteamos el asunto del egoísmo en una comida familiar, nos distinguió netamente entre distintos grados del mismo, teniendo la gradación en sus extremos más bajo y más alto respectivamente al egoísmo primario y al egoísmo inteligente.
Ha pasado ya tiempo desde entonces, y nuestra manera de ver y comprender las cosas ha variado enormemente. Creo que ahora todos sabemos que los presupuestos en los que se basaban aquellas acusaciones mutuas eran falsos. Y no, ciertamente, porque no fuéramos egoístas, ni siquiera por la mayor o menor inteligencia de nuestro egoísmo. Las cosas iban por otro lado.
Mientras nuestro padre nos asombraba con sus brillantes abstracciones, cuya armonía teórica era indiscutible pero cuya validez era difícilmente contrastable, nuestra madre nos inculcaba una moral maniquea profundamente sensata, que había recibido de su madre y sus tías y cuya contrastación empírica imposible pasaba por la satisfacción subjetiva del obrar bien o de recibir bienes de otro. Quizá fuera esta moral recibida e impresa a fuego culturalmente, en parte, lo que nos llevase a llamarnos egoístas los unos a los otros como ella nos llamaba, pero en el fondo no era la causa de que nos amásemos los unos a los otros como ella nos amaba. Y es que tiran más los genes que dos trenes.
La educación no pudo con el deseo de comprender de esos genes, que perseguían el egoísmo incluso en las obras más santas y altruistas. Al final los genes se miraron a sí mismos en un espejo, a través de la máquina de supervivencia que los portaba, y se encontraron egoístas.
¡¡¡Determinismo!!!, ¡¡¡Reduccionismo!!!.....podría gritar alguien. Pero no tendría “Razón”.
La filosofía maquiavélica se ha presentado siempre como una filosofía de racionalidad extrema. Ciertas aplicaciones en el ámbito político, que es en el que nació y al que sirvió, han llegado a denominarse, no sin cierta arrogancia por parte de quienes las consumaron o los admiradores que les escribieron los libelos, Real Politik.
Pero el maquiavelismo consciente no suele funcionar, ni en el amplio y abierto ámbito político o general ni en el cerrado y restringido ámbito (en comparación, claro) de las circunstancias vitales de una persona . Tropieza con la naturaleza humana, las más de las veces, y cuando no es así, lo hace con la complejidad, que está llena de emboscadas de circunstancias azarosas e imprevistas.
Da origen el maquiavelismo, entendido en el sentido estrecho de racionalismo o realismo político a muchos males, pues los medios quedan justificados, o, dicho de otra manera, el mal queda exonerado a priori. Y es que la frase “el fin justifica los medios” ni siquiera es de Maquiavelo. Pero es que ni siquiera El Príncipe fue la obra que mejor reflejaba al verdadero Maquiavelo. Este se mostró más en el “Discursos sobre la primera década de Tito Livio”.
Ocurre con la filosofía maquiavélica como con la epicúrea: algunos dicen seguirla y no entendieron al pensador, así que lo que siguen es una versión simplificada, espuria, de sus pensamientos. Sobra decir que en la simplificación se pierden los significados esenciales y queda solo la basura, “el hedonismo”, “el fin justifica los medios”. Curiosamente además ambas basuras se entremezclan en muchas personalidades decadentes. Para alcanzar los fines inmediatos que el hedonismo marca se recurre a expedientes perversos. Todo vale porque nada tiene valor, excepto la satisfacción de los impulsos del ego.
Pero ¿qué ego exactamente es ese?.
Y, en política, ¿qué tipo de “realismo” es ese en el que creen los ególatras de la razón?.
