viernes, mayo 11, 2007

La estructura del yo


La memoria es uno de los procesos cognitivos más y mejor estudiados por la neurociencia. Autores como Hebb, Kandel o Ledoux han hecho importantes aportaciones para nuestra comprensión de cómo interiorizamos lo que nos acaece, cómo convertimos nuestras vivencias en experiencias y recuerdos.

La memoria ha sido durante mucho tiempo considerada un proceso pasivo, de mera recepción, siendo el yo conformado por las fuerzas del ambiente. La relación entre memoria y “yo” parece obvia. Sin memoria nuestro yo sería una sucesión de estados de consciencia inconexos entre sí, vacíos. Un yo sin historia resulta inverosímil. Sin embargo a mi me gustaría poner el énfasis en aquel aspecto del yo que parece no sólo escapar a la memoria, en el sentido de no haber sido determinado por ella, sino construirla, antecediéndola y construyendo con ello, haciendo posible, la totalidad del “yo”.

Este aspecto intrigante del yo se puede apreciar en la atención. Ya desde que somos niños, cuando nuestra memoria apenas ha acumulado recuerdos (antes de los 3 años no se consolidan recuerdos episódicos), parecemos tener una disposición a prestar atención a aquellas cosas que nos interesan. Lo que digo puede sonar....pueril, por evidente. Sin embargo no lo es tanto ante el hecho de que es en la primera infancia cuando es de suponer que adquirimos, por el medio, nuestros intereses. Este interés del que yo hablo no viene determinado por lo que nos inculcan nuestros padres o nuestro medio cultural y social. Aunque es un interés por los objetos existentes en el medio, no podría ser de otra forma, lo es por ciertas combinaciones de estos objetos (y sujetos) y por ciertas relaciones entre estos, y no por otras. Hay una selección, una elección, que cabría calificar de libre, o al menos no condicionada por otros o por las circunstancias particulares. Cómo sucede esto está muy comprobado entre los sexos. Los niños prefieren distintos juguetes que las niñas, de forma natural. Pero lo que se observa en diferencias de género puede hacerse extensible a diferencias de personalidad. No se puede atribuir en esto todo al medio. Hay niños que son taciturnos, otros sonríen permanentemente, algunos se mueven de un lado a otro alocadamente mientras otros están muy tranquilos. Los hay que lloran sin cesar, sin causa aparente, y otros a los que apenas se les escucha una tímida queja....etc etc. Algunas diferencias de caracteres se mantienen de por vida: suele tratarse de las fundamentales. Igual, un niño puede interesarse por mariposas y otro por motos.

Otro aspecto a destacar del desarrollo infantil es cómo este se produce por etapas más o menos iguales en todos los niños (gatear, andar, adquisición del lenguaje...) sin que nadie tenga que enseñarles de un modo deliberado. Sin un medio lingüístico no cabe esperar que adquieran lenguaje, pero una vez en él no hay que darles clases para que aprendan a hablar y, como señalaron Chomsky y Pinker, para que desarrollen las reglas gramaticales (la escritura es otra cosa, más cultural).

El interés por ciertas cosas lleva a la atención por ellas. La percepción no es un proceso sencillo y lineal de captación fotográfica del medio igual que la memoria no es un receptáculo vacío que espera a ser llenado pasivamente de experiencias. Focalizamos nuestra atención en un punto, siendo todo lo demás accesorio, ruido de fondo. En todas y cada una de nuestras circunstancias desechamos unas percepciones y seleccionamos otras, y lo hacemos a dos niveles, primero el inconsciente y luego el consciente. Con esta criba permanente de percepciones, que es un proceso activo, conformamos nuestra experiencia y nuestro recuerdo posterior de la misma. Hay un “yo”, lo que antes llamé “un aspecto del yo”, que selecciona, que elige, que prioriza percepciones y experiencias de acuerdo no a un programa diseñado por su sociedad, sino a un programa biológico escrito en sus genes y traducido en una determinada conformación del cerebro.

Mi mujer me decía el otro día, yendo en el coche con el niño detrás: “¿Te das cuenta cómo se fija en los lugares?. Ha señalado el ambulatorio. El otro día que le dije que papá estaba en el médico, al pasar por allí dijo que era allí donde estabas. Tiene buena memoria, no como nosotros, que somos un desastre”. Tuve que explicarle que cada uno de nosotros recuerda y olvida cosas distintas, y es, por tanto, un desastre o un fenómeno para una clase u otra de recuerdos. Ella, por ejemplo, recuerda bien compromisos sociales y cuestiones de la economía y el cuidado doméstico que yo olvido constantemente. Yo en cambio puedo recordar frases de libros y declaraciones de políticos. Puede parecer arbitrario pero no lo es en absoluto. Yo focalizo mi atención en aquellas cosas que aportan algo a mi “yo” y ella hace lo mismo con el suyo, su-yo. Así vamos configurando nuestra memoria y, en cierto modo nuestro yo, el quienes somos socialmente. Sin embargo es ese otro yo, o ese aspecto del yo, el que ha seleccionado aquello que hemos de recordar, aquello que vamos a ser....y sigue seleccionando.

