jueves, noviembre 22, 2007

El cerebro de Einstein

El genial literato checo Milan Kundera, dios de mi panteón particular, elogió, en una de sus obras, la lentitud. En una sociedad en la que las prisas se han convertido en las mejores consejeras, el sabio se desespera, y su cerebro, saturado, clama: “ve despacio, que tengo prisa”.

Hombres pertrechados con una tecnología sofisticada y una agenda repleta de eventos y encuentros se cruzan sin mirarse a los ojos por pasillos estrechos. Pensar deprisa es un imperativo ineludible, reflexionar sin un objeto una locura de ocio. Hay que juntarse en brain stormings y sacar adelante grandes empresas. La necesidad se ha hecho virtud.

¿Es nuestra sociedad tecnológica, de servicios y de imbricada división del trabajo, generadora de dinámicas que superan la velocidad de procesamiento de nuestros cerebros?. Dicen que la evolución cultural ha superado a la biológica, y que el hombre de hoy tiene que lidiar con la complejidad que ha creado, que ha evolucionado socialmente, con un cerebro que no ha cambiado desde el nacimiento de nuestra especie.

La mayoría de la gente no entiende los artilugios y los constructos que maneja. Por decirlo de alguna forma, nadan a favor de una corriente que en cualquier momento, si se rompiese el precario equilibrio, podría convertirse en un remolino que les devorase. Grandes y perfectos inútiles se congratulan de sus limitadas pericias y manejan tópicas sentencias.

Pero ¿realmente es así?, ¿se ve todo el mundo igualmente sometido a las presiones de un tiempo demasiado escaso?, ¿es nuestra época una época más acelerada?, ¿vivimos, como Santa Teresa (que vivió un tiempo teóricamente y según la antedicha teoría, más tranquilo), sin vivir en nosotros?.

Quizás el panorama mostrado sea una tergiversación de la realidad que realiza la mente, en ciertos momentos, cuando no da de sí. A mi me sucede, a casi todos nos sucede cuando las cosas nos superan. Pero una vez podemos reflexionar sobre ellas, separarnos de ellas, alejarnos de ellas, tenemos una perspectiva nueva que nos ayuda a situarlas en su justo lugar.

El hecho incontrovertible es que la naturaleza ha premiado, desde el principio, a la velocidad, penalizando a un tiempo la lentitud. Solamente en nuestras sociedades avanzadas ha podido surgir, o, mejor sería decir, ha podido prosperar, un pensamiento pausado, un análisis sosegado, una razón que se reinventa a si misma sobre la base de una imaginación totalmente irresponsable, en definitiva, un Einstein.

Einstein como arquetipo, Einstein como paradigma, Einstein como prototipo de sabio tranquilo que especula libremente. Ese tipo peculiar de hombre no habría tenido, seguramente, una vida fácil en los entornos ancestrales, ni una vida gloriosa entre los romanos o los turcos otomanos, quizás acaso, y siendo de buena familia, la habría tenido entre los griegos llamados presocráticos.

Disponer de ocio es condición necesaria, si bien no suficiente, para desarrollar pensamientos de gran alcance, pensamientos que están más allá de la supervivencia, más allá, parafraseando a Nietzsche, del bien y el mal, entendidos estos como categorías inmediatas. Hace falta un sustrato neurobiológico particular.

El ser humano ha desarrollado un cerebro que le permite hablar, imaginar, planificar, razonar. Se ha elevado por encima de sus familiares primates y muy por encima de las demás especies biológicas. Pero para ello ha sido necesaria la lentitud, y no la rapidez de procesamiento de la información, contrariamente a lo que nos dice la intuición. La velocidad de reacción es algo que nos venía de serie. Nuestros sistemas límbico y endocrino nos recuerdan de continuo cuan rápidos somos para la acción y el pensamiento en situaciones de necesidad, y ello sin “necesidad” de “pensar”, y menos aún de reflexionar. Verdaderamente estamos pertrechados con una sofisticada “tecnología”, si bien esta evolucionó a través de la larga cadena del ser y no fue pensada ni diseñada, aparentemente, por nadie.