Espero poder explicar, al menos parcialmente, alguna de estas cuestiones. Aunque en la formulación de la segunda pregunta ya apunto parte de la respuesta de la primera. La egolatría racionalista, la egolatría de la Razón (con mayúsculas), consiste en la evaluación de costes y beneficios del trato social a partir de criterios derivados del uso exclusivo de la razón, del discurso interior consciente. Este procedimiento tiene serios inconvenientes. Los tiene porque muchas veces no sabemos realmente lo que queremos, sabemos más bien lo que deseamos. Es decir, conocemos los fines inmediatos (racionalmente percibidos) pero no los fines últimos de nuestra naturaleza (que se expresan torpemente). Esto a muchos les lleva a creer que hay que llevar la contraria a los instintos, porque estos nos llevan a comportamientos malos, dañinos, a través de unos deseos que conducen a vicios. Sin embargo al tratar de contrariar a la naturaleza con un racionalismo extremo terminan por caer subyugados ante esta precisamente de la manera que trataban de evitar. Entran de esa forma en una esquizofrenia de vicios y virtudes que se alternan en una vida sin sentido. Al final la virtud es una máscara hipócrita que oculta el rostro demacrado de Dorian Gray. Se cae en contradicciones entre el fondo irracional (o de racionalidad evolutiva) y el pensamiento racional, que llevan a su vez, paradójicamente, a contradicciones lógicas, y genera un enorme sufrimiento en la parte no lógica del cerebro. Y así se llega al socialismo, doctrina impura que pretende disfrutar de todos los bienes y servicios, de la paz, del orden, de la armonía sociales, sin crearlos con los costes y los valores de la frugalidad, la laboriosidad y la paciencia, sin demorar la gratificación ni apretarse el cinturón, esto es, hedonistamente, con un falso epicurismo. Para ello crea un programa “racional” de realismo político, de falso maquiavelismo.
Obedecer a la naturaleza en sus fines últimos, torpemente expresados, sería lo más sabio, pro implicaría renunciar a una explicación racional de la propia conducta y a cimentar esta en principios y valores irrenunciables. Por supuesto para llegar a ello hay que hacer uso de la razón, pero únicamente para constatar su fuerza y sus límites.
El “realismo” político no debe ser reemplazado por la utopía, pues esta requiere medios para fines imposibles, necesariamente malos y justificables por estos. Simplemente hay que delimitar claramente el concepto de realidad, que deriva de la perspectiva desde la que esta se mira y analiza. Si esta perspectiva es la de los fines inmediatos disfrazados de racionalidad contraria a los mismos, tendremos una visión de la realidad socialista. Si, en cambio, la perspectiva es la de los fines últimos cimentada en principios y valores irrenunciables y en cierto sentido irracionales, vestidos con la ignorancia racional percibida racionalmente, valga la aparente contradicción, se llega a la óptica liberal de una realidad que no se puede llegar a conocer nunca completamente.
Dos ideas opuestas de libertad se pueden extraer de estas dos perspectivas de realidad. La primera, la socialista, cree en una forma de individualismo colectivista (contradicción lógica) consistente en la ausencia de restricciones para los individuos por medio de la acción colectiva. La segunda, la liberal, consiste en la restricción
a priori, de una restricción marco, legislativa y de valores, una restricción que (en este caso vale la contradicción) se restringe a sí misma por principio. Y sobre ella se desarrolla a posteriori un individualismo que es libertad con responsabilidad, una libertad que no flota en el vacío, se asienta sobre una base sólida.
En el plano no político, verdaderamente individual del propio individuo que vive y actúa, los fundamentos de esos conceptos de libertad son por un lado la arbitrariedad y el relativismo moral inherente a la esquizofrenia moral de la egolatría de la razón, y por el otro los principios y valores fuertes e incontrovertibles que sirven de cimiento y límite constructivo a la acción.
Al maquiavelismo, si hemos de considerarlo desde esa frase breve y poco acorde con el espíritu del autor, hay que dejarlo operar en el ámbito inconsciente en el que lo ha hecho desde el principio de los tiempos (situado en un punto indeterminado del continuo evolutivo).
