lunes, mayo 28, 2007

Realidad objetiva


Una de las cuestiones aparentemente irresolubles de la mente es la de los qualia. Son estos las sensaciones que experimentamos, cada uno de nosotros, y que por su naturaleza absolutamente subjetiva resultan incomunicables. Un ejemplo recurrente de qualia son los colores. Donde uno ve rojo el otro podría estar viendo verde. ¿cómo podemos determinar si es así?: de forma directa es imposible. Sería necesario que el uno se transformara en el otro por unos instantes, y percibiese desde su perspectiva única. La intersubjetividad es más limitada: se apoya en la teoría de la mente, en la empatía y en la mimética sutil de las neuronas espejo. No sabemos lo que hay dentro de la mente del otro, pero lo imaginamos a partir de lo que de él percibimos, puesto en relación con nuestros propios estados mentales.

¿Cómo podemos abordar, de forma indirecta, los qualia?. Podríamos empezar por la geometría, continuar por la evolución, y terminar con la neurociencia. Quizá el viaje podría acercarnos un poco a ese bastión inexpugnable de la experiencia subjetiva única, para, de esta forma, contemplar con un mínimo de objetividad el paisaje interno de nuestra psique.

Los seres humanos podríamos percibir las dimensiones en distintas escalas, pero jamás en distintas proporciones. Sin embargo la “escala perceptiva” se igualaría desde el momento en que se ha de observar e intercomunicar un paisaje único. Si, por ejemplo, yo veo las cosas 3 veces más grandes que otra persona, necesariamente he de ver 3 veces más ampliamente, lo cual equivaldría a ver lo mismo, es decir, la misma cantidad de cosas dentro de un espacio equivalente. En lo que se refiere a las proporciones es claro. Todos percibimos una idéntica distancia entre nuestro pie y el borde del precipicio. Así, desde el punto de vista intersubjetivo la realidad es la misma, lo que significa que en la dimensión cognitiva es objetiva.

En cosas tales como las referentes a la percepción del espacio y las formas parece pues que no podrían existir divergencias significativas. No podría darse el caso de que para uno las caras fueran cuadradas y para otros triangulares, porque la necesaria proporción entre las partes haría que no coincidiesen en sus acciones respectivas los perceptores, y que no pudieran coordinarse en la intersubjetividad, en la comunicación fluida, ni siquiera en el espacio. Cabe imaginar unas relaciones matemáticas complejísimas que superasen nuestra capacidad de entendimiento e hicieran posible infinitas posibilidades geométricas mutuamente compatibles, pero para ello habría que pensar en un Dios y en una creación, y, en definitiva, en una realidad objetiva incognoscible y completamente distinta de la que percibimos. Por economía, por simplicidad, por la aplicación pertinente de la navaja de Occam, tendremos que inclinarnos por la realidad intersubjetiva única.

Las diferencias podrían darse en cosas aparentemente irrelevantes como los colores, citados una y otra vez como ejemplo de qualia. Pero tengo serias dudas que la percepción de distintos colores, de distintas experiencias subjetivas de color, pudiera ser irrelevante desde el punto de vista evolutivo. Los qualia estarían sometidos, como el organismo que los produce, a los rigores de la selección natural. No sería igual, en términos de supervivencia, un paisaje con unas tonalidades y unos colores que otro. Probablemente la selección natural, de haber existido en algún momento diferentes qualia para los colores, habría discriminado aquellos que más contribuyesen a una percepción del entorno ajustada al mismo (en lo que se refiere a sus oportunidades y peligros). Pensar que es igual ver naranja y verde que rosa y azul una fruta, o negro y plateado o marrón y blanco un perro, o cualquier otra combinación distinta en cualquier otro ser vivo o material inorgánico es un disparate. Tendría que haber una homologación en los contrastes, en las transiciones de una tonalidad a otra, en definitiva una percepción subjetiva igual en lo fundamental, que haría verdaderamente irrelevantes las diferencias existentes, de haberlas. Y dicha homologación sería de tal importancia que seleccionaría un tipo único de perceptor. El hecho de que otros organismos, con otras características, tengan sentidos diferentes o, dentro por ejemplo del sentido de la vista, vean otras longitudes de onda, obedece a su peculiar naturaleza, su hábitat, su nicho, su anatomía, su fisiología, su etología y todas aquellas cosas que le hacen único.

