“El Sentimiento Trágico de la Vida” es una de las obras fundamentales de mi formación humanística, y, lo que es más importante, humana, es una de las claves de doble filo de mi estructurar y de mi palpitar. Ese sentimiento trágico, y quizá visto desde fuera cómico, está en permanente lucha contra un raciocinio que no le entiende, que no le quiere entender, que, en resumen, no entiende, pues su “no querer entender” es sentir, y un obedecer creyendo mandar a esas razones del corazón que pueden más que las frías abstracciones, como los medios obedecen a los fines, aunque precedan en el tiempo a su consecución.
Estas conclusiones preceden asimismo en el tiempo a las que se derivan del estudio del hombre por las disciplinas de la mente, de la neurociencia a la psicología evolucionista.
Especialmente aplica Unamuno su análisis sentido a la cuestión de la trascendencia y de Dios. Más literariamente lo expresa en su novela “Niebla”, en la que el personaje está vivo, muy vivo, y busca desesperadamente al autor, que es el que le sueña, su Dios, para que le salve de su irremediable fin. Quizá no seamos más que un sueño de Dios, concluye Unamuno. Una película que recientemente se ha estrenado aborda el tema con un personaje al que la autora quiere matar y que tampoco acepta su destino. No sé si en alguna parte harán alusión, quienes han creado esta película, al verdadero creador de la idea maestra en torno a la cual gira toda la trama. No sé si habrán pagado su deuda de gratitud y reconocimiento del genio.
La vida como una niebla, como un sueño, como dijera Calderón de la Barca, se transformó en la fantasía futurista de Matrix, solo que los soñantes, los soñadores, no eran el Dios, sino que el Dios, mecánico y absolutamente aceptable para cualquier ateo militante, era una máquina que hacía soñar a los hombres una vida hecha de la niebla de un programa informático.
¿Qué soy?, se preguntaba Unamuno, ¿y qué soy si no trasciendo más allá de este sueño neblinoso que es la vida?. Ante tamañas preguntas todas las demás cuestiones, y todas las demás respuestas, parecían irrelevantes. Así que el trabajo científico que desmenuzaba la naturaleza podía impresionar, pero no parecía digno del pensamiento y el sentimiento más sublimes, perdidos en las alturas llenas de nubes, esa niebla elevada, aristocrática. De Sócrates se reía el comediante Aristófanes, titulando la Comedia “las nubes”. Aunque el alumno aventajado del irónico, el de anchas espaldas, Platón, quizá mereció su propia comedia nubosa, pues puso en ellas sus “ideas” y rebajó definitivamente lo terrenal a ínfima y deleznable materia.
¡Que inventen ellos! Gritaba Unamuno en uno de sus arranques de genio –en este caso en la acepción más “baja” del término- al referirse a los anglosajones, a los alemanes, a esos otros “pueblos” que se hacían urbes al golpe del mazo del trabajo científico, y sin estar por ello “ a Dios rogando”.
Su párroco ideal, su Santo, su “San Manuel Bueno Mártir”, del que ya he hablado en anteriores ocasiones, se preguntaba mirando al lago de su pueblo si no podría haber un vino que alegrase siempre, que mantuviese a todos permanentemente contentos, un vino que no dejase resaca ni perdiese su efecto euforizante y tranquilizador.
En el sentimiento trágico apuntaba la clave del por qué ese vino no existía: la intuición de que lo que nos hace humanos y nos distingue de otras especies, lo que está en la raíz, lo que es la raíz de la consciencia es el dolor.....¿Cómo eliminar ese dolor, consustancial a nuestra alma mortal, y prueba de su mortalidad, que además se abraza al placer y no lo deja libre para que nos inundase de gozo?.