Nuestros fines últimos justifican a diario nuestro comportamiento, que es nuestro medio de llegar a ellos. No tenemos ningún control sobre ello porque de ello no somos conscientes. Y ha llegado a tal grado la inconsciencia que pueden llegar a producirse fenómenos sociales como el socialismo. Un socialista, sencillamente, se desconoce por completo a si mismo, como todos....pero es que desconoce hasta que punto se desconoce, y toda su arrogancia parte de la racionalidad incompleta con la que justifica cada día actos y palabras. El fin marcado por su razón es erróneo, no es su fin. La razón no es un traductor directo de fines. Cuando a partir de él pretende justificar sus medios, en resumen, su acción, incurre en la contradicción mas flagrante.
Reconocer y admitir cuales son esos fines últimos, aceptar nuestro egoísmo, se disfrace como se disfrace, puede llevar a la armonía entre las palabras y las obras. El altruismo no es una fantasía, existe. Lo que pasa es que hay que considerarlo desde una perspectiva evolucionista, para comprender su esencia egoísta. No todo está perdido por ello. El origen no virtuoso de las virtudes no supone que estas no sean tales, que pierdan su importancia o su belleza (según nuestro particular canon). Para vivir en sociedad hemos desarrollado muchos mecanismos de detección y de reacción y el altruismo es uno de ellos. Surgió entre nosotros lo que Trivers denominó altruismo recíproco, lo cual permitió que superásemos el inclusivismo (inclusive fitness) del círculo familiar (de los genes compartidos) y pudiésemos ser elegantemente altruistas con perfectos desconocidos o extraños. Sobre este mecanismo se genera la dinámica social, la dialéctica entre demagogos y creyentes que se denomina socialismo, y se teme que el todos contra todos hobbesiano sea el destino que le deparará a la humanidad la elección de la libertad. Pero el altruismo recíproco necesitaba, para funcionar, que se detectasen los tramposos, los free riders. Y este mecanismo surgió. Entonces.... ¿cómo lograron los mentirosos alzarse con el poder en tantas ocasiones?...Steven Pinker nos lo dice. Señala que el mejor modo de engañar a los otros es creerse uno su propia mentira, y que, pese a que en el juego social evolucionamos hacia gestos que nos delatasen si mentíamos, las mismas interacciones llevaron a que creyésemos nuestras falacias para mejor engañar a los demás. El maquiavelismo, también en este caso, es inconsciente, y producto de la evolución. Uno se cree sus propios medios perversos para llegar a sus fines mundanos. Y si para ello su razón ha de creer que “el fin justifica los medios”, lo cree.
Cuando mis hermanos me decían eso, en medio de una discusión sobre quién debía hacer qué, me sentía ligeramente mal, y ello pese a saber que el comportamiento de ellos estaba siendo igualmente egoísta, en mayor o menor grado según la circunstancia. Pero la puntilla llegaba cuando me espetaban: “¡Te vas a quedar solo!”. Entonces la espada de Damocles de la exclusión social pendía sobre mi cabeza, sujeta por un solo pelo que yo mismo estaba a punto de cortar con mi ineptitud.
Mi padre, cuando le planteamos el asunto del egoísmo en una comida familiar, nos distinguió netamente entre distintos grados del mismo, teniendo la gradación en sus extremos más bajo y más alto respectivamente al egoísmo primario y al egoísmo inteligente.
Ha pasado ya tiempo desde entonces, y nuestra manera de ver y comprender las cosas ha variado enormemente. Creo que ahora todos sabemos que los presupuestos en los que se basaban aquellas acusaciones mutuas eran falsos. Y no, ciertamente, porque no fuéramos egoístas, ni siquiera por la mayor o menor inteligencia de nuestro egoísmo. Las cosas iban por otro lado.
