jueves, marzo 27, 2008

miércoles, marzo 26, 2008

Tiempo y Movimiento


Que todo es movimiento es una verdad que no precisa demostración. Se trata de un “hecho”. “El mundo es el conjunto de los hechos, no de las cosas”, sentenciaba Wittgenstein al principio de su Tractatus Logico-Philosophicus. ¿Qué diferencia habría entre un Universo completamente quieto y ninguno, realmente?.

Del tiempo Newtoniano, el de un reloj suspendido sobre el universo que se mueve con “isócrona majestad” (como decía Umberto Eco refiriéndose al péndulo de Foucault), se pasó al Einsteniano, que se convertía en una cuarta dimensión de un espacio inimaginable por nuestra mente. Dicho espacio se desliza sobre sí mismo provocando cambios de estado (estos cambios de estado son cualquier cambio, sea el que sea, y van mucho más allá del paso de lo sólido a lo líquido o de esto a lo gaseoso). Comparando un movimiento o cambio de estado predecible, constante, regular, como el de las manecillas de un reloj clásico o, puestos a ir al centro del asunto, el siempre igual de los astros y consiguiente de los días y las estaciones, con todos los demás cambios, nuestra mente crea el tiempo como categoría y “realidad objetiva”. Proyectamos en parte, al hacerlo, nuestro propio tiempo interior, creado por las células en forma de procesos moleculares en bucles, en especial por las neuronas, conforme al ritmo del día (ritmo circadiano, “cerca de un día"), y a los ritmos estacionales, o lunares (piénsese en el ciclo menstrual, tan importante para la vida). Estamos biológicamente sincronizados con la gravedad.

El tiempo es una referencia del movimiento en el espacio, y una curiosa propiedad de la fuerza gravitatoria.

lunes, marzo 17, 2008

Sociedad y Significados


Una sociedad con muchos jóvenes es una sociedad peligrosa. La juventud es creativa, pero también explosiva. La gerontocracia informal modera, con sus instintos declinantes, la violencia del grupo. Aunque siempre hay viejos locos –la locura de la juventud la damos por supuesta-, la fuerza del número de hombres y mujeres sensatos, también conformistas, mayores y de mediana edad, apaga sus chillonas voces, convirtiéndolas en un ridículo extremismo.

También una sociedad muy masculina supone un riesgo. El dios Ares mora en el alma de los hombres. El macho humano es más dado a proyectarse en la sociedad, más allá del ámbito fundamental, aunque reducido, de la familia y las amistades, ese marco microeconómico tan necesario para el liberalismo, y de concordia y amor tan importante para una moral bien dimensionada, cimiento de cualquier Civilización que merezca tal nombre. El varón sale “de caza”, abandona las cuatro paredes de la morada para respirar el aire del ágora, se hace más político y más guerrero. Dispone de más fuerza física y de más agresividad por que siempre cazó, sí, pero también porque compite con otros varones desde tiempos inmemoriales (de los que solo guarda memoria el genoma) por las mujeres y por los recursos, captados para atraer a las mujeres, guiado por la selección sexual. Y esa fuerza también la expresa en su mente, tan abierta para algunas cosas y tan cerrada para otras.

Y una sociedad racionalista es, asimismo, inquietante. Cuando lo apolíneo pretende eliminar a lo dionisiaco, cuando los significados se solidifican e impera el verbo sobre el sentido último, el presente sobre el pasado, la “verdad” sobre la costumbre y el pragmatismo simplista sobre el ritual aparentemente absurdo, un cortoplacismo que mira a un horizonte temporal muy limitado, petrificado en las certidumbres de un presente pretendidamente superior a todo lo que le precedió, puede llevar a la ruina, en nombre un progreso mal entendido, mal concebido, a una civilización.

La sociedad es un precario equilibrio, en el que conviene que no predomine demasiado la fuerza centrífuga –que se hace llamar centrípeta- de ningún vector. A Cioran le maravillaba que la gente no se matara por las calles, que hubiera una paz armada tan consistente entre seres innatamente egoístas y violentos. Ortega creía que no había ninguna “sociedad como tal”. Smith consideraba que el interés individual promovía el bien común. Montesquieu pensaba que factores tales como el clima (y, en fin, otros ecológicos) condicionaban de forma notable la psicología de los pueblos y, por tanto, el espíritu de sus leyes –y su trasfondo moral, más o menos relajado.