Hoy se ve cada vez más claramente la relación entre el estado de ánimo (del ánima, del alma) y el dolor. La mente, que en lo que al dolor respecta es consciente, siendo la relación dolor-consciencia tan marcada como el propio Unamuno apuntaba, no lo es en absoluto del estado de ánimo, y solo siente placeres y displaceres de grados diversos en sucesiones cuya predecibilidad solo es posible en la depresión profunda. En los subterráneos donde se gesta el estado de ánimo, en los que Freud indagó con verdadera obsesión (no solo sexual) hay unas vías electro-químicas intrincadas cuya parte eléctrica parece ser la infraestructura básica mientras que la química desempeña el papel comunicador esencial, el papel de información cuantitativa cuya cualidad se manifiesta en la máscara externa de nuestro rostro compungido, asustado o sonriente. Algo tan sencillo como inhibir la recaptación de serotonina o noriprefina puede alterar el ánimo de negativo a positivo y correlativamente reducir el dolor (aumentando el umbral del mismo), cosa que hacen medicamentos, balas mágicas, como el Cymbalta.
¿Es ese un vino que mantenga a todos contentos, sin dejar resaca, sin dejar de causar un efecto beneficioso?. No, no hemos llegado a eso. Pero esos inventores que Unamuno pedía fueran otros, que Unamuno despreciaba, han hecho posible que hoy sea más llevadera la vida para muchas personas condenadas por sus genes a experimentarla de un modo trágico, con un sentimiento trágico, sufriendo además mayores dolores físicos y miedos además de los males afectivos.
Quien ahora grita ¡Que inventen ellos! es el mundo musulmán. Y se pueden ver las catastróficas y sangrientas consecuencias. En España tuvimos una Guerra Civil en la que no fue un factor irrelevante esa filosofía de la que Unamuno solamente era un portavoz. Aún hoy tenemos ecos de ella en esas chorradas que por ahí se dicen de que en España y en los países latinos sabemos vivir bien, disfrutar de la vida, mejor que nadie. Un etnocentrismo sin centro, aunque ese es otro asunto.
Cuando leo los ensayos de ciencia de esos “bárbaros del norte” entiendo muy bien a qué se refieren quienes hablan de la Tercera Cultura. Sencillamente son magistrales, y su lectura cada vez más necesaria para saber quienes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, entre otras cosas. Para saber (¿quién lo iba a decir?) más sobre las cuestiones FUNDAMENTALES de la existencia humana. Un existencial de hoy no puede dar la espalda a la ciencia, a la auténtica literatura científica. Ello constituye el suicidio simbólico que debe preceder al físico. Supone gritar ¡Viva la muerte!. Cuando los legionarios de Millán Astray lo gritaron Unamuno tuvo otro ataque de su genio –en este caso en las dos acepciones- y se rebeló contra esta consigna repugnante con un Viva la Vida. Poco después –murió.
Ahora queda su obra, imperecedera. Trata de asuntos que no pueden morir como nuestros cuerpos de carnes y huesos sufrientes mueren porque trata de cómo nuestros cuerpos sufren y mueren. Los eternos de la condición humana, los seres y no seres de Hamlet. Y con gran sorpresa y alegría descubrí que también queda su firma, plasmada en un título de Maestro que recibió un tío abuelo mío de manos de Unamuno.
Unamuno era un vasco universal y eterno. Nada que ver con esos otros vascos provincianos, horteras y paletos que hoy se aferran con manos llenas de sangre a su terruño y a su proceso de paz, a su proceso...histórico.
Estas conclusiones preceden asimismo en el tiempo a las que se derivan del estudio del hombre por las disciplinas de la mente, de la neurociencia a la psicología evolucionista.
Especialmente aplica Unamuno su análisis sentido a la cuestión de la trascendencia y de Dios. Más literariamente lo expresa en su novela “Niebla”, en la que el personaje está vivo, muy vivo, y busca desesperadamente al autor, que es el que le sueña, su Dios, para que le salve de su irremediable fin. Quizá no seamos más que un sueño de Dios, concluye Unamuno. Una película que recientemente se ha estrenado aborda el tema con un personaje al que la autora quiere matar y que tampoco acepta su destino. No sé si en alguna parte harán alusión, quienes han creado esta película, al verdadero creador de la idea maestra en torno a la cual gira toda la trama. No sé si habrán pagado su deuda de gratitud y reconocimiento del genio.
La vida como una niebla, como un sueño, como dijera Calderón de la Barca, se transformó en la fantasía futurista de Matrix, solo que los soñantes, los soñadores, no eran el Dios, sino que el Dios, mecánico y absolutamente aceptable para cualquier ateo militante, era una máquina que hacía soñar a los hombres una vida hecha de la niebla de un programa informático.