A través de la neurociencia se van descubriendo las vías de los sentidos. La más estudiada al principio fue la del sentido de la vista, dada la importancia de este en los primates, a los que pertenecemos. No existen diferencias significativas en la estructura y función de nuestros cerebros a la hora de percibir el mundo visualmente. Al margen de casos patológicos la norma es que todos vemos de la misma forma. Si nos aventuramos en los qualia podemos especular cuanto queramos sobre diferencias imposibles de contrastar, pero cabe esperar que, a partir de las mismas bases neurológicas, surjan muy parecidas o iguales realidades subjetivas. Ocurre lo mismo con el oído, con el olfato, con el tacto, con el gusto, con la propiocepción. Tome dos cadáveres humanos y estudie su anatomía. Encontrará diferencias como se encuentran diferencias en las caras o en el tamaño relativo de los miembros, pero la organización del todo será la misma, la esencia permanecerá incólume.

Una forma de escapar de la realidad objetiva, es decir, de nuestro común mundo mental, es considerar que el mundo, con todos sus habitantes, es una representación. Esto lleva a un solipsismo exagerado, que exacerba las ideas de Schopenhauer y hace de nuestra consciencia una especie de burbuja autocontenida. Pues, o bien esa realidad que nos pertenece es creada desde fuera por algún genio o dios, habiendo por tanto una realidad objetiva que nos es completamente ajena e incognoscible, o bien somos una esfera que flota en el vacío, no creada. Esto último carece por completo de sentido. Puede tenerlo para un universo, nunca para una conciencia.

Otro aspecto que debe tenerse presente al reflexionar sobre los qualia es nuestro carácter social y natural. Sin relaciones sociales ni ecológicas, es decir, sin esos otros seres y objetos que representan nuestro mundo exterior, no poseeríamos lenguaje, ni actividades, ni sexo, ni finalidad, por muy mundana que esta sea. Por supuesto no existiría la abstracción: ¿de dónde abstraeríamos?...¿el qué?. El ego es inconcebible sin su entorno. Si el entorno está contenido en el ego este último tendría que crearlo, cuando es él el creado.

12 comentarios:

Carlos Paredes Leví dijo...

Lo leí y releí, y en ambas ocasiones me vino a la mente el caradura de Jodorowsky y sus actos de psicomagia. Según este taumaturgo de salón y plató de tv, actos como pintarte de rojo y salir a la calle en pelotas (u otros igual de demenciales) te cambia la realidad. No lo dudo, pero seguro que no en la dirección que uno busca, ya que no creo que sean muchos los que quieran pasar la noche en los calabozos de los Juzgados de Plaza Castilla...

No sé qué más añadir porque, como suele ocurrirme cuando leo lo que escribes, tomo algunas notas (piratería bloguera)y me quito el sombrero con un par de palabras de acompañamiento: genial, maestro.

Germánico dijo...

Agradezco que tus elogios hacia mi (siempre inmerecidos pero gratos) vayan acompañados de la censura a un personaje que propone semejantes gilipolleces.

Ese tío no podrá cambiar la realidad por mucho que se afane. Un idiota pintado de rojo en pelotas es un idiota pintado de rojo en pelotas, por muy metafísico que se ponga.

Ijon Tichy dijo...

La caradura de Jodorowsky y la idiotez de sus acólitos me resultan buenos ejemplos de "realidad objetiva"...

Germánico dijo...

Yo no tengo la suerte de caer en la cuenta de quién es exactamente ese tal, pero por vuestro retrato doriangranesco lo imagino un híbrido del diablo y del tonto del pueblo.

Pedro Garrido dijo...

Estoy bastante de acuerdo con lo que comentas. Creo que el "problema" de los qualia no es tal problema en un cierto sentido. Es cierto que no podemos conocer la sensación subjetiva pero sí podemos establecer qué circuitos dan lugar a esa sensanción subjetiva y, en mi opinión, esos circuitos son básicamente los mismos en todos los cerebros pero con los matices que imponen la experiencia y el aprendizaje. Por ejemplo, un occidental y un oriental no miran del mismo modo una imagen: el occidental se centra más en los detalles y el oriental observa más la imagen en conjunto. Los circuitos cerebrales que subyacen a ese "mirar el cuadro" son similares pero la experiencia ha modificado ciertos parámetros de estos circuitos.

