miércoles, septiembre 26, 2007

Ganarás el pan con el sudor de tu frente


¡A trabajar vagos!.

Mi padre me dice que las carreras universitarias sirven (o deben servir) más para estructurar la mente de una determinada manera que para aportar conocimientos específicos inmediatamente aplicables a una profesión. Si la carrera es exitosa será por tanto debido en mayor medida a que al estudiante le hayan enseñado a razonar de una determinada forma que a que le hayan transmitido múltiples conocimientos. El filósofo italiano Giambattista Vico decía que el conocimiento se adquiría haciendo. Así en las profesiones la experiencia es algo más que un grado. La formación universitaria ha de servir para preparar a los futuros profesionales a enfocar las realidades con las que tendrán que lidiar con la óptica adecuada, que, en un momento dado del tiempo es la del paradigma predominante en su área de conocimiento y especialización.

Por ejemplo en biología tenemos la teoría de la evolución y en economía los paradigmas neoclásico y liberal. Cuanto mayor es la especialización, es decir, cuanto menos generalista es el trabajo, más necesario es el conocimiento puro y duro y menos el enfoque. Pero en toda disciplina es precisa una perspectiva general que de coherencia a los hechos, que los sitúe en un contexto. El marco de referencia es imprescindible. Pensemos en el derecho: sin un conjunto de normas, sean estas escritas o establecidas por costumbre, por las que se garanticen los derechos individuales, que sirviesen de referencia obligada de las instituciones y poderes, limitándolos y de esta forma conformándolos, reinaría la arbitrariedad. Y hago bien en decir “reinaría”.

El ser humano no está preparado para un mundo caótico. Su mismo cerebro busca el orden en todas las cosas, y, a ser posible, la cosmovisión. A falta de pan buenas son tortas, y si no se tienen explicaciones completamente satisfactorias se usan sucedáneos. Nuestro afán de ver orden es debido a su utilidad en la lucha por la vida, pues busca orden quien crea orden. El lóbulo frontal, al que llaman sede de la civilización, que es lo que tenemos especialmente desarrollado, lo que nos hace humanos, es la fuente de la planificación, de la mirada puesta en el futuro, de lo mediato frente a lo inmediato, de la reflexión, de la paciencia, de la espera. Gracias a él somos constructores, manipuladores que utilizan herramientas complejas, sociales de una manera que supera el desparasitado, previsores, inversores y, por tanto, en un sentido estricto, capitalistas, al generar y acumular capital. La Civilización no se podría levantar sobre actos reflejos, sobre estímulos-respuestas y lucha/huída. La Civilización puede tener mucho de nuestro instinto, que se proyecta en nuestras instituciones, pero es también prueba de que ese instinto no se satisface directamente.

Las profesiones son una consecuencia de la división del trabajo, que es asimismo una consecuencia de la planificación que nos es propia. El hombre ha pasado, con el desarrollo de su lóbulo frontal, de repartir el alimento a repartir las tareas para lograr el alimento y de esto a repartir las tareas para mantener el entramado creado para crear y distribuir alimento y entretenimientos para el naciente ocio. La cúspide de esto está en la sociedad del conocimiento y los servicios. No puede haber desarrollo neurológico más exitoso desde el punto de vista evolutivo. Ningún otro animal nos hace sombra, y ello pese a que carecemos de garras, de dientes afilados, de movimientos rápidos, etc etc.

Muchos son los que sufren porque se sienten desvinculados de la naturaleza. Esto se debe a que no comprenden y no aceptan que la Civilización y todos sus artefactos y artificios son eso, naturaleza. Lo que le sucede a nuestra creación es que es indirecta y más compleja de lo que cada uno de nosotros individualmente puede llegar a abarcar con su mente, a entender cabalmente y a englobar en una cosmovisión satisfactoria. Por ello se crean sucedáneos espurios como la vuelta a la naturaleza ecologista, el mantenimiento a ultranza de valores e instituciones tribales caducas de los nacionalistas y fundamentalistas y la falacia comunal-estatal socialista. A falta de pan buenas son tortas. Nos quedamos sin el pan que proporciona el capitalismo y acabamos a tortas....

El cerebro humano es un producto de la evolución biológica y, como tal, está adaptado a un entorno dado. Ese entorno quedó aparcado en Africa (o en algún otro lugar, eso es lo de menos), y el rápido desarrollo de la Civilización ha creado uno nuevo completamente distinto, que, por ser creado y seguir siendo creado por la sinergia de cerebros humanos intercomunicados e interaccionantes y ser mamado desde la cuna, es hasta cierto punto cómodo y aceptable. Pero nos falta algo. Sentimos la “llamada de la Selva” o, sería mejor decir la “llamada de la Sabana”, y tanto más cuanto más ocio hemos creado, mayor es el período de nuestra neotenia empleado en el aprendizaje de la cultura y mayores son por tanto los medios que nos separan de los fines.
Preferiríamos formar parte de grupos humanos más reducidos, tener un entorno más verde, ver menos artefactos alrededor, recorrer las distancias a pie y un largo etcétera de todas aquellas cosas que eran satisfactorias en nuestro remoto pasado. Pero todo ello supone una memoria “filogenética” selectiva, puesto que ahora no estamos expuestos a los males y la escasez de entonces, y creo que nadie podría sentir nostalgia de ello. Tenemos que seguir avanzando en la Civilización, seguir poniendo medios para eliminar o reducir la escasez, las enfermedades, los peligros varios del ambiente, seguir capitalizando. Estos males en su conjunto nunca desaparecen del todo, simplemente se mantienen apartados por un esfuerzo continuado pero bien distribuido entre todos nosotros. Y en el camino civilizatorio quizá podamos, poco a poco, rodearnos de aquello que nos gusta, que siempre nos gustó, de la naturaleza virgen, de la naturaleza no convertida en medio para satisfacer la naturaleza humana....o, mejor sería decir: de la naturaleza virgen convertida en medio para satisfacer nuestra sed de naturaleza virgen. Y de paso disfrutar de los bienes de la Civilización y de la tecnología.

Además: ¿no satisface también nuestra especial naturaleza el poner medios para lograr fines?. Esto se constata cuando uno no lo hace, que se siente cerdo, vacío, aburrido, fracasado, necio, mal....inadaptado ya no solo a su ambiente social sino a sus propios imperativos internos.

“Frugalidad y laboriosidad”, como decía Franklin....¡y como demandan nuestro cerebro y el mantenimiento y mejora de la Civilización!.

martes, septiembre 25, 2007

Corazón partío


Cuando Shannon Moffett fue a entrevistar a Francis Crick a su casa para su libro sobre el enigma del cerebro ya había sido puesta sobre aviso acerca de la especial manía que el Premio Nobel tenía a la gente pedante, que trataba de pasar por culta. Así, al ser preguntada por Crick acerca de la influencia que Aristóteles tenía en el mundo de hoy se vio ligeramente apurada, y salió del paso como pudo.

Ciertamente es difícil seguir todos y cada uno de los rayos que desprendió ese sol aristotélico sobre la humanidad, y sus proyecciones en el presente. Con el ocaso del Medioevo llegó también el ocaso para esta estrella en muchas de sus brillantes concepciones. Su física, su biología, fueron desafiadas. Ya nunca se recuperarían de los sucesivos golpes que fueron recibiendo. Pero el lenguaje, en tantos sentidos innovador, es para algunas cosas sumamente conservador. Algunos giros y metáforas se mantienen durante decenas, cientos e incluso miles de años, mucho tiempo después de haber perdido su sentido y su significado originarios. Los antropólogos hablan de survivals cuando se refieren a rituales y costumbres que perviven tiempo después de haber desaparecido su razón de ser. En el lenguaje perduran las huellas del pasado. Es a un tiempo una construcción reciente y las ruinas sobre la que se asienta. Tiene tantos sustratos como una excavación paleontológica y como su propia base neurológica, el cerebro. Y es que la evolución, sea con genes o con memes, sea de los organismos o de las palabras, es a un tiempo conservadora e innovadora, y construye sobre lo que ya hay, exactamente por la misma razón que una carretera debe repararse si detener el tráfico. Así Aristóteles nos sigue hablando a través de los siglos sobre la sede del alma, y Crick, que estaba embarcado la busqueda científica de esta, lo notó particularmente.

