jueves, octubre 18, 2007

Inteligencia

Ayer asistí a la presentación de una tesis doctoral en la Universidad. El tribunal estaba compuesto por Catedráticos y la doctoranda era una persona cuya brillantez ya conocía. ¿Qué es la inteligencia?, me preguntaba mientras escuchaba aquellos discursos perfectamente hilvanados y sólidamente cimentados en conocimientos. ¿Cuánto hay en ella de inspiración, cuanto de expiración? ¿Cuánto en ella es alimentado por el ambiente, cuánto por los genes?.

Uno de los temas centrales de la exposición era el de las formas de interrelación y organización de la sociedad en redes-sobre todo gracias a las nuevas tecnologías de la información y comunicación. Me gustó este enfoque porque atiende a la complejidad de los fenómenos sociales y es un análisis prospectivo de la dinámica y los cambios de nuestro tiempo, y en como afectan a las organizaciones, pero asimismo porque parte implícitamente de la complejidad misma de la naturaleza, que ya está con nosotros desde nuestros orígenes, en forma de cerebro organizado en redes neuronales y de redes sociales de comunicación e intercambio.

Cuando uno busca la sede del alma, de la mente, del yo, tropieza con una red. Igual ocurre cuando se busca el asiento de la inteligencia. Hay que pensar en términos de procesos y eficiencia de los mismos, no de objetos localizables. La inteligencia, aunque groseramente se mida con test que arrojan un número “g”, es un flujo, algo que se despliega en una estructura tetradimensional, que es cada cerebro en acción, con su morfología idiosincrásica y sus velocidades y exactitudes variables de procesamiento.

Stephen Jay Gould, en la falsa medida del hombre, denuncia la falsedad en la medición de la inteligencia entre las razas, las clases o los géneros y atribuye los dispares resultados, cuando los hay, en las mediciones, a una agenda política que incluye al racismo, clasismo o machismo respectivamente. Para él el factor “g” o de inteligencia general es una reificación. Esto, como él explica, consiste en tomar por real una abstracción desconectada de la realidad, en este caso un número como medida de algo tan intangible e inaprensible como la inteligencia.

Pero aunque el concepto de inteligencia sea difícil de delimitar y definir, no deja de ser cierto que ese “abstracto” es algo real, pues la realidad está compuesta de objetos y relaciones, y la inteligencia es una relación de relaciones, una capacidad relacional. ¿O son la justicia o el amor, por ejemplo, reificaciones?. Tampoco cabe dudar de que el “g” refleja esa realidad, mal que bien, y con sus limitaciones. Lo mismo sucede con categorías tales como la raza, la clase o el género. Las personas no somos iguales, nuestra naturaleza nos hace distintos. Y aunque las fronteras entre los distintos tipos humanos no sean nítidas (después de todo formamos una red) y cada uno se único en su especie, tenemos todos una dotación de serie, como dijera Pinker, y tendemos a desarrollar una serie de comportamientos característicos que nos delatan como miembros de un tipo, de un grupo (en el caso de la raza sin duda, no tanto por el comportamiento como por la morfología, del género con algunos casos ambiguos, y de la clase con una gran fluidez entre las categorías).

Por selección natural hemos desarrollado distintas estrategias cognitivas para lidiar con la realidad natural y social. Cada ser humano tiene sus puntos flacos y sus puntos fuertes, que asimismo son flacos o fuertes en diverso grado en distintos contextos. Así, sería más correcto adherirse a la corriente de pensamiento sobre la inteligencia iniciada, a principios de los 80 del pasado siglo, por Howard Gardner: las inteligencias múltiples. No sólo debe medirse la inteligencia espacial, verbal y matemática, sino la cinética-corporal, la musical, la inter e intrapersonal (o emocional)...etc.

La inteligencia, en sus distintas formas, se autoselecciona, pues es un atributo que ayuda a sobrevivir bien en ambientes naturales, bien en los sociales, bien en ambos, y es seleccionada asimismo por selección sexual, pues queremos no sólo no ser ni pasar por tontos (¡YO NO SOY TONTO!), sino tener parejas que cumplan asimismo ese requisito. Si un tonto y una tonta se juntan será que son lo suficientemente tontos para no apreciar la tontería de su compañero o, dicho más suavemente, inteligencias parecidas tienden a encontrarse (Dios los cría y ellos se juntan).