Pero divagar y pensar despacio requieren mecanismos neurológicos distintos. Hasta hace bien poco se ha creído que todo podía explicarse por nuestra extensa y arrugada neocorteza (o isocorteza) y sus amplias zonas de asociación. Pero faltaba al menos una variable en la ecuación: las células de la glía. Estas células, muy superiores en número a las neuronas (en orden de 10 a 1), han sido durante mucho tiempo consideradas meros acompañantes de estas últimas, un apoyo “logístico”, de sostén, estructural, trófico, inmunitario y metabólico a las mismas. De hecho el término glía deriva de la palabra griega usada para “pegamento”.


Sin embargo parece, por las últimas investigaciones realizadas con astrocitos, que las células gliales, a su manera, trasmiten información.

Alfonso Araque y Gertrudis Perea, del Instituto Cajal, exponen, en un artículo publicado este mes en la revista Mente y Cerebro, algunas de las conclusiones a las que han llegado tras estudiar los astrositos en su interacción con las neuronas y entre sí.

Sin duda los mecanismos rápidos de transferencia de información tienen notables ventajas adaptativas y resultan esenciales en el reino animal, pero cabe conjeturar que los procesos lentos moduladores, como los de los astrositos, pueden ser idóneos para un exquisito ajuste y refinamiento en el procesamiento complejo de la información y en los procesos de plasticidad; en definitiva en las funciones superiores del sistema nervioso central. Expresado llanamente, para huir de un león es necesaria la rápida conducción de información desde el sistema visual al sistema motor, mas para idear una trampa que nos permita cazar un león no se requiere rapidez, sino una gran cantidad de modulación de información....

Sabido es que, a lo largo de la escala filogenética, se multiplica el número de neuronas. Crece también la proporción de células gliales. Así, la proporción de células gliales respecto al número de neuronas es inferior a uno en nematodos, uno en roedores, cuatro en mamíferos acuáticos y alrededor de diez en primates. La mayor cantidad relativa de astrocitos se da en el cerebro humano; aquí la población de astrocitos decuplica la de neuronas...el volumen del cerebro humano es un 300% mayor que el de los otros primates; en cambio su número de neuronas es solo un 125% mayor.


El hombre entonces podría deber sus peculiaridades cognitivas en gran parte al procesamiento de información por parte de los astrocitos, y habría logrado, gracias a ellos, ser el Einstein de la naturaleza, capaz de ir rápido pero también capaz de ir despacio, capaz de aprender y crear gracias a la lentitud.

Pero, ¿qué hay del cerebro de Einstein, sabio entre los sapiens, homo sapientísimus?.

Su estudio ha sido todo un periplo científico. Nos lo cuenta el gran neurocientífico R.Douglas Fields en otro artículo sobre la neuroglia, relativo a sus propios estudios sobre el particular, que pueden encontrar en la Revista Temas nº 46:

Driving Mister Albert, libro de hace pocos años, cuenta la historia de Thomas Harvey, patólogo que, en 1955, realizó la autopsia de Albert Einstein. Concluida su tarea, decidió llevarse el cerebro del genio a casa. Allí, flotando en el interior de un recipiente de plástico, permanecería 40 años. En varias ocasiones, Harvey repartió finos cortes del cerebro a científicos y seudocientíficos de todo el mundo, quienes estudiaron el tejido en busca de pistas que explicaran la genialidad de Einstein. Cuando Harvey llegó a los 80, colocó lo que quedaba del cerebro en el maletero de su Buick Skylark y cruzó el país para devolvérselo a la nieta de Einstein.

Uno de los científicos que examinaron cortes del preciado cerebro fue Marian C.Diamond, de la Universidad de California en Berkeley. No encontró nada especial en el número o el tamaño de las neuronas. Sin embargo, en el córtex de asociación, responsable de la cognición de alto nivel, halló una cifra elevadísima de las células de la glía: una concentración mucho mayor que la del promedio de su encéfalo.

Para que se hiciera la luz sobre la velocidad de la luz, la más rápida concebible, fue precisa la lentitud de procesamiento de un cerebro no acuciado por la supervivencia, no uncido fuertemente por el yugo de la necesidad. ¿Y no somos todos los hombres de hoy, con mayor o menor dotación de astrocitos, afortunados pensadores con tiempo para rumiar nuestras vivencias e imaginar infinidad de mundos paralelos?.

