En la elipse que describe nuestro planeta no hay un comienzo ni un fin. Es lo que caracteriza a todas las líneas que se cierran sobre si mismas. El paso del día 31 de Diciembre al 1 de Enero no significa nada, salvo para el dotador de significados humano, que ha decidido, por convención, que es un puente que separa dos periodos significativos. El año y las estaciones si tienen su importancia. Los calendarios que se crearon en el principio de los tiempos tenían que atender a las regularidades climáticas y eran una primera forma de ciencia. El éxito de la recolección y el criado de ganado dependían de la precisión de las mediciones temporales. Pero que el año comience en tal o cual fecha probablemente no tenga otra razón de ser que un “acuerdo”, creado por la costumbre a partir de diversas contingencias históricas.
Sin embargo casi todos creemos nacer al comenzar el año. Nuestro afán de orden, de sentido, de finalidad, nuestra tendencia innata a proyectar, en ambas acepciones del término, crean la ilusión (también en sus dos acepciones) de renacimiento.
Y en esa aurora luminosa creada por nuestra ilusión, por nuestra iluminación interior, proyectada afuera, nada más inconcebible que la tragedia, en especial en su faceta de muerte.
En este principio de año murió una mujer de 41 años cuando caminaba con su hija por el Paseo de Recoletos. Un escudo de piedra, símbolo por el que seguro ella no hubiera dado su vida, cayó sobre su cabeza, desprendido de una fachada.
Ese mismo día moría un hombre de la misma edad, que también caminaba con su hija, en este caso por una estación de esquí. Caía fulminado por otro golpe, este desde el interior de su organismo. Su corazón se paró de repente y su cuerpo se desplomó frente a su hija. Era el yerno de Pepi, una amiga de mi suegra.
El día anterior una mujer se arrojaba por una ventana a la calle, acabando así con su vida. En este caso el golpe no venía de fuera, ni de una parte inconsciente del ser. El yo consciente, angustiado por la vida, deprimido, decidía eliminarse, y, al hacerlo, eliminar el sufrimiento existencial. La mujer, 20 años mayor que los dos anteriores, tenía ante sí un año que muchas mujeres de su edad hubieran considerado de los más importantes de su vida: dos de sus hijos se casaban y una tercera le daba su primer nieto. Pero la depresión no entiende de proyectos ni de ilusiones, pues es su reverso. Lo único que concibe es detener el tiempo, dejar de dar vueltas en pos de nadas, perdido el impulso biológico de necesaria necesidad. Es como una tierra que se viese privada de la ley de la gravedad y dejase de girar en torno al sol, alejándose cada vez más de su calor y perdiéndose en la inmensidad oscura y vacía del espacio. Mi amigo Juan Manuel se quedó sin su madre al comenzar el año.
Uno puede morir cualquier día. La espada de Damocles de nuestro propio fin pende sobre nuestras cabezas cogida por un pelo de caballo. Pero, ay, si nos coge esa asesina traicionera que es la muerte que lo haga mientras cabalgamos hacia un horizonte soleado.
¡Que bella es la aurora!.
Feliz 2008.
Sin embargo casi todos creemos nacer al comenzar el año. Nuestro afán de orden, de sentido, de finalidad, nuestra tendencia innata a proyectar, en ambas acepciones del término, crean la ilusión (también en sus dos acepciones) de renacimiento.
Y en esa aurora luminosa creada por nuestra ilusión, por nuestra iluminación interior, proyectada afuera, nada más inconcebible que la tragedia, en especial en su faceta de muerte.
En este principio de año murió una mujer de 41 años cuando caminaba con su hija por el Paseo de Recoletos. Un escudo de piedra, símbolo por el que seguro ella no hubiera dado su vida, cayó sobre su cabeza, desprendido de una fachada.
Ese mismo día moría un hombre de la misma edad, que también caminaba con su hija, en este caso por una estación de esquí. Caía fulminado por otro golpe, este desde el interior de su organismo. Su corazón se paró de repente y su cuerpo se desplomó frente a su hija. Era el yerno de Pepi, una amiga de mi suegra.
El día anterior una mujer se arrojaba por una ventana a la calle, acabando así con su vida. En este caso el golpe no venía de fuera, ni de una parte inconsciente del ser. El yo consciente, angustiado por la vida, deprimido, decidía eliminarse, y, al hacerlo, eliminar el sufrimiento existencial. La mujer, 20 años mayor que los dos anteriores, tenía ante sí un año que muchas mujeres de su edad hubieran considerado de los más importantes de su vida: dos de sus hijos se casaban y una tercera le daba su primer nieto. Pero la depresión no entiende de proyectos ni de ilusiones, pues es su reverso. Lo único que concibe es detener el tiempo, dejar de dar vueltas en pos de nadas, perdido el impulso biológico de necesaria necesidad. Es como una tierra que se viese privada de la ley de la gravedad y dejase de girar en torno al sol, alejándose cada vez más de su calor y perdiéndose en la inmensidad oscura y vacía del espacio. Mi amigo Juan Manuel se quedó sin su madre al comenzar el año.