Quizás un estudio demográfico pueda arrojar más datos que una reflexión académica o una opinión escupida tras una observación in situ de algún conflicto supuestamente representativo. La distribución por edades y sexos tiene su importancia. También la tienen el clima, la geografía y la cultura, y en este mundo globalizado lo abierta o cerrada que sea la sociedad al intercambio. Todos los factores antedichos se relación, además, de forma tan sutil que nuestra mente se pierde en su combinatoria y su casuística, atendiendo a correlaciones espurias y pasando por alto las significativas. Por no hablar de quienes se ciñen al caso o a la anécdota para extraer conclusiones de carácter global. Pero en principio me quiero centrar en el tercer punto que he señalado. Leyendo “Arte, Mente y Cerebro” de Howard Gardner me encuentro este pasaje, dentro de un capítulo en el que el autor habla de la vida y obra de Susanne Langer, una artista en el estudio del arte:

Las últimas páginas del libro de Langer reflejaban las tendencias del mundo de la época. A comienzos de la peor guerra de la historia (2ª G.M), no resulta sorprendente que Langer haya pintado un panorama sombrío de “la sustancia del significado” en su sociedad. Veía a un mundo en el que se ensalzaba al lenguaje por encima de todo, en que la vida interior era menospreciada, ignorada y hasta destruida. Ateniéndose a su propio análisis, destacó la importancia, la necesidad de una existencia en que se toleraran diversos niveles de significados y gamas de significación. En lugar de una filosofía que sólo acepta la lógica deductiva o inductiva como razonamiento, y cataloga a todas las demás funciones humanas como “emotivas”, irracionales o bestiales, Langer proponía una teoría de la mente cuya piedra angular sea la función simbólica...la búsqueda continua de significados, de significados más amplios, más claros, más flexibles y más articulados...el nuevo mundo con el que sueña la humanidad.

La sociedad es un conjunto de personas vinculadas por significados, que no siempre -podría decirse que tanto menos cuanto más desarrollada es la sociedad- se relacionan de forma directa con la realidad. Lo material, lo físico, solamente surge de nuestra acción incesante impulsada por ideas abstractas. Muchos símbolos no simbolizan, aparentemente, nada, o nada que podamos conocer con certeza o comprender racionalmente. Parecen atavismos, necedades superadas, prácticas poco prácticas, cosas sin utilidad alguna. Y algunos lo son, en parte, siempre en parte. Pero es un gradual abandono de los mismos y de sus rituales la única manera de desprenderse de ellos sin dañar el tejido social. El significado último se nos escapa. Nos expresamos de múltiples maneras, la mayoría inconscientes, la mayoría no verbales. Y vivimos en el engaño perpetrado por nuestras propias certezas, que nos conducen a hacer cambios las más de las veces innecesarios, y muchas otras nefastos.

¿Pero quién, si no los jóvenes, introduce nuevos significados en el devenir de la historia?. Son los jóvenes los que tiran abajo las viejas tradiciones, por lo que las sociedades en las que estos predominen tendrán siempre tintes más revolucionarios y beligerantes. Con el avance de los medios de comunicación de masas se pueden difundir con mayor éxito ideas perniciosas, como hoy se transmite una “cultura de la juventud” que es, en el fondo, una “cultura de la juventud masculina y racionalista”. El vivir al día, no pensar en el mañana, ser irresponsable hasta avanzada edad, no tener compromisos, ser “libre” en un sentido totalmente libertino y casi solipsista, sacralizar el sexo y quitar valor al matrimonio, aspirar a una holganza bien remunerada etc etc, son cosas que pasan más por la mente de un hombre joven que por cualquier otra. Un racionalismo pueril típicamente masculino nos dice que para el sexo tanto dar ser macho que hembra, que la cosa es disfrutar el momento y a otra cosa mariposa. Pero la realidad es bien otra. La inversión parental, a lo largo de la evolución, no fue igual en hombres y mujeres. Los hombres poníamos nuestra semillita e íbamos a otra flor. Las mujeres se pasaban nueve meses con el hijo en la tripa y varios años con el mismo en la espalda y agarrado a su teta. Obviamente nuestros cerebros, en cuanto a este asunto, no pueden haber sido moldeados de forma idéntica por la evolución. Y en lo que se refiere al esfuerzo, al ganar el pan con el sudor de la frente, es algo que la selección sexual también ha premiado. Esto hace que el esfuerzo, una vez realizado, y si se alcanza el objetivo, produce una enorme satisfacción, una cascada de recompensantes endorfinas en el cerebro. Los hombres que realizaban esfuerzos para sacar adelante a su mujer y a sus hijos, cuando estos estaban indefensos, que proveían a estos de recursos y de protección, dejaban más descendencia, por lo que evolucionó una biología premiadora del esfuerzo. Estos son sólo un par de ejemplos, aunque considero que bastante centrales.

