viernes, septiembre 15, 2006

Captando genomas

Lynn Margulis y su hijo Dorion Sagan vienen defendiendo una visión de la evolución de las especies sumamente interesante basada en la simbiogénesis, o surgimiento de especies nuevas a partir de la unión de los genomas de dos especies distintas. En su obra "Captando Genomas" desarrollan brillantemente esta idea. Las bacterias y los protistas son objeto de su atención preferente; el cosmos de lo invisible (al que ellos llaman microcosmos muy atinadamente) es el campo desde el que elaboran sus conclusiones. El que se centren en lo diminuto con preferencia se debe a que el proceso de simbiogénesis no es algo que se de de forma evidente en las especies denominadas "superiores".
De ahí que los autores consideren que la visión predominante hoy sobre la evolución de las especies es incompleta y simplista. Según estos dicha visión es defendida principalmente por zoólogos, que estudian los animales, organismos pluricelulares. Los zoólogos prestan mucha atención a lo que sucede entre los animales denominados superiores y no tanta -o no tanta como deberían- a los microbios, siendo estos de una importancia, como dijera Pasteur, infinitamente grande en relación a su tamaño infinitamente pequeño para el funcionamiento de los ecosistemas y de la naturaleza en su conjunto.

La especiación es el proceso por el cual surge una especie nueva. El quid de la evolución reside en esta, y sin ella no tiene sentido hablar de evolución.

Las bacterias son, a juicio de los autores, organismos pero no especies. Las especies consideran que nacen a partir del surgimiento por simbiogénesis de la célula eucariota (célula nucleada).
Muy a pesar de la calidad de su literatura y sus ideas manifiestan ciertas fobias que a su vez delatan una tendencia ideológica. Su primer ataque va dirigido al neodarwinismo, y en él abundan en la crítica terminológica. Por ejemplo encuentran poco científico hablar de "competencia", de "beneficios" y "costes", de "altruismo", de "mutualismo"....etc etc. Consideran que hacer uso de semejantes términos constituye un error consistente en proyectar en la naturaleza los conceptos derivados de las instituciones y comportamientos sociales humanos.

Sin duda el aspecto terminológico es de gran importancia, pero a pesar de sus reparos para el neodarwinismo se muestran un poco más comprensivos con las ideas-fuerza de Lovelock cuando habla de la diosa Gaia y trata de organismo superior a la biosfera. Esto lo disculpan algo más quizá porque Lovelock les dijo que utilizaba esa metáfora engañosa para llegar mejor a la gente y concienciarla de la importancia de los ecosistemas y de la naturaleza como conjunto de relaciones sutiles. La justificación moral es evidente. Términos tales como "beneficio" y "coste" repugnan a aquellos a los que repugnan el capitalismo, el mercado, la libertad económica, pero términos como Gaia, que implica comunidad, son bien vistos. Del mismo modo la simbiogénesis es preferida a la mutación aleatoria, los organismos compuestos a los individuos, las casi indiferenciadas comunidades microbianas (con todo el respeto del mundo a su diverso metabolismo, pero casi todo metabolismo a fin de cuentas) a los complejos seres pluricelulares producto de la evolución.

La idea de competencia es probablemente la que más desagrada a este tipo de biólogos (o, debiera decir, de personas). Lo cierto es que ni siquiera en la sociedad humana toma la competencia, de forma general (más bien lo hace de forma residual), el cariz siniestro que presenta en la literatura socialista o soñadora de todos los tiempos. Ya decía Hayek que la competencia es algo suave. Se me ocurre una comparación: una carrera atlética frente a una carrera profesional. Solo con reflexionar un poco se dará uno cuenta que no son la misma cosa, ni remotamente. Y en la sociedad es más suave que en la naturaleza desnuda.

Darwin, a quien es imposible obviar cuando se aborda el asunto de la evolución, fue influido por Robert Malthus, un economista. La comprensión que Darwin adquirió a través de la ciencia económica de las anatemizadas instituciones humanas jugó un importante papel en la gestación y elaboración por parte de este de las ideas de selección natural. De hecho, la sociedad humana es naturaleza, y viéndola se pueden sacar verdades de tipo general sobre la naturaleza humana en particular y sobre la naturaleza orgánica en general (subiendo taxones). Hay ciertas regularidades en la naturaleza, ciertos procesos, que sencillamente la sociedad humana no puede dejar de reflejar. Son ineludibles. Al formar parte de la naturaleza nuestras instituciones no pueden dejar de seguir unas pautas inamovibles marcadas por esta.

Cuando en su obra hablan de las ciudades construidas por las termitas (quizá no debieran llamarse ciudades, si apuramos), Margulis y Sagan dicen que estas ya hacían sus grandes termiteros mucho antes de que el hombre hiciera sus arrogantes construcciones (no recuerdo ahora si la palabra usada era arrogante, pero si alguna sinónima). Ciertamente no hay nada de arrogante, y lo que es claro es que ese uso del lenguaje es infinitamente menos científico que el que habla de las transacciones que se dan en la naturaleza como proporcionadoras de beneficios y costes.

Me dispongo a acabar el libro. Debo confesar que he disfrutado con él y que he aprendido mucho de estos excelentes biólogos y pensadores de la evolución. Lo único que lamento es que sean incapaces de aparcar del todo su ideología cuando abordan el estudio de la naturaleza.

2 comentarios:

Pedro Fabrizzio dijo...

otro filósofo más.
perdona pero los intereses tras la ciencia todavía no llegan a ser tan fuertes. Después de eso... hay cosas que tendrías que volver a leer en tu pequeño "ensayo"... no se aprende todo de wikipedia o rincón del vago xD

Germánico dijo...

Vale