Los llamados “sabios despistados” son un ejemplo extremo de la capacidad del hombre para la excelencia y la incompetencia con la memoria. Olvidan las cosas prosaicas, a las que no dan importancia ninguna ni prestan la debida atención, pero recuerdan muy muy bien un montón de relaciones teóricas que les permiten especular a alto nivel.

¿Qué es lo que determina la estructura del “Yo”?. Algunos señalan que lo que almacenamos en la memoria: emocional, de procedimientos, episódica....Pero para almacenar lo que almacenamos en la memoria tenemos un mozo de almacén, independiente de lo almacenado y que obedece al jefe de almacén, cogiendo unos y no otros objetos, ordenándolos de una u otra forma de acuerdo a criterios propios. Ese mozo de almacén es nuestro Yo fundamental, la sede misma de la consciencia, y el jefe de almacén nuestra naturaleza más profunda, los genes....

Pienso ahora, al finalizar el post, en cómo lo he ido elaborando. Ha llegado por etapas. Primero una conversación en el coche con mi mujer, después pensamientos sobre mi hijo y su desarrollo independiente en el baño, más tarde dándole vueltas al vínculo esencial entre memoria y ego, y al final juntando todas estas piezas en un todo más o menos coherente, al menos en una imagen definida. ¿Por qué tuve esos y no otros pensamientos?, ¿por qué tomé estos y no otros para construir este entramado de ideas, para elaborar este post?. Las respuestas a estos interrogantes creo que tienen mucho más que ver con mi Yo fundamental que con mi Yo histórico.

20 comentarios:

Anónimo dijo...

Germánico, la memoria es un tema fascinante. Ya había leído algo sobre la selección de recuerdos pero nunca había reparado en el hecho de los intereses en los niños tan pequeños.
Es muy interesante, ese yo fundamental sería un instinto primitivo como tú bien indicas, provendría de la genética.

Me encantan estos temas, lástima que los libros que tratan estos temas no está escritos para primerizos como yo y el lenguaje me resulte incomprensible. ¿Sabes de alguno que pueda ser leído por una advenediza como yo?

Germánico dijo...

Yo recomiendo para introducirse en la neurociencia en general una obra de Rita Carter llamada "El Nuevo Mapa del Cerebro".

El tema de la memoria lo tratan -como todos los demás- de forma amena y a un tiempo rigurosa.

Advenediza no, en todo caso nueva o primeriza.

Anónimo dijo...

Cierto que el término no es el adecuado, pero a modo de patética justificación podría argumentar que lo he utilizado metafóricamente como "extranjera" en la materia jajajaja.

Germánico dijo...

Pues nada Mavi, cruza la frontera y ponte a memorizar, que en este país de la neurociencia no hay cuotas a la inmigración ni expulsiones.

Ijon Tichy dijo...

Sería difícil precisar (medir) el peso del Yo Fundamental y el Yo Histórico (muy descriptiva designación para el eterno debate entre determinismo o ambientalismo).

Resulta coherente e intuitiva la idea de que aunque el ambiente tenga su peso, lo que "se toma" del ambiente desde la más tierna infancia está condicionado por la raíz misma del Yo.

No obstante, si el "ambiente" es restringido y restrictivo, puede condicionar fuertemente a "yos" en principio diferentes.

Tienes razón mavi, es un asunto fascinante. Hummm, si esperas a la vuelta del puente creo que te podré dar una opinión profana sobre la accesibilidad del libro que te cita Germánico.

Por cierto, ¿conocéis la peli "Memento"? Va de un tipo que solo recuerda los últimos 15 minutos de su vida. Los recuerdos anteriores se disipan totalmente.

Resulta sobre todo curiosa, por la idea y por el tratamiento cinematográfico.

Germánico dijo...

Ijon,

El ambiente es fundamental como activador en determinados períodos críticos de las habilidades cognitivas. Esto lo comprobaron Hubel y Wiesel privando a gatos recién nacidos de la vista en un ojo (tapándolo)durante tres meses. Después de aquello, quitada la gasa, los gatos no veían por ese ojo en su vida. Había pasado el período crítico del desarrollo en el que los estímulos ambientales activaban las neuronas que luego formarían el circuito de la visión en ese ojo.