Algunos definen la inteligencia como la capacidad para abordar la complejidad cognitiva. Desde el punto de vista neurológico yo diría que una inteligencia sana y despierta se corresponde con un estado de alerta ni excesivo ni escaso, y con una red neuronal que ha alcanzado, a través de un desarrollo armónico, una economía de procesamiento. Si no existen interferencias emocionales perturbadoras la medición de la misma podría ser razonablemente buena, pese a sus limitaciones.

Pruebas realizadas con RMf ponen de manifiesto una mayor actividad cerebral en quienes son incapaces de resolver un problema que en quienes lo resuelven rápidamente. Los últimos parecen necesitar pensar menos....disponen, probablemente, de un conocimiento acumulado en forma de patrones (como dice Goldberg), de redes, en gran medida inconscientes, que agiliza el procesamiento de la información nueva y su rápida asimilación con la antigua, la rápida integración en alguna red ya formada. De ahí la denominada “difícil facilidad” de los virtuosos. Esto nos llevaría a una inteligencia surgida en el desarrollo, lo que muchos podrían confundir con una inteligencia adquirida a través del ambiente. En realidad no sería así. El proceso que Jung bautizó como individuación, de desarrollo de la personalidad y las diversas facultades mentales de la persona en la maduración, se aprecia, por lo que a la inteligencia respecta, en el hecho de que los resultados de los test de inteligencia de las personas tengan una tendencia al alza en el tiempo. Las personas adoptadas suelen tener la inteligencia de sus padres biológicos, pero esta se aprecia mejor a partir de su madurez, siendo la influencia del entorno familiar y social mayor en la niñez.

Podría decirse entonces que los genes, que marcan el desarrollo del cerebro, predisponen a sus organismos a desarrollar una panoplia de comportamientos característicos, que, según sea el ambiente, tomarán una u otra forma social, desempeñarán uno u otro rol. Esto incluiría la tendencia a buscar información y formación que contribuye a formar las redes.

Las diversas formas de inteligencia –las apuntadas por Gardner o cualesquiera otras aún no valoradas adecuadamente que pudiéramos desarrollar- pueden aportar valor y utilidad social según las circunstancias en las que se nace. Alguien con grandes aptitudes para la poesía, la fantasía, la interpretación o la música quizá no tuviera un gran futuro en Esparta, y sería en esa sociedad guerrera seleccionado negativamente (la sociedad, como extensión de la naturaleza, también selecciona, pero lo hace a su manera), salvo que tuviera alguna forma de adaptar esas capacidades a las necesidades de la tribu, pero hoy podría prosperar. Muchas de las formas de inteligencia son, por tanto, dependientes del contexto, siendo otras más adaptables a todo tiempo y lugar. Estas últimas serán, probablemente, más valoradas socialmente, pues su utilidad no variará demasiado con el ambiente. Quizá incluso sean santificadas como virtudes, y sus contrarios como vicios. Y quizás por ello la gloriosa historia de los Romanos o las Tragedias Griegas sigan conmoviéndonos, y sigamos identificando tantas veces tonto con malo.

Una de las ventajas de trabajar en red, se decía ayer en la exposición de la doctoranda, es que al no ser algo presencial se puede hacer uso de la asincronicidad. Dicho sencillamente, una herramienta tal como esta que ahora manejo, un blog, te permite pensar y repensar lo que dices antes de decirlo, demorar tus palabras para hacerlas coincidir algo mejor con tus ideas, o incluso para hacer brotar estas, que permanecían latentes y escondidas tras el embrollo de un pensar caótico, desbrozando de paso inferencias erróneas. En un debate cara a cara o en un discurso improvisado la sincronicidad y localidad de la circunstancia limita nuestras posibilidades. Y esto me lleva a una paradoja: en esas circunstancias se puede mostrar mejor y peor la inteligencia. Mejor porque se puede mostrar la capacidad de articular rápida y ordenadamente los argumentos e ideas, así como el temple para dirigirse a los demás. Peor porque en el calor del momento priva a todos de ahondar los conceptos, ponerlos sobre la mesa y diseccionarlos, analizar las contradicciones, los detalles, los matices....el fondo y los límites del pensamiento. Charles Darwin tenía a su “perro” (como llamaban a Huxley) porque muy probablemente no se sentía seguro en las polémicas cara a cara. ¿Habrá una inteligencia más ágil y otra más torpe?....¿existirán eso que llamó Nietzsche los pensamientos o ideas rumiados?....¿será una cosa listeza y la otra sabiduría?. Yo no establecería en esto una dicotomía, puesto que quien demuestra con su oratoria o su seguridad en los argumentos una solidez en un diálogo suele tener un fondo que genere esa forma. También debe tenerse presente que rehuir las confrontaciones verbales puede deberse a un carácter timorato que se paraliza ante la perspectiva de no tener a mano todo el peso argumental y discursivo que proporciona una reflexión serena.