Esto se explica bastante bien con la teorñia computacional de la mente en la que dos redes neurales diferentes pueden dar lugar a una misma tarea o una sola puede dar lugar a más de una modificando las eficacias sinápticas.

Creo que en el fondo, como apuntas, los defensores de los qualia abogan por el solipsismo, para tratar de poner trabas, no sé si inconscientemente o de forma deliberada, al proceso mismo de la observación y experimentación científica.

Germánico dijo...

Desde el punto de vista de la neurociencia es esa que apuntas la conclusión. Las diferencias interculturales (o entre individuos, sean de la cultura que sean) no tienen sustratos neurológicos sustancialmente distintos, salvo acaso en las patologías o daños en el cerebro. Como comentario a un post de
Eduardo Robredo
expongo una idea de cómo podrían articularse esas diferencias entre, por ejemplo, el occidental y el oriental típicos que comentas. Obviamente si un grupo de neuronas tiende a dispararse sincrónicamente de forma asidua termina por formar una red con un sustrato neurológico, es decir, se moldea el cerebro en cierto grado, y esto hace que pueda haber diferentes perspectivas del mundo y diferentes comportamientos humanos, dentro de los parámetros impuestos por la naturaleza que el autor que ahora lees (Llinás) engloba en la “estrategia”. Todo esto es muy vago, pero la ciencia terminará por penetrarlo, pese a las objeciones inútiles y estériles de los que niegan la realidad objetiva como artimaña para negar algunas conclusiones de la propia ciencia. También en esto de la realidad de la “realidad” (valga la redundancia) hay parámetros y variables. Yo he hablado de algunos parámetros obvios, como las proporciones en el espacio homologadas por intersubjetividad o el proceso evolutivo (que son parámetros en lo que a esta cuestión se refiere), pero siempre existirán asuntos oscuros, fronterizos o más allá de las fronteras del conocimiento, de la ciencia, variables sobre las que no podremos hacer otra cosa que especular y tirar de la metafísica. El solipsismo es un error porque conduce a la nada o al delirio y carece por completo de carácter práctico. Y esta es precisamente la mejor noticia sobre él: al no tener ningún carácter práctico nada puede hacerse con él salvo....divagar.

Un saludo Brainy.

Mónica dijo...

Germánico.
sólo para decirte que te leo asiduamente. La mayoría de las veces me dejas sin palabras o comentarios.

Anoche mismo vi una pelicula cubana donde los personajes soñaban lo mismo. Es un poco loco, pero si existe la telepatía (de alguna manera), me pareció un idea interesante, que al dormir estando cerca, si hay una conexión especial entre personas se pueda comunicar o interelacionar sentimientos, ideas.

Saludos.

Germánico dijo...

Pues la verdad, Mónica, no creo demasiado en la telepatía. A este respecto puedes leer este post que escribí sobre el particular.

Ahora, estoy de acuerdo en que habiendo una conexión entre personas existe comunicación, no siempre verbal y explícita.

Agradezco los testimonios que me dejes de tu presencia en forma de comentarios, pues así sé que me lees. A mi me pasa un poco igual con tu blog y con otros, los leo y veo pero no comento todo lo que leo y veo.

Un saludo.

Lino Moinelo dijo...

La búsqueda de la realidad es un objetivo de la especie humana que se relaciona en mi opinión con la creación de las religiones, entre otras cosas. Realidad, Verdad, Dios, guardan cierta relación.

Para encontrar elementos objetivos, una solución que encontré era determinar lo no real, para así acotar la realidad.

Otra aspecto relacionado, es en cuanto no ya al mundo físico, sino al mundo filosófico o el mundo de las ideas, ideologías o creencias. El pensamiento débil o el nihilismo son contrarios a la posibilidad de establecer un mundo básico real, poniendo en duda todo lo que el ser humano percibe y asimila.

Enhorabuena por el artículo. Saludos

PD: he vuelto. No prometo nada, peo voy a intentar tener de nuevo continuidad

Germánico dijo...

Me alegra que hayas vuelto.

Anónimo dijo...

Mis más sinceras disculpas por el intento de plagio. No era mi intención la de robar nada que fuese mío sino lo de dar a conocer un tema interesante (al fin y al cabo mi blog es anónimo por lo que no hay pretensión de reconocimiento sino de comunicar ideas). El error ya ha sido subsanado y ahora mi post enlaza con tu blog.

Gracias por la observación.

Anónimo dijo...

Creo que me lo pienso mejor y elimino el post.