Para Aristóteles el alma estaba en el corazón, siendo el cerebro no más que un refrigerador para la sangre del cuerpo. Su teoría ha sido ya refutada una y otra vez, pero todos seguimos ubicando en el corazón un pedazo de nuestro yo, todos seguimos diciendo que algo se hace “de corazón”, que tenemos un “pálpito” y cosas similares. Parece que la parte del alma que situamos en esa bomba muscular es la más importante: los sentimientos. Aunque ahora solo lo hagamos en el lenguaje.

Si alguien nos hace sufrir por amor decimos que nos rompe el corazón. El corazón queda “partío” por el mal de amores, en palabras emotivamente cantadas por Alejandro Sanz (supongo que sus emociones están más en sintonía con la música que con el dolor del alma por la pérdida de alguna mujer). Pero el corazón no siente, solo late sincrónicamente siguiendo las órdenes de nuestro cerebro inconsciente y reptiliano. Lo único divisible es el alma, la mente, la consciencia, el yo. Esto se puede comprobar en todos los casos de disociaciones de la personalidad patológicas. No se trata únicamente de las personas que poseen múltiples personalidades. También deben incluirse los esquizofrénicos (el propio término esquizofrenia alude a la división de la mente). Estas personas pueden oír voces y tener otros tipos de alucinación. Viven en un mundo extraño que tiene partes “reales” y partes creadas por completo por su propia psique. Por supuesto al entrecomillar “reales” lo hago con un motivo: el mundo percibido es para todos sin excepción una creación del cerebro, si bien en los esquizofrénicos parece que la creación es excesiva y se desvía de la norma y de la funcionalidad biológicas y sociales. A veces sienten como si se les disolviese el yo.

Todos los que tienen alguna dolencia del cerebro tienen el alma en cierto sentido partida. Muy destacable es el caso de quienes, tras sufrir una apoplejía o un golpe en la cabeza, tiene daño en el lóbulo parietal derecho. Estos padecen negligencia unilateral, es decir, una incapacidad para reconocer aquellas cosas que se encuentran a su izquierda, incluido su propio cuerpo. La visión ciega, otro mal del alma, pone de manifiesto cómo una persona puede ver y no ser consciente de que está viendo. Esto se debe a que su corteza visual ha sido dañada pero las vías de procesamiento de información visual que llegan hasta ella permanecen indemnes, realizando su labor en silencio. Así, el vidente ciego, puede esquivar obstáculos, agarrar objetos y seguir su trayectoria, sin ser consciente de ello. También tenemos esas almas cándidas y perdidas cual islas en un océano de ignorancia que son aquellos que han sufrido daños bilaterales en el hipocampo. Sencillamente son incapaces de crear recuerdos. Padecen lo que se da en llamar amnesia anterógrada. No consolidan recuerdos, y no guardan más que a cortísimo plazo sus vivencias. Conservan, eso sí, un circuito de recuerdo emocional. Esto lo puso de manifiesto un médico francés de cuyo nombre no logro acordarme que trató a una paciente con este tipo de amnesia. Cada vez que la veía tenía que repetir el tedioso ritual de presentarse, pues ella lo había olvidado de las veces anteriores. Un día decidió darle la mano con una chincheta escondida. Al estrechársela se la clavó y la paciente retiró la mano dolida. El caso es que en posteriores presentaciones ella seguía sin recordarle pero se negaba a darle la mano.

Por último podríamos hablar de los casos de cerebro dividido. Han ayudado mucho a la investigación pero son más bien raros, puesto que se deben a una escisión quirúrgica del cerebro que dejó de practicarse. Esta se realizaba para impedir la expansión de la epilepsia (en casos muy graves de este mal) a través del cuerpo calloso, haz de axones que conecta ambos hemisferios. Las personas que habían sido operadas de esta forma tenían literalmente dos cerebros que actuaban independientemente. Como cada hemisferio cerebral controla las extremidades contralaterales (esto es, el hemisferio derecho las izquierdas y el izquierdo las derechas) a veces estos pacientes podían percatarse de su peculiar situación al ver enfrentadas sus dos manos, abotonando y desabotonando un traje, cogiendo y dejando un libro o una queriendo golpear a su pareja y la otra defendiéndola.

Y volviendo con este “juego de manos” a la pareja, podríamos decir que, si nuestra pareja nos abandona, sufrimos una escisión. De pronto todas nuestras expectativas, todas nuestras costumbres, se ven destrozadas por un hachazo brutal y cruel del destino. Parece un golpe físico, capaz de partir un corazón. Pero el golpe lo sufre el cerebro, y su física, que, pese a provocar un dolor mayor que cualquier golpe con un objeto afilado, es muy sutil. El yo y su mundo quedan traumáticamente disociados. Pasan de ser uno a ser dos. No son solamente los cuerpos de los amantes los que se separan, cuerpos que, de todas formas, siempre estuvieron separados: también se separa el alma del abandonado en dos partes, la que siente y padece, la consciente, y la creación que esta había hecho en interacción con su entorno y con otra alma, sobre la que operaba. Algo parecido sucede –salvando las evidentes diferencias- cuando se pierde un empleo y, en general, con la pérdida de cualquier red de relaciones estable y generadora de satisfacción. Toda red a través de la cual pesquemos alimento y descendencia es muy preciada.

Mientras las circunstancias externas eran adaptativas había en el cerebro un determinado equilibrio neuroquímico compatible con el ambiente exterior. Al abrirse un abismo ante el ser vivo en su horizonte y derrumbarse un edificio a sus espaldas, todo queda trastornado, pues uno no sabe hacia dónde proyectarse, y urge volver a crear un equilibrio, encontrar un nuevo entorno habitable para el alma, construir una nueva estructura, tarea que se presenta ardua, de elevado coste energético y para unas capacidades e ilusiones cada vez más limitadas. La maleabilidad de las emociones es escasa, y por tanto puede decirse que la plasticidad neuronal para crear nuevas redes a partir de las antiguas también. El organismo pierde su ambiente óptimo o al menos aceptable, o, dicho en términos bíblicos, el angel cae, el hombre es expulsado del Edén, y se ve obligado a vagar por el mundo, arrojado a una libertad no deseada.

El problema estriba en que al destruirse la autopista se detiene el tráfico.

viernes, septiembre 21, 2007

Enfoques nomotético e idiográfico


Hace unos años leí un libro de Marvin Harris en el que este antropólogo americano exponía sus ideas acerca de las perspectivas nomotética e idiográfica para el análisis de los fenómenos culturales y sociales. No mucho tiempo después hice una búsqueda en Internet con la intención de refrescar estos conceptos, pero no encontré ningún sitio web en el que se explicasen. No tengo idea de cómo estará la cosa ahora, pues no he intentado la búsqueda, pero me gustaría ampliar la información para quien tenga interés en ella, así que esta será mi pequeña aportación.

La vieja idea de que el árbol no deja ver el bosque y el bosque el árbol nos vendrá bien como sencilla imagen para comprender estos enfoques. Cuando uno observa una sociedad o una cultura nomotéticamente está mirando el bosque; si lo hace idiográficamente mira los árboles. Harris empleó estos términos en relación a las distintas perspectivas del estudio antropológico. La Escuela de Franz Boas era netamente idiográfica mientras que sus propias ideas de materialismo cultural eran nomotéticas. Sin embargo fuera de las ciencias sociales podemos encontrar ambas tendencias de análisis entre las personas, y, curiosamente, tales tendencias marcan también las tendencias políticas. Así la izquierda es fundamentalmente idiográfica, tanto en su valoración de los problemas sociales como en sus ideas sobre la libertad, y la derecha es nomotética en los mismos asuntos.

Pero ¿qué significa exactamente mirar la sociedad y la cultura nomotética e idiográficamente?. Si la imagen del bosque y los árboles no es suficiente definiremos mejor los términos.