¿Qué soy?, se preguntaba Unamuno, ¿y qué soy si no trasciendo más allá de este sueño neblinoso que es la vida?. Ante tamañas preguntas todas las demás cuestiones, y todas las demás respuestas, parecían irrelevantes. Así que el trabajo científico que desmenuzaba la naturaleza podía impresionar, pero no parecía digno del pensamiento y el sentimiento más sublimes, perdidos en las alturas llenas de nubes, esa niebla elevada, aristocrática. De Sócrates se reía el comediante Aristófanes, titulando la Comedia “las nubes”. Aunque el alumno aventajado del irónico, el de anchas espaldas, Platón, quizá mereció su propia comedia nubosa, pues puso en ellas sus “ideas” y rebajó definitivamente lo terrenal a ínfima y deleznable materia.
¡Que inventen ellos! Gritaba Unamuno en uno de sus arranques de genio –en este caso en la acepción más “baja” del término- al referirse a los anglosajones, a los alemanes, a esos otros “pueblos” que se hacían urbes al golpe del mazo del trabajo científico, y sin estar por ello “ a Dios rogando”.
Su párroco ideal, su Santo, su “San Manuel Bueno Mártir”, del que ya he hablado en anteriores ocasiones, se preguntaba mirando al lago de su pueblo si no podría haber un vino que alegrase siempre, que mantuviese a todos permanentemente contentos, un vino que no dejase resaca ni perdiese su efecto euforizante y tranquilizador.
En el sentimiento trágico apuntaba la clave del por qué ese vino no existía: la intuición de que lo que nos hace humanos y nos distingue de otras especies, lo que está en la raíz, lo que es la raíz de la consciencia es el dolor.....¿Cómo eliminar ese dolor, consustancial a nuestra alma mortal, y prueba de su mortalidad, que además se abraza al placer y no lo deja libre para que nos inundase de gozo?.
Hoy se ve cada vez más claramente la relación entre el estado de ánimo (del ánima, del alma) y el dolor. La mente, que en lo que al dolor respecta es consciente, siendo la relación dolor-consciencia tan marcada como el propio Unamuno apuntaba, no lo es en absoluto del estado de ánimo, y solo siente placeres y displaceres de grados diversos en sucesiones cuya predecibilidad solo es posible en la depresión profunda. En los subterráneos donde se gesta el estado de ánimo, en los que Freud indagó con verdadera obsesión (no solo sexual) hay unas vías electro-químicas intrincadas cuya parte eléctrica parece ser la infraestructura básica mientras que la química desempeña el papel comunicador esencial, el papel de información cuantitativa cuya cualidad se manifiesta en la máscara externa de nuestro rostro compungido, asustado o sonriente. Algo tan sencillo como inhibir la recaptación de serotonina o noriprefina puede alterar el ánimo de negativo a positivo y correlativamente reducir el dolor (aumentando el umbral del mismo), cosa que hacen medicamentos, balas mágicas, como el Cymbalta.
¿Es ese un vino que mantenga a todos contentos, sin dejar resaca, sin dejar de causar un efecto beneficioso?. No, no hemos llegado a eso. Pero esos inventores que Unamuno pedía fueran otros, que Unamuno despreciaba, han hecho posible que hoy sea más llevadera la vida para muchas personas condenadas por sus genes a experimentarla de un modo trágico, con un sentimiento trágico, sufriendo además mayores dolores físicos y miedos además de los males afectivos.
Quien ahora grita ¡Que inventen ellos! es el mundo musulmán. Y se pueden ver las catastróficas y sangrientas consecuencias. En España tuvimos una Guerra Civil en la que no fue un factor irrelevante esa filosofía de la que Unamuno solamente era un portavoz. Aún hoy tenemos ecos de ella en esas chorradas que por ahí se dicen de que en España y en los países latinos sabemos vivir bien, disfrutar de la vida, mejor que nadie. Un etnocentrismo sin centro, aunque ese es otro asunto.