Mientras nuestro padre nos asombraba con sus brillantes abstracciones, cuya armonía teórica era indiscutible pero cuya validez era difícilmente contrastable, nuestra madre nos inculcaba una moral maniquea profundamente sensata, que había recibido de su madre y sus tías y cuya contrastación empírica imposible pasaba por la satisfacción subjetiva del obrar bien o de recibir bienes de otro. Quizá fuera esta moral recibida e impresa a fuego culturalmente, en parte, lo que nos llevase a llamarnos egoístas los unos a los otros como ella nos llamaba, pero en el fondo no era la causa de que nos amásemos los unos a los otros como ella nos amaba. Y es que tiran más los genes que dos trenes.
La educación no pudo con el deseo de comprender de esos genes, que perseguían el egoísmo incluso en las obras más santas y altruistas. Al final los genes se miraron a sí mismos en un espejo, a través de la máquina de supervivencia que los portaba, y se encontraron egoístas.
¡¡¡Determinismo!!!, ¡¡¡Reduccionismo!!!.....podría gritar alguien. Pero no tendría “Razón”.
La filosofía maquiavélica se ha presentado siempre como una filosofía de racionalidad extrema. Ciertas aplicaciones en el ámbito político, que es en el que nació y al que sirvió, han llegado a denominarse, no sin cierta arrogancia por parte de quienes las consumaron o los admiradores que les escribieron los libelos, Real Politik.
Pero el maquiavelismo consciente no suele funcionar, ni en el amplio y abierto ámbito político o general ni en el cerrado y restringido ámbito (en comparación, claro) de las circunstancias vitales de una persona . Tropieza con la naturaleza humana, las más de las veces, y cuando no es así, lo hace con la complejidad, que está llena de emboscadas de circunstancias azarosas e imprevistas.
Da origen el maquiavelismo, entendido en el sentido estrecho de racionalismo o realismo político a muchos males, pues los medios quedan justificados, o, dicho de otra manera, el mal queda exonerado a priori. Y es que la frase “el fin justifica los medios” ni siquiera es de Maquiavelo. Pero es que ni siquiera El Príncipe fue la obra que mejor reflejaba al verdadero Maquiavelo. Este se mostró más en el “Discursos sobre la primera década de Tito Livio”.
Ocurre con la filosofía maquiavélica como con la epicúrea: algunos dicen seguirla y no entendieron al pensador, así que lo que siguen es una versión simplificada, espuria, de sus pensamientos. Sobra decir que en la simplificación se pierden los significados esenciales y queda solo la basura, “el hedonismo”, “el fin justifica los medios”. Curiosamente además ambas basuras se entremezclan en muchas personalidades decadentes. Para alcanzar los fines inmediatos que el hedonismo marca se recurre a expedientes perversos. Todo vale porque nada tiene valor, excepto la satisfacción de los impulsos del ego.
Pero ¿qué ego exactamente es ese?.
Y, en política, ¿qué tipo de “realismo” es ese en el que creen los ególatras de la razón?.
Espero poder explicar, al menos parcialmente, alguna de estas cuestiones. Aunque en la formulación de la segunda pregunta ya apunto parte de la respuesta de la primera. La egolatría racionalista, la egolatría de la Razón (con mayúsculas), consiste en la evaluación de costes y beneficios del trato social a partir de criterios derivados del uso exclusivo de la razón, del discurso interior consciente. Este procedimiento tiene serios inconvenientes. Los tiene porque muchas veces no sabemos realmente lo que queremos, sabemos más bien lo que deseamos. Es decir, conocemos los fines inmediatos (racionalmente percibidos) pero no los fines últimos de nuestra naturaleza (que se expresan torpemente). Esto a muchos les lleva a creer que hay que llevar la contraria a los instintos, porque estos nos llevan a comportamientos malos, dañinos, a través de unos deseos que conducen a vicios. Sin embargo al tratar de contrariar a la naturaleza con un racionalismo extremo terminan por caer subyugados ante esta precisamente de la manera que trataban de evitar. Entran de esa forma en una esquizofrenia de vicios y virtudes que se alternan en una vida sin sentido. Al final la virtud es una máscara hipócrita que oculta el rostro demacrado de Dorian Gray. Se cae en contradicciones entre el fondo irracional (o de racionalidad evolutiva) y el pensamiento racional, que llevan a su vez, paradójicamente, a contradicciones lógicas, y genera un enorme sufrimiento en la parte no lógica del cerebro. Y así se llega al socialismo, doctrina impura que pretende disfrutar de todos los bienes y servicios, de la paz, del orden, de la armonía sociales, sin crearlos con los costes y los valores de la frugalidad, la laboriosidad y la paciencia, sin demorar la gratificación ni apretarse el cinturón, esto es, hedonistamente, con un falso epicurismo. Para ello crea un programa “racional” de realismo político, de falso maquiavelismo.