Si yo miro a la sociedad o a la cultura y busco en ellas aspectos comunes, esenciales, universales; si busco en sus interacciones internas y con otras sociedades y culturas pautas y regularidades, si, en definitiva, yo generalizo, si doy un papel metodológico fundamental a la estadística, si observo las normas y costumbres, así como las ideas “desde fuera”, adopto un enfoque nomotético. Este podrá reducir la complejidad a términos más manejables, pero al hacerlo necesariamente eliminará matices y detalles de las individualidades, por otro lado tan importantes.

La mirada idiográfica es más compasiva, si se puede decir de esta manera. Se atiende por encima de todo a las ideas y comportamientos, hábitos y costumbres de las personas individuales, apreciándolos en toda su riqueza. Uno trata de ponerse en el lugar del otro y comprender sus razones. Así, no se mira al otro (entendiéndolo como grupo), desde fuera, como en el enfoque nomotético, deliberadamente distanciado e impersonal, sino desde dentro, desde las vísceras. Esto puede impedir que se analicen las cosas fría y racionalmente, algo completamente necesario si se quiere hacer ciencia rigurosa.

Del mismo modo que el nomotético generaliza el idiográfico personaliza y, en su faceta científica, si la tiene, se especializa. Siente el idiográfico una repugnancia natural hacia las generalizaciones, la mayoría de las cuales le parecen especulaciones sin base sólida, y prefiere antes “el caso” que “la ley”.

En política, como decía, estos dos modos de ver las cosas, cada uno con sus virtudes y sus defectos, son un poderoso polarizante psicológico. Analizando la economía y el derecho, por ejemplo, los nomotéticos se siente inclinados a apreciar normas generales e impersonales que sirvan de marco para el desarrollo espontáneo, libre e impersonal del mercado, mientras que los idiográficos creen que se debe legislar para corregir las imperfecciones de la sociedad, tan patentes cuando se fija uno en los “fracasos” de individuos de carne y hueso y las injusticias diarias cometidas en esa tierra de nadie más allá del marco de la ley, y creen asimismo que la economía no puede funcionar autónomamente sin generar muchos “casos” fracasados.

En una cuestión social tan importante como es el encuentro y la interpenetración de las culturas y las sociedades, que hoy con la globalización es más que evidente, las perspectivas nomotética e idiográfica nuevamente difieren. La primera incide más en el Choque y la segunda más en la Alianza de las Civilizaciones. El nomotético ve las diferencias esenciales entre las culturas, pues observa la cultura misma, mientras que el idiográfico ve en todas ellas las similitudes, pues en todas ve personas.

Un concepto tan manido y poco aclarado como la libertad es del todo divergente entre nomotéticos e idiográficos. Para un analista idiográfico es del todo necesaria la libertad del individuo para hacer cuanto desee, para realizarse dentro del cuerpo social. Ello puede llevar a que se busquen privilegios para ciertas comunidades o grupos de los que uno forme parte sin percatarse de que se obtienen a costa del resto de la sociedad. Un analista nomotético cree en la libertad asociada a la responsabilidad. La sociedad se desentiende de la suerte de las personas, que deben ocuparse y preocuparse de su lugar en ella. La voluntariedad prima en la caridad, el mecenazgo en las artes. El Estado representa un papel de mero garante de los contratos y del cumplimiento de leyes de carácter general e impersonal. El individuo es libre para hacer lo que quiera dentro del marco de la legalidad vigente y del respeto a los derechos fundamentales de los demás (siendo estos derechos fundamentales un número muy reducido). Y si fracasa debe asumir que se debe a su propia incompetencia o dejadez.

También la visión de la naturaleza humana está condicionada por cual de estas dos perspectiva se adopte. El idiográfico cree en la tabla rasa, en la importancia de la cultura y la sociedad, del ambiente humano, para moldear las personalidades, para crear los individuos. Si uno mira a quien fracasa “desde dentro”, si es él mismo o se pone en su lugar, podrá proyectar en la sociedad la culpa, la responsabilidad de su situación. Es lo que se denomina en psicología social “atribución”. Todo mal (e incluso todo bien) se atribuye a causas externas, especialmente a intenciones y actos de otros. El nomotético cree en cambio en la naturaleza humana innata, en los aspectos más universales de nuestra conducta y nuestra personalidad, así como en las diferencias no achacables a la acción de la sociedad sobre el individuo. La sociedad no es responsable de la suerte de sus componentes.

El enfoque que hago sobre lo nomotético e idiográfico es netamente nomotético, con todas las carencias y defectos que ello conlleva, y así soy yo. No puedo dejar de posicionarme al respecto, puesto que creo que la sociedad precede al individuo al menos en una cosa: si la última no funciona el primero se verá en una situación muy precaria. Si por proteger unos cuantos árboles escogidos por una observación compasiva y atenta se quema el resto del bosque es muy probable que todo el ecosistema de la zona se venga abajo, echando abajo también a esos pocos árboles. Así creo que la sociedad debe ser libre en un sentido liberal de derechas, es decir, en su vertiente económica, básicamente, y que cada individuo ha de valerse por sí mismo (con ayuda de los suyos y de todos aquellos que voluntariamente decidan ayudarle) para salir adelante, lo cual es un estimulante y un generador de impulsos productivos. No obstante comprendo que el mundo puede ser –y de hecho es- un valle de lágrimas, y que existen muchas injusticias e imperfecciones en el funcionamiento de la sociedad. ¿Y qué hacemos para corregirlas –correr un estúpido velo?. Y es que en esto no me queda otro remedio que ser idiográfico: hay que prestar un mínimo de atención a los matices. Los inmigrantes musulmanes pueden representar un grave problema, pero no dejan de ser personas, y no es igual un pakistaní que un marroquí, así como no es igual un marroquí de Casablanca que uno de pueblo, por no hablar de las diferentes personalidades de cada uno, independientes de su procedencia. Igualmente los parados de larga duración pueden ser, muchos, personas que han desaprovechado oportunidades, pero muchos pueden estar sufriendo un revés de la fortuna no atribuible enteramente o en absoluto a sus deméritos. Etc.

Las personas son muy importantes y, en última instancia, la realidad humana. Pero debe salvarse la sociedad para salvarlas, antes que salvarlas provisionalmente deteriorando o destruyendo su hábitat, que es la sociedad, con políticas benevolentes y cortoplacistas.
Por cierto: ¿no es idiográfico decir que las personas no somos totalmente nomotéticas ni idiográficas?. Pero así es.

miércoles, septiembre 19, 2007

¿24ºC?


Este verano tuve que ejercer de mediador en una disputa conyugal entre mis vecinos E. y P. Como algunos sabéis y otros suponéis, no soy psicólogo, asistente social, abogado ni nada parecido, pero es que el mótivo de la disputa era un asunto trésnico. En concreto, cual es la temperatura adecuada para el ajuste del mando a distancia en un parato de aire acondicionado. Cuestión ésta aparentemente baladí, pero recordemos que según los estudios estadísticos del profesor Franz de Copenhague, en Europa, el 87% de los divorcios obedecen a disputas relativas a los mandos a distancia.

E. indicaba que él lo ajustaba a 24ºC, y P. se quejaba de que se moría de frío y le parecía patético tener que ponerse una chaquetilla en pleno Agosto (ya sabemos que este verano, a pesar del cambio climático -pero seguro que también por su culpa-, no ha hecho mucho calor, pero en fin, andar en manga corta ha sido lo normal).

E. decía que él así estaba fresquito y que no estaba ni mucho menos, poniendo el control demasiado frío. Argumentaba, no falto de razón, que en los anuncios de la tele, el gobierno de España recomendaba esa temperatura y además indicaba que así se ahorraba energía (¿recordáis la campaña en TV y prensa?) y tal y tal.

Tuve que recordar a E. que, afortunadamente y en este caso concreto, la cifra dada por el gobierno era una recomendación y no una imposición. Y que tratándose de un gobierno donde para ser ministro de Industría el único requisito es el lugar de nacimiento, sin importar, no ya la preparación académica sino al menos distinguir un Watio de un Voltio, mejor passar de tal recomendación.

