martes, agosto 01, 2006

Castroenteritis aguda


El simpático Fidel ejemplifica perfectamente la amabilidad y cordialidad del tirano. El ejemplo más paradigmático de tirano encantador, el arquetipo, lo tenemos entre los griegos, como no podía ser de otra manera: el ateniense Pisístrato. Sus hijos Hipias e Hiparco no pudieron preservar la tiranía. ¿Podrá Raúl preservarla?.

El peor de los tiranos es el que lleva la piel de cordero, Stalin fue peor que Hitler. El Matbeth que se proclama Hamlet mata desde una duda metódica que es metódico exterminio: si no mata más es porque las cuentas no le salen o porque le salen perfectamente.

Fíjense en el aspecto timorato y bonachón de nuestro Presi. Tanto rencor cabe en alma tan cándida. Pero el Estado de derecho no lo componen cuatro funcionarios. Los derechos son exigidos por el pueblo, que no se deja avasallar. Por eso su arbitrariedad no excede ciertos límites. Fronteras humanas se oponen al avance de la Democracia Avanzada, de la dictadura disfrazada de buenas palabras y ceremoniales vacíos. Pienso en el Imperio Romano. Desde su constitución era llamado República, y se mantuvieron los viejos cargos de cónsules, censores, etc etc como elemento decorativo al servicio de un poder absoluto, tantas veces disoluto.

¿Tendrá pronto Cuba una verdadera Revolución?. ¿Llegará a esa isla, que se quiso llamar Utopía, el viento fresco de la libertad?. ¿Habrá por fin allí una Revolución de la Libertad?.
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Añadido el 04/08/06:
Para apreciar el encanto del tirano en los encuentros cercanos podemos leer la carta escrita por Gabriel García Márquez sobre Fidel:
EL FIDEL CASTRO QUE YO CONOZCO

Por Gabriel García Márquez

Su devoción por la palabra. Su poder de seducción. Va a buscar los problemas donde estén. Los ímpetus de la inspiración son propios de su estilo. Los libros reflejan muy bien la amplitud de sus gustos. Dejó de fumar para tener la autoridad moral para combatir el tabaquismo. Le gusta preparar las recetas de cocina con una especie de fervor científico. Se mantiene en excelentes condiciones físicas con varias horas de gimnasia diaria y de natación frecuente. Paciencia invencible. Disciplina férrea. La fuerza de la imaginación lo arrastra a los imprevistos. Tan importante como aprender a trabajar es aprender a descansar.

Fatigado de conversar, descansa conversando. Escribe bien y le gusta hacerlo. El mayor estímulo de su vida es la emoción al riesgo. La tribuna de improvisador parece ser su medio ecológico perfecto. Empieza siempre con voz casi inaudible, con un rumbo incierto, pero aprovecha cualquier destello para ir ganando terreno, palmo a palmo, hasta que da una especie de gran zarpazo y se apodera de la audiencia. Es la inspiración: el estado de gracia irresistible y deslumbrante, que sólo niegan quienes no han tenido la gloria de vivirlo. Es el antidogmático por excelencia.

José Martí es su autor de cabecera y ha tenido el talento de incorporar su ideario al torrente sanguíneo de una revolución marxista. La esencia de su propio pensamiento podría estar en la certidumbre de que hacer trabajo de masas es fundamentalmente ocuparse de los individuos.

Esto podría explicar su confianza absoluta en el contacto directo. Tiene un idioma para cada ocasión y un modo distinto de persuasión según los distintos interlocutores. Sabe situarse en el nivel de cada uno y dispone de una información vasta y variada que le permite moverse con facilidad en cualquier medio. Una cosa se sabe con seguridad: esté donde esté, como esté y con quien esté, Fidel Castro está allí para ganar. Su actitud ante la derrota, aun en los actos mínimos de la vida cotidiana, parece obedecer a una lógica privada: ni siquiera la admite, y no tiene un minuto de sosiego mientras no logra invertir los términos y convertirla en victoria. Nadie puede ser más obsesivo que él cuando se ha propuesto llegar a fondo a cualquier cosa. No hay un proyecto colosal o milimétrico, en el que no se empeñe con una pasión encarnizada. Y en especial si tiene que enfrentarse a la adversidad. Nunca como entonces parece de mejor talante, de mejor humor. Alguien que cree conocerlo bien le dijo: Las cosas deben andar muy mal, porque usted está rozagante.

Las reiteraciones son uno de sus modos de trabajar. Ej.: El tema de la deuda externa de América Latina, había aparecido por primera vez en sus conversaciones desde hacía unos dos años, y había ido evolucionando, ramificándose, profundizándose. Lo primero que dijo, como una simple conclusión aritmética, era que la deuda era impagable. Después aparecieron los hallazgos escalonados: Las repercusiones de la deuda en la economía de los países, su impacto político y social, su influencia decisiva en las relaciones internacionales, su importancia providencial para una política unitaria de América Latina... hasta lograr una visión totalizadora, la que expuso en una reunión internacional convocada al efecto y que el tiempo se ha encargado de demostrar.

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