Como apunte final una serie para completar en un test de inteligencia (tomado de Scientific American):

2, 4, 3, 9, 4, 16,..... _ _

¿Adivinan los dos números que vienen a continuación?.

Yo puse: 9, 81.

La respuesta “correcta” y, digamos, obvia, era 5,25.

¿Estaré tonto o se tendrán en cuenta esas posibilidades alternativas?. Me tranquiliza pensar que el resto de las series gráficas y numéricas las respondí “bien” en poco tiempo.

17 comentarios:

Ijon Tichy dijo...

Interesante lo de " Esto nos llevaría a una inteligencia surgida en el desarrollo, lo que muchos podrían confundir con una inteligencia adquirida a través del ambiente. En realidad no sería así. ". Estoy de acuerdo, pues una gran capacidad potencial sin acompañarse de un cierto esfuerzo no consigue un pleno desarrollo por arte de magia. Igualmente, por mucho que alguien se esfuerce, si carece de un mínimo de facultades, malo. Ya lo dice el refranero: "De donde no hay, no se puede sacar" o, dicho con más estilo, "Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta".

Por otra parte, en cuanto a la polémica sobre la medición de la inteligencia, es bien cierto que seguramente esos tests no miden todos los factores que configuran en sentido amplio lo que podemos considerar como "inteligencia". Pero una idea aproximada, sí que dan.

Precisamente, a menudo se tiende a considerar como algo habitual la correspondencia entre conocimiento de una materia y dominio en la exposición verbal acerca de esa materia. Ocurre así en muchos casos: Alguien que domina bien una rama del saber, suele ser capaz de explicarla con claridad. Los balbuceos son característicos del profesor que no ha preparado bien la lección o simplemente la desconoce. Pero hay excepciones como lo señalado acerca de Darwin, sobrado probablemente de la mayor parte de "inteligencias" y escaso de otras.

Igualmente, hay quienes son unos solemnes ignorantes y se pone de manifiesto en cuanto que abren la boca (tanto en el fondo como en las formas) y hay otros que pueden tener modos de expresión convincentes, incluso brillantes, y dar el pego al oyente poco informado cuando en realidad son tan burros como los primeros.

Pd. Por curiosidad, ¿Como llegaste a lo del 9, 81? ¿Viste la serie cuadrática (eso está claro) y en lugar de pensar lo más simple elucubraste en exceso?

Germánico dijo...

Vaya elementos que nos pones de ejemplo: son lo contrario del gobierno utópico de los sabios de Platón....pero no menos utópicos, los mendas.

En la serie consideré al 4 del 5º lugar como el resultado de la operación de elevar al cuadrado 2, así que en las siguientes casillas puse el resultado de elevar al cuadrado 3 y su cuadrado. Un poco raro, pero me vino a la cabeza antes que lo otro.

Ijon Tichy dijo...

Tu serie es también correcta, pero es más complicada. Curioso.

Germánico dijo...

El hecho es que hay más de una solución correcta. ¿Lo tendrán presente los evaluadores de los resultados de estos test?. Lo dudo.

Anónimo dijo...

Supongo que lo de Watson es más una opinión "política" que científica, ¿no?. ¿que opinais?

Germánico dijo...

He opinado algo en este magnífico blog, a través del cual me enteré del exabrupto (u opinión, según se mire) de Watson. En él podrás ver varias opiniones al respecto.

Asimismo Eduardo Robredo, en su Tabula Rasa, recoge el asunto y lo pone hábilmente en relación con el tema vasco.

Es un tema muy delicado, incluso (o especialmente) si hubiera evidencias sólidas sobre las diferencias interraciales en inteligencia, aunque no creo que las haya.

Debo confesar que desconozco el asunto, y según lea la Falsa medida del hombre de Gould, y si tengo ocasión de leer The Bell Curve, me iré formando una opinión un poco más clara al respecto.

Germánico dijo...

Otro punto de vista.

Ijon Tichy dijo...

El primer asunto, pienso yo, sería discernir entre lo que Watson ha dicho y lo que dicen que ha dicho. Como bien sabemos, en estos casos tan dados al sensacionalismo en los medios de desinformación masiva, esa cuestión no es ninguna tontería.