Vamos, que P. tenía toda la razón, y que mejor pusiera el mando a 26ºC (ó 27). Así no iba a tener calor, pero tampoco iba a necesitar chaquetilla, sus gargantas no sufrirían y la factura de la luz les iba a doler menos.

La cuestión es: ¿por qué las preclaras mentes del Ministerio de Industria, y en concreto los chicos del IDAE han decidido que 24ºC es la temperatura adecuada?

Ah, que es una medida novedosa para ahorrar energía y eso. Pues bien, vamos hacia atrás.

Resulta que uno, hace ya unos añitos, trabajó en el campo de la climatización y recordaba que la temperatura interior de diseño normalmente aplicable era 25ºC. Buscando antiguos papeles, he encontrado la norma entonces vigente, el Real Decreto 1618/1980 por el que se aprueba el Reglamento de Instalaciones con el fin de racionalizar su consumo energético y la Orden de julio de 1981 en la que se aprueban las Instrucciones Técnicas Complementarias para desarrollar dicho Reglamento.

(Nótese, 1.980-81, todavía gobernaba la UCD de Suárez y no se había descubierto el cambio climático ni la maldad del CO2)

Bien, pues en la Instrucción 04 "Exigencias de Rendimiento y Ahorro de Energía" se indica "Para los locales refrigerados, la tempertura media interior no será nunca inferior a 25ºC....". Menudo avance, pues, andar a estas alturas tirándose el rollo ecológico a base de recomendar una temperatura más fría (y por tanto, que ocasiona mayor gasto energético) que la que estaba marcada hace 25 años.

Y además, todo para conseguir que te tengas que poner una chaqueta o que te duela la garganta, aparte de consumir kWh en exceso. En fin, esta pequeña anécdota, como decían aquéllos, no es más que otro ladrillo en el muro.

martes, septiembre 18, 2007

Cumpliendo años



Tomad un bombón a mi salud, amigos....

martes, septiembre 11, 2007

Olvidos

No recuerdo cuando, ni dónde, ni en qué circunstancias lo escuché. Sé que fueron más de dos veces, pues ningún tema se me graba tan rápido con tanta fidelidad. Iba escuchando uno a uno y sorprendiéndome de lo bien que los conocía. Podía anticipar la siguiente nota de cada estrofa, sabía algunas frases de las que el cantante soltaba en un inglés californiano. No entendía porqué había olvidado toda mi relación histórica con el disco y mantenía en cambio tan bien la memoria de su música. Según avanzaba el coche hacia mi lugar de trabajo me iba despertando, en parte por lo extraño de la situación. Si me ponía a pensar en cualquiera de mis discos, presentes o pasados, podía recordar al menos un retazo de ocasión en el que los hubiera escuchado. By the way, de Red Hot Chili Peppers, se convirtió anteayer por la mañana en ese gran desconocido que nos es enteramente familiar.

No hace mucho tiempo que fui a la comunión de mi sobrina. En la celebración del hotel tomé algunas cervezas de más. Supongo que esa sería la causa de que perdiese parte de la memoria de aquella tarde. Lo asombroso fue cuando me puse a analizar lo que recordaba: de la gente que había conocido por primera vez solamente recordaba los rostros masculinos. Un viejo pintor de barba cana y mirada aguda con una sombra de mujer a su lado. Un político alto y fornido de rostro afable y otra sombra de mujer a su lado. Y la guapa mujer del dentista, al que ya conocía, sobre todo profesionalmente, cuyo rostro estaba vacío, era un borrón, una mancha. ¿Por qué había olvidado solamente los rostros femeninos, incluido el de esa guapa mujer que me llamó la atención –esto sí lo recuerdo- por su belleza?.

Nuestra biografía se asienta sobre nuestra memoria. Cuando percibimos lagunas tan extrañas dudamos necesariamente de nosotros mismos. Es preferible un recuerdo falso o distorsionado a ese vacío monstruoso que nos arrebata nuestra alma.

miércoles, septiembre 05, 2007

Amor y sexo


En un estudio científico se sometió a algunos hombres a un juego perverso. Debían cruzar un puente elevado y sumamente inestable para llegar a una psicóloga joven y atractiva que les daba a rellenar un test. Una vez rellenado el cuestionario recibían de la chica una propuesta no especialmente atrevida pero sí sugerente: para cualquier duda que tuvieran podían llamarla por teléfono. Muchos llamaron.

Como todo experimento científico con mentes humanas calenturientas requiere, se utilizó un grupo de control. Este estaba compuesto por otro grupo de hombres que atravesó un puente sólido a baja altura para realizar la misma entrevista. El porcentaje de hombres que llamó a la psicóloga tras realizar el test fue en este caso significativamente más bajo.

El resultado de este experimento peculiar parece indicar que el estrés aumenta la excitación sexual, al menos en el corto plazo.

Amor es a quien conoces, decía Billy Corgan, y Unamuno llamaba a su esposa “mi costumbre”. Los seres humanos tenemos esa natural forma de narcisismo consistente en sentir afectos positivos por lo que se nos parece. Así nos pasa con los animales, que cuanto más parecidos son a nosotros más cariño nos despiertan, y con nuestros congéneres, cuya pertenencia al endogrupo o al exogrupo los hace más o menos agradables, más o menos tranquilizadores.

Pero el amor, entendido como un afecto tierno y duradero, está en contradicción, paradójicamente, con el enamoramiento sexual. En el sexo buscamos más la diferencia, no tanto el parecido, la exogamia y no la endogamia. Y esto es debido a la excitación que despierta la novedad, sorprendentemente relacionada con el miedo y con los mecanismos neurológicos y hormonales que lo suscitan.

Si nos atenemos al planteamiento hecho por el neuropsicólogo Elkhonon Goldberg sobre la especialización de los hemisferios del cerebro, tendríamos que asociar al hemisferio derecho con la novedad y al izquierdo con la costumbre, con los procesos que se han convertido en rutinas inconscientes, denominados por este autor como patrones. Así el hemisferio derecho estaría relacionado con la excitación sexual en mayor medida que el izquierdo, y este último en el amor en mayor medida que el derecho. Esto debiera estudiarse experimentalmente, con RMf.

Otro aspecto relevante es el de la polaridad emocional de los hemisferios. Se ha establecido claramente –se aprecia a través de las emociones de quienes sufren apoplejías- que el hemisferio derecho es emocionalmente negativo y el izquierdo positivo. Esto es coherente con los papeles respectivos de lidiar con la novedad o con los patrones establecidos, puesto que lo primero genera incertidumbre, excitación y sus malestares asociados, mientras que lo segundo genera seguridad.

¿Por qué existen la infidelidad o el masoquismo y otras “aberraciones”?: despiertan moderados niveles de estrés que aumentan la excitación.

Una de las preguntas que podrían quedar respondidas con este planteamiento es por qué excitan tanto a los hombres las escenas lésbicas. Esta mañana precisamente veía en la televisión unas escenas de Hospital Central en la que dos actrices se morreaban. Este tipo de escenas excitan mucho a los hombres porque representan una negación a sus pretensiones. Las mujeres se enlazan entre ellas y de alguna forma comunican al hombre que el está fuera, que es irrelevante. Esto hace que el hombre se sienta atacado, en cierto sentido, apartado y humillado, y le excita, como a los probandos del puente elevado. Al llegar al otro lado está dispuesto a todo.

Una mujer mala, una femme fatale, debe su atractivo también a esto. Hace que el hombre se excite incesantemente con sus perversidades. Quizá no haga que su pareja (habitual o transitoria) se sienta cómoda y segura, y experimente afectos tiernos hacia ella, pero lo que si logra es mantener ese enamoramiento sexual, ese permanente estado de excitación salvaje.

