lunes, enero 22, 2007

Un chico de Jarrai

Celine, en su Viaje al Fin de la Noche, decía que el mejor modo de rebajar a alguien a los propios ojos era imaginarlo desnudo. En cuestión de sexo lo contrario es más cierto, pasado cierto punto de primitiva excitación. Un desnudo bien cubierto eleva la categoría de la carne, casi hasta convertirla en algo espiritual.

El ser humano es además curioso y por ello camaleónico. También pasado cierto punto nos disgusta lo que se repite, lo predecible, que en principio nos daban seguridad y tranquilidad, y el tedio se combate con el misterio.

Uno de los muchos personajes Barojianos (no sé ahora cual), paseaba por las calles del centro de Madrid y veía una mujer hermosa. Quedaba cautivado, extasiado, justo hasta el instante en que la belleza rebuznaba una ordinariez arrabalera con voz grave y cascada de macho fumador.

Hay muchas maneras de decepcionarse y sorprenderse con el infierno de los otros. Se mantiene la ilusión al precio del engaño.

Este fin de semana me quede pasmado escuchando (y viendo) a un muchacho de Jarrai hablar por la tele. Decía algo del derecho colectivo de los jóvenes radicales vascos a organizarse políticamente. Miré su rostro, el rostro de un prototerrorista (ahora ya, según la Justicia, Terrorista, con mayúsculas). Era un rostro humano, con facciones humanas, con gestos humanos. Su voz sonaba humana, su lenguaje era inteligible (hablaba un castellano correcto). Sin duda era un ser humano, y me atrevería incluso a decir que español, o al menos hispanohablante.

A muchos les sorprendería mi sorpresa. Naturalmente es un ser humano. No se conoce el terrorismo felino, ni el terrorismo canino, ni el terrorismo aviar. Sin embargo, a fuerza de pensar las cosas en abstracto, a fuerza de usar la categoría “Terrorista” sin asociarla ni realmente poder asociarla a ninguna configuración física especial, a ningún rostro o aspecto arquetípico definidos, uno termina por encontrar totalmente alucinante que semejante barbarie pueda tomar forma humana en el cuerpo y el rostro de un joven completamente “normal”, humano, demasiado humano (en cuanto a corporeidad y facultades mentales se refiere).

El camaleón terrorista juega la baza de su vulgaridad. Después de todo es uno más. Tiene familia, amigos, ideas, actividades, aficiones, ideales....mejores o peores. Y destruye, agrede, mata en nombre de su verdad, de su peligroso y dañino engaño.

3 comentarios:

Ijon Tichy dijo...

Los habrá con aspecto "normal" y con aspecto facineroso. Gordos y delgados. Altos y bajos. Rubios y morenos.

Habrá de todo, porque son muchos. Es la consecuencia normal de que los recogedores de nueces dejaran en manos batasunas la educación de las nuevas generaciones hace ya 25 años.

Germánico dijo...

Tenemos una juventud estupenda. No hay más que ver lo de Alcorcón.

Aunque en Cataluña y el País Vasco son además "politicamente" activos....pandas violentas organizadas.

Carlos Paredes Leví dijo...

Céline sabía mucho de rebajarse. Tanto, que cayó en lo más bajo.