Asimismo se ha comprobado en niños "salvajes" (los pocos casos que ha habido de niños crecidos aislados de todo contacto humano) que son incapaces de desarrollar un lenguaje elemental, y tienen especiales problemas con la gramática, que no llegan a dominar nunca.

He ahí ejemplos notables de ambientes restringidos.

Pero la mayoría de la gente crece en ambientes adecuados para su desarrollo y somos todos diferentes.

Yo vi memento y me pareció una locura. Se meten tanto en el personaje que el espectador se pierde con él. Debo confesar que a mi me aburrió, aunque no le presté mucha atención. Quizá tenga que verla de nuevo.

A la vuelta del puente....¡recuerda que es por San Isidro y que Mavi vive en Valencia!. ¿Quieres darle envidia?....¿Y a mi, que no me lo tomo?....ay.

Ya me dirás cuando vuelvas a mi también. Estoy seguro de que tu opinión será favorable.

Yo este puente creo que voy a viajar a Titán....

Ijon Tichy dijo...

Pobres gatos. Mal sitio éste para hablar de tales experimentos, jeje.

Hay también un par de pelis sobre los niños-salvajes (recuerdo el Kaspar Hauser de Herzog y el pequeño salvaje de Truffaut) donde en efecto se retratan las dificultades (y desesperación) de los maestros.

Memento no me parece una gran película, pero hay a quien le fascina. Resulta curiosa, pero la verdad es que si no la sigues atentamente, es fácil perderse. Por otra parte, puede ser lo que se busca (la identificación con el personaje que bien apuntas).

Seguro que mavi, como todos los levantinos, se conoce a la perfección (!que remedio!) las fiestas madrileñas.

Pd. A Titán....y más allá.

Carlos Paredes Leví dijo...

Iba a comentarte algo pero ya se me acaba de olvidar. Cuando lo recuerde, regreso.

Germánico dijo...

Si te acuerdas de volver recuérdame que te recuerde que comentes lo que recuerdes que querías recordar.

Ups....

Carlos Paredes Leví dijo...

Es que, yo, ante este tipo de posts, no puedo hacer otra cosa que tomar notas...sino, me olvido.
Permítame que le diga que es usted el blogger más divulgativo de todos.

Juan Pablo dijo...

divulgativo = capo ?

La Mamba dijo...

Germanico, muy interesante. El mundo de la memoria, tan desconocido y tan apasionante. Yo que tengo una niña de 3 años (como bien sabes) no me habia fijado en muchos aspectos que cuentas aqui pero haciendi "memoria" tengo que darte la razon.
Los niños son impresionantes y sorprendentes.
Muy bueno Germanico.
PD he comentado en tu anterior post.

Germánico dijo...

Carlos,

Para divulgar hay que ser primero un gran conocedor; por eso yo no me considero divulgador. Pero sí es cierto que expreso las cosas de forma sencilla, porque solamente de forma sencilla las he podido entender previamente. Prefiero que no tomes notas....jejeje (sé que no lo haces, pero me halaga), más que nada porque yo mismo no soy partidario de tomarlas. Cojo las cosas al vuelo o no las cojo. Si no cojo un pájaro ya pasará otro volando.

Tú si que eres un capo, Juan Pablo.

Mamba,

Nuestros nenes están (mes arriba, mes abajo), en una edad importante. Ahora empiezan a desarrollar el lenguaje complejo y a consolidar la memoria.

Pedro Garrido dijo...

Me parece interesante el apunte (ambiente vs genética) salvo por el concepto de yo, del que no tengo buena opinión y que más bien me parece un constructo de nuestra propia mente.
Creo que en los primeros años sí que manda el componente genético del comportamiento (aunque situaciones especialmente emocionales pueden afectar de una forma dramática) y que más adelante, como bien apuntas, con una adecualda educación se puede conseguir que el niño desarrolle ciertas capacidades que posee pero que sólo desarrollará si las ejercita (uno de los casos más conocidos es el del lenguaje o incluso la incapacidad para adquirir un acento perfecto en una segunda lengua más allá de los 15 años, más o menos, de ahí la importancia de aprender una segunda lengua pronto).
En cuanto a la atención, es indudable que ese es uno de los logros principales del cerebro humano (muy relacionado con los lóbulos frontales, los más desarrolados en comparación con el resto): la atención guía al niño hacia aquellos estímulos que en el futuro serán relevantes para susupervivencia (formas, colores, pesos, distanbcias) y, con el tiempo, esa atención se irá "moldeando" gracias a la experiencia y a los intereses personales de modo que en ocasiones l atención desaparece y ciertas acciones terminan convierrtiéndose en meros automatismos (se integran en el inconsciente de modo que apenas alcanzan la conciencia).