También podríamos explicar, con este modelo, el cambio que se da en el tiempo en las parejas en cuanto a deseo sexual y afectos tiernos, como una consolidación en el cerebro de un patrón. Primero el elemental del esquema corporal y el rostro de la pareja deseada/amada, que se van convirtiendo poco a poco de algo inefable en algo perfectamente definido. Y luego en lo referente a conductas, costumbres, maneras de ser, personalidad, cada vez más predecibles, cada vez menos novedosas y excitantes, pero más conocidas y confortantes.

lunes, septiembre 03, 2007

Autoretrato y meme

Recibo un meme de una gran persona, excepcionalmente dotada para la literatura y me dispongo a realizarlo sin esperanza de hacer algo bueno.

Consiste el meme en realizar un autorretrato en verso, forma libre, y enviárselo a tantas personas como guste, siendo el mínimo tres, indicando quién se lo envía. Si no lo hace usted, será de ahora en adelante considerado poco menos que un Dan Brown. Y copie esto íntregro.

Ahí va mi nada poética improvisación:

Poesía, poesía eres tú,
Así que mira al espejo
Y trata de ver a otro
Desde ese yo
Que no se sabe

Mis miserias son vanguardia de futuro
Espejismos de pena y dolor
Haciendo tangente en la nada perfectamente esférica
Del infinito eterno

La muerte es lo único que no muere
En este mundo de cambios
La realidad de seres y objetos
Es consustancial a nuestro ser

Y aquí estoy, flotando en el vacío
Inmerso en la corriente turbulenta del tiempo
En el flujo circular de la cibernética madre
Pordiosero del verbo
Dios del vicio hecho virtud
De la debilidad hecha fuerza
Nada emancipada
Gritando libertad

Ecce Homo,
Con mi cruz como mirilla
Carpe diem,
Viendo como se escurre la fina arena
Entre mis manos
Allea Iacta est,
O del inconveniente de haber nacido.

Tópicos y más tópicos....

¿Cómo podría hablar de mi mismo

-sin hablar de todos?.


¿Quién me devuelve la mirada desde el espejo?.

¿Tendrán a bien el continuar este meme las personas que a continuación menciono?:

-El ilustre Juan Pablo.
-La ilustre Mavi.
-El ilustre Lebeche.
-El ilustre Carlos.
-La ilustre Peggy.
-La ilustre Pietra.

Como sé que muchos de ustedes son más bien ácratas y no especialmente entusiastas de los memes, dejo a su elección la forma de dar respuesta a este pequeño desafío.

jueves, agosto 30, 2007

La duda ofende

-"¿Crees que M* habrá meditado algo sobre el asunto?".
-"No, lo tiene claro desde el principio. En cerebro tan pequeño no puede caber ninguna duda".

martes, agosto 28, 2007

Una simple avispa


Ayer por la mañana fui al tinte a recoger unos trajes. La vuelta al trabajo tiene esas cosas. Tenían la entrada abierta de par en par, acaso para refrescarse, con el infernal calor que hacía. Acompañándome en la entrada vinieron dos avispas y yo hice ademán de aplastar a una de ellas que se me puso a tiro de zapatazo.

“Mejor no lo hagas” –me aconsejó la mujer de la tienda. “Te puede picar”.

Estaba yo un poco sensible con esos autómatas despiadados producidos por selección natural tras ver el día anterior la película Open Water. En ella una pareja americana acosada por el estrés vital y laboral, deseando darse un respiro y buscar un reencuentro con el amor y el ocio, decidió irse a bucear al Caribe. Iban en un barco con otros muchos turistas dispuestos a bucear en mar abierto. Por un error en las cuentas de los buceadores y un pequeño retraso de la pareja en salir del agua, el barco marchó de vuelta a puerto sin ellos. La película nos muestra la agonía y muerte de los dos tortolitos en unas aguas infestadas de tiburones. No había ningún sentido en ello, ninguna finalidad, ninguna moral. Solamente eran carnaza para tiburones a consecuencia de los números, de los números de un error de cálculo y de los números del tiempo del reloj. Primero unas medusas les picaron, después los tiburones les dieron un mordisquito de cata. Al final fueron el banquete de unos cuantos escualos.

La avispa no mata, me dije, y salí de la tintorería a seguir con mi vida y con otras cosillas.

Por la tarde salimos mi familia y yo de casa a un parquecito que está justo al lado, y nos instalamos en plan domingueros de pic nic para celebrar con algunos amigos de nuestra urbanización el cumpleaños de mi mujer. Teníamos una mesita plegable con viandas encima y vino una avispa a rondarlas.

-“Cariño, ¿y el matamoscas?!.

-“En casa. Si lo quieres sube a por él”.

Bajé con él dispuesto a fulminar a la maldita avispa. M e dirigía a la mesa, matabichos en mano, y un nene pequeñajo amigo de mi nene pequeñajo se interpuso porque quería mi arma de juguete. Se salió con la suya y me lo quitó. Poco después la avispa se había marchado y me olvidé de ella.

Volví a pensar en Open Water. ¡Qué horror!....¡Qué muerte más absurda!. La película estaba basada en hechos reales, así que fuera como fuere aquella pareja de americanos fue abandonada en aguas profundas, muy lejos de tierra, y murió en medio de la desesperación y el sufrimiento. Recordé al tiburón que había sido capturado en las costas de Tarragona. Aquello provocó un gran revuelo, pero solamente era uno y estaba muy enfermo y desorientado, según dijeron los biólogos que le trataron después en un acuario, tratando en vano de salvar su vida.

Unos amigos se retrasaban para tomar la tarta. Finalmente vinieron con sus trillizos. Les habían retenido en la piscina porque había fallecido una mujer repentinamente. Al parecer le había picado una avispa en el pecho al salir del agua, provocándole un shock anafiláctico que la mató en el acto.

¡Joder con la puta avispa!.....

Aquello me dejó tocado. No podía dejar de pensar en la mujer, una argentina de mi urbanización a la que conocía de vista. Cuando despertó por la mañana no habría podido imaginar que por la noche ya no estaría viva.

Y esa noche, vedada ya para mi vecina, mi mujer y yo nos pusimos a ver CSI Las Vegas. Repusieron un capítulo de hace tiempo sobre el miembro de un jurado que cae muerto sospechosamente tras alargar la deliberación impertinentemente. Los otros miembros del jurado tenían razones de sobra para quitarlo de enmedio. El fallecido era alérgico a muchas cosas, por lo que se sospechó que pudieran haberle envenenado con algún producto alimenticio que no pudiera tomar. Pero al final los CSI descubren al verdadero asesino, tirado al lado de una mesa. La abeja picó al hombre en el cuello provocándole un shock anafiláctico.

lunes, agosto 27, 2007

¡Qúe barba(ridad)!


Espero disculpen si estoy un poco obtuso, pero acabo de volver de vacaciones, o, como dije al despedirme, de vacas “locas” (o mejor sería de decir “tontas”). ¿O es que no sabían que las personas daban resultados más bajos en los test de inteligencia después de unas vacaciones?. Así es.

Y así, a lo tonto a lo tonto, la primera tontería de la que se me ocurre hablar es de la barba. Espero que ningún imberbe lo tome a mal, pero es que le he leído a Guy Brown que un científico publicó anónimamente en la revista Nature una interesante observación acerca de este atributo y adorno masculino. Parece ser que la actividad sexual, así como la anticipación mental de la misma, provocan una descarga de testosterona en el hombre (bueno, y en la mujer, aunque parezca increíble, pero este es otro asunto). Esto conlleva entre los machos el crecimiento del vello facial, es decir, de la barba.

¿Y qué pasa entonces?. Nada, simplemente que la barba crece más rápido, con cambios que podrían detectarse, en hombres que se afeitan a diario, de un día para otro. Así las mujeres de esos hombres podrían saber por los pelos de la cara de estos si el día anterior la reunión fue de negocios o de otra índole. ¿Entienden ahora que el autor del artículo de Nature lo publicara anónimamente?. ¡Que golfete!.

De todas formas esto no vale para las pajas, onanistas. Sí, pervertidillos por imperativo biológico, a vosotros no se os nota en el careto. Le leí a Eibl Eibesfeldt que había estudios que corroboraban que después de una masturbación no había tal oleada de la hormona masculina. Así que el chiste de los granos de la barba, de la barba, de la barba-ridad de pajas no tiene mucho sentido, fuera del sinsentido que le da sentido para hacer reír.