26 comentarios:

Kurtz dijo...

Germánico: Un artículo sublime. Por un lado reflexionas sobre si la velocidad de crucero de esta sociedad en la que vivimos nos supera... yo creo que sí, que vivimos superados de ahí esa nueva enfermedad llamada estrés.
También acuerdo contigo que para poder pensar hace falta tranquilidad y que esa tranquilidad sólo se obtiene si se dan unas circunstancias y un entorno favorable.
Pero lo de las células de la glía me parece un auténtico hallazgo, la explicación factible a muchas de las dudas que pudieramos tener acerca de la evolución del hombre.
Enhorabuena. Reitero... fantástico artículo.
Un saludo

Anónimo dijo...

Gran post, Germanico. No veas lo que estoy aprendiento.

Curiosidad :

No habeis tenido nunca la sensación de haber dejado escapar una magnífica oportunidad (amor, trabajo, negocios, diversión, etc..) por haberle dado demasiadas vueltas al asunto, al tiempo que otro, cien veces más tonto que tú, se ha lanzado sin pensarlo demasiado y la ha aprovechado ??

Germánico dijo...

Creo, Coronel, que la tranquilidad necesaria para el pensamiento fructífero sucede a una actividad productiva. Quiero decir que no veo la solución a los problemas del mundo en una gran sentada de indolentes puestos a pensar o a repetir OM. Nuestro cuerpo, y así nuestro cerebro, indisoluble de él, está hecho para la acción. Nuestros mismos pensamientos son una forma de acción. Se aprende haciendo, si bien es preciso que la actividad no sea embrutecedora ni desbordante, porque sino uno no puede asimilar bien y puede además sufrir algún tipo de trauma, de sobrecalentamiento mental, de colapso de los nervios, como el estrés.

Sobre la velocidad a la que va nuestra sociedad, nuestro sistema productivo y nuestros ocios, creo que es acorde con las necesidades y posibilidades que surgen de nuestra interacción con el entorno tal como se produce en este estado (o estadio) de tecnología y cultura. En algunas cosas podemos meter el freno y en otras tenemos que acelerar. Pero creo que, mirando en perspectiva, el hombre ha conseguido liberarse de las cadenas de la necesidad inmediata, para las que –sobra decirlo- estaba diseñado. Ahora hay otras necesidades de segundo, tercer y cuarto orden que ocupan el protagonismo, y con ellas no podemos hacer un uso óptimo de nuestras estrategias cognitivas surgidas en la evolución biológica.

Lo de las células gliales es como lo del ADN “basura”: a algo de lo que apenas se sabía nada se le atribuyó una importancia baja y un papel secundario, o incluso de “extra”. Gracias a nuevas técnicas y a nuevas investigaciones se está desvelando cómo interactúan las células gliales con las neuronas y entre sí, y está quedando claro que no son únicamente un pegamento. Es sumamente especulativo, de todas formas, afirmar que estas células son la clave de la evolución cognitiva humana. Pero la posibilidad abre un campo amplio de investigación repleto de hipótesis a verificar.

Jinete, esa sensación de la que hablas la tengo a diario.....he llegado a pensar en más de una ocasión que el tonto soy yo. ;-).

Gracias a ambos.

Ijon Tichy dijo...

Muy interesante. Ya es casualidad, ayer en el suplemento cultural de El Mundo me llamó la atención un libro anunciado (junto a otros textos universitarios) llamado precisamente "El cerebro gliado" o algo así. Y me quedé pensando, ¿que coño será eso de "gliado"? Gracias Germánico, ya me he enterado.

Por otra parte, estoy de acuerdo con el coronel. En muchos casos, la velocidad de nuestro entorno nos supera. Por ejemplo, nada me toca más las narices que empezar a controlar un poco algún programa informático y que te lo cambien. Normalmente para ampliarte funciones que nunca necesitaste.

Jinete, lo que pasa es que por cada vez que un tonto aprovecha una oportunidad de chiripa, hay cien tontos que se estrellan. Al menos, es mi consuelo.

Germánico dijo...