Si, como se puede leer por ahí, ha dicho que la inteligencia de la raza negra es inferior "como sabe cualquiera que tenga empleados negros" pues está diciendo una burrada acientífica, bien por temas políticos, bien por temas de chocheo. Tan burrada por otra parte como los que han argüido en su contra que eso no puede ser verdad pues hay negros (citan a Denzel Washington) con un CI de 150.

Por otro lado, si hubiera un estudio serio que demostrara que la inteligencia de los negros es, como media, menor no cabe duda de que sería muuuuy políticamente incorrecto, pero no habría que rasgarse las vestiduras, igual que nadie se las rasgaría si estudios similares demostraran cosas que todos sospechamos: Que los negros están más dotados para ciertas modalidades atléticas o que tienen el pene más largo.

Aun así, si tal estudio sobre la diferente media de inteligencia existiera, no cabe duda de que el diferencial no sería en ningún caso tan significativo como para justificar por si solo el subdesarrollo africano (lo que al parecer también ha dicho Watson).

En fin, que entre el probable chocheo del uno y el habitual papanatismo giliprogre, en este asunto hay de todo menos ciencia.

Germánico dijo...

Tooooooootalmente de acuerdo.

Supongo que la referencia de Watson, aparte sus fobias, habrá sido The Bell Curve. De veras que tengo unas ganas enormes de leer ese libro, pero no está traducido a nuestro idioma. Seguramente la censura ha llegado hasta el punto de convertirlo en intraducible....

Sursum corda! dijo...

Veamos, sin embargo, el problema desde otra perspectiva.

Llevamos tiempo diciendo que el ser humano desarrolló su inteligencia a través de "algún" proceso evolutivo.

Si hablamos de inteligencia y no la consideramos medible (es muy buena la crítica sobre si tengo un coeficiente de aburrimiento de 3 sobre diez) al menos sabremos de qué hablamos si consideramos que el ser humano es más inteligente que el mono o que su antepasado equis, y sabremos lo que quiere decir aumento, salvo que nos volvemos creacionistas de un solo salto y digamos que se pasó, también de un solo salto, a algo cualitativamente diferente y no diferente sólo cuantitativamente de la habilidad del chimpancé para resolver un problema con un plátano en una caja.

Y si admitimos que sabemos de qué hablamos y que ha habido ese "aumento" de inteligencia, sea lo que sea, tendremos que explicar si ha sido debido a que se hereda, se selecciona porque permite a sus portadores enfrentar mejor algún tipo de dificultad o si la evolución aquí no pinta nada.

Porque me parece obvio que si la inteligencia no se hereda ni está claro lo que es, tenemos un problema como evolucionistas.

El segundo problema, el del racismo de Watson, lo dejamos a la espera de vuestras soluciones a los problemas anteriores. Y es que detesto clasificar a la gente y ponerles marcas como estrellas amarillas, capirotes de hereje o marchamos de racista cabrón con ligereza. Ya que lo vamos a quemar el la pira, al menos sepamos antes por qué.

Germánico dijo...

Lo que es indiscutible es que nuestro cerebro es más grande que el del chimpancé. Es más, tenemos un coeficiente de encefalización mucho mayor y una corteza más grande con mayor número de áreas de asociación. Si pasamos de los animales “simples” como una medusa, que tiene dos capas de células, unas somáticas y otras motoras, conectadas una a una, de forma que su comportamiento es acción-reacción, a los complejos como nosotros, en los que el 99,98 % de nuestras neuronas son interneuronas (es decir, neuronas ni somáticas ni motoras, sino de procesamiento y elaboración de información), vemos que se produce un cambio notable a más consciencia e inteligencia. Por mucho que a algunos les desagrade ha habido un progreso. Otra cosa es que sea dirigido.

Para muchos el surgimiento de nuestra capacidad de pensar simbólicamente y de comunicarnos con el lenguaje marca el punto de inflexión que nos separa de los otros antropoides. Y esto está asociado a la mayor corteza. Desde el punto de vista evolutivo parece claro, pues, que ha habido una evolución del cerebro. Otra cosa es que sepamos cómo evolucionó, y conforme a qué fuerzas selectivas. Hay desde una teoría de los memes, hasta otra del “radiador”, o la de las manos libres y las herramientas, etc....

Pero un asunto muy diferente, que tiene mucho que ver con el racismo de Watson, es el de la inteligencia como algo que nos distingue no de las demás especies, sino unos de otros dentro de la misma especie humana.