La gorra


Dejé a mi nene en aquel lugar lleno de otros nenes y nenas en caótica armonía. Era un recinto cerrado y asfaltado en el que hacían el loco en bicicleta, patinete o subidos a algún otro trasto con ruedas. Mi niño llevaba su gorra de colores con el escudo del equipo de fútbol de su abuelo (a mi el fútbol me la pela, se la regaló el abuelo).

Soy un poco borracho, lo confieso. No creí que fuera a pasar nada, realmente, y, de hecho, nada grave ocurrió, no al menos en mi ausencia. Estaría unas 2 horas fuera, tomando cervezas. El sol se sumergía en su ocaso y los niños se iban yendo. Cuando llegué estaban solo el mío, con su triciclo, y uno mayor en patín, con esos pendientes y ese pelo largo en la nuca, distintivos de horterez. El macarrilla llevaba la gorra de mi hijo. Se la pedí amablemente, pero el niño hizo caso omiso.

-“Niño, haz el favor de darme ya la gorra”.

-“No, es mía”.

Así estaríamos unos minutos hasta que al final me cansé y se la quité violentamente. El niño se enrabietó y fue contra mí, pero le di un manotazo y cayó de espaldas al suelo.

Ya estaba yo a punto de cruzar el umbral de la valla con mi hijo cuando apareció aquel policía impertinente.

-“Perdone, caballero, pero creo que tenemos un pequeño problema”.

Traté en vano de explicarle la situación a aquel descerebrado de uniforme. No hubo manera. Finalmente cogió la gorra de la misma cabeza de mi hijo para ponerla de nuevo en la del bribón aquel, que sonreía como un malhechor que se sale con la suya. Le tomó de la mano y se lo llevó hacia la puerta, dándome la espalda con prepotencia. Aquello era demasiado. Un puñetero imbécil se creía con derecho para intervenir en un asunto que no le concernía simplemente por tener el poder de coacción otorgado por el Estado. Cogí el triciclo de mi hijo y lo alcé muy alto. Con todas mis fuerzas lo hice caer sobre su cabeza. Sonó un golpe seco. ¡Crack!. El poli se derrumbó sobre el frío suelo. Un río de sangre brotó de su cabeza abierta e inundó el área circundante mientras su flácida mano aún agarraba la del niño ladrón, que miraba con un miedo catatónico hacia mi.

-“Y ahora dame la gorra pedazo hijo de perra!!!”.

El golfo obedeció, pero no podía dejar testigos. Cogí su pequeño cuello y le estrangulé. Pensé que sería más rápido, pero la cosa me llevó al menos un minuto. Tardaba en expirar, el enano.

Mi hijo estaba mudo y con la mirada perdida. Creo que no entendía nada de esa escena. Sabiendo que tenía menos de 3 años no me preocupé demasiado, lo olvidaría.

Antes de que alguien nos viera lo mejor era marcharse. Me percaté de que la gorra estaba en el suelo, pegada a la valla. ¿Qué hacía ahí, no la había cogido ya?. Mi mano derecha la sujetaba. Pero estaba ahí, en la valla. Estaba en mi mano y en la valla. Había dos cadáveres sobre el suelo de cemento, un policía y un niño, y dos gorras idénticas, una en mi mano y otra en la valla. Tardé unos segundos en comprender la situación…..lo mejor era marcharse antes de que nadie nos viera. Mi hijo lo olvidaría, sí, lo olvidaría…..tenía menos de tres años, joder.

martes, julio 24, 2007

Vacas locas


Comienzo mis vacaciones de blog hasta una fecha indefinida entre mediados de Agosto y mediados de Septiembre.

¡Que ustedes también lo pasen bien!....tan bien al menos como yo tengo pensado pasarlo.
Cualquier duda que tengan consulten con mi amiga la vaca, que está más cuerda que yo.
PD: ¡Ah, por cierto!....no me hago responsable de las vacaciones de otros participantes en esta web. que las tomarán cuando buenamente puedan/quieran.

lunes, julio 23, 2007

El Don ha muerto



Entre todos los panegíricos, ditirambos y hagiografías que estamos soportando estos días tras la muerte de Jesús Polanco (a) Jesús del Gran Poder, se ha escapado alguna nota discordante recordando sus orígenes franquistas o la maniobra mediante la cual defenestró al infeliz juez (Gómez de Liaño) que osó cruzarse en su camino.

No obstante, se echa en falta (salvo error u omisión) un episodio a mi juicio tremendamente significativo para comprender hasta que punto PRISA y el PSOE han sido durante muchos años un ente de poder indisolublemente unido (el famoso PRISOE) y quien era el que mandaba en tal ente.

Recordemos que la victoria electoral de Aznar en el 96 conllevó la derrota de González y la desaparición de éste de la escena política activa. El PSOE decidió dar ejemplo de democracia interna (eso dijeron) para elegir el sustituto, que no debía ser otro que aquél ya designado por la ejecutiva como candidato oficial, Joaquín Almunia. Pero hubo un candidato respondón, ¿alguien se acuerda? En efecto, José Borrell se presento a tales primarias y, fuera por meritos propios, fuera por demeritos de Almunia (demasiado asociado por las bases a los asuntillos aquéllos del robo y la corrupción generalizados y la cal viva como método justiciero), se alzó con la victoria.

Borrell fue oficialmente proclamado futuro candidato a presidente por el PSOE a regañadientes, pero, resulta que en 1.999, el diario El País (cuyo silencio había sido clamoroso ante los innumerables casos de corrupción felipista) comenzó a publicar noticias (avisos de capo mafioso, diría algún malpensado) sobre presuntas irregularidades (unos cientos de millones de nada) en la Agencia Tributaria cuando el señor Borrell fue Secretario de Estado de Hacienda en los gobiernos de González relacionándole con un choricete sociata (uno más), un tal Huguet, entonces su subordinado.

La dimisión de Borrell siguió de inmediato a las revelaciones de El País y Almunia pasó a ser Secretario General y candidato en el 2.000 sin pasar por un nuevo paripé.

El capo estuvo generoso ante la rapidez con que Borrell se achantó y las revelaciones cesaron. Huguet, Aguiar y algún subordinado se comieron el marrón y unos añitos después Borrell fue nº 1 por el PSOE a las elecciones europeas. ¿Era corrupto para ser Secretario General y no lo era para ser nº 1 en la lista europea?

La conclusión lógica sería que el grado de corrupción de Borrell carecía de importancia. Su pecado fue intentar ir más allá de lo que el PRISOE le tenía reservado y el capo le puso en su sitio.

viernes, julio 20, 2007

Un viaje (a Trip)


El farmacólogo suizo Albert Hofmann trabajaba en Sandoz Pharmaceutics. Durante muchos años, desde 1930, estudió el cornezuelo, un hongo que crece en los cereales, y sintetizó a partir de él algunos compuestos químicos. Ninguno de ellos, probados en animales, parecía tener propiedades interesantes, así que los descartó como posibles fármacos. En 1943, sin embargo, decidió volver a investigar con ellos. Un día de abril que estaba resfriado se marchó pronto a casa. Una vez en ella empezó a experimentar extraños fenómenos visuales: “Una serie ininterrumpida de imágenes fantásticas, formas extraordinarias con un intenso y caleidoscópico juego de colores”. Cerrando los ojos las cambiantes formas de colores parecían ir contra él. Y así estuvo unas dos horas. Comprendió que había ingerido accidentalmente uno de sus compuestos. Este era el ácido lisérgico, más conocido como LSD.

Entre 1956 y 57 se realizaron dos curiosos experimentos con probandos humanos sobre deprivación sensorial.

Hebb realizó un estudio con estudiantes varones voluntarios (por 20 dólares). Los aisló en cubículos iluminados, donde tenían que permanecer tumbados en una cama durante al menos 24 horas. Les puso unos visores de plástico traslúcidos que permitían que pasase la luz pero no formas visuales. Asimismo les colocó unos guantes de algodón y unos puños de cartón, que se iban más allá de la punta de los dedos impidiendo su percepción táctil. La cabeza la apoyaban encima de almohadas de goma. Por todo sonido había un zumbido tenue.