Uno puede morir cualquier día. La espada de Damocles de nuestro propio fin pende sobre nuestras cabezas cogida por un pelo de caballo. Pero, ay, si nos coge esa asesina traicionera que es la muerte que lo haga mientras cabalgamos hacia un horizonte soleado.
¡Que bella es la aurora!.
Feliz 2008.
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Muy a mi pesar tengo que hacer esta actualización, pues esta tarde ha fallecido Manolo, el marido de Pepi. El shock provocado por la muerte repentina y prematura de su yerno se ha traducido en otro fatal infarto.
Descanse en paz, Manolo, ese buen hombre.
19 comentarios:
Todos tenemos nuestro d�a final, y la cuenta atr�s comenz� hace tiempo...
Es mejor no pensar en ello.
Un saludo, maestro.
Si, Carlos, lo mejor es seguir haciendo castillos en la arena, hasta que la marea suba y los destruya.
Como decía Newton, ser solo un niño que juega y se entretiene con la arena de la playa frente al mar inmenso.
La vida sigue Hermánico, a todos nos llega la hora y nunca sabemos cuando.
Por eso, y como diria quien tu y yo sabemos, hay que disfrutar todo lo que podamos. No sabemos lo que nos queda.
Un abrazo.
Triste; MUY triste.
Tucho "o Takota", de unos 42 años, desaparecido hace una semana en aguas del océano índico (yo le conocía, y soy AMIGO de un tío suyo). Francisco "o do Cro" y otro compañero, fallecidos en aguas de la ría de Pontevedra.
Descansen en paz.
Saludos.
Está bien esa observación: el calendario no es más que convenciones: el año nuevo, los propósitos y demás no tienen nada que ver mas que con nuestra propia invención. De eso, de la capacidad de dar sentido a nuestra vida a través de una mera convención, costumbre o, en muchos casos, creencia, podríamos aprender y así diversificar hasta lo ilimitado el horizonte de nuestra existencia.
Salu2, sintiéndolo por las muertes a las que aludes
la fragilidad de la vida ....descanse en paz
Como Carlos, creo que sobre la muerte lo mejor es no pensar en ello. El vértigo de la nada es desagradable y no conduce a nada.
Así pues, mientras vivamos, vivamos lo mejor posible.
En cuanto a los muertos citados, espero que hayan dejado buenos recuerdos a los suyos. Es a lo que podemos aspirar.
¿Quien tú y yo sabemos, Mamba?....¿no será ese VIVA LA PEPA que tengo por hermano?....
Batiola, el mar es la mayor fuerza de la naturaleza, como tal ciega y despiadada en proporciones colosales. ¡Cuantas vidas ha engullido y seguirá engullendo!.
Eso que dices, Gabriel, es la naturaleza humana, proyectando afuera sus invenciones y su orden y transfigurándolo todo, haciendo la naturaleza a su medida. Recuerda esa frase de Protágoras sobre la que en su día hablamos tanto: "El hombre es la medida de todas las cosas". Llena de significado (sobre los significados).
Peggy, nos permitimos certidumbres y bienestar cuando la tormenta ha amainado. Es un plazo que Dios o el azar nos dan, que vivimos como si fuera a ser eterno.
Hombre, Ijon, has vuelto. Me alegra.
Carpe Diem. Y olé.
Hola a todos, y feliz año. Siguiendo el hilo os cuento una anecdota acaecido durante este fin de año.
El caso es que yo me encontraba en casa de mi suegra, con la citada, mi mujer, mi cuñado y mi suegro. Nada mas tomar las uvas y brindar, mi suegra y mi mujer, ambas con su peculiar sentido de la fatalidad, empiezan a conversar.
Suegra dice: Feliz año a todos, esperemos que sea bueno, porque los años bisiestos dan mala suerte y este 2008 es bisiesto.
esposa dice: Bisiesto y par, va a ser un mal año.
Suegra dice: Es verdad, Bisiesto y par, pues ya nos podemos ir preparando....
Yo digo: Bueno, no creo que sea para tanto, al fin y al cabo es bisiesto según el calendario gregoriano, pero según el juliano seria dentro de 2 años (esto me lo inventé vilmente para ver su cara), y ademas hoy no sería 1 de Enero sino 12 (invención vil tambien), asi que no creo que debamos preocuparnos. Ademas si fueramos aztecas no tendríamos años bisiestos (otra invención), asi que he decidido no preocuparme demasiadon - Chinchin!! -...
Silencio de la suegra.... risas del cuñado y cara de complicidad del suegro. En la cara de la suegra se podía leer un "Capullo de yerno, ya me estas jodiendo...." media sonrisa y cambio de tercio... Que dices que ponen hoy en la tele...??
Topicas convenciones... En fin descansen en Paz los muertos y que los hados os sean propicios...
Un abrazo.