Sursum corda! dijo...

Bien. De acuerdo en lo de los chimpancés y las medusas, pero si decimos que ha habido una evolución de la inteligencia humana es porque:

1/ hay algo que hace a un comportamiento más inteligente que a otro,

2/ eso depende de un gen o genes y es heredable,

3/ unos seres de LA MISMA ESPECIE muestran un comportamiento más inteligente que otros y

4/ un comportamiento más inteligente aumenta la supervivencia del individuo que lo posee y favorece que deje más descendientes.

O eso, o dimitimos como evolucionistas.

El error del racismo consiste en imaginar que un carácter como el que pueda dar origen a la inteligencia va a asociado a otro como el de tener color negro de pie, el pelo ensortijado o aletas de la nariz anchas.

Germánico dijo...

¡Tampoco hay que ponerse tan drásticos!....¡dimitir!. Una perspectiva y un marco teórico no son un escaño.

Hay que intentar conciliar las observaciones con nuestra óptica, ver si en ella tienen o no sentido.

1) ¿Qué hace más inteligente un comportamiento que otro?: puede buscarse la inteligencia en la complejidad cognitiva, cosa que tiene sentido en una sociedad compleja como esta en la que son necesarios ciertos talentos relacionados, o bien puede buscarse en su carácter adaptativo al entorno ancestral, que es donde evolucionaría, cosa que he hecho, de alguna forma, al explicar cómo el aumento del cerebro aumentó nuestras posibilidades de supervivencia.

2) Depende de la estructura y función que tenga el cerebro, que está determinada por multitud de genes, por lo que rastrear el "gen de la inteligencia" tiene sus dificultades.

3) Naturalmente. La cuestión es si hay diferencias reseñables entre grupos étnicos.

4) En principio sí.

Sobre el error del racismo discrepo ligeramente. Determinados rasgos pueden ir unidos debido a que los genotipos que llevan a sus fenotipos están muy cercan en el genoma y suelen ir juntos. Pero no creo que lo relativo a la inteligencia vaya unido a las proteínas del cabello.

Y todo ello teniendo en cuenta lo difícil que es definir algo como la inteligencia, sobre lo que hay hoy intensos debates.

Sursum corda! dijo...

Jeje, lo de dimitir, como todo lo demás, lo digo con buen humor. Tendré que poner emoticonos ;-) para que quede claro.

De hecho, lo que encuentro penoso es ese tipo de santa ira que se levanta contra Watson, a quien, por otro lado, no tengo el menor interés en defender en particular, pero al que tampoco deseo quemar en una pira puritana antirracista.

Por ejemplo, el en texto que copio de Times online, dice literalmente:

He says that you should not discriminate on the basis of colour, because “there are many people of colour who are very talented, but don’t promote them when they haven’t succeeded at the lower level”

Él (Watson) dice que usted no debería discriminar sobre la base del color porque "hay mucha gente de color con mucho talento, pero no los promocione cuando no hayan tenido éxito al nivel más bajo".

Esto, que lo entiendo a medias ya que no he leído todo lo que dijo Watson, puede ser interpretado como que si un negro no tiene éxito en sus estudios básicos, carece de sentido discriminarle positivamente POR SER NEGRO (una inconsecuencia del racismo invertido) pero que no cabe excluir a nadie por el hecho de que ser negro no está relacionado con tener o no talento.

Lo malo, para Watson es si no ha dicho esto realmente. Pero lo que veo en Times es un título que, probablemente, puso un periodista y no el propio Watson:

"Black people 'less intelligent' scientist claims"

Really? did he?

Lo que ya es materia opinable y sujeta al mero análisis estadístico es si entre la población negra hay menos personas con CI elevados o más con CI bajos.

Aquí ya no se podría, o debería, vincular raza e inteligencia como es obvio, ya que se parte de una distribución de probabilidad, incluso si se dice que la media de CI es menor en los negros. También es obvio que la probabilidad de ciertas enfermedades es mayor en negros que en blancos, o al contrario, sin que eso sea racismo. Pongamos por ejemplo una familia donde todos son "poco listos". ¿Podríamos decir que afirmar eso es tenerles un odio como familia? Creo que depende de si es verdad o si es falso, del mismo modo que llamar a alguien ladrón es describirle o injuriarle dependiendo de si es ladrón o no lo es.

Así que el problema es determinar si hay de hecho una distribución diferente del CI entre los negros que entre los blancos o si simplemente es el prejuicio o el odio racista lo que lleva a afirmar que eso es así y a pretender discriminarlos en los estudios, el trabajo o los derechos civiles.