Los estudiantes empezaban pensando en sus cosas cotidianas y traían recuerdos a su mente de familia y amigos. Trataban de pensar activamente sobre cosas pero al final estaban en un estado tal que terminaban por dejar vagar la mente. Uno de los estudiantes dijo: “Mi cabeza se quedó llena de canciones y de colores y no podía dominarla”. También experimentaban muchos probandos períodos de mente en blanco y ausencia de consciencia.

De entre los que estuvieron más de 24 horas los hubo con visiones tales como un árbol que le hacía sombra a una roca o fotografías de recién nacidos en interminable sucesión. En general tenían alucinaciones coloridas y extrañas que pasaban de simples formas geométricas a complejos dibujos o escenas coherentes como una procesión de ardillas con sacos encima de los hombros cruzando el campo visual, o monóculos recorriendo una calle. Los chicos perdían el control sobre sus alucinaciones: uno decía no ver otra cosa que perros y más perros. También tuvieron alucinaciones auditivas, de voces y música, mezcladas con las visuales, como la de un probando que vio salir el sol por encima de una iglesia y escuchó a un coro cantar con un sonido estereofónico total.

Otra sensación recurrente era de de ser otros o la extrañeza del propio cuerpo. Describían la sensación de formas tales como estas:
-“Mi cabeza parecía que era una bola de algodón, flotando encima de mi cuerpo”.
-“Parecía como si algo me estuviera sorbiendo la cabeza por los ojos”.

Otro científico, Lilly, puso a sujetos con equipo de submarinistas y gafas oscuras flotando por debajo de la superficie de un gran tanque de agua que estaba a la temperatura corporal. No tenían sensaciones luminosas o de peso del cuerpo y tampoco táctiles. Solo la respiración. A los pocos minutos desarrollaban sensaciones subjetivas sorprendentes, con experiencias parecidas a las místicas, de gran comprensión y conciencia.

Poco después de estos experimentos, en el año 1959, un famoso disc jockey de New York, Peter Tripp, decidió dejar de dormir durante 200 horas seguidas. Instaló para ello una emisora en un centro de reclutamiento del Ejército, cuyas paredes eran de cristal, en Times Square.

A los dos días, al cambiarse de zapatos, descubrió en ellos telarañas. Las manchas que había en la mesa le parecían animales. Pensó que había un conejo en el centro de reclutamiento. A las 110 horas tenía claros síntomas de delirio. Su mundo visual era grotesco. Cuando entró uno de los doctores que le supervisaban con un traje de tweed aseguró que era un traje de gusanos peludos. De una enfermera decía que chorreaba saliva y de la corbata de otro científico que saltaba. En torno a las 120 horas abrió el cajón de su escritorio y salió corriendo despavorido. Una llama le había saltado encima desde su interior. A partir de las 150 horas miraba un reloj de pared y veía en él a un actor maquillado para intepretar Drácula en la televisión. Dudaba si él mismo era ese actor.

En la mañana del último día llegó un neurólogo para examinarlo vestido de forma un poco sombría y con un paraguas, pese a hacer un tiempo excelente en New York. Creyó que era un enterrador dispuesto a enterrarlo vivo y trató de huir, siendo contenido y tranquilizado por los doctores.

Después del calvario durmió 13 horas seguidas y se despertó en perfecto estado.

Cuando en 1967 los Beatles publicaron su disco Sargent Pepper’s lonely hearts club band, surgió una polémica sobre la segunda canción del album. Se titulaba Lucy in the sky with diamons. Según John Lennon, su autor, el título y la canción estaban inspirados en un dibujo que hizo su hijo, pero otros creían ver en el mismo y en la propia canción, bastante psicodélica, una alusión al LSD. La época hippy comenzaba y se avecinaban grandes cambios y fallidos experimentos sociales.

En 1974, en un campamento instalado en un desierto cercano a la costa de Etiopía, entre Yibuti y Addis Abeba, unos arqueólogos encontraron un australopitecus (llamado afarensis por ser encontrado en la tierra de la tribu Afar). Tenían puesta todo el día la canción de los Beatles Lucy in the Sky with Diamonds, asi que bautizaron su hallazgo con el nombre de Lucy.

¿Alguien le encuentra algún sentido a este viaje?.
Psicología. Garndner Lindzey, Calvin S. Hall y Richard F.Thompson.
Psicobiología. Mark Rosenzweig, Marc Breedlove, Neil V. Watson.
¿Quiénes somos?. Luca y Francesco Cavalli-Sforza.

miércoles, julio 18, 2007

IA (¿Idiotas Autistas?)


Algunos autistas desarrollan facultades extraordinarias. Son conocidos como idiot savants, y sufren un deterioro en el hemisferio izquierdo de su cerebro acompañado de un desarrollo mayor del derecho. Su coeficiente de inteligencia puede ser muy bajo, y, sin embargo, son capaces de proezas tales como tocar una sinfonía al piano tras escucharla una sola vez o conocer los nombres de todas las poblaciones y calles de EEUU. Se cree que habrá unas decenas de ellos en el mundo. Frente a sus dificultades sociales destacan notablemente sus destrezas musicales, de cálculo, pictóricas o memorísticas.

El personaje en el que se inspiró Rain Man es uno de estos savants. Dispone de un saber enciclopédico sobre temas muy variados, pero no entiende su saber. Faltan, digamos, los significados, que son los que hacen que los datos adquieran vida. Hay un Savant, por ejemplo, que se sabe de memoria la obra completa de la Decadencia y Caída del Imperio Romano, de Gibbon, sin entender una palabra de lo que dice.

El lenguaje es un producto evolutivo que sirve a la comunicación, a la sociedad. Quitado el cimiento de significados el edificio del conocimiento se derrumba sobre su propio peso.

Las habilidades aparentemente imposibles de los savants son, sin embargo, algo mucho menos depurado y mucho más simple que nuestro más elemental ritual social. Al no ser conscientes de ello no advertimos su complejidad. Nos asombra que alguien nos pueda decir el día de la semana que será nuestra jubilación en menos de medio minuto, pero no que nosotros seamos capaces de interpretar el gesto de otra persona en una reunión social y figurarnos que estará enfadada por algo que sucedió dos días atrás.

La IA (Inteligencia Artificial) trata de fabricar un robot pensante. Tras muchos esfuerzos, los múltiples sabios consagrados a ello han empezado a comprender el papel fundamental desarrollado por las emociones en la construcción de un Yo, de cualquier yo. Una máquina capaz de ganar al ajedrez a Kasparov o de realizar cálculos en milésimas de segundo se parece mucho a un idiot savant, y aunque le gane en rapidez ni siquiera al savant le ganará en sensibilidad. Es un aparato incapaz de percibir significados, de sentir. La relación entre significado y sentimiento es clara. Dotamos de significado a aquellas cosas que, por una u otra razón, nos importan, y nos importan aquellas cosas que nos hacen sentir. Vivimos en un mundo de símbolos creados por y para nuestra supervivencia.

¿Puede un robot pensar, es decir, decidir?. Decidir implica inclinarse por una u otra opción de acuerdo a un fin, y en medio de la ambigüedad de la mayoría de las circunstancias el fin dependerá de lo que sintamos. Sería preciso crear un robot con receptores del dolor, así como dependiente del entorno en un alto grado. Haría falta un robot que sufriese y dejase de hacerlo tras moverse en algún sentido y realizar alguna determinada acción. Pero para eso queda mucho, si es que es posible llegar a crear algo semejante por otro medio distinto del sexo (o la ingeniería genética).

martes, julio 17, 2007

Neurociencia y Religión

Para muchos la religión es un prosaico "pedid y se os dará" en el que Dios representa el papel de gran proveedor. Un Dios así sería aquella (última) instancia omnipotente a la que acudiésemos en momentos de apuros, o simplemente para satisfacer caprichos. Cuando se acaban todas las soluciones humanas y el azar se presenta desfavorable, siempre nos quedará Dios.