Obedecer a la naturaleza en sus fines últimos, torpemente expresados, sería lo más sabio, pro implicaría renunciar a una explicación racional de la propia conducta y a cimentar esta en principios y valores irrenunciables. Por supuesto para llegar a ello hay que hacer uso de la razón, pero únicamente para constatar su fuerza y sus límites.
El “realismo” político no debe ser reemplazado por la utopía, pues esta requiere medios para fines imposibles, necesariamente malos y justificables por estos. Simplemente hay que delimitar claramente el concepto de realidad, que deriva de la perspectiva desde la que esta se mira y analiza. Si esta perspectiva es la de los fines inmediatos disfrazados de racionalidad contraria a los mismos, tendremos una visión de la realidad socialista. Si, en cambio, la perspectiva es la de los fines últimos cimentada en principios y valores irrenunciables y en cierto sentido irracionales, vestidos con la ignorancia racional percibida racionalmente, valga la aparente contradicción, se llega a la óptica liberal de una realidad que no se puede llegar a conocer nunca completamente.
Dos ideas opuestas de libertad se pueden extraer de estas dos perspectivas de realidad. La primera, la socialista, cree en una forma de individualismo colectivista (contradicción lógica) consistente en la ausencia de restricciones para los individuos por medio de la acción colectiva. La segunda, la liberal, consiste en la restricción
a priori, de una restricción marco, legislativa y de valores, una restricción que (en este caso vale la contradicción) se restringe a sí misma por principio. Y sobre ella se desarrolla a posteriori un individualismo que es libertad con responsabilidad, una libertad que no flota en el vacío, se asienta sobre una base sólida.
En el plano no político, verdaderamente individual del propio individuo que vive y actúa, los fundamentos de esos conceptos de libertad son por un lado la arbitrariedad y el relativismo moral inherente a la esquizofrenia moral de la egolatría de la razón, y por el otro los principios y valores fuertes e incontrovertibles que sirven de cimiento y límite constructivo a la acción.
Al maquiavelismo, si hemos de considerarlo desde esa frase breve y poco acorde con el espíritu del autor, hay que dejarlo operar en el ámbito inconsciente en el que lo ha hecho desde el principio de los tiempos (situado en un punto indeterminado del continuo evolutivo).
Nuestros fines últimos justifican a diario nuestro comportamiento, que es nuestro medio de llegar a ellos. No tenemos ningún control sobre ello porque de ello no somos conscientes. Y ha llegado a tal grado la inconsciencia que pueden llegar a producirse fenómenos sociales como el socialismo. Un socialista, sencillamente, se desconoce por completo a si mismo, como todos....pero es que desconoce hasta que punto se desconoce, y toda su arrogancia parte de la racionalidad incompleta con la que justifica cada día actos y palabras. El fin marcado por su razón es erróneo, no es su fin. La razón no es un traductor directo de fines. Cuando a partir de él pretende justificar sus medios, en resumen, su acción, incurre en la contradicción mas flagrante.