Cuando leo los ensayos de ciencia de esos “bárbaros del norte” entiendo muy bien a qué se refieren quienes hablan de la Tercera Cultura. Sencillamente son magistrales, y su lectura cada vez más necesaria para saber quienes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, entre otras cosas. Para saber (¿quién lo iba a decir?) más sobre las cuestiones FUNDAMENTALES de la existencia humana. Un existencial de hoy no puede dar la espalda a la ciencia, a la auténtica literatura científica. Ello constituye el suicidio simbólico que debe preceder al físico. Supone gritar ¡Viva la muerte!. Cuando los legionarios de Millán Astray lo gritaron Unamuno tuvo otro ataque de su genio –en este caso en las dos acepciones- y se rebeló contra esta consigna repugnante con un Viva la Vida. Poco después –murió.
Ahora queda su obra, imperecedera. Trata de asuntos que no pueden morir como nuestros cuerpos de carnes y huesos sufrientes mueren porque trata de cómo nuestros cuerpos sufren y mueren. Los eternos de la condición humana, los seres y no seres de Hamlet. Y con gran sorpresa y alegría descubrí que también queda su firma, plasmada en un título de Maestro que recibió un tío abuelo mío de manos de Unamuno.
Unamuno era un vasco universal y eterno. Nada que ver con esos otros vascos provincianos, horteras y paletos que hoy se aferran con manos llenas de sangre a su terruño y a su proceso de paz, a su proceso...histórico.
17 comentarios:
Después de leer tu estupendo artículo, se me vino a la cabeza este poema de Unamuno:
LA ORACIÓN DEL ATEO
Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca dejas
sin consuelo de engaño. No resistes
a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi alma endulzóme noches tristes.
¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que no eres sino Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se expande
para abarcarte. Sufro yo a tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
existiría yo también de veras.
Buen fin de semana.
Esa oración brota del corazón líricamente, y no de una fuente seca en forma de letanía.
Como hombre universal y sabio, eludió la mezquindad de los nacionalismos. El orgullo brota hasta de la nada.
No soy un gran experto en la obra de Unamuno, ¿qué me recomendarías para leer aparte de "Monodiálogos" y "Niebla" (ya leídos con regocijo)?
Bueno, yo tampoco soy un experto en Unamuno, y, en general, en casi nada (excepto en lo que trabajo, que es nada), y me da la sensación de que sé de literatura bastante menos que tú, pero he hablado con el sentimiento razonado a partir de lo que he leído de él, hace ya bastante tiempo, y recomiendo especialmente la obra que desde el principio del post he destacado: "El Sentimiento Trágico de la Vida".
"San Manuel Bueno Mártir" si no lo has leído lo puedes hacer en media tarde, o si lees rápido en media hora, es muy cortito. Vas a la biblioteca, lo coges, te sientas, y al ratito te levantas como nuevo, pensando en lagos y en ateos creyentes....que creen en la vida tanto que la quieren eterna.
Quieren la vida eterna sin considerar que los demás tenemos que aguantarlos. Ay, estos ateos con sus incongruencias !!!.
Gracias por las recomendaciones.
P.D.: Yo tampoco se mucho de nada, pero doy el pego.
Debo decirte, y esto me parece un acto de justicia (sobre todo para conmigo mismo)algunas cosas sobre tu blog. Entré en el atraído por el nombre del mismo, y al hacerlo, me enganchó aún más eso de "Liando con la fatalidad". Debajo, Unamuno, lo cual seguía despertando todavía más mi interés.
Luego, leyendo, me di cuenta de la carga de profundidad que tus textos esconden, del compromiso que adquieres al expresarte y verter tus opiniones. Esto, se traduce en que no tengas muchas visitas. La gente no quiere leer mucho (entre otras cosas porque no sabe; o sea, no entiende lo que lee) y menos cuestones que supongan esfuerzo mental. En cambio, se entretienen en blogs pretenciosos plagados de fotos de mujeres desnudas (artísticas se supone) y escribiendo cositas de emocionalidad vácua y anodina, intentando resultar tan sofisticadas escribiendo que tienes que leer las frases dos veces para poder encontrar el verbo. Resulta significativo comprobar la cantidad de acólitos que tienen esos espacios y yo,las pocas veces que me adentro en ellos, no puedo evitar una sonrisa piadosa.