El mayor favor que podemos esperar de un Dios así, creado "a nuestra imagen y semejanza", sería la vida eterna en el Paraíso (Paraíso asimismo creado de acuerdo con nuestros gustos "humanos, demasiado humanos"). Para obtener un premio tan apetecible este tipo de creyentes pueden llegar a renunciar o a fingir farisaicamente que renuncian a algunas cosas, aceptado a regañadientes preceptos morales, es decir, limitaciones a su libertad. El intercambio es claro: Dios mío, yo te doy esto, pero espero esto otro. Generalmente se entrega algo que no se valora, se trata de engañar al supremo hacedor con baratijas para obtener de él metales preciosos). También se juega con los valores "futuros" (si me sacas de esta prometo que haré tal o cual....).
En un mundo como este de necesidad, "hacer de la necesidad virtud" es una ley de supervivencia, y la virtud por tanto no obedece a una racionalidad elevada, magnánima, que elabora una moral desde las alturas, sino a un fuerte impulso que parte desde lo profundo y, podría decirse, desde lo más bajo, hacia la permanencia y la perpetuación del Yo que uno es y representa en la sociedad. Ir más alto de ese punto de equilibrio, de ese término medio de virtud, requiere unas capacidades extraordinarias o algún tipo de desarreglo emocional y/o vital.

Los neurocientíficos que buscan la sede de la consciencia, del alma, de la mente, del yo, hace mucho que han dejado de pensar en un lugar discreto para la misma y se inclinan por un proceso distribuido más que por un centro fijo. El "fantasma en la máquina", el homúnculo a los mandos del cuerpo, el alma inmortal tomando las riendas del organismo, han sido sustituidos por "redes neuronales", "marcadores somáticos", "qualia", "darwinismo neuronal" y otros conceptos. El misterio sobre cómo se forma la consciencia no ha sido aún resuelto, pero casi todo apunta a que la esta sería un resultado, una propiedad emergente, de las operaciones realizadas por el cerebro.
Visto desde esta perspectiva el sentimiento religioso sería algo asimismo surgido de cómo el cerebro interpreta la realidad externa al organismo. La beatitud de un buda o el éxtasis de un místico serían estados de conciencia alterados en los que se experimentaría la realidad de una forma plena.
Una de las hipótesis más interesantes sobre el surgimiento de las dos grandes religiones monoteístas (el cristianismo y el Islam) apunta a un daño neurológico común en sus dos grandes fundadores: tanto Mahoma como Saulo de Tarso podría haber padecido epilepsia. En el cristianismo se acude a San Pablo porque se le considera el principal impulsor de dicha religión, el responsable de su salida de Judea y su expansión por todo el Imperio Romano, siendo Jesús, desde este punto de vista, un personaje semilegendario transformado por una tradición apologética en Mesías.
Pablo, en su viaje a Damasco, cayó del caballo deslumbrado por Dios, y fue a partir de ese episodio que comprendió que la misión de su vida no era perseguir a los cristianos, sino ser su apóstol. Esta caída la atribuyen algunos a un ataque epiléptico. Dostoievski, que fue epiléptico de lóbulo temporal, es quien nos ha dejado una mejor descripción de los aspectos "religiosos" de estos ataques a través de algunos de sus personajes, como el Idiota o Kirilov.
El fenómeno del "aura", que es el fenómeno místico propiamente dicho, precede a la crisis epiléptica, y consiste en un conjunto de sensaciones positivas, de alegría, de plenitud, de comunión con el todo, de certidumbre, de sentido, de belleza y de presencia divina impregnando cada aspecto de la experiencia.
Mahoma era un hombre solitario y meditabundo que iba solo al desierto. Fue allí dónde debió experimentar sus crisis epilépticas, que le llevaron a sus extrañas conversaciones con el Arcángel Gabriel. Claro que tampoco podría descartase que Mahoma fuera esquizofrénico, de ahí que oyese voces imperativas.

Por supuesto nada de esto está demostrado, se trata únicamente de hipótesis. Pero resulta interesante constatar que ciertos procesos cerebrales anómalos suscitan, en algunos casos, sentimientos de profunda religiosidad.
Algunos neurocientíficos abordan ahora el estudio de la fe, tratando de relacionarla con algún proceso mental. Sin embargo dar con "el lugar" donde surgen o se producen los sentimientos religiosos resulta difícil, por no decir imposible, teniendo presente que la misma consciencia no está adecuadamente localizada y parece estar extendida por el cerebro. Es más, podría decirse que, tratándose de un sentimiento tan rico en matices, no se podría considerar algo reducible a una zona "encendida" en un ordenador durante una Resonancia Magnética. Es posible que sea una combinación de emociones y percepciones del propio cuerpo, tanto en sí mismo como en el espacio, que se proyecta en una realidad exterior relativamente calma, en lo que a experiencia religiosa depurada o mística se refiere, y algo más simple y menos sagrado en el caso del egoísmo pedigüeño de la mayoría de los mortales.
Vilayamur Ramachandran es un investigador del cerebro que está especialmente interesado en las experiencias místicas y religiosas. Tratando a epilépticos del lóbulo temporal (como lo era Dostoievski, como se supone eran Saulo y Mahoma) descubrió que su hiperactividad temporal les hacía más susceptibles a reaccionar neurológicamente ante imágenes religiosas que ante fotos obscenas o violentas (que "excitan" más a las personas "normales"). Llegó a la conclusión de que en el lóbulo temporal hay un módulo religioso. Creía haber encontrado la sede de la religiosidad humana.
Sin embargo esto no explica gran cosa. Experimentos llevados a cabo por Andrew Newberg y Eugene d’Aquili con un budista tibetano en plena meditación pusieron de manifiesto que durante la experiencia mística el lóbulo parietal superior sufre una hipoactividad, mientras que el lóbulo frontal está totalmente activo. En el lóbulo parietal está localizada la función de orientación y situación en el espacio del individuo, mientras que en el frontal lo está la atención. Así, el estado de meditación supondría una especie de flotar en el espacio, de diluir la sensación de yo, acompañado de una clara percepción de dicha "desubicación", lo que haría que el budista se sintiese en comunión con el todo. Si a este nirvana budista (sin Dios) le añadiésemos un poco de excitación en el lóbulo temporal quizá tendríamos una experiencia mística (con Dios).
Sea como fuere no hay que centrar el estudio de la religión solamente en los individuos y sus experiencias sensoriales o "suprasensoriales" sino que también deben observarse los aspectos sociales y culturales de la religión, especialmente desde la perspectiva evolucionista.


Mente y cerebro nº 12. Bases Neurológicas de la religiosidad. Hans-ferdinand Angel.
Mente y cerebro nº 20. El mal sagrado de Dostoievski. Sebastián Dieguez.

lunes, julio 16, 2007

Ocho verdades piadosas

Me ha trasladado el testigo de una cadena mi amiga Berti, y, dado el motivo de la misma he dedicado mucho tiempo primero y poco después a pensar lo que escribir. Debiera contar 8 secretos confesables, pero secretos tengo pocos, tirando a ninguno, así que diré 8 cosas que podrían ser o no ser ciertas, para que cada uno evalúe como quiera la veracidad de mis palabras:

1)-Cuando bebo tengo grandes ideas.....pero al día siguiente se me olvidan.

2)-De adolescente me interesé por la robótica. Fui a ver la peli Robocop.

3)-Una vez hice deporte, pero me cansó y lo dejé.

4)-Estoy todo el día soñando. También sueño dormido.

5)-Me gustan todas las mujeres, incluida la mía.

6)-Me pregunto cosas a menudo. Sobre todo me pregunto incesantemente por qué me pregunto cosas tan a menudo.

7)-Soy mediocre en casi todo, pero dado el nivel de exigencia imperante salgo del paso bastante bien.

8)-Conforme mi ambiente se desordena se desordena mi mente también. Así que raras veces estoy cuerdo.
Uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuh....¡Ya´tá!.

viernes, julio 13, 2007