Lo cierto, hermano (como se dice mucho en mi vieja tierra abandonada por imposible), es que en cada muerte presente o pasada lloramos nuestra muerte futura. En todo caso, no diré que no, la pérdida de lo bueno que se compartía, siempre y cuando hubiese algo. Pero, cuando se trata de un desconocido, queda al desnudo nuestra propia horfandad. En fin, la tentación por el sistentido es grande, pero la mayoría volveremos a responder por imperativo genético (que no es tan simple como parece, ¿verdad?) y siempre hallaremos una buena justificación. Los buenos, sin embargo, son los momentos en que vivimos el resultado mismo de esos impulsos "oscuros". Que cumplamos con nuestro "deber kantiano", es pura consecuencia (Kant se equivocaba entre otras cosas al decirle al ser humano que "debía" cuidar encaminarse al "deber"; no, viene sólo y se va sólo). Igual que no podamos evitar reflexionar y trasmitir.
Bueno, un dato para tí (ya que has sido en cierto modo protagonista) acabé el "trabajo" que me tenía a mal traer sobre Gould y lo colgué. No adelanto nada, ya me dirás tú. Y quienes quieran, obviamente. Me dedicaré un poco a otras cosas ("debo" terminar mi novela 2 antes de que la Parca me sorprenda, ¿no?)y más esporádicamente que antes al blog.
Un abrazo. (Y perdona si he abusado de los lectores de tu blog.)
"...de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son", sí recuerdo la discusión, sí, pero anda que no ha llovido. Me alegró saber que la recordabas, últimamente le encuentro más sentido a esto de la blogosfera. Me has dado la idea de postear ese relato del hombre que iba en busca de la Luna-test-de-Roschard inventado para la ocasión, aunque tendría que darle un poco de chicha.
Ánimo con lo tuyo!
Ay, Bernita, yo no creo en las Meigas pero haberlas hailas. O algo así nos pasa con las rachas de mala suerte, en las que se concatenan las desgracias. Uno se empeña en no creer en ellas pero las circunstancias adversas son tan recalcitrantes que no se las puede atravesar sin pensar que alguien ha tejido esa red para atraparnos. Nos repetimos, queriendo, acaso creyendo ser oídos: "¡¡No soy el Santo Job, no soy el Santo Job, Dios mío BASTA YA!!".
Claro que con un comediante como tú, y en pleno fin de año, cualquier pesimismo supersticioso es derrotado (aunque sea a base de mentirijillas piadosas).
Carlos, para cuando acabe con mi oposición tengo pendientes de leer muchas cosas interesantes, entre ellas, por supuesto, las tuyas.
Gabriel, esto de la blogosfera depende de con quien des y que temas desarrolles. Yo me siento bastante bien, y me reconforta saber que me leen personas a las que les inquietan cosas parecidas a las que me inquietan a mi. Me encanta por ejemplo ver las banderitas que aparecen en el contador y saber que hay gente en EEUU, en Costa Rica, en Francia, en Alemania, en Austria o en Venezuela que entra por aquí y se detiene un rato, quizás para leer...
Un saludo a todos.
Hombre, con lo despistado que soy a veces, pensé que tu vuelta a la blogesgrima era índice de que habías acabado. ¡venga, sigue y consigue! Mucha suerte y mucho seso. Luego hasta podremos festejarlo (hay un café irlandés de premio!) Un abrazo.
Te tomo la palabra, Carlos. ¡Marchando un cafelito irlandés!.
Lo de escribir este post fue un pequeño arrebato y un pequeño descanso.
Un abrazo.
Germánico: ¿quién si no ÉL podría decir algo así?.
La verdad es que en momentos malos consigue que el negro se vuelva un poco gris y al final acabas gritando con él: " pero que coño " adelante como los de alicante jejejeje.
Bernita eres un crack.
Bueno Germánico espero que el 2008 te traiga mucha suerte, ya sabes que tengo todas mis esperanzas puestas en ti. Un besito.
Carpe Diem, eso es.
Cómo vienes con esa asignatura? rendiste examen ya?
Creo que a quien de momento le está trayendo buena suerte este año, Mamba, es a ÉL. Su nuevo proyecto "pofesional" justifica su optimismo. A ver si además yo consigo algún cambio interesante.
Besos.
¡¡Juan Pablo!!!...el primer examen será a principios/mediados del mes próximo. Del segundo no sé que harán, con las elecciones generales aquí en Expaña a la vuelta de la esquina.
Ya vi que allí las ganó la ex-Primera Dama....¿Querrá repetir alguna de su cuerda por los EEUU?
Un abrazo.
Pues sí, siempre cabalgando hacia un horizonte soleado, la vida se va pasando intentando despejar las brumas del camino. Como decía Lennon, la vida es aquello que te va pasando mientras intentas hacer planes.
Hablando de la muerte, desde muy joven me encantó este soneto de Quevedo, para creyentes y no creyentes.
(Vaya por las personas nombradas por Germánico)
(Has visto como domino ya el linkeo?, jeje, moltes gracies)
Essssso está bien!!!! Ahora ya puedes enlazar a lo grande.
Sabía que el final de la cabalgada te resultaría sugerente.
Voy a ver si cuelgo un vídeo-post, ahora que apenas tengo tiempo pa' escribir.
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