Si se transmiten ideas de consumo fácil, de aparente plausibilidad, “racionales”, a un público joven y ansioso de verdades nuevas y cortantes con las que tomar el poder y cambiarlo todo de raíz, se pueden provocar trastornos muy graves, una auténtica enfermedad, al cuerpo social. No se cambiará la naturaleza de las personas, pero sí se la desviará por los peores caminos, y la sociedad se desmembrará al caminarlos. ¿Qué significados tenemos en nuestra sociedad respecto a cuestiones tan importantes?. ¿No deberíamos hacer un esfuerzo para comprendernos a nosotros mismos antes de lanzarnos a aventurar las verdades sobre el mundo?.

sábado, marzo 15, 2008

Ánimo Frank

Se llama Frank Schaefer, tiene 39 años recién cumplidos y está enfermo de cáncer. Hace unos meses le detectaron un melanoma. En su situación actual son pocos los que sobreviven. Ya le ha afectado al hueso.
Ruego a los creyentes que pasen por aquí que recen una oración por él, y a los no creyentes que se pongan por un momento en su lugar haciendo un ejercicio de empatía, se hagan a la idea, le compadezcan y le deseen una pronta y casi milagrosa recuperación.

Es hermano de mi cuñado. Hace unos años vino por España y pasamos juntos algunos buenos ratos, conversando sobre el Todo y la Nada. Recuerdo que una vez fuimos al Retiro y se puso a regalar a los niños que pasaban unos globitos finos que había traído de Alemania, una vez había creado a partir de ellos formas animales. Los baloons, o como quiera se llamen, hicieron furor. Algunos padres le pagaron unas monedas por el regalo, con lo que acabó pidiendo la voluntad, como un mendigo, pero con la dignidad de un aristócrata indiferente.

Había allí, aquel día de entre semana por la mañana, un payaso, o un mago, pero ante todo un payaso, también extranjero, no sé si holandés, lo mismo da, que se acercó a Frank para saber qué era eso que tanto éxito tenía con el público infantil. Frank se lo explicó detalladamente, tanto que, a la media hora, el tipo sabía hacer también figuritas. Al día siguiente -como por arte de magia- el mago, o el payaso, ya vendía en su espectáculo los globitos a los asistentes.

Ahora, cada vez que paso por el retiro veo a algún payaso vendiendo la mercancía. Eso es lo que se dice en economía una externalidad positiva. Se expande el invento rápidamente a partir del inventor y este no puede beneficiarse por haberlo inventado. Frank no era, empero, el inventor, pero sí lo introdujo en el Retiro, y, como negocio callejero me atrevería a decir que en España.

Últimamente le rondaba la cabeza estudiar psicología. Lo hará si supera la enfermedad. Es un hombre positivo y alegre, bueno y noble, y, a su bohemia manera, un gran amigo de la humanidad.

viernes, marzo 14, 2008

La Inteligencia al Poder


Abro esta conversación tan solo como ilustración para algunas de las propuestas contempladas en el apartado de comentarios de la entrada anterior.
Si alguien piensa que la foto está trucada por algún facha que ha retocado el color de la papeleta, que sepa que la fuente de la imagen es el propio PRISOE.
Si os inquieta saber si el voto de nuestro insigne prócer resultó nulo, sabed que no fue así. Se puede apreciar en este vídeo, también libre de toda sospecha manipulatoria, pues está alojado en una página adicta, estoooo fiel, queriamos decir fiel al Régimen.


¿Invirtiendo algunos valores?

Durante la campaña electoral, poco antes de que Solbes anulase a Pizarro en aquel debate económico, el amigo de este último y amenizador de las mañanas de la COPE, Federico Jiménez Losantos, utilizaba en su programa una fórmula retórica para ensalzar las virtudes del candidato popular: ¿A quién daría su dinero para que lo invirtiese: a Solbes o a Pizarro?. Debía creer que la respuesta era obvia para cualquiera, pero no resultaba muy convincente, le perdían, como tantas veces, sus filias y sus fobias.