Pues si, Señor Tichy, los tontos muy tontos se estrellan de continuo (van muy rápido), pero entre tropezón y tropezón alguna que otra vez caen en el lugar oportuno en el momento oportuno, como se suele decir. El arte de la prudencia, en cambio, puede que nos salve de muchas caídas y muchos infiernos verdaderamente estúpidos, pero también nos veda algunos paraísos de felicidad perruna y nos corta las alas que nos hacen volar hacia horizontes soñados por la locura. En fin, que un poco de locura aderezada con raciocinio es probablemente la virtud que está en el medio. Como decía Nietzsche: volaré con mi sabiduría y con mi orgullo, y si me falta la primera, seguiré volando con mi tontería. Pero estas cosas solamente se las plantean los no tontos, como Pascal, que dijo, en su sentencia más lacónica: “Hay que entontecerse”. Los tontos de verdad son autómatas entusiastas, y, a su manera, son muy listos.

Buff, creo que me estoy yendo por las ramas. Toy'tonto.

Si quieres, Ijon, el lunes me curro un escaneo y te mando el artículo de Fields o el de nuestros españolitos del CSIC.

Ijon Tichy dijo...

Me ha llamado la atención sobre todo lo del cerebro de Einstein guardado en un tarro. No sabía que era una historia verdadera. Sonaba a leyenda urbana.

Germánico dijo...

Ese cerebro que cierra el post no es un cerebro cualquiera....imagina a quién perteneció.

Ijon Tichy dijo...

¿Es el de Einstein?

Germánico dijo...

Efiestiviwonder, my friend

Anónimo dijo...

Interesantísimo.

Me he permitido la licencia de pegar unos párrafos en una conversación titulada "La consciencia", en el foro de Filosofía y Pensamiento de Terra (por ahí sigo) en la que estoy participando bastante. Por supuesto, he puesto el enlace al blog por si alguno estaba interesado en leer el resto del texto.

La verdad es que lo hice porque supone una ayuda a mis argumentos; ya sabéis que soy muy "materialista", y defiendo que la consciencia no es más que el resultado del trabajo de una máquina formada por células, usando una energía.

Un abrazo a los "conocidos", y un saludo a los demás.

PS.- También estuve pensando en abrir una conversación en Actualidad Nacional con el trabajo de IJON sobre la energía; si me animáis lo hago, para ver que sale.

Germánico dijo...

Hola Batiola,

Me alegro que te haya gustado y que sirva para apoyar tus argumentos en el foro. Ahora después lo busco, hace mucho que no entro por allí; a ver que se cuece. ¿Habrá muchas ostias, como de costumbre?...

En cuanto a los artículos de Ijon yo te animo a que lo cuelgues por ahí, por su valía y la trascendencia de los temas que aborda -supongo que a Ijon le parecerá bien, ya nos dirá él.

Germánico dijo...

¡Un fuerte abrazo marinero!

Germánico dijo...

Por cierto,

Yo no soy un materialista ni un monista sensu stricto, aunque tenga poco de "espiritualista". Sin embargo tienes excelentes materialistas por ahí, en la blogosfera, algunos de ellos enlazados aquí.

Puedes mirar en Tabula Rasa, El cerebro de Darwin, las Pirámides del cerebro o Psicoteca, por ejemplo.

Germánico dijo...

Sobre la consciencia.

Y 2.

Aún queda una tercera entrega.

Anónimo dijo...

Es en Filosofía y Pensamiento donde colgué tu enlace. En Actualidad Nacional las cosas siguen como siempre, por eso me cuesta algo más poner enlaces; porque no me gustaría que entrase algún energúmeno aquí a salirse por la ramas.

En cuanto a lo de "materialista" (de "monista" ni idea), es una "definición" que me autoimpongo, puesto que no estoy nada puesto (jejejejeje; vivan las redundancias) en clasificaciones ideológicas y filosóficas y así.

Me han gustado los enlaces, y los entiendo a pesar de las condiciones "técnicas", porque, básicamente, lo que hacen es indicarme por donde caminan los avances científicos que confirmarían mi propia teoría de la consciencia (lo de "básicamente" lo digo por mis limitaciones, no por la profundidad de los artículos).

Un abrazo.

