El 4 de Agosto escribí un post partiendo de la famosa frase de Protágoras "el hombre es la medida de todas las cosas".
Soyonosoy preparaba un comentario que por su extensión decidió colgar en su blog (segunda entrada). Yo tenía pensado responderle allí, pero me ha sucedido lo mismo que a él y he decidido responder por aquí.
Sobre la frase de Protágoras:
Las realidades visibles e invisibles que mencionas son entidades y relaciones, que es lo que yo considero "cosas" al leer la frase de Protágoras. Sobre esto puedes ver lo que dice Francisco Capella (inteligencia y libertad, referenciada en mi página) en el apartado sobre teoría de sistemas. Uno no puede ser medida de cosa alguna que no sea tal, bien una entidad bien una relación.
Las fantasías y desvaríos de la mente, susceptibles de generar comportamientos, forman también parte de la realidad íntima de la experiencia subjetiva de los sujetos que las padecen. Cuando en sujeto en cuestión es otro en nuestra realidad solamente existe el comportamiento derivado y las causas subyacentes que especulamos o en algunos casos incluso conocemos, o creemos conocer. Cuando tal sujeto es uno mismo ocurre lo que decía, que la "realidad" vivida en la intimidad del teatro de nuestra mente está enrevesadamente imbricada con las imaginaciones. En mayor o menor grado todos padecemos autoengaños, alucinaciones, delirios. En algunos casos incluso podemos discernir su carácter de tales durante su acontecer o poco después de que sucedan. Si es así solo formarían parte de la realidad con la etiqueta que les correspondería en justicia. Las distintas manifestaciones alucinatorias de la esquizofrenia podrían distinguirse por ejemplo de una experiencia con LSD.
En cuanto a lo que mencionas del odio, peligro o armonía bien pudieran explicarse en términos distintos a como usualmente pueden o suelen explicarse. Quien odia no es más que un animal asustado, y fisiológicamente esto implica ciertos procesos neuroendocrinos. El peligro yo diría, como tú, que como tal no existe: es una interpretación en términos de supervivencia de una probabilidad. La armonía diría también contigo que tampoco, y yo diría que es un orden que nos gratifica (en general el orden en si mismo nos resulta agradable porque implica un ambiente predecible y tranquilo, y una lucha contra la flecha del tiempo de los físicos, que conduce a la disolución del caos). Parece como si el ser humano, con el lenguaje, hubiera expresado realidades por caminos torcidos. Esto por lo general es comprensible debido a la ignorancia que nos caracteriza. El lenguaje no es una herramienta precisa, si por precisa se entiende que define con perfección las realidades. Lo es en cuanto sirve para comunicarnos y entendernos lo suficiente para lograr un alto grado de colaboración social. En cuanto al lenguaje poético, ese que tan hábilmente manejas en tu relato, es deliberadamente simbólico, y al serlo refleja relaciones sutiles, que escapan al observador poco atento, y a veces también autoengaños, alucinaciones o delirios del poeta.
Muchos de los "hechos intangibles" del lenguaje son imprecisiones del mismo, o mantos coloridos que se ponen sobre la ignorancia, por tanto. Aludimos a ciertas realidades (relaciones) expresando otras. Decímos que sale el sol cuando es obvio que la tierra gira.
En cuanto a la locura una última cosa: no es el "loco" quien ha de determinarla. Es una de esas cosas que forman parte de la realidad "objetiva" de otros, por ejemplo el médico que le atiende. Las patologías mentales se observan primero de todo en el comportamiento perturbado, notablemente perturbado, que conduce al sufrimiento del que lo padece y/o de quienes le rodean. Para el enfermo todo puede ser muy real. Después, gracias a los modernos métodos de diagnóstico pueden observarse otras cosas, tales como el nivel de litio en sangre o la forma de mariposa que tienen los ventrículos cerebrales, indicadores todos ellos "objetivos".
La frase completa de Protágoras la desconocía, o la había olvidado.Lo cierto es que me quedé con la brevedad, expresividad y contundencia lacónicas de la primera parte, que se basta y se sobra por si sola para causar una profunda impresión y es, por decirlo de una forma apropiada al tema tratado, un universo en si misma.
Sobre Schopenhauer:
Este autor hablaba de voluntad y representación. Por tanto introducía al actor con la voluntad. Pero la dicotomía entre dichos términos, la partición de la realidad en voluntad y representación, se debía al enigma que el propio Schopenhauer denominó "el nudo del mundo", esto es, el hecho de que nuestras vivencias subjetivas no podamos explicarlas a partir de sus sustratos neurológicos (*). El mundo como mera representación lo encuentro inconcebible, es inconcebible. Desde el momento en que nosotros creamos esa representación a través de la interacción de esa realidad externa con nuestros sentidos y nuestros mapas mentales nos vemos totalmente implicados en él, somos él. Todo lo que sucede en ese mundo que percibimos o imaginamos nos afecta de una u otra forma. La perspectiva podría considerarse "egocéntrica" en la medida en que hace referencia permamente al propio yo, que se construye por y para esa perspectiva. Sin embargo yo digo, y creo, que la perspectiva humana es inevitablemente alocéntrica porque es una construcción de entidades y relaciones referenciadas al propio yo solamente después de su mutua referencia. Como bien señalan Edelman y Tononi en "El Universo de la Conciencia" el qualia (percepción subjetiva consciente) del color rojo, por ejemplo, no existe por sí solo, sino como parte de una imagen total. Dicho de otra manera, es imposible imaginar una percepción de rojo puro. El mundo, la realidad, son entidades y relaciones que nos afectan, que vivimos, que somos. El ego, el yo, no puede disociarse del mundo, y el fantasma en la máquina, la dicotomía yo/mundo se antoja insuficiente.
El hombre (por el ser humano, hembra o varón) es la medida de todas las cosas. Disculpemos a Protágoras que en su tiempo los gineceos y harenes eran la norma.
Un saludo Soyonosoy.
------------------------------------------------------
(*) Añadido 06/09/06. En el tiempo de Schopenhauer no se podía hablar de "sustratos neurológicos". Me he tomado una licencia. Schopenhauer decía que el nudo del mundo consistía en la imposibilidad de llegar a (y explicar los) estados subjetivos a través de la observación objetiva.