lunes, agosto 27, 2007

La gorra


Dejé a mi nene en aquel lugar lleno de otros nenes y nenas en caótica armonía. Era un recinto cerrado y asfaltado en el que hacían el loco en bicicleta, patinete o subidos a algún otro trasto con ruedas. Mi niño llevaba su gorra de colores con el escudo del equipo de fútbol de su abuelo (a mi el fútbol me la pela, se la regaló el abuelo).

Soy un poco borracho, lo confieso. No creí que fuera a pasar nada, realmente, y, de hecho, nada grave ocurrió, no al menos en mi ausencia. Estaría unas 2 horas fuera, tomando cervezas. El sol se sumergía en su ocaso y los niños se iban yendo. Cuando llegué estaban solo el mío, con su triciclo, y uno mayor en patín, con esos pendientes y ese pelo largo en la nuca, distintivos de horterez. El macarrilla llevaba la gorra de mi hijo. Se la pedí amablemente, pero el niño hizo caso omiso.

-“Niño, haz el favor de darme ya la gorra”.

-“No, es mía”.

Así estaríamos unos minutos hasta que al final me cansé y se la quité violentamente. El niño se enrabietó y fue contra mí, pero le di un manotazo y cayó de espaldas al suelo.

Ya estaba yo a punto de cruzar el umbral de la valla con mi hijo cuando apareció aquel policía impertinente.

-“Perdone, caballero, pero creo que tenemos un pequeño problema”.

Traté en vano de explicarle la situación a aquel descerebrado de uniforme. No hubo manera. Finalmente cogió la gorra de la misma cabeza de mi hijo para ponerla de nuevo en la del bribón aquel, que sonreía como un malhechor que se sale con la suya. Le tomó de la mano y se lo llevó hacia la puerta, dándome la espalda con prepotencia. Aquello era demasiado. Un puñetero imbécil se creía con derecho para intervenir en un asunto que no le concernía simplemente por tener el poder de coacción otorgado por el Estado. Cogí el triciclo de mi hijo y lo alcé muy alto. Con todas mis fuerzas lo hice caer sobre su cabeza. Sonó un golpe seco. ¡Crack!. El poli se derrumbó sobre el frío suelo. Un río de sangre brotó de su cabeza abierta e inundó el área circundante mientras su flácida mano aún agarraba la del niño ladrón, que miraba con un miedo catatónico hacia mi.

-“Y ahora dame la gorra pedazo hijo de perra!!!”.

El golfo obedeció, pero no podía dejar testigos. Cogí su pequeño cuello y le estrangulé. Pensé que sería más rápido, pero la cosa me llevó al menos un minuto. Tardaba en expirar, el enano.

Mi hijo estaba mudo y con la mirada perdida. Creo que no entendía nada de esa escena. Sabiendo que tenía menos de 3 años no me preocupé demasiado, lo olvidaría.

Antes de que alguien nos viera lo mejor era marcharse. Me percaté de que la gorra estaba en el suelo, pegada a la valla. ¿Qué hacía ahí, no la había cogido ya?. Mi mano derecha la sujetaba. Pero estaba ahí, en la valla. Estaba en mi mano y en la valla. Había dos cadáveres sobre el suelo de cemento, un policía y un niño, y dos gorras idénticas, una en mi mano y otra en la valla. Tardé unos segundos en comprender la situación…..lo mejor era marcharse antes de que nadie nos viera. Mi hijo lo olvidaría, sí, lo olvidaría…..tenía menos de tres años, joder.

9 comentarios:

pietrapómez dijo...

Juajuajua...eso es lo que os pasa por regalar gorras del Royal Mandril, con las del Patético (que, por cierto, no he visto en la vida) seguro que la reacción inmediata es la de que el cielo se va a caer sobre tu cabeza!
Otra cosa, Germánico, eso de que por ser menor de 3 años se va a olvidar...déjate!
Mi padre, que aprendió a hablar (pero no a decir papá, mamá, a conversar) con 9 meses, se acuerda perfectamente de cosas de su más tierna infancia y sin embargo no le preguntes qué cenó anoche!

Peggy dijo...

Parece un guion de Tarantino ...le veo subversivo en vacaciones :)

La Mamba dijo...

Creo que no te han sentado bien las vacaciones.. mucha agrasividad contenida veo yo. si quieres te hago un psicoanalisis:)
¡Y que vivia el Real Madrid y sus gorras!

Germánico dijo...

Que la gorra sea del Real Madrid no significa nada. Tenía que haber puesto una del Barça....¡cachis!.

Pietra, ¿estás segura de que tu padre está seguro de sus recuerdos?.....¿no estará aplicando un sesgo retrospectivo?...A mi mi madre me dice que yo cantaba de maravilla con 2 años, pero yo no le doy crédito y, por supuesto, no me acuerdo....antes de los 3 años no está desarrollado el hipocampo, por lo que formar recuerdos a largo plazo es imposible. Al menos para la mayoría de nosotros....

Peggy, yo no sé si mis guiones se parecerán a los de Tarantino, pero sí que algunos me confunden físicamente con él....(ay que feo soy).

Mamba, acepto un psicoanálisis, pues aunque ligeramente retocado, este relato sale de un sueño....

Peggy dijo...

que mas da en internet todos soos guapos :)

Germánico dijo...

Bueno, en realidad no soy tan feo, soy una versión mejorada del director americano.

Lebeche dijo...

Hermánico:

Me recuerda a los comics que hacías en tu más tierna infancia. Jajajaja. Siempre tuviste una vena gore.

Abrazos

Ijon Tichy dijo...

Juer, menos mal que en algún comentario se aclara que no es autobiográfico el relato, jejeje.

Pietra, no hay gorras del atleti porque, si ya lo de ser de tal ¿equipo? es algo a reconocer en voz baja, como para pregonarlo.

Germánico dijo...

Lebeche, siempre imagino desenlaces cruentos. Quizá es que tengo poca imaginación.

Ijon, los sueños no son autobiográficos, pero dicen algo de quien los sueña. Claro que el sueño está retocado por el soñante en la vigilia. ¿No será el retoque no más que un acercamiento a la verdadera personalidad del soñante, o será otro sueño, este diurno?.