miércoles, diciembre 13, 2006

Hombrecillos vanidosos

Tendemos a creer que sabemos más. Nuestro conocimiento nos parece muy cierto, quizá porque es difícil contrastarlo con el de los demás. Las vías de comunicación son imperfectas. Podríamos culpar al lenguaje de los malentendidos recurrentes, pero eso no nos salvaría de nuestra ignorancia deliberada.

Cuanto más aislados estamos más prejuicios tenemos. El mejor modo de no enterarse de nada es encerrarse en una torre de marfil. Particularmente nefastos son los prejuicios sobre cuestiones prácticas. Quien no hace no sabe que es el hacer. Casi todas las cosas se aprenden haciendo, incluso las intelectuales puras. Quien ha hecho algo, un poco, suele creer que ha llegado a una cima. De hecho es cierto que lo ha hecho: ha alcanzado su cima, en la que los horizontes dependen de la altura. Allí se tiene una perspectiva del mundo, y esa perspectiva del mundo es el YO que mira y juzga.

¡Que grande soy!, se jacta uno mientras ve a unos hombrecillos abajo, en repechos sin apenas relieve. Cuando mira hacia arriba ve nubes. “¿Qué habrá más allá?” –se pregunta, no sin cierta inquietud, antes de volver a bajar la cabeza para contemplar las profundidades, mientras alguna divinidad le observa divertida.
A veces miramos a nuestro pasado y lo vemos en el fondo del abismo.
¿Ese era YO?.....¡Venga ya!.

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