Se podría decir que para acertar con las inversiones se requiere una pericia inusual, fruto de una inteligencia despierta y una larga experiencia profesional. La tendencia a creer en el Gurú de turno para cualquier cosa en la que nuestra ignorancia supere a nuestro conocimiento está justificada por la especialización, pero a poco que uno sepa de cualquier asunto termina por comprender que hay notables limitaciones impuestas al conocimiento de cualquiera, y que ninguna persona, por mucho que desarrolle sus facultades y por muy bien dotada que esté por su herencia, podrá saber más que otra en ciertas parcelas.

¿Sabe un analista de Bolsa más que un transeúnte tomado al azar sobre las inversiones más rentables?. Hay una forma de comprobarlo: ver el resultado económico de un fondo elaborado por una sociedad de inversiones y compararlo por uno diseñado por un lego.

El caso extremo sería el de una inversión regida por el puro azar. Se pone a un chimpancé con dardos frente a una pared de la que están colgadas páginas de periódico con datos bursátiles. Una vez ha terminado su juego inocente de tirar dardos contra las hojas, el chimpancé se dedica a otros menesteres sin saber que acaba de elaborar un fondo que va a competir en el mercado. Ese fondo obtendrá, tiempo después, tanta o más rentabilidad que muchos fondos preparados por sesudos profesionales del sector financiero.

También se han dejado en manos infantiles algunas inversiones, y su resultado ha asombrado a los analistas.

Ariane Meienbrock nos habla de las investigaciones que sobre el particular están realizando Andreas Ortmann y su equipo, del Instituto Max Planck. Para estos investigadores es aún más probable que la inversión sea rentable si el inversor es un ignorante que se guía por lo poco que sabe. Las empresas conocidas suelen ser la mejor opción, claro que también por ser la mejor opción son más conocidas. El caso es que experimentando con fondos con valores elegidos por "expertos" y "legos", llegaron a unos resultados que ponían en entredicho la idea de que quien más sabe de empresas y economía elige mejor en el mercado de valores. Varios probandos, divididos en cuatro grupos, dos de "expertos" (jóvenes estudiantes de económicas) y otros dos de peatones cogidos en pleno paseo, sin conocimientos de economía, "legos", crearon 4 fondos que fueron sometidos a los rigores del mercado, y contrastados con fondos de empresas del sector financiero y con fondos elaborados al azar. Y los legos, con su intuición y sus conocimientos implícitos y poco articulados, iban por delante en éxito inversor.

No hay que precipitarse a extraer conclusiones. Ariane Meienbrock nos habla de más test, realizados por revistas de economía en épocas de caída de bolsa que arrojan resultados parecidos. Sea como fuere parece claro que a la hora de tomar decisiones sobre ciertos asuntos no hay que apoyarse exclusivamente en los datos y en su análisis, que resultan manifiestamente insuficientes. A partir de un límite difícil de ubicar la decisión es un juego de dados, no una partida de ajedrez. En ámbitos de gran complejidad, siempre hay mucho de azar y de desconocimiento, y se hacen precisos la intuición, que expresa conocimientos implícitos, y pequeñas dosis de riesgo.

¿No debiéramos, a partir de estas curiosas investigaciones, extraer conclusiones de más amplio calado acerca de la vida y de la razón?.

jueves, marzo 13, 2008

Programadores programados

Richard Bandler y John Grinder elaboraron a principios de los años 60 del siglo pasado un sencillo método psicológico, a partir de un popurrí tomado de distintas corrientes de la época, al que denominaron Programación Neurolingüística (PNL). En los últimos años han prosperado en el mundo de la empresa una figura, denominada coacher, que hace uso de las técnicas de la PNL para motivar, dar seguridad y orientar a ejecutivos. Con la PNL se pretende, básicamente, desviar la mente del cliente de distintas maneras de sus preocupaciones, por un lado, y ayudarle por otro a reconfigurar su comportamiento y sus ideas sobre las cosas para ser más eficaz en sus gestiones. Es un enfoque totalmente práctico, de ahí su denominación. El cerebro no es programable, desde luego. Pero esta peculiar forma de lavarlo, esta pretensión de reordenar el cableado del cerebro para hacer más eficiente a la mente en la resolución de problemas complejos, tiene su éxito. Algunos coacher, me dice Luis, se han convertido en un referente para sus "pacientes". Ejecutivos desvalidos buscan el consejo de sus sabios entrenadores, acaso viéndole como los psicoanalizados al psicoanalista, como un gran padre omnisciente. Así el coacher se convierte en un divo, y la dependencia resulta ser, al menos en apariencia, mutuamente beneficiosa.