Reconocer y admitir cuales son esos fines últimos, aceptar nuestro egoísmo, se disfrace como se disfrace, puede llevar a la armonía entre las palabras y las obras. El altruismo no es una fantasía, existe. Lo que pasa es que hay que considerarlo desde una perspectiva evolucionista, para comprender su esencia egoísta. No todo está perdido por ello. El origen no virtuoso de las virtudes no supone que estas no sean tales, que pierdan su importancia o su belleza (según nuestro particular canon). Para vivir en sociedad hemos desarrollado muchos mecanismos de detección y de reacción y el altruismo es uno de ellos. Surgió entre nosotros lo que Trivers denominó altruismo recíproco, lo cual permitió que superásemos el inclusivismo (inclusive fitness) del círculo familiar (de los genes compartidos) y pudiésemos ser elegantemente altruistas con perfectos desconocidos o extraños. Sobre este mecanismo se genera la dinámica social, la dialéctica entre demagogos y creyentes que se denomina socialismo, y se teme que el todos contra todos hobbesiano sea el destino que le deparará a la humanidad la elección de la libertad. Pero el altruismo recíproco necesitaba, para funcionar, que se detectasen los tramposos, los free riders. Y este mecanismo surgió. Entonces.... ¿cómo lograron los mentirosos alzarse con el poder en tantas ocasiones?...Steven Pinker nos lo dice. Señala que el mejor modo de engañar a los otros es creerse uno su propia mentira, y que, pese a que en el juego social evolucionamos hacia gestos que nos delatasen si mentíamos, las mismas interacciones llevaron a que creyésemos nuestras falacias para mejor engañar a los demás. El maquiavelismo, también en este caso, es inconsciente, y producto de la evolución. Uno se cree sus propios medios perversos para llegar a sus fines mundanos. Y si para ello su razón ha de creer que “el fin justifica los medios”, lo cree.
13 comentarios:
Efectivamente, una actitud maquiavélica empleada como táctica ocasional está abocada al fracaso.
Es necesario ser maquiavélico. Si no te lo crees, se suele notar.
Hay multitud de ejemplos en política.
Seguro que ZP se lo tiene "muy creído".
El altruísmo con desconocidos, no será, acaso, un acto excéntrico ???
Algunas cositas Germánico:
1-Por curiosidad, ¿considerarías a Jesucristo un socialista?.
2- la frase: "tiran mas los genes que dos trenes" es tuya? no la conocía.
3- Gracias por "espuria", otra para mi diccionario de bolsillo.
4-Parece que el fin de semana te sienta bien eh! el post es fabuloso, muy rico.
5-AxA (alfil come alfil).
6-No te salva ni Maquiavelo!
7-8-9-10- Todos abrazos
Carlos,
El altruísmo recíproco se supone que surgiría entre conocidos, pues, de hecho, conociendo al otro es como mejor puedes valorar sus intenciones y actitudes. Lo que pasa es que dicho mecanismo en una sociedad vasta e impersonal como esta puede operar de esa manera que denominas, no sin cierta razón, excéntrica.
Yo creo más bien en el altruismo con aquellos a los que conoces bien por eso de que uno está menos expuesto al engaño. "Amor"-decían los Smashing Pumpkins-"es lo que conoces".
Me acuerdo ahora de un trozo de una obra de Bukowski en el que este habla de una compañera que se había echado. La mujer por lo visto salía todos los días a hacer toda clase de obras de caridad y a participar en un montón de actividades de esas llamadas cívicas, y dejaba la cocina echa una mierda y el fregadero lleno de cosas.
Bukowski decía: "me parece estupendo que quieras salvar el mundo, cielo,....¡¡¡pero empieza por la cocina!!!".
¡¡Que no lea esto una feminista muy feminista virgencita!!
Juan Pablo,
1) No, y te lo explica mejor Berti:
http://areopaga.blogspot.com/2007/01/jess-comunista.html
2)Si, la inventé el otro día respondiendo en un comentario a -¿quién si no?- mi hermano.
3) De nada. No hay nada como encontrar gente que absorbe lenguaje con ese entusiasmo.
