No recuerdo cuando, ni dónde, ni en qué circunstancias lo escuché. Sé que fueron más de dos veces, pues ningún tema se me graba tan rápido con tanta fidelidad. Iba escuchando uno a uno y sorprendiéndome de lo bien que los conocía. Podía anticipar la siguiente nota de cada estrofa, sabía algunas frases de las que el cantante soltaba en un inglés californiano. No entendía porqué había olvidado toda mi relación histórica con el disco y mantenía en cambio tan bien la memoria de su música. Según avanzaba el coche hacia mi lugar de trabajo me iba despertando, en parte por lo extraño de la situación. Si me ponía a pensar en cualquiera de mis discos, presentes o pasados, podía recordar al menos un retazo de ocasión en el que los hubiera escuchado. By the way, de Red Hot Chili Peppers, se convirtió anteayer por la mañana en ese gran desconocido que nos es enteramente familiar.
No hace mucho tiempo que fui a la comunión de mi sobrina. En la celebración del hotel tomé algunas cervezas de más. Supongo que esa sería la causa de que perdiese parte de la memoria de aquella tarde. Lo asombroso fue cuando me puse a analizar lo que recordaba: de la gente que había conocido por primera vez solamente recordaba los rostros masculinos. Un viejo pintor de barba cana y mirada aguda con una sombra de mujer a su lado. Un político alto y fornido de rostro afable y otra sombra de mujer a su lado. Y la guapa mujer del dentista, al que ya conocía, sobre todo profesionalmente, cuyo rostro estaba vacío, era un borrón, una mancha. ¿Por qué había olvidado solamente los rostros femeninos, incluido el de esa guapa mujer que me llamó la atención –esto sí lo recuerdo- por su belleza?.
Nuestra biografía se asienta sobre nuestra memoria. Cuando percibimos lagunas tan extrañas dudamos necesariamente de nosotros mismos. Es preferible un recuerdo falso o distorsionado a ese vacío monstruoso que nos arrebata nuestra alma.
No hace mucho tiempo que fui a la comunión de mi sobrina. En la celebración del hotel tomé algunas cervezas de más. Supongo que esa sería la causa de que perdiese parte de la memoria de aquella tarde. Lo asombroso fue cuando me puse a analizar lo que recordaba: de la gente que había conocido por primera vez solamente recordaba los rostros masculinos. Un viejo pintor de barba cana y mirada aguda con una sombra de mujer a su lado. Un político alto y fornido de rostro afable y otra sombra de mujer a su lado. Y la guapa mujer del dentista, al que ya conocía, sobre todo profesionalmente, cuyo rostro estaba vacío, era un borrón, una mancha. ¿Por qué había olvidado solamente los rostros femeninos, incluido el de esa guapa mujer que me llamó la atención –esto sí lo recuerdo- por su belleza?.
Nuestra biografía se asienta sobre nuestra memoria. Cuando percibimos lagunas tan extrañas dudamos necesariamente de nosotros mismos. Es preferible un recuerdo falso o distorsionado a ese vacío monstruoso que nos arrebata nuestra alma.
7 comentarios:
Sí que son molestas e incluso desquiciantes algunas lagunas de memoria.
A mí me ocurre a veces olvidar datos, nombres, etc. de los que pensé: "De esto me tengo que acordar" y en cambio recordar montones de informaciones triviales, inútiles salvo para eso, para jugar al trivial.
Jejejeje...pues entonces no voy a echarte una partida al Trivial, que me metes una lija....
Vaya a saber qué zonas de la conciencia se estimularon con el alcohol...¡
un saludo
De sus caras no, pero seguro que si te acuerdas de todos los traseros femeninos xD
Carlos,
Esas zonas en que lo pesadamente consciente se transforma en livianamente inconsciente.
Reconozco, Cerrajero, que yo soy de los de traseros, más que de los de tetas. Y, por encima de todo, me gusta una cara graciosa.
A quien pueda interesar...
Bonito muestrario....
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