Muy interesante el apunte. Te sigo con interés.

Germánico dijo...

Hola Brainy,

Yo también sigo con interés vuestro blog, que conocí gracias al Planeta evolucionarios. Precisamente andaba buscando desde hace tiempo algún blog que tratase el tema del cerebro y, especialmente, que lo hiciera poniendo énfasis en su origen evolutivo.

“Yo” no tengo rechazo por el “yo”, pues temo rechazarme, pero admito que pueda ser no más que una creación de nuestra mente para dar unidad y sentido a las cosas, y que tiene su “razón” de ser (como casi todo lo demás) en la supervivencia. Ahora bien, está ahí, y vivimos, sentimos y pensamos a través de él, somos él. Si es pura ficción es sin duda la mejor construida. Si es un autoengaño es el mejor logrado. Dicen que los mejores mentirosos son los que se creen sus propias mentiras. Quizá sea el YO el mejor mentiroso de todos. Además no podemos prescindir de él fácilmente...hacerlo sería atentar contra “nosotros” mismos.

Lo de la segunda lengua evidencia, en efecto, la mayor falta de plasticidad del cerebro según avanzan los años (que puede convertirse según para que cosas en rigidez, o rigor mortis). Por ejemplo las personas con amusia no aprenderán a apreciar la música jamás, por mucho que se les quiera educar su sensibilidad por este arte.

Por ello yo veo más la influencia de los genes (considerándolos determinadores de conductas) en la edad adulta. Como señalaba William James y tu apuntas, los jóvenes han de aprovechar al máximo la plasticidad que tienen antes de convertirse en un manojo de hábitos. Ahora bien, el nature via nurture de Ridley, la acción del entorno afectando a cómo los genes crean el cerebro y sus conexiones, se da en la infancia y primera juventud.

Un placer tenerte por aquí.

Pedro Garrido dijo...

Si te interesa el tema del "yo" desde el punjto de vista de la neurobiología te recomiendo que leas el último apunte que han colgado en Las Pirámides del cerebro (www.piramidescerebro.blogspot.com)

En cuanto a genes vs ambiente comparto tu opinión. De hecho, yo me dedico a estudiar cómo afecta el ambiente a la respuesta a estrés y a la conducta (en ratas, eso sí) y parece que los datos van en el sentido de que el ambiente tendría más efecto en edades tempranas. Después, una vez que las ratas son adultas el ambiente puede modificar determinados parámetros (por ejemplo sí modifica la respuesta a estrés) pero no de una forma tan acusada.

Germánico dijo...

Gracias Brainy, le echaré un ojo al post sobre el "yo".

Debe ser muy interesante tu trabajo. Espero que no sea....estresante.

Lebeche dijo...

Es muy acertado decir que sin el "yo", sea constructo o realidad, no seriamos nada. Es decir, es indispensable para articular nuesta propia realidad, que puede también ser constructo. ¿Sería entonces un constructo para hacer posible otro constructo? ¿Una mentira que nos lleva a otra mentira? ¿Ilusión dentro de más ilusión?. Se me antoja demasiado compicado. Apliquemos la navaja de Occam: Si es necesario para articular nuestra propia realidad es que ES.
Muy buen post, hermánico

Germánico dijo...

Yo soy partidario de ser un poco escéptico respecto a cosas tales como el "yo" o la "voluntad", pero sin caer en la suspensión del juicio pirrónica. La misma necesidad que ha creado esas entidades que nos son tan útiles y reales (a fin de cuentas lo que es real lo determinamos nosotros) nos impide renunciar a ellas sin graves costes en términos de bienestar y supervivencia.

Para mi la clave está en la irracionalidad esencial de nuestro comportamiento, entendiendo esta irracionalidad no como una forma de caos o de arbitrariedad, sino como una axiomática natural, es decir, como algo que en gran medida está dado pero cuya razón de ser (si es que aquí puede hablarse de razón) las más de las veces se nos escapa, no podemos comprenderla. Hablar de irracionalidad muchas veces es como mirarse a un espejo y no reconocerse, y negar el yo es algo parecido.

Germánico dijo...

Paradoja:

¿Cómo puede un Yo que es una ilusión determinar que el Yo es una ilusión?.