Además de todo, me gusta esa costumbre que tienes de contestar los comentarios que te hacen. No hacerlo me parece una falta de educación y de respeto hacia quien se tomó el trabajo de escribirte. Por desgracia, ésta falta se ha convertido en una práctica muy extendida.
Nada más era eso. Un saludo.
Si alguna vez no respondo es porque me parece que mi interlocutor ha dicho la última palabra (sea esta buena o mala a mi juicio) o porque el tema esté agotado (o yo esté agotado del tema).
Supongo que algunos bloggers muy visitados no tendrán tiempo de responder a todos los que les comentan, sobre todo si compaginan el blog con otras múltiples actividades que les roban o llenan el tiempo (yo mismo cada vez dispongo de menos tiempo y doy abasto con las respuestas gracias a la escasez de comentarios). Pero es cierto que algunos son maleducados, no sé si por temperamento o por descuido.
Hay gente muy válida en esto de los blogs y no todos escriben tochos ni profundidades. Cada uno en su estilo. Pero es cierto que la gente, por lo general, prefiere cosas más ligeras porque navegar es muchas veces como hacer zapping: buscas cosas que impresionen de forma rápida y que te distraigan por un rato, pero no algo que requiera una atención continuada y una reflexión serena. Es además también cuestión de temperamento: siempre hemos sido pocos, en todo tiempo y lugar, los que hemos sentido una gran curiosidad y un vivo deseo de saber, de comprender, de llegar al éxtasis de la contemplación de nuestros límites difusos o del infinito insondable. El hombre es un animal curioso que sondea su entorno, pero para la mayoría este acaba donde se cubren sus necesidades, se satisfacen algunos apetitos sensuales y se entretiene la mente un poquito con alguna distracción sencilla.
De todas formas no me puedo quejar. Tengo pocas visitas pero son todas ellas muy gratas...por el momento. Precisamente el hecho de que mis textos no sean para todos los públicos hace que quienes los leen o los comentan tengan parecidas inquietudes a las mías.
Un saludo.
Comparto tus opiniones. Yo, y supongo que todos harán lo mismo, frecuento aquellos blogs que me son gratos por su contenido y con los que muestro cierta afinidad o por lo menos encuentro algo que, aunque sean contrario a mi parecer o sentir, me atrae en mayor o menor medida.
Es cierto que hay bloggers muy válidos pero, no es menos cierto que algunos, normalmente con menos virtudes, se llenan de soberbia en virtud del número de visitantes que reciben. La validez del blog no va en función del tránsito que tengan. Justificarlo en base al aspecto cuantitativo sería como decir que el Renault Clio es mejor que el Jaguar por la única razón de que hay más.
Yo, en un blog, igual que en el cine, la literatura, el teatro, en cualquier expresión artística o un mero paseo por una ciudad, siempre busco más que entretenimiento. Acaso encontrar lo imposible; un sentido a todo.
Bueno, aquí lo dejo. Mi próximo comentario será referido a alguno de tus textos.
Hermánico.
Excelso artículo. Empastillemonos si así somos más felices, si así es el mundo es más amable y menos malo. Química somos y en química nos convertiremos.
Abrazos
Uy uy....pero cuidado con que química, que pastillas.....y que temperamentos (y subyacentes químicas).
Carpe Diem!
¡Menos Carpe Diem y a contestar el meme que te mandé en un pasado en un futuro cercano!
¡¡¡¡AAAAAAAAARRRRR!!!
si muy buen post , pero meeximo por esta vez de tu meme :) ....en su dia lo hice , y esto de ineternet es ciclico , la blogosfera al final es un pañuelo ...me gusta verte con estos animo ...kiss:)
http://todorelativo.blogspot.com/2007/02/miscelanea-de-influencias.html
¡Lo sabía!
jejejejeje
Gracias por incluirme en "Pasen y Vean".
Lo he cambiado a ¡Pasen y Lean! precisamente por lo que hablábamos ayer de la lectura sosegada, que es lo único que puede considerarse como tal. Es una admonición a la lectura y no al simple zapeo. Esto último es lo era con "Vean", que además nos lleva con la imaginación a las ferias de siglos pasados en las que instaba a la gente a entrar en atracciones de mujeres barbudas, encantadores de serpientes....
lúcida observación.
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