4) Bueno, el fin de semana aún queda lejos, pero este me va a sentar de maravilla, espero (u horriblemente mal), porque me junto con unos amigos en una fiesta de Viernes a Domingo.
5) D4CR (como alfil).
6)¿Qué maniobra de maquiavelismo consciente me estarás preparando?. Un sacrificio temprano.
7-8-9-10 Idem
¡Hay que ver!...¿podía haber escogido día más señalado para publicar este post?.
Pusieron la Banda Sonora "Original" a mis conclusiones.
Uffffff!!! Espera cogo aire!
Yap! Es increíble la capacidad de sintesis que dejas caer en ná, dos palabritas en tus post.
Y claro comenzar leyéndote que eres un egoísta, no sospechaba yo, que te irías a los medios justificados.
Claro que, a pesar (de haber logrado que no es lo mismo) entenderte, lo tuyo comparado con el director del mundo en la mejor tesis periodísta o de información es un verdadero logro con nota alta. (tu coeficiente intelectual cuál es? Menudo teroso genético, si tu hermano lo vale, tu ya....te remito la pregunta que le hice a tu hermano, hay alguno más del clan en edad de merecer y soltero?..)
Yo que quería contarte algo "inteso" para que tu me contestaras (sabiendo la familla que te gastas en tus comentarios prolongados)...Pero visto lo visto, ya no se que pensar...igual me desvirtuas y solo vengo a coger aire a tu blog....
Y hablando de egoísta...tengo una historia que contarte sobre egoísmo...en la bañera a la hora del baño..cuándo se trata de dos, pareja.
La Parienta opta por el sistema “dos tiempos”.
En el primero se sitúa a pies de la bañera, inclina medio cuerpo y procede al limpiado y aseado de su cuero cabelludo, dos veces. No hace falta que diga lo que se me pasa por la cabeza cuando la veo en semejante posición. Sin posible escapatoria además, “o esto o te comes la cerámica, tu misma”, tendría que decirle más de una vez. En fin, procuro contenerme, pero el rozamiento a lo macho dominante no me lo quita ni dios.
En el segundo tiempo, La Parienta se desnuda en el cuarto, se rodea con una toalla a modo rollito de primavera y hace lo propio con otra a modo turbante, se enfunda unas zapatillas para la ocasión, recoge la ropa sucia y se dirige hacia el cuarto de baño. Allí deposita la mercancía en el cesto y al agua patos. A la media hora (yo creo que allí me la está pegando con alguien que se esconde en el cesto, porque no es normal) sale con la misma vestimenta y procede al secado y cepillado capilar en el dormitorio.
Mi estilo es distinto. Para el desnudo uso el método de las tres capas. En un sólo movimiento logro sacarme camiseta interior, camisa y jersey. Este módulo de capas acaba debajo del lavabo. En otro movimiento similar saco calzoncillos, pantalón y calcetines. Este otro módulo rellena el espacio que hay entre la pared y la parte posterior del bater. Ahora viene el salto de la rana, conforme pongo el primer pie en el suelo, el frío de los cojones me produce una serie de espasmos musculares, o más bien brincos, que me dirigen al interior de la bañera.
Una vez dentro y en honor a la religión cristiana a la que pertenezco (o eso dijo el cura) sigo el procedimiento del lavado santiguado, es decir, primero la cabeza, sigo con el tandem cojones-culo y al final los sobacos. Primero el izquierdo, luego el derecho y Amén. Rocío un buen chorro de champú en las manos y con el cuidado y precisión de los grandes relojeros suizos lo restriego por la cabeza, intentando evitar que el puto champú medio congelado comience a gotearme por la espalda. Aquí dentro los espasmos ya son palabras mayores, ¡cuidao!. Con la cabeza estilo Papa Noel afro procedo al lavado del Mato Grosso y del Valle de Abdalajis. Aquí gasto la mitad del tiempo, hay que cuidar los espacios forestales y nuestro medio ambiente. Finalmente, los frotamientos laterales, incorporando algo de gel si la espuma ya generada no es suficiente. Los pies prácticamente se lavan con lo que va cayendo, es lo que tiene la gravedad, pero entre dedo y dedo algo hay que currar.
