lunes, diciembre 11, 2006

Muerte de un ex-dictador

Hoy un compañero de trabajo “de izquierdas” me da, con ironía, el pésame por la muerte de Pinochet. Le he dicho con pareja ironía que moría un gran defensor de los derechos humanos y que cuando muriese “el otro” le devolvería el pésame. Pero el otro ni ha muerto como ser humano ni ha muerto como poder. Su alargada sombra se proyecta sobre el pueblo cubano y le priva de la luz del día. Aunque eso parece no importar si el atropello se realiza en nombre del propio pueblo atropellado. Debo decir que mi compañero es un tipo estupendo, y que nos divertimos mucho “ambos dos” comentando la actualidad política entre pullas de buen rollo. Supongo que nos lo podemos permitir porque mi forma de ver las cosas está más extendida que la suya entre quienes conviene que lo esté.

Ayer Jesús Vázquez, presentador de OT, se felicitaba en este programa porque en el mundo había un dictador menos. Lo cierto es que, para ser exactos, lo que hay es un exdictador menos, que fue además uno de esos extraños tipos, cuyo modelo medio mítico es Sila, que abandonan el poder voluntariamente, cosa que no ha hecho ni hará nunca “el otro”, ni aunque recorra las edades de Matusalén y Cuba sea cada vez más pobre.

Quiero que Castro se muera para la próxima Gala de OT. Así tendremos la oportunidad de apreciar cómo Jesús calla. Todo queda en esa frivolidad, a ritmo de pop de corte y confección.

Comprendo cuando alguien de izquierdas se molesta con quienes, como yo, incidimos tanto en que se ponga en la misma balanza a los asesinos y dictadores de todos los colores, partidos y signos, insistimos en que se iguale a quienes quieren la igualdad (o dicen quererla) con quienes no la quieren (o no saben decir que la quieren) y se atienda más a los resultados reales de las políticas que a las intenciones, sean estas auténticas, figuradas o burda o hábilmente representadas.

Esta “obsesión consciente” por igualar nada tiene que ver con esas otras “obsesiones inconscientes”, que toman forma en imperdonables olvidos o persistentes recuerdos según sea el color ideológico del criminal.

Yo he conocido a algunos que, a la hora de declarar sus principios, proclaman rimbombantemente que abominan de todo dictador, sea del signo que sea. Luego se ponen a criticar agria e implacablemente a EEUU e Israel (democracias, me temo), a decir que la guerra civil fue un levantamiento absolutamente desproporcionado por causas espurias, y a recordar a Hitler y a Pinochet, llorando a sus víctimas, olvidando la intolerancia de los musulmanes, el caos violentísimo de la República, los genocidios y gulags del comunismo y la dictadura de Cuba.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Germanico, no puedo estar mas de acuerdo contigo, es increible como nuestros progres hispanicos todavia siguan apoyando a Castro. Creo que es una cuestión de cerrar los ojos voluntariamente a la evidencia, da igual que sea un dictador abominable, es de los mios... y no hay mas que hablar. Demencial!!

Pd: ¿Lo de Germanico viene por ser cuadriculado o por el malogrado heredero de roma?

Anónimo dijo...

perdon, el de antes soy arturito vuelon (Bernita en el termo)

Germánico dijo...

Lo de Germánico viene por lo del malogrado heredero de Roma. En la primera entrada del blog lo explico un poco.

Sobre Pinochet tienes un post muy equilibrado pinchando aquí.