En las crisis económicas lo primero que se va a la mierda son las consultoras y todas esas empresillas que viven de la abundancia chupando gotitas de sangre del gran caudal del intercambio dinámico de la economía. Ofrecen proyectos, ideas, palabras, de los cuales son útiles bien pocos y necesarios casi ninguno. La legión de coachers que motiva y ayuda a los ejecutivos es superflua. Las técnicas de la PNL son algo, en su esencia, más bien rudimentario, que cualquiera con un poco de inventiva puede desarrollar y cuya efectividad requiere también algo de credulidad por parte de aquel a quien se le aplican.

Tenemos, desde nuestros orígenes de cazadores-recolectores, facilidad para dar consejos gratuitos y para acoger alegremente los que nos dan. Si a esto se le pone un nombre que suene a ciencia y lo realiza alguien con un traje, correcta expresión, palabras serenas y voz engolada, y se hace en un entorno de procesamiento de recursos y poder, quizás tengamos un coacher, o algo parecido.

Pero el mejor coacher es este que me manda Luis, el que trata de pasar la prueba de Turing, el coacher virtual.

¿No es entrañable este muñecote robótico que nos vende sus consejos para hacernos mejores y más felices?. Reconozco que no lo he probado. No sé si cobrará por sus servicios, aunque imagino que sí. Aunque dudo seriamente que pase la prueba de Turing, no es precisa mucha inteligencia para camelar a quien crea que un programilla cutre le puede aconsejar. Esto sí es programación neurolingüística y lo demás son tonterías.

Say Hello, Wave Goodbye

miércoles, marzo 12, 2008

Se equivocó Llamazares


El equívoco título de este post no hace referencia al resultado electoral de IU. Ya se han encargado muchos de explicar lo evidente: Entre la radicalización izquierdista del rojo orgulloso Zapatero y el seguidismo lametraserillos del ínclito Gaspi, lo único sorprendente es que IU haya cosechado más de 100 ó 200 votos.

En realidad, queremos hablar de una frase de Llamazares entresacada de unas declaraciones previas a las elecciones que me llamó la atención por lo acertado de la misma. El equívoco del título se refiere pues a que una aseveración acertada en boca de este personaje, ha de deberse al error o la casualidad.

La frase en cuestión hacía referencia a las subidas de precios de tantos y tantos productos en los últimos meses proponiendo la creación de una Secretaría de Estado de control de precios y garantía de la competencia, "con una inspección que, como la laboral o la de Hacienda, vigile y castigue a aquellos que llevan a cabo subidas de precios mediante acuerdos".

Lo primero a reseñar (y agradecer a Llamazares, coñas aparte), es el acierto en no quedarse en la simplonería progre habitual que ante las subidas de precios propondría una "fijación de precios máximos" o alguna ocurrencia similar. Por ejemplo, el amigo Chávez ha conseguido desabastecer las tiendas venezolanas de diversos productos básicos. Productos para los cuales había fijado por decreto tales precios máximos.

Es un error habitual, esgrimido por la progresía pero a la vez asumido a veces de forma tácita por muchos liberales aquello de identificar el liberalismo con la frasecita "cuanto menos Estado mejor", sin matices. Oiga, vale, cuanto menos mejor, pero siempre que el Estado cumpla unas determinadas (pocas) funciones básicas. Tan malo como pasarse, puede ser quedarse corto.

Ya señalamos hace tiempo que la función principal del Estado para que el mercado funcione y se produzca crecimiento económico es garantizar la seguridad (entendida ésta en sentido amplio).

Bien, pues otra de las (pocas, insistimos) tareas que debe garantizar el Estado si queremos que el mercado funcione es la Defensa de la Competencia. Sin competencia no hay libre mercado y sin libre mercado no hay crecimiento económico. Tan estúpido es fijar precios por decreto-ley como permitir que los fijen una banda de mafiosos (y puedo aseguraros que tales lobbies que fijan precios mínimos de venta existen, y si algún competidor quiere ofrecer mejores precios, se apresuran a boicotearlo por medio por ejemplo de coacciones a los proveedores).

En fin, que sin competencia, sin libre mercado, y con precios fijos, se crea poca riqueza y además se reparte mal. Independientemente de que quien fije esos precios sea el Estado protector o el monopolista mafioso.