El secado sigue el mismo curso que el lavado santiguado. Una vez terminado y goteando, salgo del cuarto de baño al estilo Tarzán y si me encuentro a Jane por el camino le enseño la liana a ver si se agarra. Yo es que tengo una curiosa habilidad, moviendo las nalgas y sin usar las manos consigo que aquello haga unos movimientos circulares la mar de graciosos. Vaya, yo me descojono. La Parienta o pone cara de asco o se ríe, según le dé. Esto es como el tiempo, hay días que llueve y días en los que reina el sol.
Entrañables son los momentos que pasa una pareja en un cuarto de baño, quizás sea allí donde se detecta el máximo exponencial de aquello que llaman amor, o “soportamiento mutuo”. Un peo por aquí, un tampax por allá, un “¡nene ahora no, siempre igual!” un “¡cierra la puerta, ostias, con la rasca que entra!”...
Que bello es vivir y que llenas de color son las mañanicas.
(Toma esa, mueve ficha, te toca...)
A descojonarse....
Te beso.
Te juro que me has dejao noqueao.
KO
¡Vaya historieta!.
jejeje
Tu KO?
Náaaaaaaaaaaaaaa
(Y me dice tu hermano que no eres dado a las historias)
Yo le digo a él, que tu caes.
Jajajajajaja.
Te beso pero además de esos besos robados con rebañón de labios, porque te lo has merido, ñammmmm!!!
Ahí lo llevas.
(Y te has escudado muy bien, matricula de honor , por escapísta tienes).
Cambio el tercio y me voy a la pregunta número 1 de Juan Pablo:
Vaya! En efecto, no recuerdo donde pero yo también he leído lo del Khamelos (soga) y el ojo de la aguja. Desde luego tiene todo el sentido. Por una aguja se pasa un hilo fino y es difícil pasar una maroma. Lo del camello es surrealista.
Esa introducción me viene bien para señalar que, en primer lugar, para dilucidar si se pueden atribuir coincidencias entre las enseñanzas de Jesús y el marxismo, sería necesario conocer las primeras con una certidumbre de la que carecemos.
Dicho esto, en mi opinión, si nos ceñimos a grandes rasgos a los preceptos de los evangelios canónicos, éstos están tan lejos de la naturaleza humana como los planteamientos marxistas. Unos y otros son "contra-natura". Quieren moldear un hombre distinto al hombre real.
Es decir, ¿Jesucristo socialista? No sé. ¿Coinciden en algo? En la utopía.
Estoy de acuerdo en las coincidencias, pero las diferencias son importantes. Una básica es el espíritu violento del socialismo (coactivo) y no violento (libre) del cristianismo (Jesús expulsó a los mercaderes del templo, cierto, pero hablaba de poner la otra mejilla y como símbolo es el de un Todopoderoso que eligió morir en la cruz antes que matar).
soy maquiavelica por naturaleza , para mi tan solo es una forma de realismo ...kiss:) ultimamente haces unos post buenisimos .....sera la primavera?
Peggy, lo que vengo a sugerir en este post es que todos somos maquiavélicos por naturaleza. Pero pocos se dan cuenta. Ahora bien, habría un maquiavelismo primario y un maquiavelismo inteligente -digo esto siguiendo un poco la línea de pensamiento de mi padre respecto al egoísmo- un maquiavelismo que se conoce a sí mismo y otro que se desconoce. Curiosamente el que se conoce es más noble, más bueno, y no considera conscientemente que el fin justifique los medios.
Creo, Carlos, que la naturaleza nos ha pertrechado con unas buenas armas y defensas. La educación aquí, la transmisión consciente de cultura maquiavélico-estratégica, es secundaria, y de mucho menor calado.
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