PS.- Lo de colgar el artículo de IJON me lo pensaré dos veces, porque ése iría a Actualidad Nacional, y ahí puedde pasar .... cualquier cosa.

Germánico dijo...

Oye Batiola, que si te traes a un energúmeno lo celebraremos con fuegos de artificio.

Abrazos.

Ijon Tichy dijo...

Por mí no hay problema Batiola. Encantado. Eso sí, me parece recordar que colgué alguno de los primeros (el que hablaba de las armas y centrales nucleares en Irán), y salvo el amigo Mindingui, que es del gremio, hubo poco que rascar, jejeje.

Un abrazo.

Carlos Paredes Leví dijo...

Pocas cosas hay m�s lentas que una pel�cula checa

Germánico dijo...

¿Las hay más lentas que Muerte en Venecia?. Voy a tener que ver cine checo.

Aunque lo más lento siempre será el caballo del malo en las pelis del Oeste.

Ijon Tichy dijo...

¡Las de Antonioni!

Las de Antonioni son más lentas (y más pesadas) que las checas e incluso que "Muerte en Venecia".

Germánico dijo...

Oh, ¿el cine italiano es más lento que el checo pues?

Pedro Garrido dijo...

germanico:
como sabes, ya hablamos es nuestro blog, del artículo de Araque, que presentó su trabajo en el último congreso de la SENC. El ar´ticulo es muy interesante por dos motivos: el primero por aportar una prueba más de que los astrocitos (por cierto, ten cuidado con el Word, que juega malas pasadas y transforma astrocitos por astrositos, y se ha colado alguna vez en el texto) no son meras células de sostén y de ayuda de las neuronas, sino que participan en la neurotransmisión (tienen recpetores para una gran cantidad de neurotransmisores y además liberan algunos de éstos) e incluso en algunos circuitos implicados en la memoria.
Y en segundo lugar, el artículo es muy interesante porque es de un grupo español que ha publicado en Science lo que, teniendo en cuenta las condiciones de la ciencia en España, es algo muy a tener en cuenta.

Anónimo dijo...

Una vez mas interesantisimo articulo, amigo germanico. En lo que se refiere a la proporción de celulas glia en mi cerebro, y si lo que dices aqui es cierto se podría comprobar como se han venido reduciendo desde mi epoca de estudiante hasta ahora, en la que mis obligaciones profesionales, paternales y maritales han dejado mi tiempo de ocio para realizar pensamientos de orden superior y pausados bajo cero. Esperemos que esto se solucione con el tiempo y que esto sea antes de que las proteasas me empiezen a jugar malas pasadas. Me pica la curiosidad en saber de donde sacas tu el tiempo para producir tanto material de alto nivel. Ya me contarás (si tienes tiempo). Un abrazo.

Germánico dijo...

Lo que no sé, Brainy, es quien precede a quien en estas investigaciones sobre las células gliales. Tú seguramente estés al corriente. Lo digo en particular por R.Douglas Fields, también mencionado en el post, que investiga también ese tema en el National Institute of Health de EEUU y ha llegado a parecidos descubrimientos y conclusiones.

Bernita, tu no has perdido células gliales, y seguro que las tienes en una proporción elevada, por encima de la media. Lo que pasa es que con tu vida de padre y ejecutivo ajetreado tendrás poco ocio para darle al tarro de forma, digamos, poco práctica. Aún así seguro que empleas eficazmente tu glía en la resolución de problemas complejos a diario.

Yo en cambio saco ratitos de aquí y de allá para lo que, a fin de cuentas, es una afición. Lo del “alto nivel” me ha llegado –¡muy alto!. ¿O debiera decir muy hondo?.

Bernar dijo...

Insisto, Alto nivel, no sabes lo que es trabajar en una empresa de analfabetos funcionales subidos de tono. Embrutecedor, glueicamente empobrecedor... al lado de todos estos y como diría mi presi tu eres una "ermenencia..." Un placer leerte, ademas veo que con la practica tu prosa se hace mas facil de leer y no te vas por las ramas. Un abrazo.

Germánico dijo...

Gracias Bernita,

Viniendo de ti lo de ser una “ermenencia” es todo un halago.

Un abrazo y dale un par de besos a tu mujer y a tus peques.