Para eso no me vale meterse en problemas absurdos como negar que la inteligencia pueda definirse de alguna manera, que varíe entre diversas personas de una población o que no tenga un componente genético heredable y objeto de selección.

Si se dice eso ¿cómo podríamos decir que el ser humano es más inteligente que un chimpancé? ¿Cómo podríamos decir que ha evolucionado a más inteligencia si se niega el mecanismo de la evolución?

Obviamente, se puede decir, como algunos, que la inteligencia es eso que mide el CI. Pero esa circularidad de la definición es una humorada. Cuando se propone un problema a un chimpancé o a una rata se supone que hay una capacidad para resolverlo y se presupone que dos chimpancés son diferentes en inteligencia si con su mismo pasado de aprendizaje se enfrentan con éxito o fracaso al problema propuesto.

Podemos encontrar esos chimpancés en cuyas culturas se incluye fabricar palitos para sacar termitas de sus nidos y que les propongamos un problema para el que la habilidad para crear esa herramienta les sirva de base. Un chimpancé que no tenga ese comportamiento aprendido y ensayado fracasará, pero NO por su menor inteligencia, ya que no parte de las mismas condiciones.

Del mismo modo, se dice que no se puede proponer la misma prueba a un niño negro y a un blanco con independencia de su pasado aprendizaje. Pero sería absurdo que si proponemos el mismo problema a dos niños iguales con el mismo pasado, lo equivocado sea el concepto de capacidad para resolver problemas.

Esa capacidad puede incluir muchas cosas: la capacidad para manejar muchos datos simultáneamente, para hacerlo con rapidez, para enfocar el problema sin distraerse con las moscas que pasen volando o sin hundirse en la mísera desesperación si durante el primer minuto no se ha resuelto YA el maldito problema ;-)

Y probablemente deban y puedan diferenciares esos factores: memoria para los datos, habilidad para detectar relaciones entre muchos datos (como en el caso de la sucesión de n y n^2) o capacidad para centrarse en el problema durante el tiempo necesario para resolverlo.

Otra cuestión es la de si realmente puede haber habido una diferencia entre poblaciones aisladas para que haya evolucionado una inteligencia "diferente". A eso ya responden por arriba al señalar que los negros no están tan aislados genéticamente y que en pocos milenios no va a diferenciarse nada. Además nos estamos refiriendo a los pueblos de lengua bantú, los que se expandieron con la agricultura y los que conocieron el uso del hierro y cuyo nivel de desarrollo cultural puede tener más que ver, según algunos antropólogos, con que donde fue posible la agricultura no fue posible la ganadería (mosca tse-tse) o a que , encajonados en Africa, no pudieron compartir innovaciones con sus vecinos como sucedió desde Europa a Asia en el sentido de este a oeste.

Desde luego, de lo que debemos huir es del simplismo, tanto en las declaraciones de un científico como en las respuestas que se le den.

Germánico dijo...

No está entre mis prioridades crucificar a Watson. Tampoco me siento parte de la legión de igualitaristas a ultranza partidarios de la tabla rasa y la humanidad feliz. Pero por lo que he leído en El cerebro de Darwin (ahí es donde me enteré), yo diría que Watson dice algunas tonterías, con independencia de todo lo demás. Este post no se publicó pensando en Watson. Pero en los comentarios hemos hablado del tema por ser más o menos el mismo asunto y porque ha coincidido en el tiempo. Quizás lo desarrolle en otro post.

Sursum corda! dijo...

Sí, también leí ahí y por eso reproducía lo del coeficiente de aburrimiento del comentario de ceprio.

Se dicen pocas cosas favorables de Watson aparte de la genialidad de interpretar los datos de Rosalind Franklin correctamente. Porque los datos son meros datos y difractogramas hasta que llega alguien con genio para ver en ellos una doble hélice. Pero, en fin, yo también creía que un científico habituado a buscar la verdad sería alguien razonable y objetivo en otros campos fuera de sus tubos de ensayo y ¡oh decepción! no era así.

Mi comentario lo pegué aquí pero debía haberlo hecho en Lidiando con la fatalidad pues es allí donde se desafía el carácter adaptativo y evolutivo de la inteligencia. Así que luego de comentar aquí, copiaré mi respuesta en la entrada de LCLF.

Un saludo y gracias por su blog.

Sursum corda! dijo...

Perdón, me refería a El Cerebro de Darwin.