Hace no mucho tiempo se denominaba violencia doméstica a ese tipo de violencia. Creo que se circunscribía correctamente el fenómeno, y no había connotaciones políticas ni grupales. Pero hoy los informativos, esos sutiles desinformadores –especialmente cuando están en manos de la izquierda- hacen uso de una nueva terminología más cargada de ideología. Definen a la violencia ejercida por un individuo hombre sobre un individuo mujer, sentimentalmente relacionados, como violencia de género, o, más recientemente aún, como violencia machista.
Una violencia de género es una violencia que es utilizada de forma sistemática y deliberada por un género –masculino- sobre el otro, el femenino. La sociedad humana queda dividida en dos mitades, en dos grupos, por su género. El hombre ejerce la violencia por el pecado original de ser hombre, y, lo que es peor, lo hace para mantener sometida a la mujer, relegada en la sociedad a un papel secundario y servil.Una violencia de número se esconde en este planteamiento. El nosotros prevalece sobre el yo, el vosotros sobre el tú, el grupo sobre el individuo, lo social sobre lo personal. Ya no se trata de un crimen pasional o de una cuestión de celos o de machismo –por qué no- entre particulares. Ahora es un problema social.
Ayer, con motivo de ese invento llamado "Día Mundial para la Erradicación de la Violencia de Género", se manifestaron por las calles de las ciudades españolas diversas asociaciones y grupos políticos, con claro predominio de la izquierda. En Madrid, leían un manifiesto. Pedían "más recursos" para la lucha contra esta lacra. Sí, más recursos. Nunca serán suficientes porque combaten no contra un enemigo organizado y conspicuo, sino contra un fantasma y contra la paradójicamente incomprendida naturaleza humana. Todo dinero gastado en el negociado de la lucha contra la violencia "machista", al menos a partir de una determinada cantidad, será dinero perdido. Es lo que se conoce como pozo sin fondo. El problema nunca se resolverá, los resultados de toda acción pública siempre serán claramente insuficientes, pero la violencia sutil del Estado sobre el individuo se acentuará, y pagaremos más por menos, dando la sopa boba a más cuentistas organizados (en este caso tartufos del género, o, mejor sería decir, del número –a ser posible en su cuenta corriente).
Una juez (ella, sí, ella) de cuyo nombre no quiero acordarme decía que al menos en la mitad de los casos de esa clase de violencia que trataba la mujer llevaba al hombre a un estado tal de desquiciamiento que el golpe final, la explosión, solo podía verse como una consecuencia inevitable. "Les vuelven locos" afirmaba. Esa violencia psicológica, verbal, en la que la mujer es tan experta, tan hábil, no se considera en los círculos políticamente correctos. Por supuesto que no justifica la violencia, pero en algunos casos –y hay que subrayar lo de "algunos"- ayuda a explicarla. Y creo que aún se explica mejor dentro del contexto sociológico creado por un feminismo radical, en el que se pretende una igualdad completa entre los sexos.
Tampoco se habla lo suficiente de esas mujeres que denuncian y luego retiran la denuncia, que piden una orden de alejamiento y después se vuelven a juntar con su agresor. Ese era el caso de la muchacha rusa tristemente asesinada en Alicante, cuyo drama tuvo un entreacto en televisión, que es de lo que más se ha hablado y moralizado.
5 comentarios:
Vamos p´allá.
Hmm, no me extraña que añoren el paraíso precapitalista.
Si J. En ese paraíso que mencionas serían verdaderamente "mujeres en lucha", auténticas Amazonas.
El comunismo era tan feminista....���� �Cu�ntas jefes de gobierno mujeres hubo al otro lado del Tel�n de Acero?
Hay algunos y algunas que tienen cada cacao mental.....�����
Entre yanomanis o entre estalinistas seguro que estaban mejor las mentecatas esas del cartel.
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