Por supuesto, la manera de llevar a la práctica esta idea no es sencilla y se puede discutir si la mejor forma es la creación de una Secretaría de Estado, pero es muy positivo transmitir la idea de que de la defensa de la competencia depende tanto la creación de riqueza como el reparto de ésta.

¿Reparto? En efecto. La defensa de la competencia y el libre mercado son infinitamente más eficaces (y justos) en la noble tarea de repartir la riqueza que los impuestos confiscatorios y las subvenciones pesebreras (léase PER). Pero ésa es otra historia.

En fin, que en este erial bipartidista de socialdemócratas y democristianos que nos sangran a impuestos sea para bienalimentar a los intelectuales orgánicos o para sufragar onerosos traslados municipales, manda huevos que sea Gaspi el que traiga al debate político ideas liberales.

Aunque haya sido sin duda por error.

martes, marzo 11, 2008

Mariano se va


Al salir al balcón en Génova lo dio a entender. Abrazado por su mujer llorosa, Mariano dijo que el Partido defendería las ideas y los principios en los que él cree. Sin él, se sobreentiende. Un amigo mío progre y francés, lo cual viene a ser lo mismo, salvo excepciones como Revel, me decía que la mujer de ZP tenía su aquel. Mi mujer le ve cara de caballo. Unas formas cortantes, afiladas, las de su rostro. La mujer de Rajoy tiene en cambio una belleza de rasgos más suaves, y una mirada dulce y comprensiva. Tendrá ahora que dar paz al guerrero tras la derrota, una derrota tanto peor cuanto más votos ha obtenido.

Tenemos en Madrid dos candidatos a sucederle, como la noche y el día, Gallardón y Aguirre. El primero no cuenta con simpatías dentro del partido, pero representa eso que se ha dado en llamar “centro” (algo que, pese a que algunos opinantes conservadores consideran no existe, está ahí). Se le acusa de ambicioso, pero no tiene sentido acusar de eso a un político. La segunda es lo más parecido a un político liberal que se puede encontrar en este barco socialdemócrata a la deriva que es España, algo así como una Thatcher latina. Fría, serena, irónica, aristocrática. Capaz de una oposición demoledora sin matar una mosca ni romper un plato.

Alguien del partido me lo ha dicho: Mariano se va. No va a esperar a las críticas destructivas ni va a afrontar el esfuerzo de otra difícil oposición con un difícil gobierno, ni el riesgo de una tercera derrota.

Ahora que ZP lidie con el Vitorino que ha traído, a ver si es capaz de entrar a matar, y convertir su piel de nuevo en el mapa de nuestro país.

Adiós a la Ilustración

Como si de un resultado electoral se tratase, abandono Red Liberal. He estado en ella unos meses escribiendo a través del magnífico blog de Memetic Warrior. Para mi ha sido un motivo de orgullo y satisfacción el poder participar en Políticamente Incorrecto, primero, y después en la Nueva Ilustración Evolucionista, poniendo mis pequeñas reflexiones en la misma página que el genio memético ponía las suyas. Pero todo es perecedero. A veces la muerte sobreviene, violenta, y otras se muere lentamente. Una mezcla de ambas cosas se ha dado, en esta ocasión. Llevaba un tiempo rumiando esta muerte en el fondo de mis pensamientos, por debajo de ellos, pero estos, en la superficie, permanecían anclados en la ilusión del pasado. Cuando desde lo profundo de mi psique ha emergido la solución, bruscamente, se ha hecho una luz tenue pero constante que ha iluminado mi mente: yo no quiero escribir en Red Liberal, y no quiero escribir sobre evolucionismo, o no en exclusiva. La libertad, que en política es una cosa, en esa escala más humilde pero fundamental de la propia vida es otra muy distinta, casi podría decirse que opuesta. Yo deseo ser libre para escribir, sin ataduras ideológicas o metodológicas, sin buscar ni la ciencia ni la filosofía, ni la literatura ni la política, ni las cuestiones generales ni las emociones particulares. Quiero escribir de lo que quiera cuando quiera. Y para ello está este blog, que comparto con Ijon Tichy. Aquí expresaré lo que salga de mi, sea esto una histriónica frivolidad o una serena consideración. El sabio y el necio se dan la mano y caminan juntos sin pretensiones de fama o notoriedad, hacia un horizonte incierto en el que brilla un sol ambiguo, del que no se puede saber bien si es de aurora o de ocaso.